Raúl Correa Ramírez
(Nació en Valparaíso año 1922 - Murió en Santiago de Chile en Noviembre 2012). Poeta y profesor. Fue miembro de la "Sociedad de Escritores de Chile" y del "Instituto de Artes y Letras Fernando Binvignat", además de director del "Círculo Literario Carlos Mondaca". En 1981 fue distinguido con el Premio Regional de Literatura.
Biografía
Poeta. Activo promotor del movimiento literario en La Serena. Su actividad profesional fue la docencia. "Fuertemente apegado a la raíz terrestre, cogiendo aquí y allá sus florecillas, a lo rústico, sin mirar a un lado y a otras escuelas, novedades, audacias, aspira a una satisfacción interna que habla en él desde honduras ancestrales", dijo Alone del profesor y poeta serenense Raúl Correa Ramírez.
En 1948, a los 26 años, visitó en Santa Bárbara, EE. UU. a nuestra Premio Nóbel, Gabriela Mistral, de quien —dice Correa— recibió “una gran lección: me enseñó a corregir, corregir y corregir…”, a la vez que ella mostró “cómo una persona es capaz de ser fiel al terruño”.
La trayectoria literaria de Correa transcurrió aparejada a su labor como docente. Fue miembro de la Sociedad de Escritores de Chile y del Instituto de Artes y Letras Fernando Binvignat y director del Círculo Literario Carlos Mondaca. En 1981 fue distinguido con el Premio Regional de Literatura.
Obra:
Persecución y fuga, elegía, 1965.
Ancestral, poemas terrestres, 1978.
Temporalia, poemas circunstanciales, 1979.
Fabulando en La Serena, 1980.
Sonetos Serenenses, 1984.
Doce sonetos ciudadanos, 1989.
Premios
Premio Regional de Literatura, 1981.
Premio Nacional de Poesía Pen Club, 1985.
Fuentes:
Diccionario de la Literatura Chilena, Efraín Scmulewicz, 1984.
Dentro de la obra de Correa se cuenta "Fabulando en La Serena", un interesante trabajo lírico que publicó en 1980 y que rebosa amor al terruño, ingenio y buen humor:
"Permítanme los pasajes
pidió el conductor del bus
perrito si tú los tienes
perrita los llevas tú.
Dijo el conductor molesto
por lo tanto tú y tú:
a los quiltros molestos
los bajo del autobús..."
En 1984, Correa sacó a la luz "Sonetos Serenenses", una obra que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Pen Club y que se constituyó en una inspirada evocación del oficio poético, la geografía local y su gente:
"Cuando caen las sombras en el puerto
y a lo lejos se encienden las estrellas
olvidamos los hombres las querellas
para escuchar la música del huerto.
Al nombre vivo de un poeta muerto
se juntan los que siguen por sus huellas
para hablar de las cosas que son bellas,
de las artes y letras en concierto.
Surge la luz del canto vespertino
y suena el verso con el ritmo incierto
de su vaivén nocturno y peregrino.
Libra el vaso al destellar el vino
por el aire su libro descubierto."
Persecución y fuga
Autor: Raúl Correa
La Serena, Chile: Impr. El Día, 1965
CRÍTICA APARECIDA EN LA NACIÓN EL DÍA 1966-01-23.
AUTOR: JAVIER RODRÍGUEZ LEFEBRE
Raúl Correa, profesor de educación, nació en Valparaíso en 1922, estudió en Santiago, actualmente desempeña la asignatura de Filosofía y Didáctica General en la Escuela Normal de La Serena. Publica por primera vez e irrumpe en las letras nacionales con un volumen de elegía: “Persecución y Fuga” –tamaño 1/16, 68 páginas, papel couché-. La sobria presentación del libro de Correa va a la par con su contexto.
Nos gustaría, antes de continuar este breve comentario, insertar un párrafo sobre lo que es la elegía, pues es necesario ello para aclarar conceptos sobre el particular. Elegía, a decir del Diccionario de Literatura Española de la Revista “Occidente” especifica: “En general, pueden distinguirse dos especies de elegía; una que podríamos llamar heroica, en la cual se lamenta las desgracias públicas… y otra, más íntima, más personal, y, por consiguiente, de género menos elevado, en la que exhala el poeta las penas de su propio corazón”. Indiscutiblemente Raúl Correa nos refleja en su libro esta última, es decir, “las penas de su propio corazón” y canta así:
“Oh voluntad apasionada y fuerte
una brisa de sollozos,
una herida me penetra el corazón,
cuando pienso en mis eternas naves,
en el hombre, el dolor, la miseria y la angustia.
