Hernán Rivera Letelier
Hernán Rivera Letelier (Talca, Chile 11 de julio de 1950) es un escritor chileno, conocido principalmente por sus novelas ambientadas en la pampa salitrera.
Aunque nació en Talca, se crió y vivió hasta la edad de 11 años en la oficina salitrera Algorta, en el norte de Chile. Allí y en las de María Elena y Pedro de Valdivia hizo sus estudios escolares.
Debido al cierre de Humberstone, sus padres se transladaron con sus cinco hijos a Antofagasta, donde a las dos semanas de llegar muere su madre, víctima de la picadura de una araña de los rincones. Entonces, la familia decide volver a las salitreras: "Los hermanos menores de Hernán se fueron con las hermanas casadas de vuelta a una salitrera, pero el 'tímido rebelde o rebelde tímido' —según su propia definición— se negó a partir y decidió quedarse solo en la ciudad, viviendo en una suerte de ruca instalada en el patio de una iglesia evangélica. El padre, que trabajaba en una mina y regresaba cada 15 días, lo comprendió y dejó que buscara su rumbo".
Se ganaba la vida vendiendo diarios; le alcanzaba para comer e incluso para ir al cine: "Como en Algorta no me dejaban ir, aquí me hice un cinéfilo crónico. Los miércoles daban las rotativas: entraba a las dos de la tarde y no salía hasta la una de la mañana para ver tres veces las tres películas. Como a las seis hablaba con el portero, salía a comprar pan y mortadela y me metía de nuevo al cine". Después de tres años de vivir en Antofagasta, volvió a la pampa a trabajar. En la salitrera María Elena fue mensajero de la empresa Anglo Lautaro (hoy Soquimich) y, después, al cumplir los 18, entró a un taller eléctrico.
A los 19 años, toma su mochila y viaja durante tres años por Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Argentina. "Fue en este viaje donde decidí convertirme en el mejor escritor del mundo", dirá años más tarde. De regreso a la pampa en 1973, comienza a trabajar en la mina Mantos Blancos y después como operario en la oficina salitrera Pedro de Valdivia; paralelamente, estudia en la escuela nocturna para completar la enseñanza básica.
Pero habrá de pasar más de una década de aquel memorable viaje en que tomó la decisión de consagrarse a la literatura antes de poder publicar su primer libro: en 1988 sale Poemas y pomadas, "autoedición de 500 ejemplares que vendía puerta a puerta, en los bares y los cafés", y en 1990 Cuentos breves y cuescos de brevas (1990).
Cuatro años más tarde publicaría su primera novela, La Reina Isabel cantaba rancheras, que lo catapultó a la fama y le granjeó sus primeros premios importantes (antes, escribiendo poesía, había ganado 26 galardones en concursos menores): el del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, más una mención en el Municipal de Santiago. Desde entonces, este libro se ha convertido en una de las obras literarias de más vasta difusión de la narrativa chilena reciente. El mismo Rivera Letelier diría en 2000 que desde que publicó La Reina Isabel cantaba rancheras la vida le "dio una vuelta de carnero". "Me he convertido en el hombre más feliz del mundo; hago lo que me gusta, vivo de eso y lo gozo. No he cambiado mi forma de vivir ni mis amigos, pero me siento más seguro de mí mismo, ya no tengo que preocuparme de que no voy a tener pan para mis hijos mañana".
Su siguiente novela, Himno del ángel parado en una pata (1996), volvió a recibir el premio del citado Consejo, consolidándolo como escritor. La lista de galardones y distinciones ha ido creciendo a medida que el escritor ha ido editando sus nuevos libros.
El primer sello que publicó sus novelas fue Planeta, pero a partir de 2006 Rivera Letelier saca sus libros en las editoriales del Grupo Santillana —que han reeditado todas las novelas aparecidas anteriormente en Planeta—, particularmente en Alfaguara y Punto de Lectura.
Algunas novelas suyas han sido adaptadas al teatro (La Reina Isabel cantaba rancheras tiene varias adaptaciones, una de ellas con la participación del mismo Rivera Letelier) y traducidas a varios idiomas, particularmente al alemán, francés e inglés.
Está casado desde 1974 con María Soledad Pérez, a quien conoció cuando trabajaba en la mina de cobre Mantos Blancos. "Ella se enamoró de mí cuando me vio a través de una ventana, bailando rock and roll". El matrimonio tiene cinco hijos.
Cuando se le ha preguntado por qué empezó a escribir, en alguna ocasión ha dicho que "por hambre". Lo que sucedió fue que en los años de su viaje juvenil, que lo llevó por Chile y el Cono Sur, en realidad pasaba hambre. Y una noche, escuchando la radio con un amigo, se enteraron de que un concurso de poesía prometía como premio una cena para dos. "Cuando escuché la palabra comida me bajaron las musas y dije 'yo puedo hacer un poema'. Nunca había escrito nada ni había tenido un libro de poesía en mis manos (salvo los versos de los libros del colegio), pero tuve la convicción absoluta de que podía hacer un poema y que me iba a ganar esa cena"; agarró entonces el cuaderno donde pegaba fotos y postales del viaje, que lo tenía guardado en la mochila y se sentó a escribir su primer poema, "inspirado en una pololita que había dejado en la pampa". "Me salieron cuatro páginas; al día siguiente lo fuimos a dejar a la radio". Efectivamente, ganó el concurso, lo que no dejó de ser una suerte, porque gracias a él salió a la superficie su vocación de escritor o "contador de historias", como prefiere autonombrarse, vocación que lo ha convertido en uno de los autores más leídos en Chile.
Rivera Letelier es agnóstico. Al respecto dice: "Yo tuve una infancia muy religiosa. Mis padres eran evangélicos y pasaban en la iglesia rezando, orando y cantando. Llegó un momento en que dejé de creer en todo eso", y bromea, refiriéndose a su éxito como escritor: "Yo no creo en Dios, pero creo que Dios cree en mí".
Sus novelas y el cine
Varios de sus libros han despertado el interés de productores y directores, pero la mayoría no se han concretado. Así ha sucedido con Los trenes se van al Purgatorio (2000), que debería haber rodado Jorge López, o Santa María de las flores negras (2002), de la que tenía que hacerse cargo Marcelo Ferrari. La adaptación de La contadora de películas (2009) está en manos de Walter Salles.
Fatamorgana de amor con banda de música (1998) parecía destinada a seguir la misma suerte después de que su guionista y productor inicial, Bernard Giraudeau, falleciera en 2010. Sin embargo, el actor y productor belga Hubert Toint decidió concretar el proyecto como un homenaje a Giraudeau, del que era amigo. La película, dirigida por él, se rodó entre marzo y mayo de 2013 en Chile, en la zona donde estuvo la salitrera Humberstone, y está protagonizada por la belga Marie Gillain en el papel de la pianista Golondrina del Rosario y el chileno Eduardo Paxeco como el trompetista Bello Sandalio.
Obras
Poemas y pomadas, Editorial Eléctrica Chilena, Santiago, 1987
Cuentos breves y cuescos de brevas, microcuentos, Ediciones del Taller de Literatura Recital, Antofagasta, 1990
La reina Isabel cantaba rancheras, Planeta, 1994
Himno del ángel parado en una pata, Planeta, 1996
Fatamorgana de amor con banda de música, Planeta, 1998
Donde mueren los valientes, relatos, Editorial Sudamericana, 1999 (reeditado por Punto de Lectura en 2007)
Los trenes se van al Purgatorio, Planeta, 2000
Santa María de las flores negras, Planeta, 2002
Canción para caminar sobre las aguas, Planeta, 2004
Romance del duende que me escribe las novelas, Planeta, 2005
El fantasista, Alfaguara, 2006
Mi nombre es Malarrosa, Alfaguara, 2008
La contadora de películas, Alfaguara, 2009
El arte de la resurrección, Alfaguara, 2010
El escritor de epitafios, Alfaguara, 2011
Historia de amor con hombre bailando, Alfaguara, 2013
El vendedor de pájaros, Alfaguara, 2014
Premios y distinciones[editar]
Premio del Consejo Nacional de Libro 1994 en la categoría obra inédita por La reina Isabel cantaba rancheras
Premio del Consejo Nacional de Libro 1996 en la categoría obra inédita por Himno del ángel parado en una pata
Premio José Nuez Martín 2001 (Chile) por Los trenes se van al purgatorio
Finalista del Premio Altazor 2000 con Donde mueren los valientes
Finalista del Premio Altazor 2001 con Los trenes se van al purgatorio
Premio Arzobispo Juan de San Clemente 2001 (España) por Fatamorgana de amor con banda de música
Caballero de la Orden de las Artes y Letras, 2001 (Francia)
Finalista del Premio Altazor 2003 con Santa María de las flores negras
Premio Alfaguara de Novela 2010 por El arte de la resurrección9
Premio al Mérito Literario Internacional Andrés Sabella 2012 (Feria Internacional del Libro Zicosur Antofagasta)10
Hernan Rivera Letelier
Aunque nació en Talca (1950), "para mí el norte ha sido todo. En él he vivido prácticamente toda mi vida... sureño de nacimiento, el norte me vio llegar en brazos de mi madre. Y en él me quedé empampado".
