domingo, 1 de junio de 2014

CLAYTON ESHLEMAN [11.857]


Clayton Eshleman

Clayton Eshleman (nacido el 01 de junio 1935) es un poeta americano, traductor y editor.
Eshleman ha estado traduciendo desde principios de 1960. Él y José Rubia Barcia han preparado conjuntamente The Complete Poetry póstuma de César Vallejo (1978) y ganó los EE.UU. National Book Award en la categoría de traducción. También ha traducido libros de Aimé Césaire (con Annette Smith, Pablo Neruda, Antonin Artaud, Vladimir Holan, Michel Deguy y Bernard Bador. En 2006, publicó una traducción de la poesía completa de César Vallejo, con una introducción de Mario Vargas Llosa, fue publicado con gran éxito, ganó el Premio Harold Morton Landon traducción de 2008 de la Academia de Poetas Americanos, y fue finalista del International 2008 Griffin Premio de Poesía .

Eshleman fundó y editó dos de las revistas literarias más seminales y de mayor prestigio de la época. Veinte números de Oruga aparecieron entre 1967 y 1973.

A veces se le menciona en la compañía de los " etno-poeticists "asociados a Jerome Rothenberg, incluyendo: Armand Schwerner, Rochelle Owens, Kenneth Irby, Robert Kelly, Jed Rasula, Gustaf Sobin y John Taggart. A lo largo de su vida, su obra se ha publicado en más de 500 revistas y periódicos literarios, y ha realizado lecturas en más de 200 universidades. Actualmente es profesor emérito en la Universidad del Este de Michigan.

Obras:

Indiana: poems , Black Sparrow Press, 1969
Altars , Black Sparrow Press, 1971
Human wedding , Black Sparrow Press, 1973
Coils , Black Sparrow Press, 1973, ISBN 9780876851548
Realignment: poems and an essay , Treacle Press, 1974, ISBN 9780914232025
The gull wall , Black Sparrow Press, 1975, ISBN 9780876852361
What she means , Black Sparrow Press, 1978, ISBN 9780876853474
The lich gate , Barrytown/Station Hill Press, 1980, ISBN 9780930794200
Fracture , Black Sparrow Press, 1983, ISBN 9780876855812
Mistress spirit: poems , Arundel Press, 1989, ISBN 9780923980108
Hotel Cro-Magnon . David R. Godine Publisher. 1989. ISBN 9780876857601 .
Under world arrest , Black Sparrow Press, 1994, ISBN 9780876859353
Nora's Roar, Illustrated by Nora Jaffe, Rodent Press, 1996, ISBN 9781887289115
From scratch . David R. Godine Publisher. 1998. ISBN 9781574230703 .
Juniper Fuse: Upper Paleolithic Imagination & the Construction of the Underworld . Wesleyan University Press. 2003. ISBN 9780819566058 .
Everwhat , Zasterle, 2003, ISBN 9788487467387
My Devotion . David R. Godine Publisher. 2004. ISBN 9781574231922 .
An Alchemist with One Eye on Fire (Black Widow Press, 2006). ISBN 9780976844952
Reciprocal Distillations . Hot Whiskey Press. 2007. ISBN 9780978693305 . , a collection of poems on art and artists, including Caravaggio , Leon Golub , Unica Zürn , Henri Michaux , Corot , Joan Mitchell , Henry Darger , African sculpture , Neolithic standing stones, and the Upper Paleolithic Chauvet Cave .
Companion Spider: Essays. Wesleyan University Press. 2010. ISBN 9780819570581 .

Traducción:

César Vallejo (2006). Clayton Eshleman, ed. The Complete Poetry: A Bilingual Edition . University of California Press. ISBN 9780520932142.





