Carlos Walker Martínez
Carlos Walker Martínez (Vallenar, febrero de 1842 - Santiago, 5 de octubre de 1905), fue un político y Abogado chileno.
Hijo de Juan Walker Ashley, de origen inglés y Mercedes Martínez Soria. Sus estudios los realizó en el Colegio Sagrados Corazones de Copiapó, luego de la muerte de su padre. En Santiago, estudió en el Colegio San Ignacio entre 1856 y 1861. Se recibió de abogado en la Universidad de Chile el 26 de noviembre de 1866. En 1870 fue nombrado secretario del Congreso Constituyente.
Sus creaciones literarias fueron publicadas en La Voz de Chile en 1862. Creó la revista República Literaria en 1865. En 1866 se estrenó su obra teatral Manuel Rodríguez. Publica su obra en verso con los títulos de Poesías, Ecos de la Opinión y Romances. Además escribió los estudios El Dictador Linares, Don Diego Portales y la Historia de la Administración Santa María donde destruyo la figura del Presidente Domingo Santa María. Los diarios de viaje Páginas de Viaje y Cartas de Jerusalén completan su obra literaria.
Militante del Partido Conservador, fue electo diputado por Vallenar entre 1870 y 1873, no asumiendo por ser nombrado encargado de negocios de Chile en Bolivia. En 1874 se le nombró ministro plenipotenciario y logró el tratado de 1874. Viajo a Europa de luna de miel, después de casarse con la joven boliviana Sofía Linares Frías. A su regreso a Chile en 1875, se dedicó a las letras.
En 1879 fue diputado por Santiago, Maipo de 1885 a 1888, Rancagua, Cachapoal y Maipo de 1891 a 1894. Además fue Senador por Santiago en los periodos 1894-1897, 1897 y 1903, y 1909. Sobresaliendo como un gran orador altivo e impetuoso.
Participó en la Guerra Civil de 1891. Fue un fuerte opositor al gobierno de José Manuel Balmaceda, siendo líder del Comité Revolucionario grupo que realizaba acciones contra el gobierno. Entre las acciones subversivas realizadas fueron los intentos de destruir puentes y líneas férreas. Fue durante una reunión del comité, en un intento por volar el puente sobre el río Maipo, realizada en el predio de Walker Martínez (actualmente la comuna de La Florida) donde fueron muertos 84 jóvenes antibalmacedistas por el ejército, este hecho fue conocido como la Masacre de Lo Cañas.
Formó parte de diversos ministerios bajo el gobierno de Federico Errázuriz Echaurren, retirándose de la vida pública en 1901.
Bibliografía:
Poesías. Santiago, 1868. Prólogo de Enrique del Solar.
Romances americanos. Primera parte. Santiago, 1871.Prólogo de Ventura Blanco.
El proscripto. leyenda. Santiago, 1873.
Poesías. Santiago, 1894.
Romances americanos. Segunda edición. Santiago. Su contenido es diferente al de la edición de 1871.
QUEJAS
¡Ave que cruzas el cielo,
rasgando con débil pluma
esas nubes, suelto vuelo
de nácar, oro y espuma!
¡Auras que voláis ligeras,
meciendo bosques y flores,
y en vuestras alas lisonjeras
lleváis suspiros de amores!
¡Nubes que vagáis hermosas,
delicadas armonías,
flores, fuentes silenciosas,
claras noches, bellos días!
¡luna, astro de paz que giras
sobre bóvedas de plata,
mar que trémulo suspiras,
donde el cielo se retrata!
¡Naturaleza sublime,
obra de un Dios que da vida,
que con su imperio te oprime,
mas con mano bendecida!
¡Oíd mis tristes querellas,
sed testigos de mi llanto!
¡Que vi eclipsada mi estrella
bajo un crespón de quebranto!
¡Mar, cielo, fuente, aves, flores,
aura, luna, astros, piedad!
¡Consoladme en mis dolores,
mis espinas apartad!
OFRENDA DEL POETA
"No te daré del Oriente
sueltos chales, ricas sedas,
ni coronas de esmeraldas
ni largos lazos de perlas:
mas coronaré tu frente,
blanca como la azucena,
de hermosos lirios del valle,
de jazmines y violetas.
Te contaré, vida mía,
cien delicadas leyendas,
para conciliar tus sueños
en tus horas de inocencia.
¡Qué bello será escuchar
de un trovador las querellas
en las noches del estío
y en sus tardes pintorescas!
¡Qué bello, cuando en el mar
las olas gimen apenas
y la luna solitaria
el firmamento pasea!
¡Oh!, ven a mí, dulce dueño,
y verás cómo el poeta
sabe amar como ninguno
y hace verdad lo que sueña.
lazos de amor, esperanzas,
historias caballerescas,
himnos, guirnaldas de flores,
suspiros, trémulas quejas;
y una lira solitaria
que tiene amorosas cuerdas
¡Todo, ángel de mis ensueños,
todo te ofrece el poeta!"
