lunes, 20 de diciembre de 2010

ISHIKAWA TAKUBOKU [2.568]


ISHIKAWA TAKUBOKU 

Ishikawa Takuboku (石川 啄木. 20 de febrero de 1886 - 13 de abril de 1912) fue un poeta japonés conocido por sus composiciones libres y por su interpretación moderna de los tankas.

Su obra puede dividirse en tres grupos. Al comienzo de su adolescencia empezó como poeta romántico, más tarde formó parte del grupo de poetas de la revista Myōjō (Estrella de la Mañana), de tendencia naturalista, si bien lo abandonó después por la poesía social.

Tras su muerte se han escrito un gran número de libros y artículos sobre él, aunque fijándose más en su biografía que en su poesía, ya que su vida estuvo llena de vicisitudes. El asteroide (4672) Takuboku fue nombrado en su honor.

Obra

La mayoría de los poemas de Ishikawa son tankas. También escribió diversos diarios de manera intermitente desde 19021 y un respetable número de cartas. Se han publicado de él los siguientes poemarios:

Ichiakuno no suna (Una mano de arena), 1910.
Versión española de Antonio Cabezas García: Un puñado de arena. Madrid, Ediciones Hiperión, 1976. 2.ª edición, 2001. ISBN 978-84-7517-678-9.

Kanashiki gangu (Juguetes tristes), 1912 (póstumo).


Nació en Iwate, al norte del Japón. Su padre era un sacerdote residente de un templo Zen. Desde pequeño mostró una extraordinaria inteligencia, y en los últimos años de la secundaria se hizo miembro del grupo Shin-shi-sha, colaborando para su revista orgánica El Lucero. Más tarde, sin embargo, Ishikawa dejaría ese grupo, inconforme con el ambiente demasiado estricto en cuanto al estilo. En 1902, a causa de su inquietud literaria, deja los estudios de secundaria a medias y va a la capital con la idea de independizarse como poeta. El ambiente capitalino lo recibió con cierta frialdad. Mientras tanto, la nueva ola del naturalismo introducido por poetas y novelistas vanguardistas desde Europa llegaba al Japón. Los poetas comenzaron a hacer poemas con temas de la vida cotidiana. En 1905 Ishikawa publica su primer libro de poesía, titulado Anhelo, en Tokio; el poeta vive con una extremada pobreza. Pronto regresa a su pueblo como maestro suplente de la escuelita del pueblo. Sin embargo, su espíritu rebelde lo hizo relacionarse con un caso de huelga ocurrido en la escuela y fue expulsado. Se traslada a Otaru, un puerto en el extremo norte del archipiélago nipón. La difícil vida de vagabundo que llevó algún tiempo por las provincias del norte del Japón, le proporcionó al poeta una idea más concreta acerca de su arte. Acosado constantemente por la pobreza y la miseria, no es de extrañarse que llegara a identificarse como “socialista” en los últimos años de su vida. Las tankas presentadas aquí están recogidas de su primer libro titulado Un puñado de arena publicado en 1910.




TANKAS

En una isla del Mar del Este
sobre la arena blanca de la playa
cansado de tanto llorar
me entretengo con un cangrejo.


*

Por tu mejilla resbalaba una lágrima.
Sin secarla, me mostrabas un puñado de arena.
¡Imposible olvidarla!


*

Esta duna
que la tormenta de una noche
construyó;
¿tumba de quién será?


*

Echado de bruces en la arena
hoy revivo aquel dolor
del primer amor.


*

¡Ay el silencio de muerte
de la arena
que se cuela entre mis dedos!

*


Por juego, cargué a mi madre en la espalda
sin poder contener el llanto
ni avanzar más de tres pasos
¡pesaba tan poco!

*

La arena se encoge al chupar mis lágrimas;
¡qué cosa tan pesada una lágrima!
Cien veces escribo en la arena la letra dai*
y regreso a casa dejando
la idea de suicidarme.


*

Salí huyendo:
quería llorar a solas
frente al vasto mar
por siete u ocho días.


*

Lágrimas, lágrimas
¡Extraño!
Lavan mi corazón
y siento ganas de bromear.

* Dai: significa "grande" en japonés.




Testigo de mí mismo: "Sin decir nada" de Ishikawa Takuboku. 
Traducción de Claudio Bertoni. 

