Leonardo Eliz
Nacido en Santiago de Chile el 6 de noviembre de 1861, se educó en el Instituto Nacional y comenzó su carrera periodística escribiendo en el diario El Imparcial, 1885. En el curso de ella, en años siguientes, fue corresponsal desde Valparaíso de diversos periódicos, entre los cuales cabe citar El Sur de Concepción, El Progreso de Talca y El Cemor de San Felipe.
Radicado en Valparaíso, ya en 1890 era inspector y profesor de geografía descriptiva en el liceo porteño, y en 1894 profesor de castellano y de caligrafía. Se jubiló en 1928.
Falleció en marzo de 1939.
Obras principales:
Musas chilenas, 1889, estudios críticos sobre poetas chilenos de todos los tiempos; América y Colón, 1892; Las rosas, 1902; Poesías líricas, 1903; Reseña histórica del Liceo de Valparaíso, 1912; Cervantes y las rosas, 1916; Cervantinas, 1916; Colores y ritmos, 1934.
MADRIGAL
Estaba tiernamente enamorada
del Céfiro una Rosa,
y cuando más lozana y olorosa
se erguía en el rosal entronizada,
el Cefirillo blando
ocultóse en sus hojas suspirando.
-"¿Qué traes, dueño mío?"
-"Un beso de María,
que es bella como el alba en este día,
¡y guárdalo entre púrpura y rocío,
que un beso virginal es un tesoro!"
Y el Céfiro voló. La flor amante
suspiró de terneza
y un suave rayo de oro
iluminó su espléndida belleza.
¡Qué dulcísimo instante!
Entonces comprendí, casta María,
el amor de las flores
y el beso de las vírgenes hermosas
que los céfiros guardan y las rosas.
¡Si aquella flor tuviera!. " ¡En sus olores
el beso tuyo siempre encontraría!
RECUERDO
Por la tosca ventana entreabierta
contemplé de la luna el brillar
y el vaivén de la fronda en la huerta,
oyendo el murmullo del viento al pasar.
Un profundo silencio reinaba;
y en la estancia no había ni una luz.
y muy triste y enfermo me hallaba,
cual ave que muere y oculta un sauz.
Al besarte las manos de armiño,
tus cabellos, tu púdica tez,
en sus ojos veía el cariño
que tú me jurastes por más de una vez.
Y te dije: -"no olvides un día
al que canta, tus gracias y amor,
cuando duerma en morada sombría,
borrado su nombre, sin lauro, ni flor..."
Tú, llorando, besaste mi frente.
y los dos no pudimos hablar:
pero ¡Cuánto lenguaje elocuente
ocultan las almas que saben amar!
Continuaba alumbrando la luna
la alquería y el campo sin flor;
más la brisa en la extensa laguna
rizaba las ondas con suave rumor.
Ya son dos los años, bien mío,
y recuerdo con hondo pesar,
tus palabras, el triste bohio
y el viento de otoño, gimiendo al pasar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario