Joachim Sartorius nació en Bavaria (Alemania). Publicó una antología poética depoetas contemporáneos (Atlas der neuen poesie), en 1995. Poeta, ensayista y traductor de John Ashbery, Wallace Stevens y E.E. Cummings. Su obra poética incluye Sag ich zu wem (A quien igo, 1988), Der Tisch wird kalt (La mesa se enfría, 1992), Keiner gefriert anders (Nadie hiela diferente, 1996).
Poemas de Joachim Sartorius
Siesta
En el ángulo de ojo y ceja
la piel, la casa poseída.
La luz pasea
por todas partes, gotas, amarillento
escurrirse, parloteo de palabras
recordadas, sueño intranquilo.
El ventilador sablea por los párpados,
negroblanco, negroamarillo.
Amarillo como los huevos trinchados
del erizo de mar.
Rue Rosette
El iris ya no
aparece.
¿Qué es la muerte?
Un pequeño oído rojo
sobre una superficie pegajosa de cera.
Los tímpanos se cicatrizan.
Crujiendo. Un ruido,
feneciente, como de saltamontes
que mueren.
Tantas palabras que ahora estoy comiendo
A veces los pensamientos son huesos en la nieve
blancos del blando mundo casi indiferenciables
hasta derretirse También el amor
vale la pena cuando se derrite
si la luz entra sibileando en la nada queda sólo
un trazado luminoso dentro de nuestras células
Se derrite tendida sobre la espalda
Palpo sus palabras Una palabra como luz
me acaricia como lo haría una mujer
hasta que todos los cristales del amor se hayan gastado
Entonces gesticula con muletas óseas
mostrando el vacío, el vasto paisaje de bufones
al que me adentro vacío yo mismo y tantas
palabras que ahora estoy comiendo cual nieve
Inclinados hacia
a Luigi Nono
Con la noticia
vino la tormenta tardía
y el olor putrefacto desde el asfalto
la precisa caída de las gotas
en los tilos de la Uhlandstrasse
resonando apenas
aquí caminaba con frecuencia
hacia los bordes, enorme
abarcaba el espacio
con silencio
pleno de grietas
resonando apenas: en voz baja
hacia las afueras
silente: inclinado al No-Todavía
Ya-No
(tema cruel)
un maestro de la búsqueda
sin ansia ni consuelo
lleno
de claridad que respira
(Berlín, 10.5.1990)
Qué pasa con nosotros
En el espejo ninguna cara.
Tú estás detrás,
articulando somnoliento aún.
»No confundas el ocaso
con la buena voluntad del tiempo.»
En fila retornan los dientes.
La noche todavía es joven.
Plata de la belleza
resuena en los bolsillos.
Cada corazón que no habla
ahora mismo llegaría tarde.
Se nos espera abajo,
entre sombras y ceniza:
pequeños, fuertes y valiosos.
Tumbas
Desde aquí al norte los caminos
son secos. Pasto amarillo,
sed en las raíces. En el corazón.
Todo es simple, pero equívoco.
Si intento pensar en la historia,
en las enormes vértebras
del saurio tras las hayas rojas
en la calle Invalidenstrasse,
Bismarck en mármol,
y el poeta Benn,
una placa en el timbre en la calle Bozener, inerte.
En la profundidad de las casamatas
de la plaza Potsdamer Platz en Berlín
están las herraduras del caballo predilecto de Hitler.
Perfiles del poder: coraza y casco.
En los bolsillos del pantalón apuñascamos
los estandartes. Plenamente satisfechos
oímos hacerse añicos las banderas
en la penumbra de la tela.
No se olviden de los dados falsificados de los poetas.
Cuando vuelvan a gobernar los Férreos,
vamos a tener que contentarnos
adornando piedras con piedritas
adornando con agua el corazón.
Traducción de Juana y Tobías Burghardt
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