Así cantó el trovador
al pie de la negra reja:
y el viento llevó el suspiro
de sus sentidas querellas.
EL PEREGRINO
Corría el mundo, y extranjero, ausente
del dulce hogar, del patrio cielo azul,
se pintaba el dolor sobre su frente,
se agostaba su estéril juventud.
Pálido el rostro, el alma sin amores,
le cercaba profunda soledad;
y le era opaco el sol, secas las flores,
fatigosa la senda amargo el pan.
Por fin un día fatigado vino
a golpear a una puerta, y dijo: "Abrid,
abrid a un solitario peregrino,
que ya amenaza el temporal venir."
Dentro dijeron: .. "No hay albergue; siga
su viaje el extranjero." Y él siguió:
y en otra puerta que juzgaba amiga,
trémulo el brazo, con temor golpeó.
Allí también ...al infeliz negaron
el pan de la bendita caridad;
y su voz de congoja no escucharon,
aunque arreciaba airado el temporal.
El continuó su solitario viaje,
la frente mustia, opreso el corazón;
y, temeroso de otro nuevo ultraje,
en otra nueva puerta no golpeó.
Transido, al fin, de frío el extranjero
fue su frente a una piedra a reclinar,
y allí expiró en silencio. Del viajero
nadie en el mundo se volvió a ocupar.
ROMANCE
¡Ay! ¡Las horas de ventura
cómo huyeron presurosas!
Como un sueño fugitivo,
como una rápida sombra.
¿Qué nos resta de esos días
de ilusiones seductoras,
de esos sueños infantiles,
de esas plácidas historias?
Un recuerdo solamente,
recuerdo que al cabo borra
el tiempo en revuelto giro
al batir sus alas torvas.
Crece el árbol del olvido,
viste opaca, triste pompa,
y el suspiro de las tumbas
es el aura de sus hojas.
A su sombra la esperanza
palidece, y nunca brota:
y la flor de los recuerdos
entre sus ramas se ahoga.
¡Oh, no crezca ese árbol triste
en nuestras almas! ¡Memorias
de pasadas alegrías,
no dejéis el alma sola!
No huyáis, plácidos recuerdos,
visiones encantadoras,
del arpa del sentimiento
sones blandos, dulces notas!
¿Qué nos resta de esos días
de ilusiones seductoras,
de esos sueños infantiles.
de esas plácidas historias?
¡Sólo vosotros, recuerdos!
Amor, ilusiones, glorias,
dichas, esperanzas, sueños
¡No dejéis el alma sola!
A MARÍA
Ante tu altar postrado, du1císima María,
vengo a implorar amparo, vengo a pedir merced:
¡Tú eres la fe de mi alma, tú eres mi luz, mi guía!
Por eso en mis dolores te invoco, madre mía:
por eso arrodillado me miras a tus pies.
Del mundo en los azares, revuelto torbellino
donde sucumbe a veces herido el corazón,
a cada paso, oh madre, que he dado en mi camino
yo siempre te he confiado mi suerte y mi destino:
¡hoy, madre mía, vengo para decirte adiós!
Hoy madre como entonces, invoco tu ternura
de hinojos prosternado en tu sagrado altar;
recuerda que eres madre clemente como pura,
recuerda que a tu sombra la débil criatura
segura senda lleva si tu favor le das.
Me lanzo al mar: ¡quién sabe la suerte que me espera!
Acaso, de las ondas triunfante mi bajel,
me deje de mi patria en la gentil ribera;
o acaso, destrozado por la tormenta fiera,
perdido en la borrasca, sucumbiré con él.
¡Quién sabe! ¿A quién es dado romper el denso velo
si en sombra impenetrable se cubre el porvenir?
¡Oh madre, pueda al menos en mi ferviente anhelo
alzar plegaria humilde, volver mi vista al cielo,
y pronunciar tu nombre bellísimo al partir!
Vela por mí en el viaje que sobre el mar emprendo,
aparta de mi nave la tempestad cruel:
¡no sea que irritadas las olas sacudiendo
me hiera y amenace en su furor tremendo! ..
¡Oh madre, de sus iras defiende mi bajel!
¡Lleva a las playas patrias mi nave, oh madre mía,
bajo el amparo santo de tu inmortal favor!
Tú eres la fe de mi alma, tú eres mi luz, mi guía:
¡por eso a tus altares, dulcísima María,
vengo a pedir amparo, vengo a decirte adiós!
SONETO
¿Qué rastro deja sobre el mar la nave
que al viento tiende la turgente vela?
¿Qué rastro en el espacio cuando anhela
alcanzar a las nubes, deja el ave?
Aquélla, apenas, silenciosa y grave,
de fugitiva luz frágil estela;
ésta, trémulo son que también vuela
como su pluma, indefinible y suave.
Ave en el viento es la ilusión querida,
nave en el mar, la dulce bienandanza
a inconstantes vaivenes sometida.
¡Ay de quien no aproveche la enseñanza,
y, en los hondos misterios de la vida,
funde en la gloria humana su esperanza!
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