William Orlando Beltrán Carrillo ,Akcoo / Orlando Adusto. Bogotá - Colombia (17 de diciembre de 1973 (38 años) es un poeta, escritor e investigador colombiano, residente en Madrid; artista plástico por la Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Artes 1999. Recibió una maestría (DEA) en Estudios Avanzados sobre Estética por la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad Complutense de Madrid.
Ha sido estudiante investigador en el Institut für Philosophie/ Universität Bremen /Universidad de Bremen en Alemania durante el semestre de invierno de 2006.
Fue miembro del comite editor de Poetas del Cinco (Chile) y artepoetica.com (N. York).
Obra
Por Ultratumba y de los Poemas Cansados. (poemas). Edit. Generación Poética. 1993. Versos para el Inculpado. Andante Editores. (poemas) 1999. En 2009 se publica la plaquette: "La Tiniebla de la culpa" que es una pequeña antología de su poesía. Edit. Homo Scriptum/El Barco Ebrio. N.York. Ensayos: Metafísica y Querer en Fernando Pessoa publicado en www.lospoetasdelcinco.com y en http://www.artepoetica.com/ - "la provocativa discrepancia entre arte y verdad" /Nietzsche-Heidegger. (ensayo de próxima publicación). Tiene inédita una novela corta titulada: "El abrazo de la perra muerta" y dos libros de poesía: "Al rescoldo de la penumbra" y "La cárcel del crédulo". contacto: http://www.williamakcoo.blogspot.com
El amante exiguo
Marcas,
señas, que en la piel reflejan otro tiempo.
Signos,
esquirlas que en la dermis tallan el enfado enorme de la ausencia.
Grietas, donde se fuga la memoria
jugando a “escondidas y ladrones”;
Sin otro apremio que despojarse del encuentro:
El amor huido que no fue;
Infame, como la amante antigua
que se hace lesbiana para “machacarte” el ego.
Dignas huellas o estigmas de la piel,
que no fueron dignas en su día.
No sangran por viejas y por necias,
no gimen a destiempo.
El nihilista no busca apenas la pasión.
No canta la nocturna canción de los pecados,
ni transgrede la ironía de la mueca obscena de su fútil espectro.
No apacienta las ovejas de sus gónadas pueriles.
Sólo mira esas marcas con asombro:
cicatrices y cronopios,
de un amante que existió,
y le parece ahora… exiguo.
EUFEMA
Parafraseando a León de Greiff.
Dejadme quedar un tiempo en las alturas,
Alejado de la estampida de los trenes,
fuera de la autopista cibernecia.
Lejos de la silueta propia, imaginada entre la gente.
Volador, topo y andante,
la frente huida…¡Valiente!
No soy "Harald el Oscuro"
aunque me mofe de la ciencia,
con la fragancia del pullover,
y la ignorancia entre las piernas.
Hálito en la luz enmascarado,
Grito de Münch, enorme entre los dientes.
Reciclada mueca en coro:
Baudelaire, Hölder y Dostoyevski.
Blasfemo de altas notas,
De Gogh,
Tristan / Zara,
Thu ´s T r a / t o s
Bajos y altos. Ambigüos,
entre los vuelos y mazmorras.
En fin,
Seré no ser, lo que me digo, -o lo contrario-
Presunto e inculpado,
Pero dejadme así Nietzscheano…
Adusto, rostro y pizzicato,
que con eufemas…parezco más a mi retrato.
KAFKA
A mi Gregorio
Mudo, invisible, sin humor.
En la erección acuosa de la carne,
En la órbita soñada por Buñuel
que empapa en sangre la mirada que resiste.
Instituyo tu carácter adusto,
-amigo- Orlando.
Sin euforia, sin fonemas;
sin otra pretensión que volver
al honesto ritual de camaleón.
Lego mi brebaje kafkiano contra el reumatismo:
" Cada noche, al sentir frío,
frótese la mano en la frente,
ciñiéndose en la arruga precoz del entrecejo.
Sígase así, por el abdomen ventral articulado.
Sonríase después del temblor medular esquifenoide.
Y, déjense las patas en remojo, en agua tibia…
Despertará con la curiosa sensación
de poseer sólo dos patas.
y aunque mudo e invisible;
aunque adusto, y con la órbita ciertamente enrojecida:
¡El humor volverá!
Y con él…
también el arte."
A solas
Tomé su ropa sucia
y como es obvio:
La boté por la ventana.
No tuvo dinero para
comprarse un cuerpo.
Ni daban posada
en cualquier nombre.
Así , es que , no se fue,
Aquí ,
hay alguien
mirándome al espejo.
De poeta a poeta
Asimismo,
desprevenido
solíais aguantar por horas
agotando el camino.
Vaciando de vez en cuando
los bolsillos.
Ojeabais de memoria
algún libro,
ó de pronto, angustiado
sorbíais café sobre una mesa.
Tendíais también los ojos
en el suelo rojizo
- color pereza -
presintiendo lágrimas
ausentes, siempre
por vehemencia.
Ni hablar de las puntillas
de los dedos sin cigarros.
Ni de uno que otro
pensar en no pensar
en la lascivia;
Arrodillabais luego
bajo la sombra de un arbusto,
o molestabais con “sentires”
los mortales.
Pensabais en Dios,
de vez en cuando.
Y prometíais el vicio
de arrojaros por las calles
agrisadas.
Pero no os perdono
porque nunca,
¡Del jamás!
se os ocurría
pensar, como yo
en Poesía.
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