lunes, 7 de abril de 2014

GAVRILA DERZHAVIN [11.478]


Gavrila Derzhavin 

Derjavine, Gavriil Románovich (1743-1816).
Poeta ruso, nacido en Karmachi o Sokura (Kazán) en 1743, y muerto en Zvanka (Novgorod) en 1816.

Vida.

Nacido en el seno de una familia de origen tártaro, era hijo de un terrateniente acomodado, lo que le permitió estudiar la carrera militar y, posteriormente, colocarse en la alta burocracia de su país. Fue gobernador de Olonec y de Tambov, y alcanzó incluso el puesto de secretario de Catalina II (1791). Durante el reinado del zar Alejandro I, fue ministro de Justicia (1802). Alternó esta dedicación a la política con una constante vocación literaria que le convirtió en uno de los mayores representantes del clasicismo ruso.

Obra.

La influencia de un clasicismo ruso encarnado en las obras de Lomonosov y Sumarókov orientó en un principio la obra de Derzhavin. Pero, paulatinamente, fue haciéndose con una voz propia, muy original, que dotaba a sus odas de una majestuosidad física o metafísica poco común -hasta entonces- en las Letras rusas. En reconocimiento de esta maestría clasicista, Gógol le llamó "el poeta de la grandeza".

Sus primeras odas le granjearon una temprana celebridad como poeta: En la muerte del príncipe Mercherski (1779) -reflexión desengañada sobre la inanidad de la vida humana- fue muy bien recibida; A Felitsa (1782) -mezcla de adulación y sátira- le reportó el favor de Catalina II; Dios (1784) fue una acogida como una profunda reflexión sobre las diferencias entre las naturalezas divina y humana; La cascada (1791-1791) difundió sus consideraciones filosóficas a partir de un hecho muy concreto y conocido, la muerte de Potëmkin; y Por el retorno del conde Zubov de Persia (1797) puso brillante colofón a este género de poesía.

En sus últimos años de existencia, Derzhavin se volcó hacia la poesía anacreóntica para verter en sus moldes clásicos su predilección por la vida epicúrea. Destacan sus poemas titulados A Eugeni, La vida en Zvanka (1801) y La invitación a la mesa (1811).

Otros títulos salidos de su pluma son Sobre la toma de Ismail (oda triunfal, 1791) y El gran señor (oda satírica, 1794).





Oda Dios

Oh! Tu espacialmente infinito,
Que vives en el movimiento de la sustancia,
Anterior al transcurrir del tiempo,
Sin rostro, en tres personas de la Divinidad.
Espíritu omnipresente y único,
Quien no tiene lugar, ni causa,
A quien nadie pudo comprender,
Quien todo lo llena, abraza, construye y conserva,
A Quien llamamos Dios!
Medir el océano profundo
Contar las arenas, rayos de planetas,
Aunque podría, un intelecto superior,
Tu no tienes ni número, ni medida.
No pueden los espíritus esclarecidos
Nacidos de Tu Luz, investigar Tus destinos.
Sólo el pensamiento osa elevarse hacia Tí,
Desaparece en Tú grandeza,
Como en la eternidad un instante que pasa,
La pretemporal existencia del caos
De las profundidades de la eternidad, llamaste
Y la eternidad, antes de los siglos nacida,
La fijaste dentro de Tí.
Componiéndote de Tí mismo,
Irradiando de Ti mismo,
Tú eres la Luz, de donde la luz provino.
Creando todo con una Palabra,
Extendiéndote en nuevas creaciones,
Tú estabas, Tú eres y Tú serás por los siglos.
La cadena de los seres cabe en Ti,
La mantienes y la vivificas,
El fin unes con el principio
Y regalas la muerte a la vida.
Como caen los destellos y se mueven,
Así nacen soles de Ti.
Como en un claro día de invierno,
Las partículas de escarcha, brillan
Giran, e iluminan,
Así las estrellas están en las cimas ante Ti.
Millones de luminarias encendidas,
Fluyen en lo inconmensurable.
Tus leyes cumplen ellas,
Emiten rayos vivificadores.
Pero lámparas de fuego estas,
O masas de cristales incandescentes,
O hervidero de ondas de oro,
O éteres encendidos,
O todos los mundos de luz, reunidos,
Ante Ti, son como noche ante el día!
Como una gota en el mar
Toda la materia brilla ante Ti,
Y ¿qué es todo el universo, que yo veo?
Y ¿qué soy yo ante Ti?
Si en el océano etéreo éste
Multiplicando cien veces los millones de mundos,
Me atrevo a comparar Contigo
Serían tan solo un punto.
Y yo ante Ti no soy nada!
Nada, pero Tu brillas dentro de mí,
Con la grandeza de Tus bondades
En mí Te reflejas, como el sol
En una gota de agua.
Nada pero yo siento la vida,
Vuelo ávido de las alturas,
Mi alma siente Tú existencia,
Penetra, piensa, discute,
Yo soy! Indudablemente también Tú eres
Tú eres, el orden de la naturaleza lo dice,
Me lo dice mi corazón.
Tú eres! y yo ya no soy nada!
Soy parte de todo el universo,
Puesto, me parece, en un honroso punto medio
Donde terminaste los seres materiales
Y comenzaste los espíritus celestiales,
Uniendo conmigo a toda la cadena de seres.
Yo soy la conexión de los mundos omniexistentes,
El eslabón extremo de la materia,
Centro de todo lo viviente,
La línea inicial de la Divinidad!
Mi cuerpo se deshace en el polvo,
Domino a los truenos con mi mente,
Yo soy rey, esclavo, vermes, DIOS!
Pero siendo tan insólito
De donde vine? no se sabe,
Pero proceder de mí mismo no podría.
Yo soy Tú creación, o Creador!
De Tú Sabiduría, la criatura!
Fuente de la vida, Dador de todos los bienes,
Alma de mi alma y Rey!
A Tú verdad era necesario
Que mi ser inmortal pase
El abismo de la muerte.
Que mi espíritu se vista de mortalidad.
Y que a través de la muerte
Yo vuelva, Padre a Tú inmortalidad.
Inconcebible, Omnipresente, yo sé
Que mi alma no tiene fuerzas
Ni siquiera para representar tu sombra
Pero si es menester glorificarte
Para los débiles mortales es imposible
Honrarte de otro modo
Que elevarnos hacia Ti,
Perdernos en la inconmensurable diferencia
Y derramar lágrimas de gratitud!





Alaben a Dios, D.P.

Alaben al Altísimo las fuerzas celestes,
Mentes presentes ante la Inteligente Luz,
Uno en Trinidad alaben con cántico excelso,
Infinitas huestes de Ángeles gozosos.
Que alaben al Creador, las criaturas materiales,
Al Padre de Luz — luminarias incontables,
Al Inefable — el orden de leyes naturales
Sobre las que El fijó al Universo.
Al Dios Omnipotente — alaben con las ciencias
La corona del conocimiento deponiendo ante él.
Al Padre de la inspiración — con sonidos selectos
Con verso poético, con palabra viviente.
Al señor alaben con servicio leal
Al dador de bienes con trabajo honesto.
Al Señor de las fuerzas - con la lucha contra el mal.
Al justísimo Juez — con juicios justos.
Al que nos llama a la Patria Celestial
Alaben, sirviendo a la patria terrenal.
Al que es todo amor — con amor al prójimo,
Amor hacia los hermanos menores sufrientes.
Alaben al que no tiene sombra alguna
Con la limpidez de corazones sumisos.
A la santidad de los santos excelsos
Alaben con altos pensamientos santos.
Alabemos al Creador con la vida sin pecado.
Con la muerte pacifica — alabemos a Él,
Y nos dará la resurrección a la vida eterna
Tal como para nosotros a Su Hijo levantó.

Traducidas por Elena Ancibor (E.A.), Doctora en Ciencias Naturales y colaboradora de Iglesia Rusa-Ortodoxa en el Extranjero, residente de la Rep.Argentina.





The Bullfinch  (1800) 

by Gavrila Romanovich Derzhavin, translated by Dmitri Smirnov

On the sixth of May, 1800, Alexander Suvorov died in the presence of Derzhavin. Derzhavin, returning home, went into his study. The trained bullfinch fluttered in its cage and, as was its habit, immediately sang one phrase of a military march.

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Why do you strike up song military
Fife-like, o, bullfinch, my friend?
Who'll take the lead in our fight with Hell's forces?
Who will command us? What Hercules?
Where is Suvorov, strong, swift and fearless?
Now Northern thunder lies dead in the grave.

Who will ride fiery, ahead of the legions,
Nag for a steed, and crusts for meal,
Temper his sword in the heat and in ice storms,
Sleep on straw pallets, labor 'til dawn,
Bring down the armies, the walls and the forts
With but a handful of stout Russian men?

Who will excel in unwavering courage,
Conquering fate with a prayer and with faith,
Evil with bayonets, envy with jests?
Capturing scepters, remaining a slave,
Who will keep striving for valor alone,
Live for our Tsars, while consuming himself?

Glorious heroes like this one are gone now
Bullfinch cease singing your songs military!
Music of war brings us no more enjoyment.
Sad laments everywhere sound from the lyres:
Heart of a lion and wings of an eagle
Now and forever gone-how will we fight?

May 1800







God  (1784) 

by Gavrila Romanovich Derzhavin, translated by John Bowring

O thou eternal One! whose presence bright
All space doth occupy, all motion guide.
Unchanged through time’s all-devastating flight!
Thou only God—there is no God beside!
Being above all beings! Mighty One,
Whom none can comprehend and none explore!
Who fill’st existence with Thyself alone—
Embracing all, supporting, ruling o’er,
Being whom we call God, and know no more!

In its sublime research, philosophy
May measure out the ocean-deep—may count
The sands or the sun’s rays—but, God! for Thee
There is no weight nor measure; none can mount
Up to Thy mysteries; Reason’s brightest spark,
Though kindled by Thy light, in vain would try
To trace Thy counsels, infinite and dark;
And thought is lost ere thought can soar so high,
Even like past moments in eternity.

Thou from primeval nothingness didst call
First chaos, then existence—Lord! in Thee
Eternity had its foundation; all
Sprung forth from Thee—of light, joy, harmony,
Sole Origin—all life, all beauty Thine;
Thy word created all, and doth create;
Thy splendor fills all space with rays divine;
Thou art, and wert, and shall be! Glorious! Great!
Light-giving, life-sustaining potentate!

Thy chains the unmeasured universe surround—
Upheld by Thee, by Thee inspired with breath!
Thou the beginning with the end hast bound,
And beautifully mingled life and death!
As sparks mount upwards from the fiery blaze;
So suns are born, so worlds spring forth from Thee;
And as the spangles in the sunny rays
Shine round the silver snow, the pageantry
Of heaven’s bright army glitters in Thy praise.

A million torches lighted by Thy hand
Wander unwearied through the blue abyss—
They own Thy power, accomplish Thy command,
All gay with life, all eloquent with bliss.
What shall we call them? Piles of crystal light—
A glorious company of golden streams—
Lamps of celestial ether burning bright—
Suns lighting systems with their joyous beams?
But Thou to these art as the noon to night.

Yes! as a drop of water in the sea,
All this magnificence in Thee is lost:—
What are ten thousand worlds compared to Thee?
And what am I then?—Heaven’s unnumbered host,
Though multiplied by myriads, and arrayed
In all the glory of sublimest thought,
Is but an atom in the balance, weighed
Against Thy greatness—is a cipher brought
Against infinity! What am I then? Naught!

Naught! But the effluence of Thy light divine,
Pervading worlds, hath reached my bosom too;
Yes! in my spirit doth Thy spirit shine,
As shines the sunbeam in a drop of dew.
Naught! but I live, and on hope’s pinions fly
Eager towards Thy presence—for in Thee
I live, and breathe, and dwell, aspiring high,
Even to the throne of Thy divinity;
I am, O God! and surely Thou must be!

Thou art!—directing, guiding all—Thou art!
Direct my understanding then to Thee;
Control my spirit, guide my wandering heart;
Though but an atom midst immensity,
Still I am something fashioned by Thy hand!
I hold a middle rank ‘twixt heaven and earth—
On the last verge of mortal being stand,
Close to the realms where angels have their birth,
Just on the boundaries of the spirit land!

The chain of being is complete in me—
In me is matter’s last gradation lost,
And the next step is spirit—Deity!
I can command the lightning and am dust!
A monarch and a slave—a worm, a god!
Whence came I here, and how? so marvellously
Constructed and conceived? unknown! this clod
Lives surely through some higher energy;
For from itself alone it could not be!

Creator, yes! Thy wisdom and Thy word
Created me! Thou source of life and good!
Thou spirit of my spirit, and my Lord!
Thy light, Thy love, in their bright plenitude
Filled me with an immortal soul, to spring
Over the abyss of death; and bade it wear
The garments of eternal day, and wing
Its heavenly flight beyond this little sphere,
Even to its source, to Thee, its author there.

Oh thoughts ineffable! oh visions blest!
Though worthless our conceptions all of Thee.
Yet shall Thy shadowed image fill our breast,
And waft its homage to Thy deity.
God! thus alone my lowly thoughts can soar,
Thus seek Thy presence—Being wise and good!
Midst Thy vast works admire, obey, adore;
And when the tongue is eloquent no more,
The soul shall speak in tears of gratitude.







Time's river in its rushing current…  (1816) 

by Gavrila Romanovich Derzhavin, translated by Dmitri Smirnov

The last poem by Derzhavin. Written on 6th of July 1816, three days before his death.

Time's river in its rushing current
Sweeps all the human deeds away,
And fills an abyss of oblivion
With nations, kingdoms and their kings,
But if there is something remaining
Through sounds of lyre or trumpet’s air,
Will enter the Eternal gullet—
And will not flee the common Fate.




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