Nellie Campobello
Nellie (Nelly) Francisca Ernestina Campobello Luna (Villa Ocampo, 7 de noviembre de 1900 - 9 de julio de 1986) fue una escritora, novelista, y poeta mexicana, reconocida también por ser como su hermanastra Gloria, coreógrafa y bailarina de ballet.
Era la tercera de seis hijos de Rafaela Luna, y su padre Jesús Felipe Moya Luna era sobrino de su madre, hijo de su hermana Florencia. Probablemente esa fue la razón, el porqué del ocultamiento de las huellas de su pasado. Además también manejó su año de nacimiento indiscriminadamente como: 1909 o hasta 1913.
Pasó su infancia en Parral (Chihuahua) y su juventud en la ciudad de Chihuahua, donde concurrió al "Colegio Inglés de la Colonia Rosales". Luego del deceso de su padre combatiendo en la batalla de Ojinaga el 11 de enero de 1914 (100 años), su madre vuelve a casarse con el médico Stephen Campbell Reed, de Boston, cuyo apellido, sus hijastros asumieron, y que fue luego modificado a Campobello por la propia Nellie. En 1921, falleció su madre.
En 1937, durante la década revolucionaria se fue a la ciudad de México, donde bajo la denominación de "Escuela Nacional de Danza", Nellie Campobello fue nombrada directora, posición que mantuvo hasta 1983. Como institución pública que formaba parte de la Secretaría de Educación Pública (México) y bajo el manifiesto del presidente Lázaro Cardenas de que "el arte que no sea consolidario con el dolor del pueblo no es arte", las hermanas Campobello fundamentaron su quehacer artístico y creativo como una danza política y nacionalista.
En 1984, a sus 84 años de manera súbita desapareció de los lugares que frecuentaba, así como sus pertenencias y valiosas pinturas de Diego Rivera y de José Clemente Orozco. En 1998, la "Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal" investigó y descubrió que Nellie murió el 9 de julio de 1986, y que había sido enterrada en el "Cementerio Progreso de Obregón" en Hidalgo. Se supone que fue secuestrada por Claudio Fuentes Figueroa y/o Claudio Niño Cienfuentes y su esposa María Cristina Belmont. Afortunadamente muchas de sus coreografías de danzas indígenas fueron rescatadas. Sus restos fueron trasladados a Durango en 1999.
Nunca se casó, y tuvo varios romances. Se descubrió que tuvo un hijo (que vivió de 1919 a 1921) con Alfredo Chávez, gobernador de Chihuahua. También Germán List Arzubide dijo que se enamoraron.
Fue una de las pocas mujeres que participaron centralmente de los grupos intelectuales de México; habiendo sido muy amiga de Federico García Lorca y de Langston Hughes, a quienes les tradujo sus poesías al inglés.
Está reconocida como la única escritora mexicana de prestigio, que publicara relatos (semiautobiográficos) durante la Revolución Mexicana de 1910-1920. Es por eso que se suele referirse a ella como: "La centaura del norte", como por ejemplo ocurre en su biografía titulada "Nellie Campobello, la centaura del norte".
"Cartucho" es considerada una obra clásica de la literatura de la Revolución Mexicana, que muestra a los villistas con una luz favorable en un momento en que en la mayoría de la literatura se les criminalizaba tildándolos por la historia oficial de todos subversivos y bandoleros.
Obras
Yo: versos, ed. L.I.D.A.N. 32 pp. 1919
Yo, poemas, 1928
Cartucho: Relatos de la lucha en el Norte de México, 1931; reeditó 2ª edición en 1940 E.D.I.A.P.S.A. 211 pp.
