miércoles, 1 de octubre de 2014

RAMÓN ORÓSTEGUI [13.519]


Ramón Oróstegui 

(Concepción, Chile, 1979). Egresado de Pedagogía en Castellano de la Universidad de Concepción. En el año 1999 obtiene una mención honrosa en el Primer Concurso Nacional de Poesía “Dolores Pincheira Oyarzún” que organiza la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), filial Concepción. Durante el año 2000 asiste a un seminario de creación  literaria que dicta el poeta Gonzalo Rojas. El año 2003 la Universidad de Concepción publica una selección de textos poéticos de distintos autores de la región, en la cual aparecen algunos de sus textos. Ha publicado en revistas de literatura y organiza encuentros de poesía en la ciudad de Concepción.





FÁUSTICA LABOR DEL ANIMAL POÉTICO
                                                                                                                                       
Yo soy la realidad                                                                                                
Tú eres  la realidad
               Pero el sol
    Es la única semilla

                     Gonzalo Rojas






Diminuta y viscosa, roja sanguijuela:                                                                   

me adhiero a mi espalda blanca y me chupo.

                                                                                                                                                   Gonzalo Millán
                        

Dipsomanía del obseso,
sé que el balbuceo es una sílaba en ruinas
que sin letargo talla su sombra en la sombra,
pero no temo al mandamiento del abismo,                                     
la bestia soy yo
que se busca en el hombre,
se huele en el laberinto de sus ojos
que lamen la celda infesta del mundo. 
El cerrojo es el auriga    
que mi propia sangre hurta
para batirse a duelo,
pues soy el hambre frente a un espejo
que inventa sus tripas para comerse.
¿Pero que nadie nunca te dijo
que el hambre es la costra infinita
del hambre, que no existe ciencia
que bruña el temblor de lo oscuro.?
¿Pero que nadie nunca te dijo
que siempre se es un niño
en la jaula infesta del mundo
cuando el mosquerío apesta
sobre lo que torpemente arroja la razón?.      
Fáustica labor del animal poético,
mi credo está en tus ojos            
y sé que el balbuceo es una sílaba en ruinas
que nada toca sino con la baldía sonrisa
de la Nada, pero busco al hombre     
que se oculta tras la apariencia
de los sus simples ojos                                            
fósiles de furiosa funesta farsa.




EL VACÍO, UN SUSURRO PRIMIGENIO

Esto es                                                                                                                      
la soberbia retórica del aparente
que reclama para sí el asombro de los sofismas,
la sonrisa que pende de la cómica pretensión
del burgués y su ademán,
la ira que acampa
en los nocturnos zigzagueos de las avenidas,
la miseria que solicita sus tripas
a la piedad del dextro,
el poderoso que inaugura su festín
con los coros de la ignorancia.
Es
la belleza aturdida que panteona sus ojos
en la vitrina del capitalista,
la flor ridícula que adorna el traje del snob                           
y su fraudulenta aristocracia,
el cerrojo del aire
a los que mueren porque no mueren
en el oscuro susurro de su celeste cilicio.
Esto es
un susurro primigenio,
el hueso que escarba la raíz
o la raíz que escarba al hueso,
los labios abiertos del mendigo
a quien sólo el osario besó,
la esperanza del suicida y su temor a la noche y su incógnita,  
la tragedia de la sirena y su tatuaje de sal
que bucea en las sombras.                                                        
Esto es
todos los hombres y su miseria
puestos frente al cóncavo espejo de la verdad.                       
El vacío
un susurro primigenio,
único fósil del animal humano.



