miércoles, 26 de noviembre de 2014

IRENEO PAZ FLORES [14.129] Poeta de México


Ireneo Paz

Ireneo Paz Flores (algunos autores han escrito el nombre como Irineo) nacido en Guadalajara, 1836 y fallecido en Mixcoac, 1924, fue un abogado, historiador, escritor y periodista mexicano. Fue abuelo del escritor mexicano, Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz.

Nació el 3 de julio en Jalisco. Llegó a Colima en 1863. Fue magistrado del Supremo Tribunal de Justicia. En 1864 el gobernador Julio García lo nombró Secretario General de Gobierno del Estado. Participó en los combates contra los franceses por la ciudad de Colima. Firmó el pacto de Zacate-Grullo, mismo que afectaba a los no combatientes y propietarios. En su obra Algunas Campañas narra aspectos sobre las luchas de los estados de Colima y Jalisco durante el Segundo Imperio Mexicano. Murió a los 86 años en 1924, en la Ciudad de México. Su nieto Octavio Paz fue Premio Nobel de Literatura.

Se recuerda el funesto episodio en que Irineo Paz mató en duelo a otro periodista connotado de la época, Santiago Sierra Méndez, hermano de Justo Sierra Méndez e hijo de Justo Sierra O'Reilly. Paz tuvo diferencias ideológicas y políticas con Santiago Méndez Ibarra, abuelo de Santiago Sierra Méndez, de donde habría surgido el motivo del duelo.

Obras

La piedra del sacrificio, 1871
Amor y suplicio, 1873
Amor de viejo, 1874
Doña Marina, 1883
Leyendas históricas de la Independencia, 1894
Vida y aventuras de Joaquín Murrieta, famoso bandolero mexicano 1908
Leyendas históricas, 1914



El 6 de abril de1994 en su primera edición el periódico Reforma. Octavio Paz se refiere a su abuelo de esta forma:

“Don Ireneo, mi abuelo, es la figura masculina de mayor impacto en mi primera edad. Dirigió un diario, La Patria, y escribió novelas populares. De hecho, durante una época, vivimos de las ventas de uno de sus libros, los que Amaba a los libros y había logrado reunir una biblioteca de cierta importancia. Desde niño leí libros de autores mexicanos. En mi familia nuestros escritores no sólo eran vistos con respeto y con simpatía sino que se exaltaba, a veces de modo inmoderado, a los del siglo XIX, especialmente a los del bando liberal. La razón de esta anomalía es muy simple: mi abuelo se había alistado desde su juventud en las filas del liberalismo.”

La personalidad de este hombre jalisciense, se vio empañada por un hecho lamentable;  debido a los continuos ataques de su periódico del que fue su fundador y director, al periódico La Libertad, dirigido por Santiago Sierra Méndez (hermano menor de Justo Sierra), desembocaron en un duelo en el que mató a Sierra 27 de abril de 1880, a las nueve de la mañana, en la hacienda de San Javier, próxima Tlalnepantla, Estado de México. Una sombra que al paso del tiempo alcanzo a su nieto Octavio Paz. Quien comentaba de el en uno de sus versos:



Mi abuelo, al tomar el café,
me hablaba de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados,
y el mantel olía a pólvora.


Murió a la edad de 88 años en su casa de Mixcoac, en el Distrito  Federal, donde vivía con su nieto Octavio Paz Lozano.




Señor, las elecciones del domingo

Señor, las elecciones del domingo
fueron un solemnísimo fandango,
pues el pueblo mostrándose zanguango
la vez quinientas mil sirvió de mingo.

Ni dar siquiera pretendió un respingo
al notar que lo echaban en el fango:
¡preso de tus sayones en el mango
no llegó a hacer papel ni de relingo!

Por eso, santo, ante tus plantas vengo
y un proyecto “de chapa” te propongo
que te pruebe el cariño que te tengo:

declara que la patria vale un hongo,
declara que el país es Tianguistengo
y sácanos ¡pardiez! hasta el mondongo.





Tu prensa que te alaba por la sopa
hace en diversos tonos que se sepa
que tu candidatura ya se trepa
sobre todas las otras viento en popa.

Y aunque con las mentiras hace tropa
y por eso en sus cálculos discrepa,
ya no encuentra camisa que le quepa,
y ancha se está poniendo como estopa.

Mas hoy tu gente que al erario chupa
ve que no queda ya ni una zurrapa,
y eso, glorioso santo, la preocupa….

Si los quieres hartar hasta la chapa
haz un esfuerzo solo, grita ¡upa!
Y das un brinco y te declaras Papa.

Ireneo Paz (1836-1924)






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