Por Nicolás Meneses


La tanka es, junto al haiku, una de la estructuras clásicas de la poesía japonesa. Caracterizadas principalmente por su brevedad, la tanka resalta por ser un poco más extensa que el haiku, añadiendo a la fórmula cinco-siete-cinco dos versos más de siete sílabas. Esta es la extensión de escritura de la que se vale Ishikawa Takuboku, considerado el padre de la poesía moderna japonesa por sacarla de los tópicos estacionales y llevarla a un plano más cotidiano.

Sin decir nada  es una selección de poemas del libro  Un puñado de arena, compilación de 551 tankas que Takuboku escribe en Tokio entre 1908 y 1910, libro que lo consagra inmediatamente en su país. A pesar que cada tanka sea un universo independiente, el libro está organizado por cinco capítulos de corte temático: I. Cantos que me quieren II. Humo III. Con el talante del viento de otoño IV. Personas inolvidables y V. Al quitarme los guantes. Bertoni no elige más de cien y los reúne, quitando el peso de los capítulos y la obsesiva organización, dejando una buena muestra de la escritura de este autor: un libro breve y fluido.

Algunas traducciones españolas de este libro ocupan la estructura de la seguidilla gitana: una composición de cuatro versos y veintinueve sílabas que riman en el segundo y cuarto verso. Esto, explicado por los mismos traductores en los prólogos, tiene una justificación insólita: como el tanka y el haiku son estructuras clásicas de poesía, las traducciones tienen que ser fiel a esto, pero desde los patrones clásicos de la lengua de traducción, es decir, del castellano, y nos entregan pequeños poemas en rima. Quizás el mayor mérito de Bertoni es, sin apoyarse completamente en los originales en japonés, haber entregado una traducción fiel a los patrones clásicos japoneses, no a los castellanos. La poesía japonesa carece de rima (ya que no hay acento) y siempre se mantiene en un registro llano, en la simpleza descriptiva y la conexión con el entorno.

Biografía y escritura son un binomio indisociable en la obra de Takuboku. En ella se puede leer la angustiante vida de un hombre hipersensible que pasa por innumerables conflictos: desde problemas amorosos, enfermedades, muertes, despedidas, injusticias sociales y rechazo. Todas experiencias que plasma en sus tankas: breves bosquejos que como él mismo afirmaba eran los mejores para captar las impresiones cotidianas efímeras, esas que habitualmente olvidamos y despreciamos y que el poeta, en este caso, resignifica, pues entiende que son instantes preciosos que no volverán jamás. Un acto de fe que eterniza los pequeños momentos, que exalta lo nimio y lo fugaz: «haciendo/ un hoyito/ en la arena/ encontré/ una pistola oxidada» (Pág. 13). Y es el vértigo de esa experiencia en que la certeza de la vida se afianza frente al carrusel de la muerte.

«llevo al apa/ a mi mamá en broma/ y es tan liviana que lloro» (Pág. 17) o «volviendo a casa del trabajo/ tarde en la noche/ abrazo a mi hijo/ que acaba de morir» (Pág. 64). Si el haiku es la poesía como camino espiritual, que encarna la dimensión mística del alma, descripción pura, exacta, sin intromisiones del yo, el tanka habla de amor y naturaleza, del padecimiento y la tragedia. Un cielo hermoso cruzado por cables al que le faltan cuervos o un pequeño montoncito de arena en la playa que sugiere una tumba marina. La contemplación de un sol radiante frente a la niebla invernal mientras se sufre de un dolor de muelas. El tanka suma a la ecuación la naturaleza humana y la integra al paisaje. Bertoni lo sabe muy bien y sin traicionar demasiado al autor le da personalidad a una escritura que cada vez se afianza más en Occidente. 




Espío en derredor
e intento hablar con un tronco
que el mar lanzó a las dunas


*

Un infeliz
atrapado cada noche
en el ómnibus repleto de gente


*


Música
el antiguo sueño de mi mujer
que ya no canta



*

Le descubrí el pecho
como hace un amigo.
Y me di cuenta que no me entendía.
Seguí mi camino.


*


El candil de siempre
me traía harto.
Conque tres días
estuve usando vela,
y me gustó el cambio.