Sus poemas se caracterizan por una nota común: la ironía o humor negro: "Jeremías: Nadie me quita de la cabeza que fue demasiado sonora la palmada que me dieron al nacer"... "Epitafio a mi padre muerto el '73: No levantéis de ese modo las cejas. El viejo se murió de silicosis".
Poesía simple, creada sobre la base de hechos cotidianos, que de ninguna manera pretenden dejar impávido al lector; éste, no tiene otra alternativa que reír o enojarse. Ahora, limitar sus poemas sólo al influjo del antipoeta reconocido en 1969, es desconocer -en gran parte- el trabajo de otros creadores que con mucha anterioridad ya la practicaban.
Las líneas literarias que le sirven de raíz deben buscarse entre las metáforas del siempre modernísimo Ramón Gómez de la Serra; en la práctica de la poetización de lo feo, como ayer se nos mostrara en el Lunario Sentimental (1909) del argentino Leopoldo Lugones. Sin saberlo, Rivera Letelier es poseedor de la gracia de un runrunista perdido en el tiempo. Y aquí, engarzará con la lírica más o menos popular y netamente chikena de un Floridor Perez o en ese burlarse de los demás, aprendiendo una vez que supo reírse de sí mismo, como muchos de los poemas del Mester de Bastardía, de Manuel Silva Acevedo.
Su primer libro Poemas y Pomadas (Santiago, 1988), aparece después de una serie de trípticos edictados por el Taller de Literatura "Recital". De él, Ignacio Valente en la sección Artes y Letras de El Mercurio de Santiago, destacó su poema:
MET AMOR FOSIS
Ya ves lo que has hecho
por no haberte dado
a mis rugidos
a mis garras
a mis fauces de mamífero carnicero.
Hoy hasta mi sombra es mal mirada
porque vestido de negro
te sobre vuelo en círculos
y planeando como que no quiere la cosa
aguardo por tu amada carroña.
Considerando que "Rivera no es el primer poeta en desarrollar las extrañas analogías entre el eros y el thanatos, entre el acto de amar y el de dar muerte, pero su enfoque de esta relación es original, tal vez porque el poeta se transfigura primero -a la hora de la solicitud- en bestia depredadora, y luego-a la hora de la consumación, en ave de rapiña. El resultado es convincente", plantea Valente.
Al presentar su primer libro en Antofagasta, junto a la abogado Katia Abarca V., quien jugó con los términos legales Lanza-miento, nos preguntábamos pero dónde, por dónde la literatura, esa sagacidad, esa ironía, ese humor negro que asoma en cada uno de sus textos. Simplamente de lo divino, del libro de los libros: la Santa Biblia. Cuatro años después reconocería frente al periodista José Astudillo Gómez, de El Mercurio de Antofagasta que "en el hogar paterno, fui una persona más bien introvertida que ocupaba sus horas en leer la Biblia, único texto disponible...", incluso, en su función de fabulador, nos ha contado que alguna vez también fue predicador de esquinas.
Y también de lo humano, literatura como un trabajo de elaboración, literatura de cajón de sastre y no de colgador de modista, literatura que encuentra su base en la elaboración y reelaboración, en la confrontación y en la alteración de algún símil anterior, pues qué difícil es decir algo nuevo bajo este candente sol de pampa y salitre. "No me agrada que un poema o cuento me salga muy rápido... Retoco una y otra vez con la paciencia del orfebre. Me gusta situar la palabra, el adjetivo preciso".
De lo divino a lo humano (y también a lo demoníaco), a ese otro yo que se nos aparece en cada línea, traicionándonos en su parecer: Hahn, con una carga mayor de literariedad, si no, reléase su "Vaca 2" con su canto a Ledas y carniceros; a Lihn, con su ironía que supera al verso breve parriano.
