sábado, 4 de diciembre de 2010

JEAN MARC DESGENT [2.278] Poeta de Canadá




Jean-Marc Desgent



Poeta quebequeño, nació en Montreal (Canadá) el 15 de septiembre de 1951. Después de estudios universitarios en literatura y antropología, trabaja como profesor de poesía y lingüística. Colabora como crítico literario en diversas revistas literarias.
Su primer título publicado en Herbe Rouge en 1981, "Faillite sauvage", fue finalista en el Premio Emile-Nelligan. Luego, produce seis poemarios más y una novela corta. Su libro, "On croit trop que rien ne meurt", publicado en "Ecrits des Forges" en 1992, queda como finalista en los premios literarios UNEQ-Journal de Montreal y de la “Fondation des Forges”. Publica en 1994: "Ce que je suis devant personne" y "Les quatre états du soleil". Sus poemas aparecen publicados en más de una veintena de revistas de Québec, de Méjico, francesas y belgas. Algunos críticos describen a Jean-Marc Desgent como autor de "tonalidad que golpea, delirante, sensual, llevado por un lirismo atormentado".
El amor, la angustia, la soledad y los efectos de la cultura, son los temas que frecuentemente brotan en sus actualmente publicados. Su poesía narrativa, a flor de piel, sin concesión, siempre ha sido marcada por la lucidez. Hace algunos años, Jean-Marc Desgent publicaba un poema cuyo título resume muy bien el conjunto de su obra: "Mi vida será bella y violenta o no será".


Selección del Poemario:

Ce que je suis devant personne.


Lo que soy frente a nadie


Nadie, pronto, nadie, en otra parte. Entonces, voy donde no hay
camas para dos, donde no existen palabras inútiles. Por
supuesto, a veces envidio al enamorado que se desviste sin
pensar, que se desliza cerca de su próxima catástrofe, que

no se equivoca traicionando la luz o la materia de su propia
realidad. Imagino, conmovido, sus pequeñas vestimentas
dobladas o tiradas sobre la silla, en la pieza, en la vida.

Prefiero las cosas abandonadas. Están ahí para nuestros cuerpos
cesantes, para nuestros cansancios de obreros. Ellas nos
llevan de regreso al cero, ellas reflejan la unidad del ser

y del mundo, ellas se quiebran por nosotros, ellas se quiebran
muy bien; se alejan, pues, de los que piensan en los libros o
que se ven como verdades.


II

Tantas miserias, de dolor me absorben, me interrogan, me invaden
que me es imposible ser exacto. Ellas me devuelven a mis
zapatos desolados, a inviernos interminables, a pasos en el
centro de la borrasca, a la soledad que creada por frío, al
desdoblamiento del ser. Pensar, morir, llorar no me pertenecen
más. Los sueños se apagan por si solos, ningún resguardo
es conveniente.


III

Sucede que inadecuado en lo real, me enamoro de una silla, de una
cama, o de un teléfono público.

Los ojos, cuando son verdaderos ojos, ojos enloquecidos, ojos de
profundas necesidades, me vigilan, me siguen y toman lo que
arrastra...lo poco que me queda. Mis hermosos ojos irrespon-
sables no conservan nada; ni el movimiento, ni la blancura de
las aves, ni la fachada de los monumentos, ni el movimiento
de la blancura de las aves sobre la fachada de los monumentos.

Me alejo de la forma humana como huyo de mi persona

insuficiente. Frente a la ventana, veo el marco, frente a la
suma de necesidades, de las urgencias absolutas, sano

el hambre y la sed.


IV

El hablar me complica y me destruye. Entonces, lo digo todo sin
gravedad: Tengo escalofrío, acelero el paso, agarro un catarro,
acomodo mi bufanda, bajo las pupilas, tengo calor, tengo
frío, soy una pequeña mecánica espiritual atrapada por la nieve.
Después del paso de los veinte últimos siglos, después de todas
esas voces sin unidad formal, después de tantos otros
corazones malditos, después del amor esparcido fuera de nosotros,
después de nuestros poemas destructores de poemas,
comprendo que nada me sana, que nada me consuela.



V

Dominado por un dolor que me irrita hace dos días, dominado
también por esta luz de atardecer que entorpece y que me
recuerda un día en que amé a alguien, tengo el ritmo lento de
los buques de carga, doy mi voz al ser de la soledad, de
memoria, aprendo los poemas que transportan el agua,
el abastecimiento adonde la existencia es frágil
y sin contemplación.