Traducción: Hugo García Manríquez


Poemas tomados de Mecha de enebros. La imaginación del Paleolítico superior & la construcción del inframundo, de Clayton Eshleman. México: Editorial Aldus /CONACULTA Y el link: www .editorialaldus .com


MAGDALENIENSE

De la cintura para arriba, casi toda lápida
y esto sólo intensifica mi amor
por lo que somos, algo que camina
con hocico por ingle, olisqueando por el fresco azul
entre los agrietados huesos marrones
de sus piernas . No hay horizonte
para ella, no hay explicación, sólo una tajo
narrativo en su pelvis. Algo ha sido tomado
de ella, desde ella—
todo lo que puedo sentir, cuando pongo un dedo
en el tajo hay columnas de dientes menudos,
como si detrás de ellos se encontrara el paraíso de
la boca y lengua. Su gloria es
tener nada detrás de su imagen.
El golpe rojo en el tórax
es aquello que resta cuando el collar del devenir
es retirado. Ella es
lo que queda después del fuego
y el agua y la tierra. Una dureza del aire
que mantiene mi suavidad alerta a la singular
voz, el tiempo pasado de
yo hablo
parece hecha un nudo sobre su vientre.








Para Caryl

Lespinasse, 1974: Salimos con nuestra cena a la mesa de piedra
en el descanso junto a nuestro departamento en el segundo piso en
[Bouyssou.
La granja sobre una loma que descendía entre un huerto de manzanas.
Sentados a comer, mucho antes del atardecer, fue nuestro el espectáculo
de un cielo extraordinario. Las nubes flotaban llegando sobre las
arboledas, dilatadas sobre nosotros. Colisión de masas, orejas de Mickey
[Mouse,
gárgolas desgarradas, torretas, valles, apariciones de mamuts que se
[adensaban
y se destrozaban. Tantas nos recordaban a las imágenes
que buscábamos discernir en los muros de la cueva. Sentados a la mesa
de piedra --qué experiencia-- enamorados, ahí, uno de los momentos más
vitales de nuestros años juntos. Tanto de lo ocurrido
--los "aspectos de los eventos"-- en nuestra primera primavera y verano
[en la
Dordoña se dispersó como esas nubes que solíamos observar--
y aún se inflama en nosotros, nube envolvente, cuyo corazón es nuestro.








Los auriñaciences tienen la palabra

Para Gary Snyder

La nutria sin garras de Camerún, su gama entera
en peligro, avanza contoneándose
llevando un pedazo del arco de MacDonald.

Todo se debe a todos.
Nada se debe a nadie.
Mucho se debe a la mayoría

y algo horrendo se debe a
cierta dominación que no
peligra en Shah o un campesino

--claro, yo sé que hay una diferencia,
pero la nutria no coincidiría con eso
y es esa nutria la que me preocupa,

preguntándome qué es lo que recuerda mientras pasa,
como especie, fuera de la existencia.
Me pregunto si pasará a través

del ensamblaje auriñacience.
Me gustaría escuchar los discursos
defendiendo su inteligencia de ogro

con sonidos afianzados con el susurro del agua.
¿Hablará del tronco negro que
arde sin llama en este "nuevo páramo",

¿la negatividad inherente en haber olvidado
extinciones del final del Pleistoceno?
Es hora de dejar que los auriñaciences tengan

la palabra. Sus formas de cúpula
talladas en losas funerarias
sugieren un pileus que en la muerte

un tallo crece hasta ser estalagmita,
filtrándose en las quebraduras de nuestro
escaneo subliminal.

En el nudo flojo de senderos sobre senderos,
aceptaré la propuesta auriñacience
de que el abismo puede grabarse

y termina en cuevas manifestando
la separación homínida. El yo muerto bajo
el yo hago. Mi vertical se apoya en mi cero.

Es posible ahora despostillar
el centro vivo del objetivo,
el bisonte esbozado por cuyo cuello

de manganeso yo pinto a la nutria sin garras
con la plata oxidada
de la estaca de Drácula.