A través de la sangre doliente,
de la noche más lenta y más fría,
como niño hecho de musgo y leche amarga lloró”.
No está mal para comenzar. Otros lo intentaron y les fue bastante bien y llegaron muy lejos. Por ahí suenan los nombres de Jorge Manrique y Rodrigo Caro, Federico García Lorca y Francisco de la Torre.
Nuestras felicitaciones al poeta serenense.
CRÍTICA APARECIDA EN LA NACIÓN EL DÍA 1966-05-08.
AUTOR: EMILIO MOHOR
Hurgando en la producción poética, nos detenemos a analizar un libro singular, titulado “Persecución y fuga”, de Raúl Correa. El título de por sí es musical. Los datos que tenemos del autor son escasos: nació el 3 de julio de 1922 en Valparaíso. Hizo sus estudios en Santiago y se graduó de Profesor de Educación. En la actualidad ejerce las asignaturas de Filosofía y Didáctica general en la Escuela Normal de La Serena.
En esa tranquila ciudad provinciana y sus aledaños paradisíacos –que invitan recogimiento-, Raúl Correa ha moldeado con su arcilla poética llena de afanes y sentimientos, este primer libro.
No tiene pie de imprenta, apareció en La Serena, no obstante es una edición hermosa y pulcra y mejor que muchas ediciones impresas en editoriales santiaguinas. El autor la ha subtitulado: “Elegía”.
Como sabemos, la elegía es un poema corto en la que se refieren cosas tristes. Esta elegía consta de 33 versos que ocupan todo el volumen de 63 páginas. Vivimos en una época en que el hombre recorre largas distancias en su exploración del cosmos, los científicos y médicos han logrado alargar la vida de los seres humanos y, ¿por qué el poeta no se daría el gusto de alargar la elegía?
Esta elegía lírica es un triste lamento –la admonición hacia el hombre y su vida-, sus angustias y esperanzas, apreciándose en síntesis, un visible amor humano, su verso es de tono menor y grácil, bien logrado, tanto en el fondo como en la forma y no se advierte oscuridad en los conceptos, como se ha hecho común en poetas de la nueva promoción, sino que su fluidez es nítida y transparente. En su versificación se aprecian acertadas metáforas, interrogaciones y vislumbre de poesía social.
“¿Sabes acaso cómo sufren
aquellos hombres que fabrican puentes
leche en latas y conservas?
¿Sabes acaso de la efigie primitiva,
de aquellos hombres macilentos
que apenas una sombra les alumbra
el frágil armazón que les sostiene?”
Su lectura a ratos deleita y asombra, pues, nos da la impresión de estar leyendo a los poeta neohelénicos, como Kostis Palamás, María Polyduri, a Kavafis el alejandrino de origen griego; o a Georgios Stylianos Seferiades, más conocido en el mundo de las letras por su pseudónimo de Jorge Seféris.
Es presumible que Raúl Correa no haya leído a los citados poetas, por falta de traducciones al castellano, existiendo solo versiones al francés, inglés y, del último de los citados, al español, que son de difícil hallazgo, por tanto, es de pensar que no ha caído bajo esas influencias, considerándose así mayor su mérito.
La obra mantiene su númen creador a lo largo de la elegía:
“¡Oh, misteriosa fuerza sin sentido conocido!
¿A qué lugar viejos amigos?
¿A qué lugar...?
¡Oh, fuga cruel! ¡Oh, desesperanza!
Persecución del árido fuego
desde tu abismo vuelvo
en la sombra trashumante de la estrella”.
No es posible dilatar esta crónica debido a lo exiguo del espacio disponible, pero sintetizando podemos decir que Raúl Correa, si a veces tropieza, lo hace con honradez, no obstante en su verso hay elegancia del lenguaje, extendiéndose a un notorio aticismo, verbigracia:
“Una brisa de sollozos,
una herida me penetra el corazón,
cuando pienso en mis eternas naves,
en el hambre, el dolor, la miseria y la angustia.
A través de la sangre doliente,
de la noche más lenta y más fría,
como niño hecho de musgo y leche amarga lloro”.
Y así sigue y prosigue y la elegía se encadena en su armonía de eslabones –brillantes y limpios-, la eufonía se conjuga con el ritmo para dar paso a la estructura del poema.
Raúl Correa ya comenzó su labor y, es de esperar que continúe en ese quehacer poético, que no se aparte de su meta, cuyo camino se ve franco y despejado en la difícil tarea lírica; sus versos son promisorios. Después de terminar de leer su elegía –“Persecución y fuga”-, puede afirmarse que su autor es un creador poético. Ojalá siga por la senda de este libro que constituye una incursión feliz por los difíciles caminos de la buena poesía.
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