Seamos concisos, materiales, indiferentes, perfectos: La realidad
es nuestra monstruosidad; Ella nos deja a merced de nuestro
rechazo al inmediato. Sin embargo, nada que se derrumba, nada
que no continúe su trayecto, nada impensable, nada sorprendente.

El agua corre, el fuego penetra la madera, las llamas
suben hacia la nieve, la nieve se establece en nuestros
hombros, somos del vértigo, nacemos como chispas e iluminamos
momentáneamente las noches que atravesamos.*



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* La calor me desgasta. Un libro sobre una silla me atrae pero no

tengo ganas de leer. Algunos pájaros grandes, a lo lejos, se disputan
y acompañan mi alcohol que vuela, que resbala, me enamora.
Nuevamente veo el invierno y una vez más caminando
contra el viento. Me digo que en las noches de invierno,
parecemos animalitos emboscados. Pienso en alta voz
en los momentos en que todos estamos muy cansados. Pienso
que faltarían ángeles para trabajar por nosotros. Pienso como se muere.

El vientre del invierno, el pesado abrigo colgado para que se
seque, la mano sobre la mesa, la otra imitando el vuelo de
las aves, algunas palabras tan materiales que calientan mi
cama, la manada corriendo sobre el banco de hielo en un
sueño, una casa aislada en el frío, la embriaguez frente a la
actualidad del día, los astros que caen y los que aparecen
frente a nuestros ojos, los seres transformándose en piedras
y poniéndose inescrutables, las tristezas que duran hasta el
día siguiente, todo el agua de la sed, el silencio guardado
sobre ciertas cosas para no ir demasiado rápido a la muerte,
el cuerpo como lugar privilegiado de la tierra negra.
Eso se envuelve bajo mi propio nombre.

[http://avenidapoesia.blogspot.com/2007/03/
jean-marc-desgent.html]





PODRÍAMOS PENSAR QUE EL ALMA NO EXISTE

Una sombra y el valor del mundo pasan.
Un hombre joven y su sombra pasan.
Del otro lado de la calle, una niñita
Cierra los ojos y sueña con mi muerte.
Es que no ha terminado de amar lo que soy.
De pronto, una pequeña eternidad
se zambulle en una pileta y su cuerpo deformado
por el movimiento del agua
se transforma en los límites del mundo concreto.
Mis ojos pueden ver el espectáculo de los signos.
Una niñita cierra sus párpados.
Mis manos se extienden sobre la mesa.
Ella sólo tiene cinco años.
Es una miseria.
Ahora, camina con lentitud.
La soledad cubre su carne comestible.
Ella escucha mis poemas.
No sobrevivirá.
Ha adivinado el miedo.
Tiene un vestido que pliega
Bajo el calor, bajo el sol.
No tiene ninguna oportunidad.
Sus ojos caen en el polvo.
Ella traga una palabra. Es una minúscula verdad.
Se quedo un poco dormida.
Yo me quemo diez veces por minuto.

(Traducción: Lucía Dorin)


On pourrait croire que l'âme n'existe pas

Une ombre et la valeur du monde passent.
Un jeune homme et son ombre passent.
De l'autre côté de la rue, une petite fille
ferme les yeux er rêve à ma mort.
C'est qu'elle n'a pas fini d'aimer ce que je suis.
Soudain, une petite éternité
plonge dans une piscine et son corps déformé
par le mouvement de l'eau
devient les limites du monde concret.
Mes yeux peuvent voir le spectacle des signes.
Une petite fille baisse les paupières.
Mes mains s'étendent sur la table.
Elle, elle n'a que cinq ans.
Elle est une misère.
Maintenant, elle marche avec lenteur.
La solitude couvre sa chair comestible.
Elle entend mes poèmes.
Elle ne survivra pas.
Elle a deviné la peur.
Elle a une robe qui plie
sous la chaleur, sous le soleil.
Elle n'a aucune chance.
Ses yeux tombent dans la poussière.
Elle avale un mot. Elle est une minuscule vérité. 
Elle s'est un peu endormie. 
Moi, je brûle dix fois à la minute.






