martes, 18 de noviembre de 2014

JÁNOS SZENTMÁRTONI [14.049]


JÁNOS SZENTMÁRTONI

(Budapest, Hungría 1975) Después de terminar sus estudios en la Universidad Eötvös Loránt, se desempeña como redactor de Magyar Napló (Diario Húngaro), revista de la Asociación de Escritores Húngaros.
Ha publicado los volúmenes de poesía Soledad ancha, como el camino (Ediciones Stádium, 1995), El oráculo (Ediciones Tevan, 1998), Aquí, en el papel blanco (Ediciones Szépszalon, 2001), El otro padre (Ediciones Stadium, 2005), El helicóptero de Ulises (Ediciones Parnasszus, 2008) y Balada con bastidores banales, poesías escogidas (Ediciones Stádium, 2010) y el libro de ensayos Barca viva (Ediciones Magyar Napló, 2004)
Sus versos han sido traducidos a varios idiomas. En español, figura en la antología Tendré un helicóptero (Ediciones Isla Negra, 2006. Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional József Attila, en el año 2007. Es desde el año 2004 presidente de la Sección Lírica, y desde el 2010 presidente de la Asociación de Escritores Húngaros.

OBRA:

Kötetei

Útszéles magány (versek), Stádium Kiadó, Budapest, 1995.
Madárjós (versek), Tevan Kiadó, Békéscsaba, 1998.
Itt a papíron (versek), Széphalom Könyvműhely, Budapest, 2001.
Eleven csónak (esszék, kritikák, tanulmányok), Magyar Napló Kiadó, Budapest, 2004.
A másik apa (versek), Stádium Kiadó, Budapest, 2005.
Ulysses helikoptere (versek), Tipp-Cult - Parnasszus, Budapest, 2008.
Ballada hétköznapi díszletekkel (válogatott versek), Stádium Kiadó, Budapest, 2010.
El perro (A kutya, válogatott versek spanyolul) BlueBird Kiadó, Miami, 2010.
Calul lacurilor (Ló a tavon, válogatott versek románul és magyarul) Proema Kiadó, Nagybánya, 2011.




EL PERRO (y otros poemas) 
János Szentmártoni


EL PERRO

(A kutya)


Ascienden las llamas, clavan en mí sus dientes.
Mis ladridos se detienen ante la reja.
Iluminado por la luna –mis ojos anegados de espanto−,
centellea mi sangre de lobo enjaulado.
Aúllo, escaparía, tensos los músculos.
¡A mi cuello ataron mi casa en llamas!





EXTRANJERO

(Idegen)


Se sienta en una esquina de la taberna,
no le gusta que le hablen;
sus ruidosos sorbos remueven
montañas enormes, febrilmente.
Mientras escribe estos versos, fuera
se escucha el ruido de un carretón fúnebre;
teme que pueda arrastrarle
y no se detiene hasta olvidarlo.
Cabalgando o sobre un montón de heno
volverá, aplazará su regreso
hasta que todo se haga tan denso
como la tinta en el papel.
Si canta, se estremecen las puertas,
el viento arranca arboles de raíz;
si se apresura, tropieza con una piedra
y ráfagas polvorientas le agreden.





CONSEJO

(Jó tanács)

Si yo desapareciera y nadie supiese donde estoy,
no interroguen niños, objetos ni seres vivos,
escuchen el viento, crecer la hierba, las esencias
que mezcla el tiempo cuando ya estamos congelados.

No escrutes el cielo y no hociques la tierra,
el cielo te da vértigo y la tierra te desnuda.
Cuida las palabras nuestras del pasado
que flotan todavía en las nubes de tu vestido.

http://laprimerapalabraque.blogspot.com.es/




El Perro, de Szentmártoni

Pocas veces tenemos en Latinoamérica la posibilidad de estar en contacto con lo último que se hace en poesía en los países de Europa del este. Y si hablamos de Hungría, apenas recordamos los nombres de Attila Josef, Sandor Weöres y... Por eso es tan valioso que el poeta cubano Heriberto Hernández Medina –traductor, asimismo, del húngaro- me haga llegar vía correo físico estos “Valgatott versek” o poemas elegidos, de János Szentmártoni (Budapest, 1975), con ilustraciones de Eduardo Sarmiento.

Dado que poco o nada conocemos actualmente de esta poesía, me limito, por ahora, a reproducir uno de los poemas de la antología, titulada El Perro, seguro de que llegará bien a vuestros oídos su oscuro ritmo:



DISTRIBUCIÓN DEL TÉ EN LA PLAZA

Hedor penetrante: ácido,
como olor de vino dañado
en el fondo de la garrafa.
Las barbillas arden como braza.
Está nevando.
En los ojos, la sumisión
de las fieras en la trampa.
La nieve se pega al pelo
blanca como la gasa,
manos cruzadas
en los vasos humeantes.
La nuca, húmeda como las cloacas.
Como joyas caídas al agua,
se pierde una lágrima
en el abismo del vaso.











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