miércoles, 21 de mayo de 2014

MARÍA ANGÉLICA ALFONSO [11.768]


María Angélica Alfonso

María Angélica Alfonso (Chile    1931). Poeta. Autora de “Tiempo limitado” (1958), “Mundo compartido” (1961), “Tarde o temprano” (1964).





METAMORFOSIS 

No todavía, olvido... todavía.
La grama azul vestida, ayer desnuda.
Desnuda siga hasta que muera el día.
El trigal que amanece en blanca harina,
trigal prosiga, lecho y levadura.
La noche oscura en ojos que brillaron,
como el plumaje gris de los cernícalos,
ojos que brillan, luz de mil estrellas,
toda su luz me ciegue las pupilas.
Quede Parménides, quede la tortuga,
y la flecha en el aire quede fija.
¡Agua en la roca que no vemos y anda,
que no muere de olvido, ni se olvida!





ADOLESCENCIA

En el traje rosado y pàlido
mi cabello caia atropellado,
deshecho por el viento
y por tus manos enredado.
La adolescencia tuya y la mia
se iban juntas, por las tardes maritimas,
a quererse como hermanas.

Yo me miro en la niña que te amaba.
Y soy otra
Visto de negro y blanco. Sola
Mi corazòn acorralado.

Timidamente nos amamos
en las playas del pasado.

Nunca màs volveremos a ser puros.
Nunca màs volveremos a encontrarnos.







Tiempo limitado
Autor: María Angélica Alfonso
[s.n.], 1958

CRÍTICA APARECIDA EN LA NACIÓN EL DÍA 1959-11-08. AUTOR: RICARDO LATCHAM
Desde un punto de vista más tradicional, pero también depurado, surge otro nombre desconocido: el de María Angélica Alfonso, con su volumen “Tiempo limitado”.

De la autora apenas se sabe que es profesora de Castellano y Filosofía en el Liceo de Niñas de Temuco y en el Instituto Alemán de esa ciudad. Además, que su reducida obra provocó algún revuelo en la ciudad del sur de Chile, por razones increíbles. Desde luego, María Angélica Alfonso no tiene ninguna de esas efusiones que pudieran escandalizar a la gente gazmoña, y sus temas asumen una función normal: el amor limitado por una dimensión espacial, la muerte del amado y el recuerdo ausente. El lenguaje de María Angélica Alfonso posee una coherencia mayor que el de Anamaría Vergara (1), sin situarse en dimensiones anormales que compliquen su interpretación. En el poema “Nostalgia del tiempo perdido” se puede apreciar su equilibrio a través de un proceso interno y externo: amor y paisaje:

“Yo me abandonaba a la tibieza
de la tierra caliente y solitaria.
Amor y desamor. Melancolía”.

Más elaborado y perfecto resulta el poema “La quietud”, sin ningún carácter descriptivo, pero más rico en sugestión íntima. En “El engaño” se traza una construcción conseguida por el puro simbolismo de las imágenes. La impresión general que provoca “Tiempo limitado” es favorable y de su breve estructura surge un lenguaje simple, armonioso y maduro desde el punto de vista del contenido.





Mundo compartido
Autor: María Angélica Alfonso
Santiago de Chile: Universitaria, 1961


CRÍTICA APARECIDA EN LA NACIÓN EL DÍA 1961-10-01. AUTOR: LIGEIA BALLADARES
A María Angélica Alfonso –quirihuana, padagoga en Castellano, poetisa con dos libros a su haber- la cogió la garra verde de la Frontera, y  habla en su reciente libro, “Mundo compartido”, de Temuco y sus alrededores, como de “sus cosas y su gente”. María Angélica es ya de esta zona, y aunque ella sea trasplantada, su poesía finca raíces en la húmeda tierra austral. “Mundo compartido” –publicado por la Editorial Universitaria, 500 ejemplares, en una cuidadosa edición- es totalmente distinto a aquel “Tiempo limitado”, con que María Angélica debutó en las letras, y que causó revuelo a raíz de ciertos anónimos acusadores, llegados a la revista Ercilla, que a la postre no sirvieron sino para descubrir la fina hebra poética del libro. Pero su autora guarda de aquella experiencia un recuerdo que se traduce en una actitud defensiva de la cual ya Raúl Silva Castro la ha prevenido (1)(1) Silva Castro (El Mercurio, 17 agosto 1961) la previene de cierto “delirio de persecusión”. Dice M. A. Alfonso en la dedicatoria de “Mundo compartido”: “Dedico este libro a quienes hicieron posible su publicación: a mi gente, a mis jueces, a mis verdugos”. (N. del ed.)..