Retrato de familia

Mucho enfermo y mucho mælström por la familia alucinada y por el frente de liberación nacional, veo calcinados montados, atados fuertemente sobre zancos... Miro la escena en otoño, con música y tambores de desfile. Es como chistoso, pero nada de reírse, ni siquiera mueca y el asunto acaba mal: los calcinados, los atados fuertemente sobre zancos se caen derrumbándose, se estrellan sobre sí mismos, en sí mismos y ni un alma... Aquí, ¡esto no es más que morir!



*


Dime, tesoro-papá, mis guerras civiles, dime, 
tesoro cadáver de belleza que todo me aclara. Yo era suaves entregados ante tu estado que ya no es. Las cosas que hace uno con su alma arruinada. Se acabó, el corazón trashumante, las sangres.
Uno envuelve el gran cuerpo, estoy en el mundo.
Es este transitar a menos cero; adiós, afuera,
es el dragón quien me toma,
dragón-papá, no es tu voz, sino tus lenguas en mí.


*


Es lo blanco caído, deslices sobre nieve,
largas pistas de hielo, ojos que se invierten.
Esto surge del día del recuerdo para hacerme el herido grave.
Soy todos los cuerpos sin deseos,
digo que sí, quien sea.
Un día, escombros, día siguiente, escombros.



*


Los últimos días se imponen, estoy invadido.
Es en la nieve alrededor de las barracas.
Blanco será mi descenso, azul, con una bandera:
mi padre es retratado tendido.
Su trozo de piel con un arma en la mano que no se ve.
No poseo corazón alguno.



*


Mamá-papá, papá-mamá, vamos a la violación
y es mi última palabra sobre la ira,
esto no tiene lengua íntima,
está muerta toda esta historia, estoy ladrado,
les tiendo mi jeta, nada pueden decir.
Están ustedes todavía de pie, de pie y el cuchillo
que ahí dejaron en medio de mi cabeza.


*


Otra vez, me deshago la cara, me estiro ciego, vertical.
Volverme los restos de papá, mamá, con las erecciones, y tragar el carbón de los arcángeles.
Ofrezco algunas espirales que llevo conmigo...
Soy devorado de pie, descrito hasta el final.
Es un hasta pronto, lo tengo todo falso;
somos sobre todo espaldas, huesos, durmientes duros.



*


Qué, quién, los papás que nunca cantan,
quién, con la boca cosida
quién, qué, los que yacen
sobre camas al aire libre, caídos de bruces, bolsas vacías. Veo un sexo, entro y sin salir,
soplando, silbando en los grandes abetos verdes, tapo el mundo y desaparece...



*


Siempre el cuerpo de nosotros dado a lo imposible,
mamá, candado,
pura fugitiva que huele bien:
mis espíritus uterinos hablan con una sola voz;
entre nosotros, jamás nos nombramos las cosas genitales.



*


Cuánto papá derrumbado en la realidad.
Otra vez yo, sus esposas sobre banquisa.
Soy foca y foca,
las necesidades del cadáver que uno se deshace de las cosas, tiras de tela y ropa interior,
pieles extendidas encima de las camas: es la antropología de las prendas vacías.


*


La hermanita tiembla y muere en un arroyo,
el hermanito sube y baja las escaleras, una vez, cien veces para nada,
y el último sapo ya no es lo que decía ser. Los tres eran, ya no queda uno solo... Era yo
mismo, estaba acabado, me movía, no soy más...
Las cosas, van a caer.
Papá, mamá, el obrero, todos.
Érase, estaba, cómo nombrar el ser,
para tenerlos, para alimentarlos en la mano izquierda... Tendré crímenes.



*


Dime, tesoro-papá, mis guerras civiles el otoño,
cabeza de lodo, dime, a la belleza que todo me alumbra, soy enteramente la lengua de
quien sea o su sangre todavía.
Envuelven el gran cuerpo, llegué entonces al mundo,
más abajo que él mismo, cuando no hay más que el enigma de untrashumante, es un
error, aquello, es un ventrílocuo, soy yo, quién, qué.

(Traducción del francés de Françoise Roy)




What does it matter now

You, with a great stride in my night sky,
me, with a package under my arm
that I carry to the other side of the world.
You, me, in flames, in turns, descending and it’s beautiful,
you, in your noisy fuselage,
you believe in thirst, in the voice, in the forces of good,
me, I don’t even think about it, forget my dangerous skin:
I must imagine my body in the great inferno.
With hell, I am not alone in my nakedness.

(Traducción de Jen Hutton)














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