JOSÉ TADEO TÁPANES ZERQUERA: (Trinidad, Sancti Spíritus, Cuba, 1971)
Es poeta e historiador. Nació en Trinidad, provincia de Sancti Spíritus, Cuba, el 28 de octubre de 1971 en el seno de una familia de músicos y poetas. Comienza a escribir versos a la edad de 11 años de manera autodidacta, y 4 años después, con una centena de poemas bajo el brazo, se acerca por primera vez al Taller Literario del Instituto Pre Vocacional en Ciencias Exactas (IPVCE) Ernesto Ché Guevara de la provincia de Villa Clara donde estudiaba el bachillerato. Poco tiempo después se acercaría al Taller Literario José Martí, de su ciudad natal, y una vez cursando estudios universitarios, pasó a formar parte del taller literario de la Universidad Central de las Villas, y dos años después, del Círculo de Escritores de la Universidad de la Habana.
Cursó la carrera de Ingeniería Industrial hasta el segundo año, abandonándola para estudiar Licenciatura en Historia, graduándose en la Universidad de la Habana en 1996. Posteriormente, homologaría sus estudios académicos en la Universidad del País Vasco, España, donde reside desde el año 2000.
CURRÍCULO LITERARIO:
Premio en el Concurso Territorial de Poesía “TRINIDAD 1991”. Mención en el concurso “Versiones 1996” Universidad de la Habana. Mención en el Concurso de Poesía Amatoria “Alamar 1996” Premio en el Concurso Municipal de Poesía Trinidad 1997. Primer Premio de Poesía en el IV y V Concurso Literario José María Portell. Barakaldo, Vizcaya, España, en 2007 y 2008.
PUBLICACIONES
Mirar desde lo cierto la leyenda. Ensayo. Premio de Ensayo en “Las Romerías de Mayo”, Holguín, 2000. Ediciones Luminaria. Santi Spíritus. Cuba 2007.
Un canto de mis ojos nace. Poesía. 50 años de poesía trinitaria. Ediciones Luminaria. Sancti Spíritus. Cuba 2007
También ha publicado su poesía en periódicos y revistas tanto cubanas, como españolas, y en diferentes foros poéticos y sitios web en Internet, tales como las antologías de poesía: Poesía Breve y Arte Poética. También, podemos encontrar sus versos en la Biblioteca del Soneto, de la Enciclopedia Virtual Miguel de Cervantes y en su blog de poesía: El viaje de miss soledad.
A su salida de Cuba, dejó en editoriales de su país el libro: Los pasadizos del Corazón. Poesía. Ha escrito también una investigación histórica titulada: “El Espiritismo en Cuba, aproximaciones a su estudio”. ensayo, (aún inédito)
OBRA POÉTICA
UN CANTO DE MIS OJOS NACE
Aunque sé que lo eterno se deshace
ante el paso sublime de la nada,
trato de hacer eterna la mirada
que como un canto de mis ojos nace.
Yo te miro, y presiento que renace,
cuando vas por mi sueño distraída
el amor, y regreso hacia la vida
como aquel que la vida lo complace.
Pongo mi amor en ti, deja que pase,
que contigo se olvide del invierno
y que siga feliz y que se case.
Que yo pondré mi triste desenlace
en un barco camino de lo eterno,
aunque sé que lo eterno se deshace.
LADRAN JUNTO A LA LUZ
Ladran junto a la luz, se duermen luego
los fieros animales que procuro
dejar en lo más hondo y más oscuro
del llanto, cuando se ha extinguido el fuego.
Detrás del infortunio, sordo y ciego
un tigre vertical traspasa el muro,
y en la puerta cerrada del futuro
da golpes el pasado que le entrego.
Es el pozo final de cada día,
el sol que sin pensar empina el codo
confiado en la paciencia del vigía,
apostando a la luna, en su acomodo,
aquello que jamás apostaría
quien se ha sabido rey de casi todo.
SUEÑOS ROTOS
Soy, a la muerte, lo que al mar el río.
Corriente irreversible que en cascada
al seno del dolor, desde la nada,
desciende como un canto a lo sombrío.
Y soy la muerte misma, el desvarío,
la muerte por la muerte desbancada,
aquello sin nacer, que ha muerto en cada
palabra traicionera en que confío.
¿Qué buscas, ilusión, conmigo ahora
si muero en una esquina de la muerte
de tanta confusión devastadora?
¿Qué puedo yo de sueños ofrecerte
si el espantoso mar que me devora
no me deja dormir, ni que despierte?
DICE MI MADRE
¿Qué vas a hacer con tanta soledad?
dice mi madre. Madre ya amanece
en su lecho final, madre envejece
y se siente distante de su edad.
Y me guarda en su sueño, tempestad
que alucina al tenderse en su regazo,
y el amor se ha prendido de su brazo
apretando con goce su humildad.