Como violetas, dijo él

Jacques Marsal (1925-1988), con sus pulcras zapatillas de gamuza, nos conducía a la oscuridad de Lascaux. Fue necesaria su ausencia, en nuestra cuarta visita, para hacer evidente hasta qué punto su presencia determinaba qué es Lascaux. Siendo uno de sus descubridores, Marsal permaneció rodeado por la pasmosa frescura de ese enebro caído y colapsado bajo el cual cuatro niños se retorcían buscando entrar. El hecho de que Marsal continuara, por casi cincuenta años, fue un florecimiento más en el tallo de la cueva, y me conmueve la diferencia que una sola persona puede hacer en la personalidad de un lugar, no por mera declaración o información sino por estar envuelta, oblicuamente, por llevar consigo a Lascaux, haciendo su gracia florecer y permitiéndonos a nosotros, conscientes apenas de sus movimientos, leer a través de su luz.

                                         Los hombres retoñan como violetas
                                         cuando hace falta, dijo Olson,

        Blackburn, al final de su vida,
        lamentaba la desaparición de un mesero
        de Barcelona, un hombre viejo
        que se movía con tal precisión y gracia
        entre la clientela. Paul escribió:
        "No hace falta saber
        el nombre de alguien para poder amarlo."

Es por Marsal que conozco Lascaux de memoria
igual a un niño livianísimo
enmarcado por el trueno y el cielo disgregado y lívido,
un niño de pie sobre la sensación de eternidad,
eternidad decible, apenas por debajo del polvo.

[Hotel Cro-Magnon, septiembre, 1990]







ACECHAMOS RESPLANDORES

De per­fil sobre la cal­cita de ocre lechoso
5 cabezas de ciervo astadas
sus cuel­los sumergi­dos en
un rio imaginado,
en pro­ce­sión hacia las pro­fun­di­dades de Lascaux

Cuer­pos sin esbozo en la roca parda
como un rio oscurecido

El primero, de cabeza incli­nada, parece alcan­zar una orilla
El segundo, con su frente erguida, debe estar cam­i­nando sobre el lecho del rio
El ter­cero y el cuarto, con las narices ele­vadas, deben estar flotando en el agua
El quinto parece vac­ilar, hundiéndose

Vienen a la mente “Los per­si­mones” de Mu-Ch’i:*
El vacío en la plen­i­tud como la man­cha de lo real

Ocu­pamos el cuer­pos de los cier­vos, el agua en que se encuentran,
vacía como nues­tras cabezas

Sus cabezas de piedra
más lig­eras que nuestra
pesadez de fla­gelo letal

Este emerger a la apari­en­cia, este flo­re­cer, esta luna llena en que
acechamos res­p­lan­dores ensaya­dos al desa­pare­cer, cier­vos del cruce
que ha de ser col­mado, súbito y total, vacián­dose man­i­fiesto vacián­dose oscilando de proa a popa en temblor



Súbita­mente mediodía, más súbita­mente el crepúsculo

O esa otra luz que Jacques Marsal proyectó sobre las cabezas astadas
–yo luchaba por ver lo que había debajo: roca nublada, oscura, roca sin agua, agua sin agua.
Su parte infe­rior: sin trazo

En ese inferior
un infe­rior más pro­fundo aún
Lenguaje-cal cim­brando un lenguaje-ciervo





VENTANAS CURVAS

Si ha de haber claridad,
que sea opaca, que la pal­abra sea
con­vexa, profunda
con dis­tan­cia, mosaico prístino
y denso. Inca­paz de pen­e­trar con la mirada,
mi tur­bación es circundada,
ais­lada, vig­orosa a la deriva.
El deseo de imag­i­nar el inte­rior de la opacidad
crea ven­tanas curvas,
túne­les tal­la­dos cuyo vér­tice continua.
La pal­abra, como un ser biológico,
alarga sus sen­sores, para ser
inclu­ida en el continuum.

Aquí, qué pal­abra, sitio del
no-espacio elegido por la mente, un ningún lugar
encar­nado por cualquier lugar, silla de cualquiera, colosal
oreja, gruta de retornos, lugar de la psique en que vislumbro,
muerto, hablar la vida del ser.