*


Un falso bostezo, el sueño fingido
tretas para esconder
mi pensamiento


*


¡Pobre mi padre!
Otra vez harto del periódico,
juega con una hormiga en el jardín


*


En la vieja agenda color vino
la hora y el lugar
de aquel encuentro


*

Realizar un milagro cualquiera
y desaparecer
mientras  aun están sorprendidos


*


El largo corredor del hospital
y el deseo de ir, una vez,
hasta el fin


*


Mi bigote
torcido hacia abajo
el rostro del tipo que odio últimamente



*

Cuando respiro, canta mi pecho
más melancólico
que el frío viento invernal


*


No hay retorno a la primavera
de los 14 años que me llama
con lágrimas en los ojos


*


Triste el corazón infantil que no llora
si le riñen, si lo golpean
(También fui así)





Ishikawa Takuboku y su Romaji Nikki

Tutorizado por el profesor Rafael Abad de los Santos

[Por Alberto Ramos González

Graduado en Estudios de Asia Oriental, Universidad de Sevilla y Universidad de Málaga. Curso de estudios en Sophia University (上智大学), Japón. Interesado en la literatura japonesa moderna y contemporánea, y en estudios antropológicos de Japón.]


Fragmento


El Romaji Nikki y Takuboku

Antes de entrar con la traducción propiamente dicha, en este capítulo se verán tres apartados clave para poder entender la obra de Takuboku. Por un lado estudiaremos la propia vida de Takuboku, que si bien no supero el cuarto de siglo, nos dejó con un importante legado que llega hasta nuestros días. Posteriormente, veremos el contexto literario en el que se inscribe la obra, primero desde una perspectiva de la teoría literaria, examinando si el diario puede ser tomado en cuenta como literatura y como se inserta en la tradición literaria japonesa para, posteriormente, ver cuáles eran las corrientes literarias de la época Meiji –época en la que se escribió diario– y los autores coetáneos de Takuboku. Finalmente, en el último apartado de este capítulo nos centraremos en el propio Rōmaji Nikki, su forma (el rōmaji) y el estilo que presenta, para pasar posteriormente al contenido, a los temas, del propio diario.



Día 10 sábado

Anoche leí en la cama hasta pasadas las tres por lo que hoy me levanté pasadas las diez. En el cielo despejado resoplaba un viento del sur.
Las historias cortas de estos días no son más que una especie de nuevo boceto literario77, o esto es lo único que podemos pensar cuando las leemos. Es decir, esa insatisfacción indica que la influencia del naturalismo como visión de la vida poco a poco está disminuyendo.
¡Es un cambio de era! Es innegable que el naturalismo era desde el principio la filosofía que habíamos profesado con más entusiasmo. Pero en algún momento descubrimos sus contradicciones teóricas.
Y cuando sobrepasamos esas contradicciones y avanzamos, nos dimos cuenta de que la espada que teníamos en nuestras manos ya no era la espada del naturalismo. Yo al menos ya no podía satisfacerme teniendo la actitud de un espectador. La actitud frente a la vida de un escritor no
puede ser la de un espectador. El escritor tiene que ser un crítico, o si no, un reformador de la vida78.
Además...
El naturalismo positivo al que he llegado no es sino un nuevo idealismo. Llevamos mucho tiempo despreciando esa palabra llamada ideal. En realidad, el ideal que nosotros abrazábamos antes como si fuera nuestro descubrimiento, no pasaba de ser más que una fantasía patética. No era más que una «life illusion»79. Sin embargo nosotros estamos vivos y tenemos que seguir vivos. Este nuevo ideal que hemos construido con nuestras manos destruyendo todo ya no es una fantasía patética.
Incluso si ese ideal fuese una «life illusion» ¡no podemos vivir sin él! Si llegase al punto de tener que tirar esta profunda demanda interna, no me quedaría otro camino más que el de la muerte.

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77 写生文 que literalmente significa «palabra pintada». Takuboku se está refiriendo al realismo literario 写実主義 y al naturalismo 自然主義.
78 Vemos reflejado aquí, como el paradigma literario para Takuboku ya había cambiado. Aquí se muestra más ese interés por el socialismo en su última etapa literaria.
79 En inglés en el original.


