MARTÍN BORDEMAR
(Chillán, Chile)
Martín Bordemar, nacido en Santiago de Chile el 16 de marzo de 1989, criado en la ciudad de Chillán. Es aquí donde comienza a ver los primeros balbuceos de sus versos, pero es en Playa Ancha, cursando estudios de Pedagogía en Filosofía, donde se desata el caudal de palabras que un año después derivará en el libro de poemas "Mis Muertes Necesarias", bajo el pseudónimo de Orilo y editado de forma independiente. También figura en la antología "Poesía en el Café", libro que recopila a poetas que leían con regularidad en el café Paskín de Valparaíso.
Ha participado en diversas lecturas, básicamente en Valparaíso y Chillán, entre ellas, las jornadas de Descentralización Poética y Poesía en la Piedra, realizado en el bar La Piedra Feliz de Valparaíso.
LA VOZ DEL CUERPO
Te hablo desde la punta
de mi lengua,
ahí donde florecen
mi petición y mi deseo,
ahí donde se lanza
en voltereta de circo o nadando
en el aire invisible buscando
a la cigüeña que eres tú, de mi coge
y mi apetito melómano del trinar de tu piel
expuesta a la luz de la noche…difícil
cosa más bella y envolvente,
difícil sábana de la que no quiero salir,
beso carnívoro, ostra abierta que me invita
a saciarme de perlas que me apresan,
a la vez libre y ancho en la jornada mía
del excesivo deseo de tu piel que viste
llena de frutos, que me estimulan
el seso que amenaza desbordárseme
por los poros.
MAR FIRME
Ahogué, en el mar muerto que represento,
todas las certezas que en mí
creyeron haber florecido.
Y las miré con ignorante vista,
haciendo como que nunca las tuve
alguna vez sobre mis hombros lastimados.
Renuncie a ellas con entrega de hipocampo estéril,
enviándolas a un recuerdo que se hundía
pero nunca rozaría el abismante olvido.
…Partiéndolas, partiéndolas lejos las vi.
Han muerto como un enero que se torna febril.
Han descansado obsoletas en su irreal pulcritud
de amores felices, de metas trazadas en un anochecer
sin estrellas vivas, de cultivos que desbordan
prósperos su vegetal futuro y descansan
observando impacientes su no venir.
Escaparon de una jaula agreste, un día:
Volaban atolondradas, más lograron ponzoñosas
liberarse a un firmamento ficticio;
donde no pesaba, donde no valía
más que la condensación de las Lágrimas.
Desvanecidas esperaron muertas su esperanza inútil.
ASCO BUCAL
Tengo el sabor
del vulgo metido en la garganta
como un amasijo
de pan mal tragado.
Sostengo de mis amígdalas el desconocido
e invisible terror que arrojan
los inconscientes a la calle, como a perros
hambrientos sin comer durante siglos,
siendo nosotros de carne, y hueso, y marejadas
que van rotando.
Contengo en mis dientes
toda la frialdad de las montañas, en la arquitectura
de mis muelas desmanteladas por los deseosos
de lo suyo y de lo ajeno.
Tengo la lengua reseca por el sabor malsano
que me deja el mundo al probarlo.
MUNDANAL.
La severidad del cielo
y la nobleza de los árboles.
Frente a este deseo parido
que son mis extremidades y mis
órganos, me pregunto:
Entonces, si la realidad está
en los tejidos de la tierra anciana,
este cuerpo de carne, lazo y concreto
también existe en la exhalación
del mundo y de las flores que vomitan.
Entonces, si esta tierra que germina
e irrumpe, tal cual el hogar
de los caracoles en las espaldas
de las bellas ilustradoras del universo
y la carne existen,
es nada más porque esos ojos sacrílegos
y santos que salen de la tierra mojada
apetecen abrirse y llorar.
Entonces, si esa agua corre y no precipita,
la quietud no es más que un culto
a la madre de buitres que se amamantan
de la peste de los inmóviles, y los ojos
del hombre que rompe su hollejo
no son más que fusiles apuntando
hacia un ser, que ante tanta materia
no se pronuncia o quizá ni existe…
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