Las Manos de Mamá: Tres Poemas: Mis Libros, edición ilustrada de Factoría, 150 pp. ISBN 9686871268, ISBN 9789686871265 1937
Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa, ed. E.D.I.A.P.S.A., 195 pp. 1940
Ritmos Indígenas de México, con Gloria Campobello, 240 pp. 1940
Tres poemas, ed. Cía. General de Ediciones, 39 pp. 1957
Mis Libros, 511 pp. (ilustrado por José Clemente Orozco) 1960
Cartucho; and, My mother's hands. Texas Pan American series. Ed. Univ. of Texas Press, 129 pp. ISBN 0292711115, ISBN 9780292711112 1988
Francisca Yo!, el libro desconocido de Nellie Campobello (reeditó en 2004 Nueva Vizcaya Editores, 208 pp. Con Jesús Vargas Valdez, Flor García Rufino)
Obra Reunida. Letras Mexicanas. Ed. Fondo de Cultura Económica, 378 pp. ISBN 9681680634, ISBN 9789681680633 2007 en línea
Nellie Campobello, Epistolario a Su Terruño. Con José de la O. Holguín, ed. ilustrada de BPR Publishers, 236 pp. ISBN 6077820032, ISBN 9786077820031 2009
Honores
Eponimia
Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello: las hermanas Nellie y Gloria Campobello, dan origen en 1931, por expresas instrucciones del Secretario de Educación Pública, a la primera escuela de danza pública de danza, ubicada en las instalaciones de ese organismo social.4
Yo, por Francisca:
Dicen que soy brusca,
que no sé lo que digo
porque vine de allá
de un rincón oscuro
de la montaña.
Más yo sé que vine
de una claridad.
La poesía libre y libertaria de Nellie Campobello
Para Nellie Campobello cambiarse de nombre, nombrarse a sí misma, fue un acto de impulso creativo y liberador pues manifestó así su propia transformación. Fue un impulso poético por mostrarse a sí misma como el movimiento que amaba y en el que se mostró transgresora.
Su nombre original, Francisca Moya Luna, fue quizá para ella símbolo de un pasado que quiso remover, con el que no se sentía identificada, que cargaba con el apellido de un padre que no conoció, un lazo en el cual jamás habría sido partícipe ni creadora, sino mera espectadora de una imposición del destino.
Se podría decir que la razón por la que cambió de nombre fue para ocultar un pasado del cual ella se sentía avergonzada, ya que fue hija de la relación endogámica de su madre, Rafaela Luna, con su sobrino Felipe de Jesús Moya Luna. Sin embargo, la vergüenza por sí sola no explica el constante afán de Nellie por buscar su libertad, por auto definirse, por hacer de la vida un arte de poesía y movimiento.
Fue en la poesía en la que se transparenta que el nombrarse fue un acto liberador. En su libro Yo! Francisca, escrito en 1929 cuando Nellie estaba cerca de cumplir los 30 años, se muestra que su seudónimo, Francisca, hace referencia a ella misma, a aquella parte de sí que quizá sólo admitía en el espacio de su soledad.
En la investigación que acompaña la reciente edición de ese poemario, Jesús Vargas Valdés y Flor García Rufino, académicos de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, afirman que les parece evidente que este libro fue un ”cierto ajuste de cuentas” de Nellie con su pasado: ”Es aquí cuando muere Francisca, la muchacha provinciana, enamorada e indefensa, y nace Nellie Campobello, la mujer fuerte y decidida”.
¿Quién fue Francisca? Quizá su identidad de mujer sólo se definía a partir de su relación con los hombres, como es la norma para las mujeres dentro de la cultura machista que hoy aún está tan vivo dentro de nosotras. Sus poemas de amor son reflejo de este vínculo entre su propia determinación y aquellos a los que amaba.
CONSEJO
Mujer:
entrega
tu vida en
amor.
No creas
en la tristeza
ni en los desengaños.
Cuando todo
pasa
sólo te queda el recuerdo
de la dulce
caricia que
robaste un día
al tiempo.
Ama
entrega tu
amor
cuando vuelvas
la cabeza encontrarás
que fue mejor.
Ama y sé
mujer.
Qué más puedo
decirte
de la que mucho
amó?
Qué más
puedes querer
cuando el que tú amas
te llame
Mujer.
La poesía fue diálogo con ella misma, fue el lenguaje de su comprenderse, y también el registro de su transformarse, de darle nombre a la libertad que encarnaba, que construía cotidianamente sin palabras. Si la palabra no fue en sí misma la libertad de Nellie, sí fue el testimonio de su movimiento, el movimiento de una mujer indomesticable, abrupta, y firme como torbellino.