Lo que he escrito en el diario esta mañana es mentira, o al menos no es lo más importante para mí.
Pienso que los proyectos del ser humano sean cuales sean estos no son admirables, pero hubo un tiempo en el que no todavía no sabía cuál era el significado de esto y que fue cuando pensaba que más que cualquier otra cosa, la literatura era admirable y valiosa. ¿Será posible que de las cosas que hace el ser humano no halla ni una sola cosa admirable? Ya el ser humano en sí mismo no es ni admirable ni valioso.
¡Simplemente quiero tranquilidad! De esto me di cuenta por primera vez esta noche. Sí, es así por completo. ¡No hay ninguna duda de ello!
¡Ah! ¡Tranquilidad, me preguntaba cuál sería el sabor de no tener ninguna ansiedad! Por un largo período de tiempo –tanto como mi memoria llega a alcanzar– había olvidado ese sabor.
Últimamente el momento en el que estoy más despreocupado, es meramente en el viaje de ida y vuelta en tren desde la empresa. Cuando estoy en casa, siento, sin ninguna razón particular, que tengo que hacer algo. Ese algo es el problema. ¿Es ese algo leer? ¿O escribir? Parece que ninguna de las dos cosas. No, mejor dicho, parece que tanto leer como escribir no son más que una parte de ese algo. ¿Hay alguna cosa que yo pueda hacer aparte de leer y escribir? No lo sé. De todos modos cuando siento que tengo que hacer algo, e incluso, cuando estoy pensando en cualquier cosa despreocupada, tengo la sensación de que ese algo siempre me persigue por la espalda. Y a pesar de ello, no puedo concentrarme en nada.
Cuando estoy en la empresa deseo que el tiempo pase rápido. Esto no es porque particularmente me disguste mi trabajo o que la gente a mi alrededor sea desagradable. Es porque me siento perseguido por esa sensación de que debo de volver pronto a casa y hacer algo. No sé qué estaría bien hacer, pero de todos modos, me siento perseguido por la espalda por ese sentimiento de tener que hacer algo.
Puedo sentir intensamente los cambios en la naturaleza. Cuando miro las flores por ejemplo, pienso «Ah, ya han florecido», y una cosa tan simple como esta la puedo sentir como una flecha afilada.
Además, parece como si esas flores fueran a abrirse en un abrir y cerrar de ojos, y mientras la miro pienso que sus pétalos caerán en cualquier momento.
Mire lo que mire, escuche lo que escuche, parece que mi mente está enfrentándose a unas rápidas corrientes y no está en absoluto tranquila ni calmada. Siendo empujado desde atrás, tirado desde delante, mi mente, que piensa que hacer, no puede quedarse tranquila, y yo siento como que tengo que arrancar a correr.
Si es así ¿qué es lo que quiero? ¿Es la fama? No, ¿Es un proyecto? No, ¿Es el amor? No. ¿Conocimiento? No, ¿Es entonces el dinero? Tampoco. Sin embargo el dinero no es un objetivo sino un medio para vivir. ¡Sin duda lo que quiero desde lo más profundo de mi corazón es tranquilidad! ¡En otras palabras, creo que me encuentro cansado!
El tipo de revolución que ocurrió en mi mente desde finales del año pasado, avanzó con una fuerza inusual. A pesar de que en este período de cien días, no tuve a este enemigo  80 delante de mí siempre pasé el tiempo armado. Sin hacer distinción, miraba a todas las personas como a enemigos.
También pensé que quería matar, en orden, comenzando por la persona más íntima a mí, a todas las personas que conocía sin dejar a nadie vivo. Mientras más íntima fuera la persona más la odiaba.
«Que todo sea nuevo» fue el «nuevo» deseo que controlaba mi día a día. Mi «nuevo mundo» era, en otras palabras, «el de la persona fuerte, el mundo de la persona fuerte».

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80 Takuboku se refiere con enemigo, a ese sentimiento, del «tener que hacer algo» del que hablaba antes.


