lunes, 5 de mayo de 2014

DIONICIO MORALES [11.617]

Dionicio Morales

DIONICIO MORALES

Poeta, crítico y ensayista de literatura, artes plásticas y periodismo cultural.
Nació en Cunduacán, Tabasco, México en 1943. Realizó estudios de Licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Artículos y poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, portugués y coreano.„

„Imparte talleres literarios, diplomados, cursos, conferencias en escuelas de educación media y superior. Ha colaborado en las principales revistas literarias y suplementos culturales de los periódicos más importantes del país: Revista de la Universidad de México, La Vida Literaria, Armas y Letras, Tierra Adentro, Nexos, Casa del tiempo, Excélsior, El Nacional, El Financiero, Novedades, El Heraldo de México, Ovaciones, Unomasuno, Milenio y en La Cultura en México, de la Revista Siempre.

„Muy joven trabajó al lado de Carlos Pellicer en los Museos de Tabasco. Fue Jefe de Redacción de la revista Pájaro Cascabel y de La Vida Literaria (órgano de la Asociación de Escritores de México). Impartió clases en la SOGEM, en el Estado de Morelos. Su obra aparece en diversas antologías del país.
Distinciones

„Premio Amado Nervo, al mejor “Espectáculo Poético”. 1989
„Premio Juchimán de Plata. 2003
„Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer, para Obra Publicada. 2003

„Obras

„Poesía

„El alba anticipada. 1965
„Inscripciones.1967
„Variaciones.1983
„Inscripciones y señales.1985
„Romance a la usanza antigua.1989
„Retrato a lápiz. 1990
„Retrato a lápiz, Antología Personal, UAEM. 1992
„Imágenes congregadas.1993
„Dádivas. 1995
„Retrato a lápiz, Antología personal, SOGEM-IPN. 1996
Las estaciones rotas y Dádivas. 1996
Dádivas y otros poemas. 1999
Material de Lectura No. 200, UNAM. 1999
Las estaciones rotas.1999
Las estaciones rotas, UJAT. 2003
„Herido de muerte natural. 2005
„Flamenco místico y pagano.2007
Retrato a lápiz, Obra escogida. 2010
El águila: Escultura de Sebastián. 2010
10 de junio, Fundación Sebastián. 2011
El último canto del cisne. 2011
Tres poemas. 2011

„Crítica, Ensayo y Entrevista

„Reencuentros. 1990
„La palabra y la imagen. 1995
„Conjuros y divagaciones. 2000
„Música para los ojos. 2005
„Concierto para varias voces y un intérprete. 2008
„Conjuros y divagaciones II. 2009


DE INSCRIPCIONES Y SEÑALES 


SEÑALES 

A Eunice Odio 


Amanece en el mundo 
De un sobresalto uno despierta 
con la certeza de que el día anterior 
llovió toda la noche sobre la misma piedra 
y de que el viento horizontal 
depositó al primer pájaro del día 
en el árbol 
             más alto 

Y uno no sabe qué hacer ante 
la realidad que todavía comienza 
si entristecerse llorar o descargar 
la cólera temprana sobre el día 
o simplemente sentarse 
y desde allí mirar 
cómo pasa 
           la 
               vida 


II 

A Carlos Eduardo Turón 

Como una procesión de mariposas 
se abre el día 
El Sol el más alto vigía de la luz 
es el primer testigo 
(Dios desde su bola de cristal 
da la cara la de siempre al mundo)

El Sol de sí mismo desciende y crece 
como todos los muertos 
                          hacia 
                                  abajo 
con sus lenguas de fuego 
(Dios como por no dejar 
nombra a todas las cosas de rutina) 

Es la primera visión relampagueante 
El aire abre sus puertas 
y ya están todos de pie 
sobre la tierra 


III 

El primer estallido de la noche 
deshizo la memoria 

Estabas en una ciudad 
donde la música de los violines 
era trizada por el aire 

La luz imperceptible casi negra 
decoloraba tu mirada 
y el cielo hacía llover 
su más límpido goce: su estatura 

La noche altamente brillaba 
Entre todas las cosas 
tú eras 
         lo 
              más 
                    puro 


IV 

Lenta es la noche 
A ratos se oyen como un silbido
nuestras pisadas en la alfombra 

Son los preparativos para el amor 

El lecho como una cripta aguarda 
De pronto el peso de nuestros cuerpos 
desnudos lo aligera 

