sábado, 4 de septiembre de 2010

ANDRÉE CHEDID [885]




Andrée Chedid

Nació en El Cairo, Egipto en 1920, de padres libaneses. Escribe su poesía en francés.
Autora de: Ceremonial de la violencia (1976), Fraternidad de la palabra (1976), Cavernas y soles (1979), Textos para un poema (1986) y Poemas para un texto (1987). Chedid ha recibido numerosos premios de poesía y prosa: Le Prix Louise Labé (1966), L'Aigle d'Or (1975), Le Prix de l'Académie Mallarmé (1976), Le Grand Prix de la Société des Gens de Lettres (1990), Le Prix des Quatre Jurys (1994), la Bourse Goncourt de la Nouvelle (1979) y Le Prix Albert Camus (1996).



El viaje liberado

No hay muros
Te lo he dicho no hay muros

Estemos donde estemos canto y permanezco
Estemos donde estemos el presente no tiene edad

Si me despierto con la aurora
Y estás en mi vida

Estemos donde estemos las fuentes se desatan

El ancla no es del viaje
Te lo digo 





Te amo, pájaro hostil

No es de morir de lo que morimos

Sino de llevar el día en mil astillas
De ser la presa de uno solo de nuestros rostros
De tener nuestras casas como el lugar

No es de morir de lo que morimos

Sino de la espuma que pierde memoria
De sus sienes de océano

De la hierba violentada en su guarida
De las llanuras que la hora endurece

Ahítas de selvas insondables
Por develar sólo una de sus ramas
Y del azar,
Atolón que se reduce

Vida atigrada sobre nuestras vidas
¿Con qué red apresarte?

Te amo, pájaro hostil




POESÍA II

Lo que es más que la palabra
pero que la palabra libera

Lo que es perecedero
pero renace más adelante

Lo que naufraga profusamente
pero sin cesar se construye

Lo que siempre nos sobrepasa
pero de su pasar somos semilla

Lo que tiene nombre de vida
pero que los días apartan

Lo que es evidencia
pero permanece en suspenso



SOLEDAD


Soledad
almena sobre las llanuras inauditas
La sombra cesa de blandir sus oropeles
La ausencia ya no derrama sus torpores
Los pozos ya no engullen la estrella
Las cenizas ya no alteran el arroyo
A través de los árboles opacos
Se filtra el claro







NACER

En el cruce de los tiempos
De los corazones y del azar
Naciste vivo
En lo más vivo de los vivientes
Se te dio gritos y habla
Goce alientos muerte
Y el canto inaudible
Que atraviesa las edades
Injertado al antes
Hacedor de futuros
Fundas la esperanza
En todo el medio de las desesperanzas.

Versión al español Alfredo Silva Estrada






El poema


Sin cesar
En lo vivo de sí mismo
Se acomete el poema
Espejos del instante
Fragmentos del deseo
Ecos del grito

Hurgando el hueso hasta la médula
Atravesando el hábito hasta el alma
Volviendo a abrir las puertas del espacio
Aliviando los desórdenes del espíritu
El poema
Se precipita sobre nuestras páginas ávidas
Explorando a la vez
Toda la llama
Y todo el agua.





Enigma I

Tropezándonos con los enigmas
De la aurora y las tinieblas
Del instante y el después

En el espanto o el ardor
Creamos obras
Labramos senderos
Inventamos fábulas
Gravamos máximas
Prescribimos dogmas
Engendramos mentiras o verdades

Víctimas o victimarios
Rozamos la trama del mundo

Mientras el hogar
Arde del otro lado del silencio
En el revés de las palabras
Y los pensamientos.




Mareas II

En marea alta
Ejecutando
Sus escalas
De gris o de calma
El océano versátil
Se une al litoral

Testigos de estas maniobras
Las casas recuerdan
Marinos ahogados

Un niño llora
Su fortaleza de arena

Y para aquel que pasa
Según la hora
Según el alma
La ensenada lleva a las riberas
O devela lo desconocido.




Una meta

El manantial algunas tardes
Se inicia lejos de los caminos

El presente consume la memoria
Sin herir

Todo nos colma ciertas tardes
Incluso nuestras ciudades de asfalto

El agua multiplica estas tardes
Nos brinda semejanza

Un pensamiento en conducir
Y el amor como una meta



Del libro Fraternité de la Parole.
Traducido del francés por Myriam Rozenberg




La otra mirada

Si te tropiezas con los muros de carne
Si tus palabras naufragan antes de nacer
Si tu sangre se aferra a tus huesos
Y tu mirada pierde el sendero

¡Haz un llamado a la otra mirada!

La mirada que transgredí el mundo
Y distancia el tiempo singular

En la angostura de los días
Cuando se abisma la penumbra
¡Amotina la otra mirada!

Su brillo te buscaba.







Estos cuerpos no han encontrado su lugar
Ni estos corazones ni estas noches
Sin los ríos de la emoción
Nada nada se ensambla
Nos hace falta compartir
Necesitamos el incendio
Para que surja la fuente
Para que la vida viva






De cet amour ardent je reste émerveillée

Je reste émerveillée
Du clapotis de l’eau
Des oiseaux gazouilleurs
Ces bonheurs de la terre
Je reste émerveillée
D’un amour
Invincible
Toujours présent
Je reste émerveillée
De cet amour
Ardent
Qui ne craint
Ni le torrent du temps
Ni l’hécatombe
Des jours accumulés
Dans mon miroir
Défraîchi
Je me souris encore
Je reste émerveillée
Rien n’y fait
L’amour s’est implanté
Une fois
Pour toutes.
De cet amour ardent je reste émerveillée.





L’Autre

« Je est un autre. » Arthur R.
À force de m’écrire
Je me découvre un peu
Je recherche l’Autre
J’aperçois au loin
La femme que j’ai été
Je discerne ses gestes
Je glisse sur ses défauts
Je pénètre à l’intérieur
D’une conscience évanouie
J’explore son regard
Comme ses nuits
Je dépiste et dénude un ciel
Sans réponse et sans voix
Je parcours d’autres domaines
J’invente mon langage
Et m’évade en Poésie
Retombée sur ma Terre
J’y répète à voix basse
Inventions et souvenirs
À force de m’écrire
Je me découvre un peu
Et je retrouve l’Autre.






L’espérance

J’ai ancré l’espérance
Aux racines de la vie

*

Face aux ténèbres
J’ai dressé des clartés
Planté des flambeaux
A la lisière des nuits

*

Des clartés qui persistent
Des flambeaux qui se glissent
Entre ombres et barbaries

*

Des clartés qui renaissent
Des flambeaux qui se dressent
Sans jamais dépérir

*

J’enracine l’espérance
Dans le terreau du cœur
J’adopte toute l’espérance
En son esprit frondeur.







Le Chant des villes

Je m’attache aux pulsations des villes
A leur existence mouvementée
Je respire dans leurs espaces verts
Je me glisse dans leurs ruelles
J’écoute leurs peuples de partout
J’ai aimé les cités Le Caire ou bien Paris
Elles retentissent dans mes veines
Me collent à la peau
Je ne pourrai me passer
D’être foncièrement:
Urbaine.




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