El naturalismo como filosofía en ese momento abandonó el castillo de la «pasividad» y cargó hacia las amplias llanuras del «activismo». El «fuerte» se deshizo de todas las viejas armaduras de las restricciones y las tradiciones, y desnudo, sin recibir la ayuda de nadie, tuvo que luchar heroicamente.
Con un corazón de hierro, sin llorar, sin reír, sin nada de lo que preocuparse, simplemente tenía que avanzar hacia el lugar que deseaba. ¿Por qué motivo había que tirar, como la basura, todas las cosas que se llaman virtudes del ser humano y había que hacer sin piedad cosas que el hombre no puede hacer? Eso él tampoco lo sabía. No, mejor dicho, él mismo era su propio objetivo, y el objetivo de toda la humanidad.
Los cien días que estuve armado, los pasé simplemente temblando con excitación. ¿A quién le había ganado? ¿Cuán fuerte me había vuelto? Ah! En otras palabras estaba cansado. Incluso sin haber luchado.
En el mundo hay dos caminos a seguir. Solamente dos. Uno, el de «All or Nothing» es el camino de luchar contra todo. Esto es, o ganar o morir. El otro camino es no luchar contra nada. En este no se gana pero tampoco se pierde. Y en las cosas en las que no se pierde hay tranquilidad. Siempre en las cosas en las que se gana hay espíritu. Por lo que en ambos caminos no hay nada que temer… pero aunque piense de esta forma mi mente no se vuelve clara ni alegre. Estoy triste. Mi personalidad es infeliz. Soy un debilucho. Un debilucho que tiene una espada que no es menos espléndida e inferior que la de los demás. Sin luchar no se puede continuar pero tampoco se puede ganar. Si es así, no
queda otro camino que morir. Pero odio morir. ¡No quiero morir! Si es así ¿por qué vivo?
Quiero vivir como los campesinos, sin saber nada. Soy demasiado inteligente. Siento envidia de los locos. Estoy demasiado sano en cuerpo y mente. ¡Ah! ¡Ah!, ¡me gustaría olvidarlo todo por completo, toda y cada una de las cosas! ¿Pero cómo hacerlo?
Recientemente, mi mente, de vez en cuando, me tienta con el deseo de querer ir a lugares donde no hay personas. A lugares donde no hay personas, o al menos, donde no se pueda oír la voz humana. No, mejor dicho, quiero tumbarme solo, en un lugar en el que no pueda oír ni un poco de algo relacionado conmigo, un lugar en el que la persona que venga y me mire no se preocupe por mí. Y quiero esto por una semana, o por diez días. No, incluso por un día o medio día estaría bien. Quiero intentar descansar en un lugar el que pueda «poner» la cara que quiera, ser como quiera, no preocuparme por ser visto por otras personas, y poder descansar con mi propio cuerpo y pensamiento.

Para olvidar estos pensamientos, voy a ese lugar donde de vez en cuando hay muchas personas –el cine. Al contrario, cuando por alguna razón u otra echo de menos a las chicas jóvenes también voy.
Sin embargo tampoco en el cine puedo encontrar la satisfacción. En el cine –especialmente cuando veo solo las películas más infantiles y absurdas– es cuando ciertamente mi mente puede volver por la fuerza a cuando era niño y puedo olvidarlo todo. Sin embargo, cuando la película acaba, se encienden las luces de repente y veo la muchedumbre de gente en un número incontable salir, mi corazón  81 hierve en mi pecho más fuerte que nunca por querer ir a un lugar más concurrido e interesante. En algunos casos, hay veces que huelo muy cerca de mí un fuerte olor de pelos, y también hay veces que agarro manos templadas. Pero en esos momentos mi mente hace cálculos del dinero que tengo en la cartera. ¡No, mejor dicho, es el momento en el que estoy pensando cómo voy a pedir dinero prestado de alguien! Cuando agarro esas manos templadas, cuando huelo ese fuerte olor de pelo, no quiero simplemente agarrar las manos, sino que quiero abrazar ese cuerpo suave, caliente y de un blanco puro. ¡Cuando vuelvo a casa sin conseguir esto me siento solo! No es una soledad únicamente porque no haya podido satisfacer el deseo sexual. 

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81 Utilizamos aquí la palabra corazón para que la frase cobre significado en español, aunque también puede significar mente, según el contexto en el que Takuboku está hablando. En japonés ambas palabras son una misma kokoro 心 y se ha de traducir según el contexto.