¡Ah! nuestros cuerpos enlazados 
principian al mundo 
y una vez más somos 
los primeros habitantes de la tierra 
los que en estos momentos 
no haremos descendencia 
y dejaremos aquí 
grabados en blanco nuestros nombres 

Pero tú y yo como todos los demás 
no escribiremos la historia 

Será la misma 
siempre comenzada 
y siempre siempre repetida 



Yo había dado mi corazón 
a que lo devoraran las hormigas 
cuando una mano 
—tu mano jovencísima— 
vino a poner sobre mi corazón 
                su 
                      tacto 
                              humedecido 


VI 

Eras toda la luz reunida 
en un vaso de obsidiana. 
Cuerpo a cuerpo: espejo perfecto. 

Puse mi mano 
sobre tu desnudez 
y se hizo noche. 

Dios, momentáneamente, 
quedó ciego 
y fuimos uno, dos, tres, 
ay, tantos fuimos. 

Al amanecer 
quedamos huérfanos del mundo. 

Y todos los días, 
como la vida, 
empezamos a partir de cero. 


VII 

Adolescente 
 cuerpo mío 
Desciendo a ti 
 y un ligero 
temblor de tierra 
 espiga 
el final de la música 
 cede 
a mi voluntad 

En ti me ensueño 
Cuerpo 
        Durazno 
                   Pan


DE EL ALBA ANTICIPADA 

A mi madre 


EL ALBA ANTICIPADA... 
(fragmento) 

Te fuiste tan de pronto, 
cuando apenas mi noche maduraba. 
No me diste el tiempo necesario 
de preparar tus cosas para el viaje. 
Te fuiste de repente. 
Aún persigo incansable con mis manos 
la nota vertical de tu sonrisa, 
aún te busco incipiente por el tiempo 
y no te encuentro hombre, amigo, 
hermano de mis sueños clandestinos. 

¿Dónde quedó tu paso, padre mío? 
¿Qué cárcel subterránea te consume? 
¿A dónde fue la ruta de tus ojos? 
¿Qué sol penetra la tierra que te cubre? 
¿Qué brazos te cobijan desde entonces? 

Me hospedo en el paisaje. 
Recorro las recámaras del tiempo, 
la vista se me pierde en las ventanas, 
te busco, de pared a pared, y no te encuentro. 
Me tiendo mar adentro en la espesura, 
reposo en los pasillos infinitos, 
ahuyento con mis pasos tu presencia 

y en el último peldaño de la noche, me detengo. 
La mirada se vuelve hacia todos los lados 
circunspecta, se suspende en la lámpara, se fija 
y un resplandor sonríe a la deriva. 

Me estaciono en el alba anticipada. 
Me quedo allí clavado 
conjugando tu acento con mi nombre 
viendo cruzar los aros sorprendidos. 
Mi sangre está de pie, fluye, se arrastra. 
Se desprende mi ser. Se secó la raíz, 
y es por eso que en mí, árbol herido, 
llueve todos los días y a destiempo. 



DE RETRATO A LÁPIZ 


RETRATO A LÁPIZ 

No recuerdes 
el médano demolerá tu corazón 
en un recipiente negro y fétido 
mientras el mar desquicia 
tus ojos trasnochados 
                  de vida. 
Deja que en tu memoria seca y 
                  extraviada 
ardan implacables los fantasmas 
que aparecen 
                  y desaparecen 
en el ciego recinto 
                  que te aguarda. 

La pequeña herida de alfiler 
horada el entresijo 
                  de un mar antiguo 
y deposita su grano de sal insobornable 
al escribirse otra historia 
que también 
                  es la tuya. 
El aire aprisionado mutila 
un enardecido color y al más mínimo soplo 
oscurece y ahoga 
el pedazo de vida 
                  que te queda. 

La luz carcomida por los siglos 
se adelgaza al traspasar 
la noche soñolienta 
—negro espejo de Dios 
                   omnipresente. 

Invéntale un nombre a tus sueños 
sonoro evocador memorioso 
y dócil sustraído al dolor 
te pertenecerá 
                 —no por fidelidad 
sino por desconocimiento 
                 de otros cuerpos. 

Ignora la rama quebradiza 
que se solaza y padece bajo tus pies 
y muere y desaparece 
sin un rastro un signo 
una huella delirante 
que renueve tu paso 
                  por la tierra. 

