miércoles, 4 de mayo de 2011

3797.- KIYOKO TAKAMURA



La poetisa japonesa Kiyoko Takamura (Kyoto, 1964) es descendiente del celebrado poeta y escultor nipón, Kotaro Takamura (1883-1956), uno de los máximos exponentes del Movimiento Irracionalista de entreguerras. El presente poemario (SIM), escrito en inglés en el original, ha tenido el privilegio de ser rechazado, dada su temática evidente, por prestigiosas editoriales como la CharlesTuttle Company Publishers o la Penguin Books.



NO MIRES

No mires más. Relájate, No sepas
por qué esposan tus manos a la espalda.
No mires. No. Baja los ojos. Piensa
en los zapatos que te están poniendo.
O quitando. Puedes abrir la boca,
acariciar tu lengua con tus labios.
El contrato es así. No especifica
más. Puedes romperlo cuando quieras.





UN HOTEL DE PROVINCIAS

Aquella mujer dormía sobre bolsas de hielo
y al amanecer se masturbaba con unos guantes de boxeador.
Yo la miraba hacérselo desde el borde de la cama
y qué queréis que os diga, lloraba por la aurora
y así que mí erección columpiaba aquel cuarto
me echaba en horcajadas, sobre ella
sobre su cara zorra pidiendo un besonegro,
pero a ella aquellas cosas que yo solicitaba
le parecían de lo más vulgar.
A veces sí, es cierto, me chupaba con rabia
al final de su orgasmo gutural y cobarde.
Pero lo más corriente, lo más habitual
era quedarme solo mientras, ella se duchaba,
entonces yo buscaba sus tacones de estío,
sus tacones de otoño de invierno o primavera
para correrme dentro.
Ella me dijo un día,
muy al principio de nuestra relación
que le, gustaba aquel tacto cremoso y siempre frío
en la planta del pie caminando al trabajo,
que era un acto amoroso mi sumisión, que así
recordaba mi cuerpo con cariño, hasta, luego.
No duramos dos años, un día de Noviembre
se lo hizo con su jefa en el suelo del de un hotel de provincias donde yo
la acompañaba y después me chuparon a dúo y a conciencia.
Luego me dieron de hostias, me ataron al somier,
y se fueron, Sin más. Se fueron para siempre,
La chica del servicio que limpiaba los cuartos
tuvo la compasión de follarme en silencio
después de desatarme a la mañana siguiente.
Mis lágrimas caían sobre sus pies cansados.

Me fui al atardecer.

Esto es todo, si hay más no merece la pena.




LOS FORZADOS

A fuerza de dejar por cualquier lado el látigo de mimbre,
e irlo cambiando de lugar terminó
rodeando su cintura y arqueando su espalda.

A fuerza de comprar cómics de Gwendoline,
y frecuentar sex-shops y alguna ferretería
se dejó encadenar muñecas y tobillos.

A fuerza. de escuchar
nuestras voces grabadas en cintas de noventa,
permitió que una venda le apagara los ojos.

A fuerza de ocultar las cadenas, los látigos,
la venda en el cajón, de la mesilla. de noche,
provocó que pidiera. todos los días ámame.

Y a la fuerza cambiamos los papeles.




EN EL INVIERNO

Te gustaba sacarme desnuda en el invierno
y atarme a una pared del patio, abandonada,
pero antes con tu boca colmabas mi silencio
con palabras de piel. Obediente y sonámbula
me gustaba que luego te fueras, sin saber
cuánto tiempo estarías desoyendo mis lágrimas,
cómo el frío, impaciente, esculpía mi pecho
hasta hacerme de sal los pies, la voz, el alma.
Venías siempre tarde, con un manto de armiño
y un collar de mastín y unas medias caladas,
y en el salón vestías mí cuerpo con tus manos
y adorabas mi pubis con dientes de arrogancia.
Pero llega el invierno y no estás ya conmigo,
no te encuentra mi boca ni respondes mis cartas,
te esperaré en el patio esta noche. Si vienes
que sea tarde, muy tarde, desnuda con el alba.




TE PREFIERO

Te prefiero desnuda: pero aún más de espaldas,
descalza y de rodillas, con los ojos cerrados,
con las manos cruzadas por detrás, y sentada
en tus talones, la boca entrecerrada, el ombligo
profundo, los pezones atentos, el pubis alterado,
tu voz en un susurro diciendo guarrerías:
"follame, estoy cansada, métela ya en mí boca".

De modo que ahora mismo por delante y vestida,
con tus zapatos bajos, alzada y contemplándome,
torciendo has rodillas, con los brazos en jarras,
las tetas aburridas, la boca abierta y firme,
el pubis y el ombligo ocultos como siempre
y tu voz como nuca gritando guarrerías:
"estoy cansada, fóllame o déjame dormir?,

no lo dudaría.



Notas para la traducción: Para la traducción al castellano se ha contado con la autorización expresa de la autora gracias a la intermediación del poeta R. P. C., gran conocedor del arte y el país originales. Desde estas líneas mi agradecimiento.
En la adaptación se ha procurado el uso de versos y ritmos lo más cercanos al uso del español procurando la rima cuando la autora rimaba y desoyendo la misma cuando no se ofrecía tal aditamento. Así mismo se ha procurado la adaptación a la moneda española de los precios nipones y de ciertas expresiones típicas, que por su obviedad, son comunes al género humano. Los nombres propios y las ciudades, por deseo de la autora, han sido también adaptados.
El poemario consiste en un paseo por el mundo del sadomasoquismo desde el prisma de la bisexualidad de la autora, bien a través de experiencias, vividas por la misma o narradas por sus conocidos. No es de extrañar, por lo tanto, su carácter hasta hoy de inédito.

J. U. Madrid, a 22 de Octubre de 1999.

[http://www.hwebra.com/hwebra_3/html/cuerda/takamura.htm]








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