Es por la profunda y terrible decepción de no poder conseguir nada de lo que quiero.
Cuando tenía algo de dinero, me iba, sin preocuparme lo más mínimo, a aquellos barrios llenos de voces indecentes, estrechos, y sucios. Desde otoño del año pasado hasta ahora he ido aproximadamente trece o catorce veces y he comprado tantas como diez prostitutas. Michu, Masa, Kiyo, Mine, Tsuyu, Hana, Aki82… también hay otras cuyo nombre he olvidado. Son los cuerpos calientes, suaves, y de un blanco puro que yo había deseado. Es un divertimiento que hechiza tanto al cuerpo como a la mente.
Sin embargo, entre esas mujeres había algunas más mayores, y otras verdaderamente niñas de dieciséis años, y ambas se habían acostado con cientos, miles de hombres. Sus caras no tenían brillo, su piel era fría y áspera. Estaban totalmente acostumbrada a los hombres por lo que no sentían ningún estímulo.
Tan solo tomaban una pequeña cantidad de dinero por prestar un poco a los hombres sus genitales.
No había otro significado más allá de ese. Acostadas sin quitarse el obi83 y diciendo «vamos» sin ningún tipo de vergüenza se habrían de piernas. No se preocupaban lo más mínimo de si había o no personas en las habitaciones de al lado. (¡Esta es, sin embargo, una de sus interesantes ironías!)
Esos genitales, que han sido penetrados por miles de hombres, ya han perdido su capacidad de contracción, están flácidos. En ellos tan solo se produce una acción de descarga de fluidos. Ni su cuerpo ni su mente experimentan el más mínimo placer.
Mi corazón, que demandaba con ansiedad un fuerte estimulo, no hallaba alivio incluso cuando recibía ese estimulo. Yo he llegado a pasar allí tres o cuatro noches. La piel de Masa, de dieciocho años, era tan áspera y seca como la de una mujer madura y pobre. En una habitación estrecha, de no más de un tsubo  84 y sin luz, el anormal olor a carne era tan asfixiante que producía fatiga.
La chica se durmió pronto. Mi mente estaba tremendamente nerviosa por lo que no podía dormir de ninguna forma. Metí mis manos en su entrepierna, y manoseé bruscamente sus genitales. Al final, le metí los cinco dedos y le empujé lo más fuerte que pude. La chica aun así no se despertaba:
Probablemente la razón de que llegue hasta el punto de no sentir nada en sus partes es porque está acostumbrada completamente a los hombres. ¡Esta chica se ha acostado con miles de hombres! decía mientras me irritaba más y más. Seguido le metí la mano mucho más fuerte aún. Al final, mi mano entró hasta la muñeca. En ese momento, la chica se despertó diciendo «Mm, mm». Y de repente me abrazó y comenzó a decir: « ¡Ah–ah–ah–Me gusta! ¡Más, Más–Más, ah–ah–ah!».
¡Aunque tenía dieciocho años era una chica que ya no sentía la atracción de los estímulos normales!


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82 En el original, Takuboku escribe los nombres de las prostitutas en el silabario katakana en vez de en rōmaji. Esto lohace para crear un cierto énfasis.
83 El obi, es una especie de cinturón ancho que se utiliza a la hora de vestir kimonos.
84 Un tsubo es una unidad de medida de un área que equivale a unos 3m cuadrados, es decir el área de como dos tatamis. 




Refregué mi mano en su cara. Luego pensé que quería rasgar pedazos sus genitales con mis dos manos y pies. Pensé que quería tener la visión de rasgarla y luego ver su cuerpo tendido en la oscuridad y lleno de sangre. ¡Ah, los hombres tienen el privilegio de matar a las mujeres de la forma más cruel! ¡Qué cosa más aterradora y desagradable!
Ya sé que no puedo ir a ningún lugar donde no haya gente, porque aunque fuera así no podría encontrar satisfacción. No puedo soportar el dolor de la vida misma ni tampoco sé qué hacer con ella. Todo son restricciones y pesadas responsabilidades. ¿Qué debería hacer? Hamlet dijo «To be, or, not to be?». Sin embargo en el mundo de hoy día, el problema de la muerte se ha vuelto más complejo que en la época de Hamlet. ¡Ah Ilya! Ilya de «Three of them»  85. ¡El plan de Ilya era el mayor de los planes de los que es capaz el ser humano! El intentó, no, mejor dicho, se fugó de la vida. Y con todas sus fuerzas escapó de la vida –de nuestra vida– hacia un camino de oscuridad sin fin. ¡Murió, su cabeza pulverizada contra una pared de piedra! ¡Ah! Ilya era soltero. Siempre pienso esto. ¡Ilya era envidioso y también soltero! ¡Aquí está la diferencia entre el triste Ilya y yo!
Ahora me encuentro cansado. Y deseo tranquilidad. Pero, ¿Qué tipo de tranquilidad es esa? ¿Dónde se encuentra? Aunque pasen cien años no puedo volver a tener ese antiguo corazón blanco que no conocía el dolor. ¿Dónde se encuentra la tranquilidad? «Quiero enfermar» Este deseo lleva latente en mi cabeza por un largo tiempo. ¡Enfermedad! ¡Esta palabra que la gente odia, cuando la escucho, siento añoranza tal y como si fuera el nombre de la montaña de mi pueblo natal! ¡Ah, una vida libre, liberado de toda responsabilidad! ¡El camino para tener esa vida, es tan solo estar enfermo! Pienso «Todos deberían morir» pero aunque piense esto nadie muere. Pienso «Todos deberían considerarme su enemigo» pero aunque piense esto nadie lo hace particularmente, y todos mis amigos se compadecen de mí. ¡Ah! ¿Por qué soy querido por las personas? ¿Por qué no puedo odiar a las personas con todo mi corazón? ¡Ser querido es un insulto inaguantable!