VACA 2
No le digan a los carniceros
que en cada vaca hay un cisne
no le digan que pese a su continente
a lo descortés de su forma
y a su mismo nombre tan córneo
y cuadrúpedo como ella
no le digan a los carniceros
verdad más grande que la propia vaca
ni aunque se hallaran
la mismísima imagen de Leda
plasmada en uno de los costillares
creerían creo yo los carnales carniceros
lo mismo ocurre con las cocineras
y sus atroces tablas de picar carne
sólo los matarifes saben bien de esto
solamente los matarifes Ellos sí han oído su canto.
Ha ganado varios concursos, entre ellos, el segundo lugar del Javiera Carrera, 1980; primer lugar Javiera Carrera, 1981; segundo lugar concurso de cuentos 85 años de El Mercurio de Antofagasta, con el "El fantasma de la lámpara a carburo y su paseo por la calle principal", etc.; ha sido incluido en revistas nacionales ("La gota pura") y antologías, como la del Cuento Minero Chileno (1991), del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile preparada por Javier Jofré, donde le toca presentar a Mario Bahamonde, Andrés Sabella y Carlos Pezoa Véliz; y, Catorce Poetas Chilenos Fuera del Fuego (1991); ha dado recitales a lo largo de todo Chile y ha sido invitado a cuanto encuentro literario se efectúe. Volviendo a los concursos, señal que "no escribo para concursos y cuando participo en ellos, lo hago con trabajos que están confeccionados con mucha antelación".
Y de la poesía al cuento: Cuentos breves & Cuescos de brevas (1990), cuyo acto de presentación en la Oficina Salitrera Pedro de Valdivia se efectuó el 3 de mayo, y cuya invitación decía, como buen fabulador, que "hoy hace justamente 1.211 años que se inventara ese ridículo adminículo llamado peineta". Nosotros preferimos contestar que sí, que ese día 3 de mayo, justamente hace 148 exactos, exactísimos el maestro José Victorino Lastarria pronunciaba el discurso inaugural de una Sociedad Literaria:
"Señores: Al presentarme por primera vez ante vosotros, me siento profundamente conmovido por la sincera gratitud que encendísteis en mi pecho, al señalarme como uno de vuestros compañeros... conmoción que es algo más que gratitud... es también temor, de vergüenza..." Y vaya uno a saber hasta qué punto y plano aquí comienza a fundirse y confundirse los del maestro Lastarria y lo del hablante de esta presentación (y éste es el único guiño al espectador u oídor)..., "vuestra dedicación es una novedad".
Habráse visto que toda una pléyade de trabajadores salitreros apoye la ilusión de Hernán Rivera transformada en un libro de cuentos y vaya con qué cuentos nos sale ahora..., ilusión que bien pudo haber "estado expuesta a perderse sin remedio"..., pero he aquí lo valioso, pues ustedes, tal vez por "instinto que por convencimiento, lograron "completar la obra". Y no me queda otra alternativa que daros "el parabién, señores, y muy sinceramente me glorio de ser vuestro compañero, porque habéis acertado en asociaros para satisfacer una necesidad", la necesidad de Hernán Rivera de verse nuevamente en letras de imprenta.
Y como de la alegría de un lanzamiento se trataba, continuamos diciendo que todo hombre guarda en su interior lo ceremonial, es decir, el sentido de festejar con algún propósito definido; de hacer diferente el día cotidiano, de suspender por un instante la jornada habitual y transformarla en extraordinaria. Y de esta alegría deben participar todos los que en ella han trabajado. Allí está, por ejemplo, el testimonio de los tijerales en una construcción, donde patrón y trabajadores intercambian diálogos alrededor de un bien regado asado...; allí, el descorche de una botella de champaña por deportistas del volante, que nos salpica a través de las cámaras televisivas; allí, la esperada pagada de piso de un nuevo compañero de trabajo... ¿Y por qué todo esto? Porque nosotros también estamos alegres. Hay un libo, un libro del poeta que todos conocemos y cuyo oficio de poeta -siempre tras la búsqueda del sentido exacto de las palabras- lo lleva en su narrativa breve a no engolosinarse con la frase de relleno y pedregosa. Nada de pasesitos cortos ni fintas, directo al arco y gol. Cree que sólo lo conciso es fecundo. De allí que una de las primeras tareas que se le indicó fue la de no temer a las palabras (y esto también es válido para el lector). Ellas están ahí esperando que alguien las selecciones y les exprima su sentido esencial.