Madre despierta y toda su bondad
me da vida, me empina, me engrandece,
como la luz de Dios es su verdad.
Ella enseña su blanda majestad
y me dice de un modo que enternece:
¿Qué vas a hacer con tanta soledad?
DUALISMO
Hay un trozo de Infierno en cada Cielo
un diamante de sombra agazapado
en el centro del Bien, algún pecado
que los ángeles guardan con recelo.
También, una ilusión en mi desvelo,
y en mi sueño más dulce conquistado
un pozo de dolor, un diablo amado,
un fuego inquisidor que da consuelo.
El Bien que huye del Mal, no es Bien del todo
porque el Amor cobarde, en su dualismo,
se pierde, y toda luz se vuelve lodo.
Es tal del Universo el mecanismo
que el Mal halla en la Gloria su acomodo
y hay dioses en el fondo del abismo.
MI SOLEDAD
Algo grita mi soledad afuera.
Se sale a respirar de tanto en tanto,
y propio se me antoja su quebranto,
su rabia, su impotencia, su ceguera.
Algo de mí, pero a la vez de fiera
se mezcla, de los dioses, con el canto,
y como un alma en pena me levanto
y llorando la encuentro en la otra acera.
La abrazo dulcemente cual si fuera
la reina de la tierra del encanto,
mas ella, no sé bien de qué manera,
mientras más la acaricio, más su llanto
derrama porque piensa con espanto
que yo seré feliz cuando se muera.
FILOSÓFICA
No la vida del muerto es lastimera
ni torpe el paso del que queda quieto
llevando al más allá como amuleto
el rezo de una triste plañidera.
No la muerte es final, no el que se muera
arrancándole mundo a su esqueleto
tendrá en su descansar tiempo completo
disfrutando la muerte toda entera.
También en la mitad hay una entera
porción del universo en cada objeto,
y es igual el adentro que el afuera.
El ser es carne y hueso, y sumo al dueto
el soplo espiritual que Dios pusiera
con su verbo de amor, con su secreto.
LEJANÍA
Hoy tú, de esta mirada triste, lejos
estás, y estoy, de tanta honda tristeza,
como el anciano que se inclina y reza
al dios del más allá de los espejos.
Mis ojos, de cavar en libros viejos,
descienden hasta hallar la fortaleza
del verso donde duerme mi cabeza
borracha de Nerudas y Vallejos
Y tú, en tu retirado continente,
ausente de las dádivas humanas,
ignoras que tu cuerpo, aquí en mi mente,
empieza a repicar como campanas
y abrazarse a mi piel y a estar caliente
y a tener de volar mis mismas ganas.
ES TAMBIÉN EL AMOR
Es también el amor cuando me muero
temblando entre las lenguas de la lumbre,
y el agua que se estrella en la costumbre
cuando surca mi piel algún velero.
También, cuando mi vida, un agujero
se vuelve, y la infinita muchedumbre
obliga a que al silencio me acostumbre
atando mi oración al desespero.
Afino el laberinto del oído
y más que el fuego en mis entrañas arde
la gélida ilusión de un dios cobarde,
en lenta procesión, adolorido,
y cruzan el silencio y el sonido
desnudos sobre el cuerpo de la tarde.
EL CANTO DEL DOLOR
No es que detenga su inminente filo
la muerte, ante mi voz, o ante mi llanto,
ni que quiera beber el desencanto
del vino o de la sangre que destilo.
Ni Eurípides, ni Sófocles, ni Esquilo
cantaron al dolor como yo canto,
ni saben de qué tumba me levanto
pidiéndole a la vida nuevo asilo.
Más sola está la noche sin su luna,
y yo que luna tuve inexistente,
comparto su famélica fortuna.
Y ante el ojo por ojo, del presente,
bendigo el alimento del que ayuna
sin odio y sin rencor, diente por diente.
NO SÉ SI USTED LO SABE
No sé si usted lo sabe, yo lo ignoro,
por qué hago miel con la palabra rosa
y de una forma dulce y misteriosa
la abeja encuentra el singular tesoro.
Escribo llanto, y de repente el lloro
anega el folio en impiedad copiosa,
si en punta de diamante escribo diosa
acude destilando plata y oro.
No sé si usted lo sabe, pero insisto,
con polvo de escritura me hice un hombre
y puedo demostrar, como ya ha visto,
sin querer asustarla o que se asombre,
que puedo provocarle un imprevisto
rellenando estas líneas con su nombre.
DE NUEVO ESA CANCIÓN
De nuevo esa canción impertinente
aviva mis recuerdos, y al oído
a Dios, mi confesión, por aludido,
le canto con la voz de un penitente.
De nuevo, esa tortura, ese torrente
de acordes y de versos, construido
tan sólo para dar con su sonido
un grito de ansiedad sobre mi mente.