¡Pero estoy cansado! ¡Soy un debilucho!

Por tan solo un año, no, un mes,

Una semana, incluso tres días,

¡Oh kamis86, si existís,
mi deseo es solo este, por favor

dañarme un poco alguna parte del cuerpo, aunque duela,
no me importa, por favor haced que enferme!

¡Ah! por favor…

Quiero dormir sosegadamente
en un lugar completamente blanco, blando, donde mi cuerpo flote; sea donde sea,
en un futón en el que me hunda hasta las profundidades del valle de la tranquilidad, o en
un viejo tatami de una residencia de ancianos también está bien;

Y sin pensar en nada (¡morir de esta forma no es lamentable!)


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85 Takuboku se está refiriendo a Ilya el protagonista de la obra “Three of Them” (1901) de Maxim Gorky.
86 Los kamis, son los «dioses» –salvando incontables diferencias– de la religión autóctona japonesa conocida como shintō.



Quiero dormir sosegadamente

¡Hasta el punto de no darme cuenta si alguien viniera, me robara los brazos y las piernas y se fuera!

¿Qué tal sería esa sensación? ¡Ah!,

¡De tan solo imaginarlo parece que me entra sueño!

Si pudiera quitarme este kimono que ahora llevo –este pesado, pesado kimono de la responsabilidad. (¡Ah, me quedaría fascinado!)

Mi cuerpo que flotaría ligero como el hidrógeno, quizás volaría alto, ¡alto hasta llegar al cielo!

La gente de abajo quizás diría «es un alauda87»¡Ah!
– – – – –

¡Morir! ¡Morir! ¡Este es mi único deseo! ¡Ah!

¡Ah, Ah, ¿de verdad vais a matarme? ¡Gracias kami, pero esperad un poco!

Si tenéis la compasión de matadme, dadme un poco de dinero para comprar pan, incluso cinco-cinco-cinco sen incluso estaría bien.
– – – – –

Es una noche de lluvia con un viento templado. A los lejos se escuchan las ranas.

Llegó una postal de Mitsuko88 diciendo que había ido a Asahikawa. Sea como sea que se llame, ¡mi hermana menor es un parásito viviendo de un extranjero! ¡Su hermano mayor89 viste la ropa cuyo acolchado de algodón está roto por los puños90 cuando las flores de la ciudad están en su máximo florecer! ¡Mientras mi hermana que está en Hokkaidō enterrada bajo seis pies de nieve canta himnos  91!

A las tres de la mañana, caía una fina lluvia.


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87 El alauda 雲雀 es un ave también conocida en español como «alondra común».
88 Cf. Apartado biográfico.
89 Takuboku se está refiriendo a él mismo.
90 Cf. Nota 57.
91 Takuboku se refiere aquí a 讃美歌, que significa himnos cristianos –los cuales se dan especialmente en el protestantismo. Hay estudios que relacionan a Takuboku con el cristianismo, y quizás aquí podamos ver una cierta influencia por parte de su familia.


file:///C:/Users/fer/Downloads/296769-414501-1-PB.pdf




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