A MODO DE ARENGA
Oídme ahora suicidas de alcobas, de estudios, de salas de baño: suicidas de puertas adentro: No más sobredosis de tranquilizantes, no más disparos en la boca, no más venas abiertas con hojitas de afeitar; nunca más la soga al cuello y quedar ondeando como trapo de rendición. Con un clavel en la oreja subid airosamente las torres, elegid las azoteas más altas, las más altas cúpulas, y coronados de palomas allá arriba abrid hasta la transfiguración vuestros pálidos brazos.
Pero oídme bien inútil manga de frustrados, aquí no se trata de dejarse caer con remilgos de hojas secas, con aleteos de coleópteros averiados o parábolas de pájaros ciegos. Mucho menos todavía tratar de lucirse con volteretas de campeones olímpicos en saltos ornamentales. En ataque de sorpresa al amanecer y en picada de ángel japonés en llamas, lancémonos contra el mundo. ¡¡KAMIKAZE!!
Rivera Letelier es lector a "full time" y pertenece a una generación antirretórica, respecto al cómo enfrentar el hecho de la lectura desde el norte, al igual que Galvarino Santibáñez, Luis Kong o Jaime Ceballos; de espaldas al cerro y de cara a la inmensidad universal.
Frente a nuestra pregunta si ¿se puede ser 'universal' desde el Norte? Expresó: "Yo creo que desde el Norte y desde cualquier rincón del mundo. Creo que lo que da un valor universal al fondo, tema a asunto de una obra de arte, es la forma; el cómo de qué", opinión que refrendó frente al periodista José Astudillo: "Considero que la forma y la estructura... son primordiales. Más de lo que se dice, me interesa el "cómo" se dice. Trato de hacer una simbiosis entre el lenguaje culto y el habla popular".
EL ULTIMO TIRONCITO
Siempre puso cuidado en no levantarse con el pie izquierdo; jamás se peinó en espejos trizados ni desplegó paraguas bajo techo. Evitó siempre, a cualquier precio, pasar por debajo de escaleras o que cruzara su camino un gato negro. Además de llevar siempre consigo una pata de conejo, amén de adquirir toda clase de talismanes ponderados por pitonisas y charlatanes de ferias, nunca dejó de persignarse frente a cuanto santuario, animita o tótem se le pusiera por delante. Dicho en pocas palabras, jamás le buscó el cuesco a la breva. Por lo tanto, y visto lo anterior, a estas alturas ya tiene muy claro que si al próximo tironcito no se le abre el maldito paracaídas será, lisa y llanamente, pura mala cueva.
Esta forma de hacer literatura responde a los cánones de una generación que comprendió, tras el machaqueo del Maestro Ciruela -que sí supo leer y no tuvo escuela- que quien no lee no crea. Y el crea que siga y la consiga, que se esfuerce, que se queme las pestañas, porque sabemos que el que quiere celeste... De allí que considere el oficio de la literatura como algo serio, absorbente y muy complejo.
Había que invertir la tarea pero desde otra perspectiva, invertir lo tradicional, demostrar que también es posible, aplicando un leguaje que sin ser nuevo no deja de ser novedoso, en el sentido de burlarse, de sublimar toda realidad a través del sarcasmo, ya que frente al dolor, al dolor de todos, no cabe sino invertir la situación, ser mordaz, cáustico o irreverente y dado que hace rato que los dioses bajaron del olimpo, nosotros, simples mortales, no tenemos otra alternativa.
En sus cuentos, hay una eterna dualidad que sólo se descubre en el interlineado; así, una risa trae aparejado un gran dolor, esos pequeños mierdalones que nos corroen durante nuestra existencia. De allí que pareciera no haber situación feliz, si no se presenta también algo de lo trágico cotidiano.
En Cuentos breves & Cuescos de brevas vuelve a reírse de su perra vida y al parecer sigue contento con sus mismas pulgas, aunque tal vez no nos alcance nuestra vida para verlo si es capaz de reírse frente a su propia muerte, pero cuidado, que esa risa que se destila por esas páginas, invite a la reflexión y éste es el serio desafío, corresponda usted también con una sonrisa, si es que puede.