POSIBLE HALLAZGO DE LA BELLEZA

Puede ser que tus ojos
sean algo más que tus ojos
y en ellos la ceniza desnude
la órbita de las piedras,
el oficio de la belleza.
Puede ser que exista,
crezca en ellos
un retazo
cuya lámpara despida los adioses
y un laberinto engendre la peste,
se cocine el hambre del poeta.
Ignoro la geografía del estrado de Dios,
no me pertenece el azar,
tampoco he auscultado las estrellas,
más bien tengo un designio de calle oscura
y de olvido.
Sólo conozco la búsqueda de los ciegos,
nadie me dirá que es la belleza





NADIE ME DIRÁ QUE ES LA BELLEZA
                                                                                                                             

Senté a la belleza en mis rodillas   
y la hallé amarga

          Rimbaud


Nadie me dirá que es la belleza,
ni el bisturí impreso de los estereotipos,
ni los testículos congelados de las prédicas,
ni la fiebre de las vitrinas y su cárcel,
ni la gresca de los capitalistas y su coro,
ni la dicha mutilada del ocio,
ni el caos sonámbulo de los sofismas,
ni el inventario de Dios y su film,
ni el aliento gastado de los retóricos,
ni la fisonomía del mendigo en lo fatídico,
ni la profecía del hambre y su escupo,
ni la parca y su mareo azul.





ESPERANZA, GUARDIANA  DE LA DICHA

      

                                                                                                                                           Los recuerdos que no pudimos tener


               No hay nada más difícil de olvidar
                                  Enrique Lihn 
                                                                                                                 
                                                                                                                                                                       
Guardiana que vela la esfinge del caos,
tu rostro es  el cráter de toda miseria.
La derrota,
el umbral de tu traje de eclipse
entre la belleza
y la muerte.
Cortas con tu navaja oscura
la ciencia del tiempo,
esgrimiendo el horizonte
y su gesto de pájaro.
El deseo te deletrea,
arengas durante el naufragio ,
pues pétalos enmudecidos aguardan.
La muerte al azar envía
sus roncos fantasmas
de tiempo…
Esperanza, emotiva costumbre
de la dicha que se promete,
sin ser tú misma la belleza
eres la eternidad de todo lo bello.




ESPERANZA,  SIRENA DEL LIMBO

Esperanza,
sorda costumbre del jugador,
la carnada de quien espera,
es la savia de tu embuste.
En tu partida
el hambre se come al ser,
como si fueses la boca
de un Eros oscuro,
pues la pesca errante ha sido tu traje
de profeta y de mendigo.
Sirena del limbo, tu sangre
es el oasis del débil,
el agua de los manicomios.
Quémame en tu licor,
ocio del derrotado, luz
de la aurora y del sepulcro
y muestra tu cara,
la cara terrible
de lo que no sabemos,
marea de todo lo humano.





ESPERANZA DEL SUICIDA

  

            No quiero seguir siendo raíz en la tiniebla

                                            P. Neruda                                                                                                                               

No fue tu verdugo                                                    
el ronco fantasma enviado
por la muerte,
ni la blasfemia de los pétalos,
fue el  horizonte sin retorno,
el velo procaz
de lo que nunca tuvo ser.
Aunque sabías que el miedo
es el sofisma del cobarde,
acróbata de ceniza,
como una estrella que se suicida
reventaste tu luz,
pues no hubo tregua,
la lumbre era el retrato del asco
y todo fue soez
para tu oscura ardentía.
Todavía tu boca es un limbo
en el cual la esperanza supura 
su ajedrez;
todavía en la celda de tus ojos
suplica tu máscara de miseria…
Juez del vacío,
las tenazas de la muerte
rasgaron la posible dicha, el asombro,
el retorno de la belleza,
pero te concedo
que cuando la sien tiembla como un sepulcro
no se puede seguir siendo
raíz en la tiniebla.



EL SILENCIO DE DIOS

Mi madre dormía en un cántaro
cuyo estertor hueco le hablaba.
Oraba por las hormigas y los ladrones
horadada por un cuchillo
cuya voz entre ruinas cocinaba heces.

Abría sus ojos en la noche;
como un latido que se lanza a una piedra
escuchaba el mareo confundido de los jeroglíficos.

Mi madre dormía en un cántaro
como bellas manos de obrero
que jóvenes por el ademán de tocar
se rompen en el fuego aturdido de la costumbre.