“Ahora sí que quiero ingresar a la Sociedad de Escritores de Chile –dice María Angélica-. El escritor –sobre todo el de provincias- necesita apoyo solidario para su obra. Creo que una institución como esa tiene que darla a sus asociados”.

“Si hay algo que me ha preocupado –agrega, refiriéndose a su faena poética- es haber logrado y mantener el ritmo interno en mis poemas, absolutamente libres de rima. Escribo sonetos, como un ejercicio saludable, al margen de mi poesía. Escribirlos es declarar la guerra a la pereza, y yo le tengo mucho respeto al trabajo poético constante y hasta empecinado. Para lograr algo aparentemente natural, es necesario mucho artificio. Y esto no solo en poesía, sino en todo el arte”.

Respecto de la crítica, la poetisa afirma: “Me parece que lo que vale es el arqueo final. No el comentario crítico inmediato. Hay libros muy buenos que aparecen y permanecen inadvertidos, y en cambio hay otros malos, que obtienen gran éxito... transitorio”.

María Angélica trabaja actualmente en la recopilación de “poemas de otra época”, que aparecerán próximamente bajo el título de “Sonetos y sonatas de Antedía”. Ofrecemos dos poemas de “Mundo compartido”.



Machitun

No te lleve la noche,
la mano azul de la nieve...
No te lleve.

Calladas oscuras horas,
olvido de las luciérnagas,
la ceniza galopando
por entre pastales verdes.

¡Que no te lleven,
que no te lleven!

Sombras de amor, tan aprisa.
Sepultadas voces, ¡qué lentas!
Ya el sueño gris, la ceniza
en lo verde del canelo.

Que no te lleve la sombra,
que no te arrastre la noche,
que no te venza el silencio.

Que no te llame la oscura
que no te lleve,
que no,
que no,
que no,
negra muerte,
no,
no.







Estatuas

Necesité andar,
y romper mis sandalias,
oler la sangre de mis pies heridos,
levantarme y caer una y mil veces,
lloverme a ráfagas los más crueles dolores
y registrar mi dedo en los umbrales
porosos de la Muerte;
para sentirme así,
tan solidaria
de la humana sustancia.

Hoy rescato despojos,
enciendo candeleros,
vuelvo a la arena por aquellos que huyen
desarbolados y vencidos.
(Soldados que perecen
en la violencia del Otoño).

Si yo tuviera un corazón
como el océano
y una mano de atleta
les cuajaría en roca un vaciadizo.






Tarde o temprano
Autor: María Angélica Alfonso
Santiago de Chile: Universitaria, 1964



CRÍTICA APARECIDA EN EL MERCURIO EL DÍA 1965-01-10. AUTOR: HERNÁN DEL SOLAR
Fuera, en la portada, un reloj de arena; dentro, a través de los poemas, el tiempo de paso rápido:

“No con pie de tortuga
con la pata delgada de la liebre,
con el alado paso del conejo,
volando hacia su cueva con pavura…”.

Es cosa inexorable. Los poetas y prosistas de todas las edades lo han comprobado y repetido, sin que nadie se canse de escucharlo. Lo que importa es cómo se dice. Prosistas y poetas, para no aburrir, deben hablar de las viejas cosas como si aparecieran, precisamente, en ese momento.

María Angélica Alfonso es profesora. Ha sido alabada, se nos dice al final de la obra, por José María Souviron, Arturo Torres Rioseco, Fernando Santiván. Se nos informa también: “Es ajena a los grupos, pero está presente en los escritores de su generación sensible a cuanto ocurre, laboriosa, infatigable. Escribe a conciencia, con la honestidad de quien trabaja el idioma y se empecina en la lucha para lograr una expresión genuina. Y lo logra en sus poemas breves, de estructura personalísima”.

Los antecedentes son inmejorables. Los poemas a menudo límpidos, acechan el paso del tiempo y expresan cómo pone matices particulares en las cosas, en el amor, los deseos. Si la muerte nos espera, la vida nos pide quererla.







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