PANORAMICA
...me veo deambular
entre carruseles
y torres iluminadas
tratando en vano
de dar en el blanco
probando en la ruleta
consultando en la bola de cristal
trepando a la panorámica rueda
desde cuya cima
me veo deambular
entre carruseles
y torres iluminadas
tratando en vano
de dar en el blanco
probando en la ruleta
consultando en la bola de cristal
trepando a la panorámica rueda desde cuya cima
me veo deambular
entre carruseles
y torres iluminadas
tratando en vano
de dar en el blanco
probando en la ruleta
consultando en la bola de cristal
trepando a la panorámica rueda
desde cuya cima...
Tomado de 14 Autores Nortinos.
Sergio Gaytán
Ediciones Universitarias
Universidad Católica del Norte
Primera Edición
1993. Chile
“COLO COLO CAMPEÓN"
Colo Colo el club de nuestros amores
Ha ganado una nueva estrella
Para el firmamento de su muy glorioso escudo
Y nosotros colocolinos de tomo y lomo
Nosotros que llevamos al indio en el corazón
Y que no hemos trepidado en llegar a las manos por defender su nombre
Nosotros, que somos capaces de recitar la alineación completa e incluida la banca
De cualquier partido jugado en el país o en el extranjero
Nosotros, los del último pliegue de la galería
Incondicionales en las buenas y en las malas
Nos apersonaremos a la directiva de nuestra querida institución
A pedir, más bien a exigir
Que se nos preste esta flamante estrella
Así más no sea por un solo fin de semana
¿¡Para que querrán estos locos una estrella!?
Se preguntaran ustedes, los colocolinos de marquesina,
Vayan anotando:
1.- Para alumbrar el cuarto de la abuelita que le cortaron la luz
2.- Para adornar el velatorio de nuestro último angelito muerto de diarrea
3.- Para tapar las goteras
4.- Para cubrir el agujero de nuestros zapatos
5.- Para ponerla debajo de la pata de la mesa crónicamente coja
6.- Para hacerla hervir junto a los huesos de la semana pasada
7.- Para dejarla como garantía en el boliche de la esquina a cambio de la matinal caña
8.- Para pegarla como calcomanía en los letreros “No hay Vacante” y así hacerlos un poco más amenos
9.- Para mostrársela al chofer del micro y poniéndole la cara a rogarle “Oiga, nos lleva por una estrella”
10.- Para colgárnosla como un medallón en el pecho e irnos a pasear por las calles alegres, engatusando con su brillo olímpico a las putas más pintadas, las que seguro sensibles y amorosas como son ellas caerán redonditas a nuestros brazos y hasta puede que nos den una gratis porque al fin y al cabo ellas también son chilenas, Colo Colo es Chile ¿O no?
PLEGARIA POR EL NUEVO RICO
De los oportunístas líbralo, Señor,
de los viejos amigos nunca antes vistos
de la exultante jauría de parientes lejanos que como por encanto le irán apareciendo de norte y sur del país (los tíos del primo de un cuñado de su medio hermano).
De las tenaces señoras de instituciones benéficas
protégelo
www.letras.s5.com ... con tu sangre
de los mil vendedores de automóviles que caerán a su diestra
y de los diez mil promotores de intangentes
( esos entes casi sublimes)
que se dejarán caer a su siniestra.
Si en plena borrachera en el boliche de la equina
Tú lo iluminaste de tu gracia y le afirmaste el pulso tembloroso
para que eligiera el cartón preciso.
O si en un arranque de sentimentalismo divino
-tú, también los tienes, Señor-
le mostraste en sueños el número de los números
(y luego le diste la inspiración suficiente para que lo jugara
al revés)
Si fue tu mano sacra la que guió la mano de la guagüita o la patita del minino regalón
para que se posara en ése y no en otro boleto de la Lotería
Si fue por tu santa voluntad, Señor
-casi digo tu infinito sentido del humor-
que el pobre se ganó solito esa porrada de millones
entonces ten misericordia de él.
Que la torta no se le vuelque sobre su propio rostro.
Mantén alejados de su casa a los limosneros profesionales
esos que usan la palabra óvolo-
a los sablistas joviales que cercenan sin dolor
y a los perdigüeños de cara lánguida que en interminable
procesión misérrima llegarán de rodillas hasta su casa
rogándole favores de animita milagrera.
Dale de tu fortaleza, Señor
(revístelo de la dureza prehistórica de tu cuerpo santo)
para que pueda resistir el tormento
de las toneladas de cartas que abrumarán su espíritu.
Pedidos que irán desde una muñeca de trapo más que sea hasta
una cabañita en la playa prescrita por el médico
-pasando por cosas tan inverosímiles
como un traje de viuda, una rueda de triciclo fletero
o pasajes para traer de vuelta al amante vagabundo
extraviado en los bares de puerto
de algún lejano país helado-.