Pen­e­trar con la mirada es apenas
aso­marse, no hay clar­i­dad intocada.
Un ani­mal dibu­jado sobre el muro
coloca una ven­tana en el inte­rior de ese muro,
una ven­tana ima­gen, como si el muro encendido
y el ani­mal se fundiera—
como si el grabador hubiera conducido
al ani­mal a través de la tierra y la piedra,
trayén­dolo hacia él, y
el ani­mal lograra casi
emerger, pero fuera detenido al
empu­jar dentro
del con­torno de la super­fi­cie, línea completa.
¿Un muro viviente? No,
ya ido cada uno más de 50 %,
grabador y animal
Idos en una cerca
de imá­genes, un plano,
la pres­en­cia espec­tral del ani­mal y hombre
acopla­dos al manganeso

La prosa con­tinua hasta el final, como arando
un campo rectangular.
La poesía gira ahí donde
el donde anhela, y el sí
irrumpe. ¿Acaso no imita también,
con su aser­rado mar­gen derecho,
la mente en su oscuro serpenteo
avan­zando por el blanco,
inca­paz de ensa­yar la estabilidad?

El con­torno de la imagen
vibra volviendo a una plataforma originaria:
la sep­a­ración que la persona
imag­ina ser su alimento.
Ros­tro de piedra, el ali­mento más frío,
con­torno cer­cando la herida del matador.
Memo­ria de la sep­a­ración inca­paz de ser herida, empuja.
Cuando un con­torno es tallado,
hiriendo la piedra
deviene sat­is­fac­ción central
Hur­gar la piedra
como si fuera carne de la separación
es imag­i­nar que lo implacable
ha vivido.
Este YO es ven­tana de sí mismo,
hasta el fondo, fun­da­mento y marco.

Comienzo y fin deberían ser
pilares de un dol­men mental.
¿Por qué incli­narse entonces,
como al inte­rior de nue­stros templos,
con­tra la inque­brantable O?
El comienzo per­manece a la derecha,
el fin a la izquierda.
Yo jamás aban­dono la ventana.





Del libro Mecha de ene­bros. La imag­i­nación del pale­olítico supe­rior & la con­struc­ción del infra­mundo, del poeta Clay­ton Eshleman.

sparks we trail // Pro­filed on whitish-ochre cal­cite: / 5 antlered stag heads, / necks van­ish­ing into / an imag­i­nary river, / file toward Lascaux’s depths // Bod­ies unsketched on brown rock / as if river obscured // The first, head tilted, appears to be step­ping up onto a bank // The sec­ond, head held high, must be walk­ing the river bot­tom // The third and fourth, noses lifted, must be swim­ming // The fifth seems to be fal­ter­ing, sink­ing into // Mu-ch’i’s “Per­sim­mons” come to mind: / the empti­ness in full­ness as the stain of the real // We fill in the bod­ies of the stags, the water they are in, / so empty are our heads // Their heads of stone / lighter than we / weighted with mor­tal blight // This com­ing into appear­ance, this bloom­ing, this full moon and the / tried sparks we trail as we dis­ap­pear, stages of the cross­ing to be / filled in, sud­denly total, emp­ty­ing man­i­fest­ing emp­ty­ing rever­ber– / ating fore and aft vibra­tions // Sud­denly noon—more sud­denly, twi­light // Or that other light Jacques Marsal spread across the antlered heads / —I strained to see what was below: dark, cloudy rock, water­less / rock, water­less water. Their below: unsketched // They are in the below / but there’s a deeper below // The lime­stongue off which stagstalk is struck

Hay una repro­duc­ción de los “Pér­si­mos” de Mu-ch’i en el fron­tispi­cio de Zen and Japan­ese Cul­ture, de Daisetz Suzuki (Pan­theon, Nueva York, 1959).



