jueves, 10 de febrero de 2011

2990.- MÓNICA NEPOTE


Mónica Nepote (Guadalajara, México, 1970). Estudió licenciatura en letras hispanoamericanas en la Universidad de Guadalajara. Ha sido guionista, periodista y editora. Es autora de Trazos de noche herida (FETA, 1993) e Islario (Filodecaballos, 2002). Poemas suyos aparecen antologados en El manantial latente. Poesía mexicana desde el ahora: (1986-2002) (2002), Sin puertas visibles. An anthology of Contemporary Poetry by Mexican Women de la editora y traductora Jen Hofer (EUA, Pittsburg University Press, 2003), Nosotros que nos queremos tanto. Poesía contemporánea de México (México DF, El Billar de Lucrecia, 2008), entre otras.





MONÓLOGO DE COOKIE

a partir de una fotografía de Nan Goldin

A la orilla del mundo
no dentro
sino afuera del círculo
bajo un cielo que cae cómo la pereza de un dios.
Lejos de tu mano,
en el atisbo del día
una estrella finge su camino hacia el azul.
No los olivos
sino el dibujo de sus hojas
no el estallido
sino el sepulcro donde estoy
en medio de los huesos y la carne
entre una pierna y una boca que pinto
al otro lado del ojo que me mira.
Dónde
debajo de la cabellera
en qué gota de sangre, del río opaco
en cuál de los restos
de las uñas que corto
debajo de qué músculo
bajo cuál ceja encuentro la chispa, la lumbre
la puerta que lleve hasta un jardín,
bajo qué orden, en cuál página
vuelvo a mí como queriendo qué.
Detrás de qué artefacto, en cuál
de todas las estaciones de mi movimiento,
de mi gesto vital. En cuál de todas mis
desapariciones, me agito segura,
desde qué click me atrapas y me devuelves
furia rubia, y traspones hasta un papel
que no contiene más que mi contorno
que soy sólo imagen de la imagen,
humo en el invierno.






Sólo el amante y el amor lo saben


cuerpos rojos
azules, verdes
bajo el ciego ardor
cuerpos azarosos
bovinos cuerpos líquidos
colapso, apretadura

nadar entre los torsos, brazos que se estiran
dientes, brillan
bocas abiertas que engullen otras lenguas

surcar los mares axilados
toqueteo, surcar la marabunta de rostros
colonias, aceites,
brillantes tentaciones firmes
botox, pedrería

cómo abrir camino, agobiado navegante,
Magallanes de la pista
guiado por el canto de los absoluts
(saber cual es tu isla
en medio de este traqueteo)

milagroso el radar
milagroso el olfato
milagroso el dispositivo
para que la especie perpetúe
su acrobático
lenguaje
amoroso
y finques territorio
en ese cuerpo








Tengo, como todos, mi arsenal de muertos
su culto, su santuario.
En mis muertos no hay descuidos
Son propios, salvo uno.
Mueren viejos, no se aparecen
no claman
no murieron violenta o inesperadamente
(salvo uno)
Mis muertos no vacilan
van diciendo desde su lugar
que tampoco allá hay certezas
todo son pasos de ciego, golpes de repente
un tomar y retomar.
Mis muertos, así lo hablan
en su lengua displicente
Todos salvo uno
que siempre da sorpresas.










FRONTERAS

Todo es páramo. Paisaje abierto.
Una escenografía de viento y polvo.
Casi un lugar común
lugar en el emblema.
Un pájaro vuela contra ti
la distracción, aguja que traspasa
la postal del hijo pródigo.
Volver a qué,
te dices
a los plumajes perdidos,
a los pulgares contra el viento,
señales apaches
plagiadas de películas antiguas.
No hay dirección en esta carretera,
ni retornos, ni pistas falsas
sólo rastros de víboras
(otro lugar en el lugar común).
Tú, contra la noche.
A medio paso de caer.
A medio paso de afilarte,
endemoniado.
No hay huracán, no hay pozo.
Todo es páramo. Paisaje abierto









VENTANAS

Detrás de toda ventana se despliega una tarde. El canto de los pájaros sacude la línea del mundo. La calle presta su silencio de grafito a los muchachos para que hagan del camellón un estadio, ensayan un pase, dominan el balón. Un grito victorioso derrumba los murmullos. En el golpe de la pelota palpita la ciudad. Que no reviente en el aire ese trozo de cuero, que no agonice la ciudad en el último rebote.





***



Como la presa cede lenta su blandura al depredador, así, la luz extingue el azul del sueño. El silencio se quiebra en el nudo del ruido. Un aullido solitario. El golpeteo de la máquina al volcar el universo en la página. Brotan sombras de una lámpara. Un país de manos y dedos se desliza por la hoja. La presa otroga su palabra, el nombre secreto es de la página.





***




La ventana indiscreta

No es un río de plata el que brilla frente a mis ojos. Sólo la humedad del cristal y el engaño de luces y cámaras desiertas. Curioso que la cortina sea frontera, que más allá de la ley de pliegues y bastillas exista una ventana idéntica y el azoro del ojo espía, súbitamente descubierto. Sé que soy ese otro ojo, sé que soy ahora, la única mirada en medio de la noche.







***



Visión nocturna

El silbido del aire se cuela por la tela blanca, fantasma que brilla entre la ventana y la noche. Afuera, lejos de mi mesa la ciudad es una sílaba sostenida, una puerta que se abre, la voz de ensueño de una mujer que conozco, el avión que, súbito, tocará la tierra. Tras el ruido construyo un mundo desigual. Línea divisoria entre mi cuerpo cerrado y la ciudad.







***



La mancha ligera en la pared me revela en sí, la fragilidad del mundo.

¿Qué fascinación encuentro en ese círculo inestable? Quizá la inocencia descrita en la accidentada expansión, una mancha amarilla, un tono que no es sol, ni árbol, ni pluma del pájaro naciente.

La mancha, un ojo único y herido. Es suya la exclusión, es zona orlada del peligro, el lado opaco de lo que no es.







***



En el respaldo del día la ciudad surge como una muchacha a la que asalta la tristeza.
La ausencia hace del cuerpo una línea.
Lleva al cuerpo, tibio, ante la mesa llena de pan y de silencio.
En el masticar pausado, el día toma la virtud del aire.






http://www.revistasolnegro.com/sol%20negro/Monica.htm


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