El hilo musical es mi derrota.
Silencio, por favor, pido a la gente,
con la mano en la cruz y la fe rota.
Silencio, por favor, que venga urgente
un golpe de silencio a mi presente
que borre esta esperanza nota a nota.
MUJER DE FUEGO
Por qué, mujer de fuego, te desnudas
si es tarde para todo, y esta tarde
es muerte más que amor lo que nos arde
y tú, con desnudarte, mal me ayudas.
Por qué, si tus palabras andan mudas
y a Dios le has suplicado que te guarde
de hacer, frente a mis lágrimas, alarde
de amor en beneficio de mis dudas.
Hoy tengo la pasión anestesiada
y un gusto por la luz que se desvía
y sombras corta en mí como una espada.
Qué clase de demonio es quien te envía
a hacer un universo de la nada
cuando ya tan a gusto me moría.
APARIENCIAS
Navego como un barco sin bandera
pero algo hay en mi aspecto que delata
mi triste condición, y no es la pata
de palo, ni de un ojo esta ceguera.
Tampoco es la muleta de madera,
ni el sable, ni la argolla de oro y plata,
ni este ron pestilente que me mata
y me salva también de que me muera.
Prefiere, el que me ve, cambiar de acera,
y nadie me da pan ni me contrata
ni busca en mí el amor ni me venera.
Y todo el que mis órdenes acata
se engaña, se confunde porque espera
de mí que me convierta en un pirata.
YO HE VISTO A UNA MUJER
Yo he visto a una mujer entrar al río,
tan cierta como un sueño, y a mi mente
sedujo como un pájaro a la fuente
saltando desde el borde del vacío.
El agua despedida a su albedrío
de las flores el néctar, dulcemente,
probó cuando empezaba a estar ausente
el ave migratoria del rocío.
La mente tenga Dios por buen tesoro,
que yo de mis visiones no me fío,
y aun siendo una ilusión, de más la añoro,
o puede ser a causa de este frío
que incluso de la nada me enamoro
y fértil se me antoja lo baldío.
TE BUSCO
Te busco bajo el canto de las aves
en esas horas en que el mar despierta
y dejan los marinos, ya desierta,
en la arena la estela de sus naves.
Te busco donde el sol se rompe en suaves
espadas luminosas, y en tu puerta
las olas organizan la reyerta,
con sus voces de sal en tonos graves.
Y tú, intuyendo del amor las claves,
vendrás como las dársenas, abierta
a todo, regalándome las llaves
de abrir la habitación que me convierta
en isla de tu piel, pero bien sabes
que cuando llegue a ti ya estarás muerta.
ESTA SED DE MORIR
Esta sed de morir con la que vivo
tan cierta, tan tenaz, tan persistente,
estas ganas de ver en la corriente
inmóvil a mi cuerpo fugitivo.
Estos versos azules que te escribo
sin destino final, sin remitente,
este gesto suicida sobre el puente,
esta sed de morir con la que vivo.
Este llanto que corre sin motivo
y que dejo correr indiferente,
estas ganas de ti que me prohíbo,
este beso de Judas de la gente,
esta sorda esperanza que derribo
cuando empieza tu luz a estar ausente.
LA MUERTE, ESA PIEDAD
La muerte, esa piedad que nos aterra,
hoy viene con su sombra y con su abrigo
a darme salvación como castigo
y a hundirme como a un barco bajo tierra.
Me adora y a la vez, me hace la guerra
poniendo su silencio por testigo
y yo con mis dos manos la bendigo
y aplaudo a quien del mundo me destierra.
Con esta voz que canta soterrada
y deja acaso un eco irreverente
estreno con mis huesos la morada
del nada siento, y siento, (si se siente)
venir de mi pasado, inmaculada
la paz hasta mi tumba del presente.
CARICIAS
Mi mano se ha quedado medio loca
de tanto olor a ti, como suicida,
y hoy viene del abismo de tu herida
dejando tu perfume en lo que toca.
Mi mano en tus entrañas desemboca
y encuentra el manantial que da la vida,
mi mano es una gracia bendecida
y sabe del delirio que provoca.
Allí donde es tu cuerpo más villano
ensayan su divina travesura
los cinco que se escapan de mi mano.
Y de tanto jugar en tu espesura,
despierta en tu interior el fuego arcano
haciendo del placer una tortura.
HAZME LA GUERRA
Si luego del amor ya no despierto
y sigue en tu interior depositada
la savia de mi cuerpo disparada
cual lluvia tormentosa en tu desierto.
Si ves que agonizante me divierto
sobre tu cabellera endemoniada,
y le canto al amor, sin decir nada,
y me abrazo a la vida como un muerto.
Regálame tu beso fugitivo
allí donde mi cuerpo se hace tierra
y rompe, sin pensar en un motivo,
el círculo de paz que nos encierra.