Yo
como humilde obrero la bendigo
en el simple altar de mi ignorancia
y sacrifico mi sordera
para que su cuchillo raje este poema
como una verdad felizmente revelada.




AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS

Lope de Aguirre,
súbdito aciago del horror,
el filo de la muerte
fue tu majestad
en el Amazonas.
La tragedia del poder
expropió tu corazón,
transformando tus ojos
en bestias
que desgarraban la corriente del río.
Enlistada en lo macabro y caníbal,
tu cuadrilla auscultó la pálida
trizadura de  los mosquetes,
obsequio terrible, dádiva atroz
de El Dorado.
Bastardo de lo humano, la traición
te legó como proeza
la conquista del asco,vil ingenuo
humillado por tu hambre…
Lope de Aguirre, fuiste la cólera de Dios
y por eso te fue imposible retornar
a la esencia de lo bello:
el celeste latido de los mortales





EL SILENCIO DE LORNA

Tu silencio es el fragmento
de odio escrito en todo linaje.
Pero ésa bella osadía de golpearte
contra la paredes, te catapultó
a la nobleza de astro.
Ni el bar, ni el amor de Sokol
persuadieron tu correcta sangre,
Por eso te desnudaste,
pues sabías
que no existe daño más bello
que el de tu cuerpo sometido
a la medialuz,
desde la tenue lágrima
que la nieve escarba.  
Corre
y erige el desengaño de toda gloria,
blasfemando al silencio prematuro
de la muerte.
Dale una partida de cartas 
a  la memoria de Claudy
haciendo estallar tu pubis
en los bolsillos de todos los hombres,
y describe a tu misterioso hijo
el genuino parto del amor.



PSICOSIS

Pájaro estático,
enciende el cartel de lo macabro
puliendo su filo
con el cortés teatro
y cadáver de la culpa
en tu tartamudeo.
Carga las maletas, triste voyeur,
limpia y excusa todo propósito.
Recuerda, naciste en tu trampa,
el amor hacia tu madre
te ha convertido en la peste
que oficia el arte
de la resurrección.
Siervo a tu disfraz,
clava el cuchillo
una y otra vez,
para ceñir la amada silueta
a la ventana,  sótano de tus ojos
que torpemente derrumbaste,
en el vértigo del pantano,
junto a los restos del deseo.




LOS OLVIDADOS
         
El olvido es patrimonio de cobardes
                                                                                                                                                            José María Memet


Si a la miseria se pudiese domesticar
en la doma de los avorazados,
alejar la mordaza
que embestia a la infancia.
Si sobrevivir no fuese vicio,
ni el gesto
sordo hastío a la madre.
Si el ciego no compusiese
el absurdo con su nostalgia
que la luz escombra.
Si nada escarchase el tajo
de la belleza en la boca
de los menesterosos;
púas no hubiese
en la sangre de la historia
para estos animales,
ceniza triste del capitalismo.
Si asir se pudiese la caricia
en la correcional, sollozo no.
Si a la miseria se pudiese domesticar,
dejaríase de ausencia la belleza
no sería son de sólo fábulas, 
atroz sopor de silente
vacío susurro.





¿SERÁS COMO ENTONCES, TODAVÍA?


                                                   Sé que hay estrellas                                                                                                que ya se extinguieron
                                                      pero que aún alumbran.
                                                               Manuel Silva Acevedo                                                                                                              

                                                                                                                                 
Una estrella inconsciente hace inviernos                                                       
crepita en el desdén  que intentas.              
No podemos engañar al amor, me digo
Hemos inventado devastarnos con palabras
que de rubor caparían a un volcán,
pero cuando te hallo,
sosiego de gitana,                                                                                                 

sé que aún cuelgo de ése abrigo,
con veinte años de océano iluso,
y te miro pálido
como la cicatriz de un tranvía,                                            
mientras deseo tu ternura
y pobremente me sacio
con el humo que agusana mi exilio.





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