wind­ing win­dows / If there must be clar­ity, / let it be opaque, let the word be / con­vex­ca­va­tious, deep / with dis­tance, a clear / and dense mosaic, desir­ing / under­min­ing. Unable to see through, / my per­tur­ba­tion is enclosed, / iso­late, pow­er­fully adrift. / The desire to imag­ine inside opac­ity / cre­ates wind­ing win­dows, / engraved tun­nels that keep turn­ing. / The word, like a bio­log­i­cal being, / extends its feel­ers, to be / looped in con­tin­uum. // Here, what a word, site of / a no-space the mind elects, a nowhere / fleshed with every­where, a chair for any­one, colos­sal / ear, grotto of home­com­ing, / place in psy­che where I look out, / dead, talk­ing the life of being. // To see through is only to see / into, there is no unmod­i­fied clar­ity. / An ani­mal drawn on a wall / puts a win­dow into that wall / an image win­dow, as if the wall lit / here, and the ani­mal / there, had fused— / as if the engraver has inducted / ani­mal through earth and stone, / draw­ing it to him, and / the ani­mal had almost made it, / almost emerged, but was stopped as / it pushed into / sur­face con­tour, com­pleted line. / A liv­ing wall? No, / each hav­ing gone 50% of the way, / ani­mal and engraver / van­ish into an image / enclo­sure, a temenos, / the ghost pres­ence of ani­mal and man / mated in man­ganese. // Prose goes to the end, as if plow­ing / a rec­tan­gu­lar field. / Poetry turns where / the where yearns, the yea / breaks. Does it not also mimic, / with jagged right mar­gin, / mind in the dark of its mean­der, / mov­ing through the blank, / unable to test sta­bil­ity? // The out­line of image / vibrates back to a pri­mal ground­ing: / sep­a­ra­tion from that which a per­son / imag­ines to be his food. / Rock face, cold­est food, / out­line of a mata­dor stab enclo­sure. / The unwound­able mem­ory of sep­a­ra­tion dri­ves. / Once an out­line is gouged, / wound­ing the rock / becomes a cen­tral sat­is­fac­tion. / To fin­ger rock / as if it were the flesh of sep­a­ra­tion / is to imag­ine the unyield­ing / as hav­ing lived. / This I is win­dow to itself, / back­grounded, ground into its frame. // Begin­ning and end should be / the pil­lars of a men­tal dol­men. / Then why do they lean, / as if inside our tem­ples, / against unbreak­able O? / The begin­ning stays to the right, / the end to the left. / I never leave the window.

Texto apare­cido en la edi­ción 156 de la revista Crítica.







INDETERMINADO, ABIERTO

[Figuraciones humanas parietales
en la cueva de las Combarelles]


Una línea dorsocaudal
planeando
una línea ventral

grabada en el techo del túnel por alguien boca arriba

Incipientes
cielo
y
tierra

*
El humano es indeterminado, inicialmente inconcluso

*
Torso femenino ladeado
tangente a
una línea equina cervicodorsal

la contingencia híbrida

*
Del muro de cuero de elefante
una despedazada no-cabeza con ojo triangular
sostenida por un jirón de palma y brazo en divergencias riverinas

Debajo flota un pecho inmenso, vencido,
el pez luna a través de calizas superficiales

*
Líneas germinantes plantadas en nalgas femeninas ascensionales,
portadoras del empuje,
una erección

*
¿Qué es un nódulo? Puede ser un pezón
del que se extiende un par de líneas
atravesando el barro hasta la piedra caliza,
como si por rayos equis
el canal de la vagina fuera más profundo

*
Sin ojos
cuya nariz
sólo el “vagón de la cabeza”
humaniza

*
¿Cuenca de máscara observando el dorso de la cabeza de alguien
o es aquello el abdomen de una araña?
El perfil revela un vejancón sin pelo, hocico de venado

*
Una pata trasera de caballo perfila un tronco de mujer,
su torso y cabeza enfalada dentro de la pierna,
sus ojos sacudidos mirando sin mirar

*
Grabado en caballo se marchita,
troncoangular, combado, sentado, gracioso

*
En la periferia entre naturaleza y naturaleza humana,
entre conciencia e inconciencia,
yo increciente

*
Sobre el filo de altar de una inmensa,
rayada, abierta vulva
sobrepuesto al costado de un caballo,
un contorno de mujer dorsocaudal establece su
porqué