Escúchame, mujer, si sigo vivo,
desnúdame otra vez, y hazme la guerra.
LA DAMA OSCURA
A José Martí
Del fondo mustio de la noche, al ruedo
de mi tapiada sombra agonizante,
pasa la muerte con su luz, delante
del infortunio, ungido en su denuedo.
Luz achicando de la vida el miedo
y por la dama oscura y su diamante
puro, del tibio mármol delirante,
cuelgo las armas y en su paz me hospedo.
¡Abismos de la vida que me espera,
abierto el pecho, y la arrogante daga
venga en el viento a penetrar certera!
Prefiero que la muerte satisfaga
con su delirio criminal de fiera
mi vocación de lirio que se apaga.
EN EL JUICIO FINAL
Tranquila va a morir la madrugada
y por su herida estéril, casi muerta,
el viejo se sentó junto a la puerta
a esperar de la muerte su llegada.
Del sol y su silente cuchillada
de luces, la ventana semiabierta
se duele, y el anciano siempre alerta
mantiene en este mundo la mirada.
Se atreve a descansar el que fallece
lo mismo que a dudar el que se arruga
de si esta nueva luz le pertenece.
Si Dios va a socorrer al que madruga
o si en cambio, pecado le parece
en el juicio final, darse a la fuga.
YO SOY EL ÁRBOL
Como un ave tenaz y lisonjera
a la que imitas y en belleza igualas,
aquí en mi corazón abres las alas
pidiendo que te acune y que te quiera.
Ha llegado a mi piel la primavera
y el árbol que talaste y ya no talas,
se empeña en retoñar, si le regalas
la gracia del vivir que no tuviera.
Resguárdate del sol, del inclemente
verano que se acerca en mi follaje,
taladra las maderas de mi mente.
Más no repitas el terrible ultraje.
No vuelvas a privarme nuevamente
de este sitio pequeño en el paisaje.
SI QUIERES INTENTARLO
Si quieres intentarlo todavía,
que me lo diga el viento, o el cuchillo
de cortar ilusiones. Soy el brillo
del faro de los sueños, el vigía
que inventa en soledad su compañía,
el humo que sostiene al cigarrillo.
Si quieres intentarlo, sé martillo
del yunque forjador de la alegría.
Que yo vivo en el aire, suspendido
como el nido que fui, sin más halcones
que el ave sempiterna del olvido.
Si vienes y me dices: “soy paloma,
no más halcón”, de mis lamentaciones
el muro, piedra a piedra, se desploma.
EL GRITO
Sé de un grito mayor que el de la lumbre
ciego, quemante, de pueril acento,
un grito que subasta el firmamento
en medio de la sorda muchedumbre.
Un grito que hace sangre en la costumbre
y en las puertas gastadas del aliento
un grito que he soñado, que me invento
a merced de mi ajada mansedumbre.
Sé de un grito que en lágrimas acalla
la angustia de la lágrima que habito,
un grito persistente que ametralla
el cuerpo del dolor más inaudito,
y como no consigo que se vaya,
intento persuadirlo con un grito.
LLUEVE
No más cortar el cielo, en agua leve
la lágrima de Dios se precipita,
y muere, y al instante resucita
amante su dolor. Afuera llueve.
El sol, viejo ermitaño, no se atreve
a sacar sus destellos de la ermita,
y tiembla en el jardín la margarita
esclava del abrazo de la nieve.
Devota la llovizna, ciego el frío,
mirando pensativo cada nube
escribo el testamento del rocío.
Y en ese instante gris en que se sube
al pecho la liturgia del hastío,
me pongo a eternizar lo que no tuve.
MAL TIEMPO
Es tiempo de morir y está lloviendo.
Yo estoy en soledad, mi casa sola
se siente, aunque la noche la controla
ante este chaparrón que está cayendo.
La lluvia en el tejado va tejiendo
con el agua incesante que se inmola
una suerte de extraña carambola
seguida de una luz y un raro estruendo.
El cielo en mi tejado dobla el llanto
en líquido tropel, en tropelía,
y en mí se ha guarecido el desencanto
haciendo que mi historia, ya sombría,
se cierre por mal tiempo a cal y canto
cuando todo en mi vida fue sequía.
AGUACERO
Llover o no llover, incertidumbre
del agua que al incendio lo castiga,
y deja sin arder, en su fatiga,
al leño custodiado por la lumbre.
Pensando en tus amores hacer cumbre
escalo por tu cuerpo, con la intriga
de ver si este aguacero, o me fustiga,
o deja en mí la paz de la costumbre.
Y luego de la lluvia, convertido
en polvo de ceniza, en humo fuerte,
me duermo en un rincón de tu latido.
No importa que algún chorro me despierte.
De tanto chaparrón anduve herido,
que si empieza a llover, será una suerte.
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