JULIO PIÑONES LIZAMA
(CARLOS ZARABIA)
(Antofagasta, Chile 1946)
Doctor en Literatura Hispanoamericana (Universidad Complutense, Madrid, 1990). Profesor de Teoría y Estética Literaria en la Universidad de La Serena.
Autor de los Poemarios: Andadura y Poemares, 1991, y Pecados cordiales, 1994.
Poeta, docente y ensayista. Su poesía ha sido publicada en Alemania, Méjico y Cuba, y recibido premios de la Municipalidad de Santiago y la Sociedad de Escritores de Chile.
CON(M)PASIÓN DE VIVIR
CON ALEGRÍA
UNO
Con alegría emprenden
la travesía: ¡Tienen la vida
por delante! andadura
que recorre
la geografía de sí mismo.
Qué pasa. Por qué no se echan a volar
las campanas de cristales rojos. Por qué
las tormentas eléctricas no acompañan
a impenitentes que pecan sin asco.
Los pajarracos --que adhieren-- se arrastran
por el aire a la diestra de la cabalgata
--sería buena señal según lo del Cid--
Todos van sin planes ni metas.
Sólo siguen ese aroma de hembra
que enloquece a los más cuerdos
y hace levitar al más pétreo.
DOS
Se apuesta: con el marfil de los días
se puede volver a ser libre.
Si no pasa que no se engañe nadie.
Esa claridad asoma y no anticipa nada.
Esta aventura carece de presagios.
Hay que decidir sobre la marcha
si haces esto o lo otro.
De tus tetas vienen brotes
se extienden las madreselvas.
Recoge lo que se mece en la hamaca.
Es algo como alas que se abren
y beben lo ancestral del semen.
Enciende alguien de pronto
el sabor de la madera
y en la garganta su gusto áspero
y --a la vez-- fino
acaudilla el encuentro
de parejas que perduran.
TRES
Hombres y hembras
vuelcan su voluntad para que torne
la fallida felicidad del planeta. Ésa
que vuela con las migraciones
de los flamencos y con las muchachas
que aman el sexo porque les trae cotejos
de paraísos donde todo se ganaba
con guiños con gestos con daciones:
ellas saben que cautivan al rudo
y se enorgullecen del lenguaje
que hace variar los grados pasionales
y --también-- las veleidades que destrozan
el centro volcánico de lo que vive ardiendo
y de lo que cambia: norte y sur que crecen
adentrándose en la fragilidad del respirar
y del quemar el oxígeno que resta:
Se oculta entre follajes lo que no existe.
Se desmenuza la soprano que enmudece
en verano y se solemnizan las nupcias
de las culturas que no se extinguen.
CUATRO
El mar --asimismo podría decirse—
es alucinación de navegantes
que parten hacia lo que sea
con fe ciega --al uso de algunos--.
Las noches se quiebran copas
invertidas por la ceguera del capitán
que balbucea rutas. Quedan atrás
los futuros y se deshacen en quienes
nadan siguiendo estelas en el aire.
Nadie percibe reflejos de brazadas.
Se agita el eje de vocaciones.
Una variación del rotar planetario cambiaría
los destinos por trampas.
Se abren al desconcierto cetáceos
y emanan ámbar ¿o son emigrantes
que tuercen hacia el Oriente?
Devorarían especies.
Podrían ser devorados.
IMÁGENES
Imágenes arpías que engañan trucos
que hunden la lucidez en cenotes. Aliento
de serpientes malaria paludismo hierbas
que se entreveran endilgando hacia nada.
A falta de minas bueno es lo hondísimo
escritura de arañas avanza en una selva
o vestigio o asco por descubrir. Alguien
--farsante o gángster-- reivindica por medio
de un tropo la santidad del dólar
lo paradisíaco del cinema:
¡Tigres! ¡Cazadoras furtivas! ¡Qué rifles!
¡Qué bucles de heroínas! ¡Cucalones de gringos!
Los de siempre llevan la carga.
Veamos qué se debate: La vida se reduce
a correr sobre pelajes de panteras aceites
en celo. Ora chapoteando ora brincando
llegan y llenan el ánfora
los caprichos de la hechicera.
Magma se escurre por su entrepiernas.
Espectadores dominicales ven
sotilezas muy sutiles:
manías de narradores.
Esotéricos
ofrendan sílabas de sánscrito
a la Vía Láctea.
Vates
a la Vía Appia
obsequian cobalto.
Cualquier perfidia puede oscilar
en la cofia de la fantasía.
Cada una puede entrar o no
a los anillos --veteados de diamantes
y de sangre-- que les regalan
tiranos de África
(basta con vuestro glamour modelitos).
Los tiburones son hipnotizados
por cardúmenes que los desprecian
mientras charlan sobre asuntos privados
que no hay por qué hacer públicos
¿Cómo no respetar sus intimidades?
C O N T R A P U N T O
Los ritmos del habla se expanden sin bongoseros.
Se dan a la primera de cambio. NO SE ACEPTAN
ÓRDENES. Ni menos con las prisas --no se sabe
pa’ qué-- de los que mandan. Mendigan
los transeúntes. No les dan bola los pordioseros.
Balbucean las mezclas de lo intraducible.
Se disculpan los empujones para irse encima
con más fuerza. ¡Compre! ¡Compre! ¡Siempre usté
gana! Entran las mercancías por ojos bocas oídos.
Narices y cogotes se tuercen hacia los ceros.
Hacen postas las violencias y no existe momento
del día en que no asalten. Acentos y pausas
pasan. Llega a refulgir de oscura la caverna.
Salen murciélagos de parranda. Los cancerígenos
bajan con plata sus malas famas. Se calma
el dolor de la vida que resta. Duermen las manos
de los rateros. Son acallados los que creen cantar.
Unos poetas --contra sus inveteradas costumbres--
reposan.
Esperan fumarse la madrugada.
E D I C T O
La impiedá’ se ve día a día amigos.
Las crías la conocen temprano desde
que se ponen ají en los pezones pa’
negarles leche. Es exigible a la autoridá’
el recambio de escombros antes de cada
terremoto. A menos que se trate de una
REAL FUERZA MAYOR
La gente puede hospedar en las calles:
PERO SÓLO EN LOS VERANOS.
Nada de venir a cruzarse de brazos:
CUESTE LO QUE CUESTE
¡A emprender emprendimientos!
Es propicia la ocasión de los desastres:
la inventiva criolla debe multiplicar
porotos por garbanzos dueños de todo ¡DEN
ejemplo a los jóvenes!: Devórense unos
a otros! ¡Construyan país!:
AR -- CHÍ -- VEN -- SENNN.
PU -- BLÍ -- QUEN -- SENNN.
Sin tartamudear.
V I D E O
Corre el video. Se deforman los actores
que lo animan. Alguien
se ha ido quedando solo en esta historia.
Las escenas han sido trucadas.
Besos muerden cinturas se cimbran.
Cuellos y columnas caen quebrándose.
¿De dónde crestas salieron vampiros?
¡Aquí no hay más que chupacabras!
Se inmovilizan los cuadros en la pantalla.
Vuela una lancha sobre el río donde
acechan zurumíes. Reptiles despegan
del fondo a cazar semejantes. Al elevarse
sus patas --¡mire usía!-- lanzan rayos.
En la sala de estar nadie recuerda
cuándo filmaron
hazañas de estas dimensiones.
Oye Tarzán ¿cachaste si era en África
o en América que te fuiste cascada
abajo
muerto de borrachito?
El primer Piñones
Por Jorge Etcheverry
La poesía temprana de Julio Piñones Lizama que se conserva y es accesible está básicamente en la antología 33 nombres claves de la actual poesía chilena, publicada como número especial de la revista Orfeo en 1968, publicación todavía escandalosa para algunos, pecado juvenil para otros y un intento válido para los menos, pero que en su momento fue atacada por la izquierda y la derecha, los custodios de la poesía oficial de los sesenta y la antipoesía. Esa antología también le presentaba a la poesía chilena a la Escuela de Santiago a cuatro voces muy individuales en un programa más bien vago de defensa de la urbe como posibilidad de generación de un lenguaje poético y la herencia del surrealismo y vanguardismo chilenos. La Escuela, siguió de alguna manera viva a través de sus ex integrantes que siguieron diversos caminos de producción discursiva y textual, pero unidos—al menos así me parece—no tan solo por amistad o preferencias literarias o políticas, sino por secretos vasos comunicantes.
Como en los otros integrantes de la Escuela de Santiago, Carlos Zarabia, nombre que adoptaba Julio Piñones, la poesía aparecía enmarcada en una asunción urbana, y asumía una herencia vanguardista. De hecho, para él en ese momento los surrealistas—en especial el surrealismo chileno—eran una influencia (o convergencia) fundamental—aunque ya había colaborado en un número anterior sobre Gabriela Mistral, una pasión temprana y permanente. Pero su poesía de ese entonces no parece influida por la de la autora. Quizás haya elementos que yo no haya captado.
La temprana poesía de Piñones es mucho menos concesiva que su trabajo posterior, o presente, a la comprensión inmediata. Nos presenta un ámbito distanciado, alejado del horizonte de expectativas del lector contemporáneo. En ella resalta una sensualidad en gran parte auditiva, en que el ritmo y el aspecto fonético adquieren una gran importancia y llevan incluso a la creación de neologismos. Quizás haya una intención creacionista que ha confluido en la escritura de estos textos que antes que referir directamente a la realidad, o el mundo, tienden a conformar un friso bastante mediado, un ámbito alternativo distanciado. En el universo de la representación—que es donde se enmarca todo conocimiento, todo arte y también la literatura—cabe la posibilidad de centrarse en ese ámbito alternativo que se construye en el momento mismo de la percepción de esa representación como reflejo del mundo, destacando por ejemplo los elementos constitutivos de ese mundo paralelo y esclerecedor, el aspecto material. En el caso de esta poesía se trata del aspecto material del lenguaje, el elemento fonético, sonoro, rítmico, aliterativo, sintáctico, acentuado así su distanciamiento y quizás autonomía respecto al lenguaje instrumental corriente—la función poética que le decían. A la vez que se sensorializan o sensualizan los elementos de contenido referenciales, concomitantes, a nivel del imaginario. Entonces, el contenido lírico, es decir el abanico de sentimientos ya actitudes humanas básicos y con los que es posible identificares—lo mimético—asume un aspecto extraño, raro, que por ese mismo despierta más la atenciόn del presunto lector.
Así es como en general operaba la vanguardia. Las mutaciones y transgresiones, las remotas identificaciones, lo absurdo y lo casual, lo heterogéneo, se aliaban para mostrar bajo una nueva faz, que por su novedad se notara respecto a un contexto de lenguaje que por repetido—cosa inevitable—se tornaba manido. Así las vanguardias y los experimentalismos se revelan como un trabajo de Sísifo. El repertorio lírico se presentaba más remozado y capaz de volver a provocar momentáneamente ”conmiseración y terror”. Es natural que las vanguardias, básicamente humanistas, buscaran el compromiso social y político en los diversos colores del espectro, pero más a menudo en al lado de la revolución. De la revolución en el lenguaje poético a la revolución social. De esa manera nos parece que operaba la ‘máquina’ textual que género los poemas de esta primera época de Piñones. En general la Escuela de Santiago reproducía sin intención y de alguna manera inconsciente esa aparente ambivalencia vanguardista: los miembros reconocían filas en la izquierda o la izquierda revolucionaria y a la vez producían esos textos raros, tan lejanos—en apariencia—a lo que se suponía que tenía que escribir no un poeta “comprometido”, sino cualquier poeta.
Sin duda que la poesía de Piñones es en esa época la más, por así decir, hermética del grupo, y la vez la que más intentaba la creación de un mundo autónomo, como queda de manifiesto en Kaleydozkopyo. Aparecen ahí neologismos, como “rescamándome”. Hay presentes elementos formales que refuerzan el contenido, como al final del poema “extranjera muelle”. La densidad sensorial y material del imaginario recuerda un poco a la primera residencia, con su bullente materialidad opresiva y ahogante, que aquí sin embargo es vital y exuberante. Pero el texto se sostienen a la postre en un hablante que es la base sobre la que descansa y que es la voz que hilvana ese universo de sensaciones y experiencias que despliega, pero que no es un hablante lirico, corriente, sino un sujeto que experimenta además otras instancias psíquicas en consonancia con ese rico universo distanciado, pero que de alguna manera es todavía un correlato objetivo.
En el ya citado Kaleydozkopyo nos vamos alejando del personaje humano, la única certeza antropomorfa es “mi corazόn” y por ahí se menciona a un caminante, es decir a un bípedo. Pero la novedad de este poema respecto al yo surrealista, básicamente lírico, es que no se trata ya de un “yo minimizado”, sino de un yo transfigurado. Se entrevé un ámbito cuasi fantástico en este poema, una especie de subsunción en un mundo natural exuberante, pero con un hablante todavía humano.
Hay un elemento de contenido manifiestamente ausente en la muestra de poemas de Zarabia en Orfeo, lo contemporáneo y lo moderno, la objetividad cotidiana, lo que de algún modo lo separa e individualiza respecto a los otros miembros del microcosmos que era este grupo. También parecen ausentes la diversidad de voces y la tendencia al fragmentarismo que ostentan algunos de los otros miembros de lo que fue este cenáculo.
La más vanguardista y surrealista, entonces, en la poesía podríamos decir de los 60, esta obra permanece como placer y desafío de lectura para el lector contemporáneo.
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