*
Doblado hacia adelante, un hombre cabeza enfundada, 
combado por el vientre
itifálico, gesticulando jódetes–
usando su trasero como espalda
gira hacia nosotros una media cabeza sin brazos y una pierna
como si fuera

*
Cabeza enfundada quizás mostrando el dedo
a un espectro de dinosaurio entumecido
cagando a la vez que se prepara a montar
un bálago de cuarto trasero

*
En un vientre de caballo
un proganto peludo se extiende y mira
al espejo sugerido por la mandíbula

*
En el fulcro de un muslo vertical
el bulto dorsoventrocaudal

*
Jirones de cabeza y cuello de un feto de fantasma
hasta su único ojo en horizontes

*
Un montón de vulvas corneadas

*
Una humana erección en ascenso
con una cabeza de antílope bajando
como en una circular revolución

Como si el siglo XX estuviera empotrado en ese eje

*
Cabeza de muerte blindada con labios de mandíbula vulvares,
escotada,
embarbada,
con escudo en la nariz,
un ojo un guijarro,
el otro una vulva brotada,
sin boca y
tachado



[para Monique y Claude Archambeau]

“El no habrá de cooperar con gusto, juicio, estándares estéticos”, palabras escritas en el New York Times Book Review acerca de la poesía de Eshleman. No es extraño: las concesiones no son precísamente atributos de este poeta, contradictor, asiduo a las negaciones, constructor por desmontaje. Su furor no tiene límites: editor incansable de revistas, desde Folio (en sus años de universidad) pasando por Quena y Caterpillar (bilingüe la primera, concebida y abortada en su primer número en Lima y por razones de orden político; la segunda, de 1967, considerada la más importante de su época) hasta la última Sulfur, recién desaparecida en 2000, luego de 46 números y casi 20 años; traductor al inglés -el de mayor categoría- de Vallejo, Césaire, Artaud y el Neruda de Residencia en la Tierra, envuelto en los alucinógenos tanto como en los movimientos anti-bélicos, viajero por Oriente y los países del sub-mundo. Por último encontramos al poeta aplicado al estudio de las cuevas paleolíticas de Francia y España, contínuamente y a partir de 1974. Sus libros Hades in Manganese (1981), Fracture (1983) y Under World arrest (1994) desarrollan en parte esta temática. Hotel Cro-magnon (1989) y From Scratch (1998) lo hacen de manera muy particular. 

Una de sus principales transgresiones, analiza Eliot Weinberger en la introducción a la antología The Name Encanyoned River: poesía que ve la vida de la mente como una serie de imaginativas confrontaciones con el “otro” –otros humanos, otras especies, el otro histórico, el otro geográfico, el otro personal. Ese otro histórico (una constante en la poesía norteamericana del siglo: para Pound la China Antigua, para H.D. la Grecia Clásica, la Mesopotamia para Olson, el Neolítico para Snyder) es para Eshleman, básicamente, el Paleolítico Superior y con su tratamiento ha levantado un mito: que el Paleolítico representa la crisis del hombre separándose del animal, el nacimiento (al tiempo que caída) original del hombre. A este modelo habría que añadir las influencias recogidas de Vallejo y Artaud (este último aplicado en lo que Eshleman llama “lower body”, cuerpo bajo: semen, babas, excremento, flujo menstrual...); la exploración de la mujer en What She Means (1978) y los múltiples datos autobiográficos que deja colar de línea en línea. Como se ve, una poesía plural y desbordante, apenas traducida al español.

Clayton Eshleman nació en Indianápolis, Indiana, en 1935. Ha publicado alrededor de 12 poemarios y traducciones de, además de los ya mencionados, Michel Deguy, Bernard Bador y Vladimir Holan. Hace 24 años trabaja en Juniper Fuse: Paleolithic Imagination & the Construccion of the Underworld, un texto en 400 páginas compuesto de ensayos, poemas en prosa, poemas, conferencias, notas, marginalia y material visual.

(De: An anatomy of the night/Una anatomía de la noche, antología de distintos libros traducida por León Félix Batista, Aldus, 2012)




No hay comentarios:

Publicar un comentario