No se le vaya a obnubilar la razón en complejos de Santa Claus
Adviértele, Señor, que él no es ningún Rey Midas
(que ni papá Rockefeller lo fue).
Guíalo siempre por el camino de la austeridad y la prudencia.
Líbralo de la tentación del cheque en blanco
de las propinas exuberantes
de la arrogancia torpe de no preguntar por los precios
Tantéale el desprendimiento de su mano abierta
-que su derecha sepa siempre lo que da su mano izquierda-
Los pobres, tú también lo fuiste, Señor
suelen ser demasiado munificientes.
Aconséjale que se lo tome con calma
que se vaya despacito por las piedras.
Que no vaya a cambiar muy de sopetón la rayuela por el golf
los causeos de patitas por el caviar
los incomparables boleros de amor de Lucho Barrios
por música que sólo lo hace imaginar catedrales de aire y no le trae a la memoria ningún nombre de mujer.
Que está bien, que es comprensible que cambie su modo de andar
que cambie de loción, de marca de cigarrillos
de raza de perro.www.letras.s5.com
Incluso que cambie la raya de su peinado
si le parece que le sienta mejor.
Pero palmotéale el hombro amistosamente, Señor
y dile que no sea desconsiderado
que no sea patevaca:
que no vaya a cambiar a la mujercita nublada de suspiros
que lo amó a pan y cebolla (al menos no muy luego).
Muéstrale que las rubias platinadas son fatales
que las mulatas de fuego llevan el diablo en el cuerpo
y que el noventa por ciento de las pelirrojas no lo son.
Que una danza del vientre no vale la caída de un imperio.
Que el auto que de todas maneras se va a comprar
no lo atiborre tanto de adornos y calcomanías
Que la casa nueva no sea muy grande
en donde en las noches no pueda hallar una ventana con luna
y correr el riego de extraviar su propia sombra.
Procúrale amigos nuevos para que pueda usar su correo electrónico
( sin que por ello se olvide del cabro Felo, del maestro Froilán y de la flaca Nancy).
Pero antes instrúyelo en el arte del buen anfitrión.
Dale roce social.
Enséñale a pronunciar correctamente anglicismos y galicismos (hall - champagne - champignon - etc. ).
Lo va a necesitar.
Consíguele un volumen del Manual de Carreño.
Alecciónalo en los puntos más elementales
(tampoco se trata de volverlo un petimetre, claro).
En la manera de usar expeditamente los cubiertos por ejemplo
(tú sabes, Señor, que él sólo usaba la cuchara grande y, a veces, algún domingo, tenedor y cuchillo).
Y por sobre todo, por lo que más quieras
que no comience a vestirse como un turista norteamericano
de farra en el carnaval de Río.
Que no ostente demasiado la hilacha, Señor.
Ilústralo sobre que el glorioso banderín del Colo
no va muy bien junto a un Matta o un Lira
-así más no sean reproducciones-
y que el busto de Chopin o de Mozart -aunque remanidos ambos-
dan mucho mejor tono sobre el piano que su vieja imagen
de la Virgencita del Carmen moldeada en yeso.
Exímelo, en lo posible, de tales papelones, Señor
Los ricos de cuna -Tú lo sabes- pueden llegar a ser muy crueles.
Y si por obra del diablo, estafas, despilfarro
malos negocios, socios inecrupulosos, etc. etc.
la torta se le volviera sal y agua
paja en el viento
migajas de un pan frío en sus bolsillos rotos
que lo tomado lo comido y lo bailado no se lo quite nadie.
Que ningún hijo de mala leche se atreva a venir
a quitárselo. Eso sí que no, Señor.
Mas si ocurriese lo contrario.
Si por milagro lograse aumentar y consolidar su fortuna.
Si de millonario pasase a multimillonario.
Si se transformara en ese algo pálido y liso
que se conoce como "un rico"
y en calidad de tal exhalara su último suspiro
olvida entonces la hiperbólica sentencia
del camello y el ojo de la aguja
y porque la culpa no fue toda de él
déjalo entrar al Reino de los Cielos.
Cual un viejo portero de circo
todo corazón ante un niño con cara de bueno
haz la vista gorda, Señor, y dale la pasada a tu Santo Reino
Así más no sea por debajo de la carpa.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario