miércoles, 4 de mayo de 2011

3794.- ANNIE KATCHINSKA


Annie Katchinska (Moscú, 1990) ha vivido la mayor parte de su vida en Londres. Su primera plaquette ha sido publicada en 2010 por Faber y está antologada en Voice Recognition: 21 Poets for the 21st Century”.




Verano en la ciudad

Estas postales de atardeceres con la cara de la reina impresa
han ido desapareciendo sigilosamente de los estantes mohosos,
mientras garabateábamos TE ECHO DE MENOS ES HORRIBLE en el dorso
sin saber adónde enviarlas. O eso me gusta pensar.
Aunque quizá hay otros cuyas rodillas se doblan en los autobuses
cuando giran en Catford, a veces, cuando la Loca del Autobús, una
celebridad local, gira la cabeza para aullarnos Amazing Grace,
a nosotros, ganado ruidoso. Debe de haber otros que perciban
las mesas de café desvencijadas por la lluvia
y los lugares aislados en los parques donde falta alguien,
que camina por una plaza recordando el equivalente a esa estructura
en Lego.
Por cierto, la mujer que vimos vestida de seda blanca y negra
con la tristeza pintada sigue allí,
sollozando en la esquina como si todos los huesos
se le estuvieran rompiendo, un sombrero a sus pies brilla
con monedas de una libra. Adondequiera que vaya oigo música
de trompetas.


Traducido del inglés original por Emily Roberts.








BERGAMOTA

Para Layla

Esta noche no, al menos. No esta noche. Gira ahora la espalda
para cantar, desconecta los focos y atranca la puerta
a las tardes noches de comida frita en mantequilla.
Tiempo para ti sola
y para el chasquido de la tetera, échalo, remueve el día,
déjalo que oscurezca como un ángel errante. Y respira
la bergamota, el zumo de las frágiles hojas que deseas
volver a estrujar contra tu lucidez, o teje un vestido
en el que crujir durante la sequedad de las noches de tormenta.
Resuenas hasta la saciedad, como la negación del zorro
a fallecer en los exteriores de todos los mercados
en los que envejecen piezas de carne y fruta. Bebe,
que ardan tus labios. Una vez abrasada por este planeta caliente,
al escuchar su giro, serás esa cosa rara,
un oyente. Que las polillas inunden el mercado
y mastiquen tu ciudad, no vas a ningún lugar esta noche.
No esta noche. La estela de los aullidos del zorro,
enfría sus mejillas con un plástico viejo.
Las uvas se pudren con suavidad en la cuerda.







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