Es por esto que desde sus primeros trazos poéticos, Nellie ya se definía, a pesar de su tierno relacionarse con el mundo, como un mujer fuerte, una mujer que brillaba por una insatisfacción constante, por adentrarse en tantas actividades y romper tantas determinaciones externas.
Así, al leer su tierna voz, podríamos decir que seguramente es en la obra escrita de Nellie en la se encuentra su retrato y su retrato más fiel está en el poema Yo:
Dicen que soy
brusca
Que no sé
lo que digo
Porque vine
de allá
Ellos dicen
que de la montaña
oscura
Yo sé que vine
de una claridad
Brusca
porque miro
de frente
Brusca
porque soy
fuerte
Que soy
montaraz
Cuántas cosas
Dicen
Porque vine
de allá
de un rincón
oscuro de la
montaña
Mas yo sé que
vine de una
Claridad.
Es quizá en su juventud cuando estrena la voz decidida que la transformó, cuando se rebela al destino que por tantos lados la acechaba como mujer, como bastarda, como provinciana. En su joven voz se desnuda, sin reparos, la llama que le arde y que la empuja a no quedarse quieta.
Se ha dicho que son tres los grandes temas que cruzan la obra literaria de Nellie Campobello: su madre, su admiración y defensa de Pancho Villa, y la muerte. Pero quizá podríamos incluir otro tema que atraviesa su obra y su vida, que le da brillo a sus letras y que hoy se nos aparece tan atractivo: la libertad, una libertad íntimamente femenina.
UN DÍA QUE FUI MARIPOSA
Soy mariposa
me gusta volar
y ver a través de
mis ojos dorados
mi libertad
Me gusta vivir
un día tener jardines
llenos de sol
tener alas
brillantes
mas no tener
corazón
Morir ebria
de belleza
morir ebria
de alegría
con las alas
abiertas
y a la luz
del día
En un hilito
de llama
azulada y roja
Es lo que yo llamo
morir como una
perfecta
mariposa
Hoy, tantas mujeres jóvenes compartimos el mismo grito que nos afirma, en un reconocimiento de nuestras propias contradicciones y, sin embargo, en la alegría de ir derribando montañas, con altas ilusiones en alto. Como Nellie, vamos auto determinándonos, vamos tomando del pasado lo que nos impulsa pero, sobre todo, vamos creando nuevos caminos, nuevos lazos, nuevos nombres para nosotras mismas. Nellie Campobello, gran ejemplo de la entereza necesaria para no pedir perdón por la audacia, para dialogar con nosotras mismas, reconocer nuestras limitaciones y romperlas, nos ha de contagiar del torbellino que la habitaba y romper con ella, con sus versos, las fuerzas que nos dominan.
Como Nellie dijo en sus primeros poemas:
Que venga
el desbordamiento
de fuerza
y de grandeza
Manos rojas para
derribar cerros
Manos que no se
sorprenden de tener
Cerebro.
http://emilialmanza.wordpress.com/
CARTUCHO
Para muchos estudiosos, Cartucho de Nellie Campobello, es un antecedente directo de Juan Rulfo en Pedro Páramo. Sus frases, elípticas, de trato constante con el silencio, a veces casi imposiblemente breves, con metáforas súbitas donde la naturaleza humana deja de oponerse a la naturaleza. También la fragmentación de la historia es una de sus características. A cambio de describir las batallas o episodios extensos de los guerreros, Nellie, delinea los momentos más intensos, el anonimato popular y la transparencia literaria a manera de “tarjetas”. Parecería que a principios del siglo pasado Campobello era consciente de lo que ahora llamamos minificción y fractalidad, y no sólo de su esencia.