Asesina la palabra que pugna por nacer 
enróllale el cordón umbilical 
                 en el cuello 
y el último espasmo silabar 
será el testigo fiel 
de una vida más profunda 
                 y larga. 


DE LAS ESTACIONES ROTAS 


EL ÁRBOL 

A Verónica Volkow 

Frente a la puerta de la casa donde vivo 
hay un árbol muy viejo, alto, grande, 
desmochado de aquí, de allá, a mansalva, 
por algún hijueputa —así decimos en mi pueblo— 
que en tiempos lejanos quiso derribarlo. 

El árbol todavía tiene ganas de vivir. 
Se aferra al único sostén: su altura. 
La tierra negra desgastada por el tráfago, 
el ocioso cemento que cubre sus raíces, 
a veces se compadecen de él. 
Unas ramas medio verdes, amarillentas, 
se alzan insolentes en el día, la noche, 
con lluvia o sol, entre una y otra 
calamidad que un Dios ciego descarga 
 irreverente sobre su sabio tronco. 

Cuando viaja el verano, silencioso 
llega el otoño, como ahora. 
Su tallo lívido no resiente los cambios. 
En sus gajos ocres secos crece la soledad 
con un sigilo creador de eternidades. 
En el invierno, la clorofila se contrae 
por falta de luz. El horizonte 
cubre toda orfandad desmemoriada. 
Así el hombre. Como este viejo árbol sembrado 
frente a la puerta de la casa donde vivo, 
cumple su ciclo, reverdece con los años, 
en otra tierra, 
             con nuevas gentes, 
                              en cualquier lado. 


LAS ESTACIONES ROTAS 


Una mañana que ahora sé era impura 
descubrí tu corazón granada reventada 
a puñetazos desde su nacimiento 
que la luz del día me heredó como quien arroja 
de mal modo un pedazo de pan a un pordiosero 
sobra negra de un sórdido banquete. 

No traías heridas invisibles a mis ojos amorosos 
porque tu sangre envenenada viajaba silenciosa 
hacia adentro 
          como la osamenta del cuerpo 
                                 que te habita. 

Con tu apariencia deslumbrada 
atónita ante la revelación primera del naufragio 
que se cernía sobre ti como una mísera maldición 
sobre la otra cara de tu vida 
con tu mirada joven perniciosa de un ave 
que todavía ignora la piedad la misericordia 
el placer la avidez de la carroña 

con tu paso cerrero deliberado 
cadencioso sólo al ritmo que sufraga 
deseos insepultos o negras resurrecciones 

con tu voz encardada en cálidos ataúdes 
que aún conservan en el original olor de la madera 
la sibilina arrastrada palabra del viento 

con tu boca panal de eternidades 
cuando las abejas sucumben complacidas 
al canto inverosímil desafinado 
de la chusma que deposita la miel 
en su célebre dulce goteo 
con tu cintura eje del mundo que gira 
en mi mano solidaria tropical desnudadora 
de la parra bíblica que cubre de verde 
                         el paraíso 

con tus pechos matutinos leves duros amargos 
amamantadores de malignas devociones 
para cortar de tajo 
             gota a gota de sangre 
                                   la vida 

con tus caderas festín de profecías incumplidas 
minuciosas sedientas de vahos semejantes tibios 
al abrigo de la desnudísima celeridad del alma 
con tu valle de azucenas entintadas de basaltos 
demarcado por la línea de fuego en la que arden 
se consumen resucitan mueren los devaneos 
que hormiguean roen encandilan los sentidos 

con tus muslos potros culebras mármoles 
gamos silvestres mariposas suaves ciegas 
espasmo luz agua llama 
noche larga sedienta exilio creación 
verso 
       poema 
                   poesía 
                             entendimiento 
me envidaste. 

Desde entonces no sé qué nombre tienes 
no conozco tu cuerpo relampagueante solidario. 

A partir de ti la noche 
ya no arrastra la oscuridad donde tú y yo 
nos reconocíamos en los silencios 
o en diálogos secretos sabios 
 de la carne. 

Ya nada sé de ti. Tampoco ignoro nada. 

El tiempo es el reclamo podrido del amor. 
En él se sepulta sin querer 
el último signo de vida. 

http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf5/dionicio-morales-200.pdf

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