María Francisca Moya Luna (su verdadero nombre) nació con el siglo en Villa Ocampo, Durango; tras vivir en Parral y Chihuahua se muda a la Ciudad de México en 1923. Estudia Danza. Publica su primer libro de poemas y conoce a Martín Luis Guzmán con quien posteriormente tendría una intensa relación sentimental. En 1930 en la Habana conoce a Federico García Lorca; desde esa época es maestra de ballet en la escuela Nacional de Danza y aparece la primera edición de Cartucho. En l983 se presenta por última vez en público. Sus últimos años de vida acontecen entre nubarrones dignos de una serie policial al ser aparentemente secuestrada por las personas que la asistían, y que la mantienen oculta en Progreso de Obregón, Hidalgo, hasta su muerte, ocurrida también sin datos precisos.
Cuatro soldados sin 30-30
Y pasaba todos los días, flaco, mal vestido, era un soldado. Se hizo mi amigo porque un día nuestras sonrisas fueron iguales. Le enseñé mis muñecas, él sonreía, había hambre en su risa, yo pensé que si le regalaba unas gorditas de harina haría muy bien. Al otro día, cuando él pasaba al cerro, le ofrecí las gordas; su cuerpo flaco sonrió y sus labios pálidos se elasticaron con un “yo me llamo Rafael, soy trompeta del cerro de La Iguana”. Apretó la servilleta contra su estómago helado y se fue; parecía por detrás un espantapájaros; me dio risa y pensé que llevaba los pantalones de un muerto.
Hubo un combate de tres días en Parral; se combatía mucho.
“Traen un muerto ―dijeron―, el único que hubo en el cerro de La Iguana”. En una camilla de ramas de álamo pasó frente a mi casa; lo llevaban cuatro soldados. Me quedé sin voz, con los ojos abiertos, sufrí tanto, se lo llevaban, tenía unos balazos, vi su pantalón, hoy sí era el de un muerto.
Las sandías
Mamá dijo que aquel día empezó el sol a quemar desde temprana hora. Ella iba para Juárez. Los soles del Norte son fuertes, los dicen las caras curtidas y quebradas de sus hombres. Una columna de jinetes avanzaba por aquellos llanos. Entre Chihuahua y Juárez no había agua; ellos tenían sed, se fueron acercando a la vía. El tren que viene de México a Juárez carga sandías en Santa Rosalía; el general Villa lo supo y se lo dijo a sus hombres; iban a detenerlo; tenía sed, necesitaban las sandías. Así fue como llegaron hasta la vía y, al grito de ¡Viva Villa!, detuvieron los convoyes. Villa les gritó a sus muchachos: “Bajen hasta la última sandilla, y que se vaya el tren”. Todo el pasaje se quedó sorprendido al saber que aquellos hombres no querían otra cosa.
La marcha siguió, yo creo que la cola del tren, con sus pequeños balanceos, se hizo un punto en el desierto. Los villistas se quedarían muy contentos, cada uno abrazaba su sandía.
El cigarro de Samuel
Samuel Tamayo le tenía vergüenza a la gente. No lo hacían comer delante de nadie. Cuando hablaba, se ponía encendido, bajaba los ojos y se miraba los pies y las manos. No hablaba. Cuenta Betita que siempre se iba a comer a la cocina. El general Villa no lograba hacer que se le quitara la timidez. “Entre hombres no es así ―le decía el general a Betita―; si lo vieras, hijita, pelea como un verdadero soldado. Yo quiero tanto a Samuel; cuando andábamos en la sierra, cuando cruzamos Mapimí, muertos de hambre y de sed, este muchacho, hijita, tan vergonzoso como tú lo miras, venía y me daba pedacitos de tortilla dura que me guardaba en los tientos de su silla. Me cuidaba como si fuera yo su padre. Mucho quiero a Samuel. Por eso te lo encargo.”
Un día Samuel, aquel muchacho tímido, se quedó dormido dentro de un automóvil; Villa y Trillo también se quedaron allí, dormidos para siempre. Cosidos a balazos. Samuel iba en el asiento de atrás, ni siquiera cambió de postura. El rifle entre las piernas, el cigarro en la mano, sólo ladeó la cabeza.
Yo creo que a él le dio mucho gusto morir, ya no volvería a tener vergüenza. No sufriría más frente a la gente. Abrazó las balas y las retuvo. Así lo hubiera hecho con una novia. El cigarro siguió encendido entre sus dedos vacíos de vida.
[Publicado por Alfonso Pedraza]
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