DENNIS ÁVILA. Nace en Tegucigalpa, HONDURAS el 13 de septiembre de 1981. Ha publicado dos libros: La Calada (Luz verde, 2000); y Algunos conceptos para entender la ternura (Sexta Vocal, 2005), con segunda edición en El Salvador (Leyes de Fuga, 2005). Ha participado en los Festivales Internacionales de Poesía de Nicaragua y El Salvador. Ha ganado los premios Poesía Hablada (2001), Premio Único Certamen Cuento Breve Universitario, UPNFM (2005), y Mención Honorífica en el Premio Hibueras (2006). Selecciones de su trabajo han sido publicadas en el CD VERSOFÓNICA (20 poetas, 20 frecuencias). Además ha sido incluido en los cuadernillos PAPEL DE OFICIO, editado por el colectivo de poetas País Poesible.
Zopilote
¿Cómo seducir a un espejo?
Dile:
aparta de mí estos ojos en peligro de expansión
úneme a la tierra, algún día me cansé del mar
y de mi azar intemporal en la memoria
de un albatros urbano.
Sorprende con lunas estos solares espacios
y agarra
a tus pasos de la punta de mis ánimos
que en una sola dirección te presienten.
Si te unes a la tierra
rompe tu sueño, tu sed que es
morder una sandía.
Incumple tu realidad, espejo
nada es peor
que un cielo desplumado
de pájaros.
Yo tampoco he querido vivir
tanta basura, ave negra.
Hija pródiga
Agua que sí he de beber
acepto tus escombros cuando vengas
acepto arrodillar mi lengua ante tus ruinas
yo te doy los zapatos, la piel del amor, el susto
de una herida
el salvaje silencio de cada pupila mía que
te encuentra
la civil ternura de mis dedos fieles a tu tierra.
Sólo mi brújula reconoce
el orbe gastado de tus fiestas
con el resfriado de cada minuto mío
que te espera
estornudando los últimos segundos
que me quedan de garganta
aunque el tiempo con que emprendas tu viaje
sin distancia
sea otra vez la lágrima que acabe al frío
para que besen en tus labios la mejilla
en mi causa que se apura.
Antes que te vayas quiero decirte
que de nada te sirven tus países mentales
las ciudades, todos los inocentes pueblos
con su claro espesor de idiomas mudos
Yo soy el que te regresa las sandalias
cuando las calles se descalzan en tus pies
tantas veces que camine
tu recuerdo escalofriado.
Aclaro que tu corazón tiene en sus venas
lo más cercano a mi espuma
por eso acepto bañarte tantas veces vengas
y a limpiarte los oídos
con el algodón de estas palabras.
Es mi llamado protegerte
con tu lluvia y tus calores
hija pródiga de idas y regresos
porque acepto que seamos infelices
lo presiento:
me cansé ya de amores adoptivos.
Esta es la guerra que tiene a la paz
todo este tiempo entre sus piernas:
las veces que fui feliz
caminando hacia tu nada.
En todo caso sos un ángel
y estas son mis dos heridas:
el inicio de tus alas.
No vuelvas pronto. Te saluda
un verdadero corazón en sus pedazos.
Ausencia
Pensar que uno es el hombre
que un día despierta a la par de una mujer
y ella está más humana que nunca
y uno está más despierto que vivo.
Saber que éste es el instante
en que las miradas chocan
y ahí las paredes indecentes de luz
y por allá las ropas.
Volver a las estaturas a lo largo de los cuerpos
y otra vez estas pieles descalzas
estos mismos aparatos digestivos.
Hombre y mujer
de pronto dos ríos arrancándose las aguas:
a esto se le llama dos ángeles caídos.
Se hace el amor, se hace el odio
pero antes del amor
todo un mundo de cosas aburridas
que después se lloran a solas en un cuarto.
Prehistoria del deseo, post aniversario
de la culpa
dejemos las cosas en paz, estos son
los tamaños.
Y pensar que uno es el hombre
que otro día despierta a la par
de lo que llamaremos ausencia.
La gota que se traga al agua
La alegría sigue siendo
semipermeable
hizo como una especie de silencio
tomó sus cosas se fue de casa
antes destruyó el carro
extravió un dinero
pero no había sido para tanto
ahora
no pudo ocultar la mirada
tenía que desaparecer
abrir el camino
darle paso
a un dolor pura sangre.
Ego latía
En una esquina de tu ventana
esta mañana
anochece
un dolor de pájaros inquietos
un profundo verde sin latir de hojas
una palabra de viento, un parpadear de sol
que se duerme en la me
diana ruta
del silencio que nos traga.
Y se cree en la importancia
de los segundos mentales
porque lo cierto es que uno quiere ser
poeta
todas las horas que mide la ventana...
El problema es llegar
demasiado pronto
a ningún sitio.
Paz
Te declaro la Guerra
porque la paz no se define entre tecnología
entre edificios y corbatas.
La paz se siente cuando llegas a tu casa
y te conduces a tu desorden
– por los momentos
hermoso
donde nadie reclama las perchas
de tu ropa herida.
La paz es la dificultad de palabra en tu cólera
el temor a que una estupidez te cometa:
conformarte con arrancarle
las alas a una mosca.
La mano, instrumento de la piedra
no se compara a la paz de tus sentimientos
en buen estado
ni al color de tu sangre
fluyendo a patadas del corazón
aquella tarde que por fin pusiste el amor
en otra parte.
Por eso te declaro la paz.
Que gane el mejor perdedor.
Hombre de poemas tomar
para Karina Salgado, Fotógrafa
que siente de memoria
la vehemencia
No hay un punto
sino un poema de partida
no una casa
sino un poema con puertas y ventanas.
No entrás a una calle, no
entrás en tus pasos.
Es decir poesía
y entender ser
o en una palabra, cafés, tus ojos
y saber que es un poema el que te gesta
la sensación de que algo tuyo nace.
Si vas a la cama, acostarás al poema
si vas a la esperanza: descansarás heridas
mientras asumás de frente lo imposible
cuando sin pedir me des tu poema
y yo te mueva sin querer tu mundo.
El ser querido
Soy exactamente igual a mí en el futuro. Sueño hacia arriba y despierto de lado. Me levanto con el pie izquierdo y con el derecho – legal costumbre – destapo sanitarios desacertados, también hormigueros. Detesto el sexo de los gatos sobre el tejado y, sin duda, cambio de tema, porque no temo morir cuando comprendo que hacia allá me dirijo, sin embargo es terrible que hacia allá van los que quiero.
Dejo muchas cosas para mañana porque pienso que están hechas las de hoy.
Bueno ha sido zafarme de las garras de un aeropuerto, porque le tengo miedo a la anchura que representa extraviar la altura de una ilusión.
Un perro moviendo la cola y una viejita iluminando con su sonrisa de infancia me dicen que sigo vivo. Una canción y un payaso en persona fácilmente me hacen llorar.
Disfruto tanto acercarme a Tegucigalpa de noche cuando la descubro desde los miradores sobrada de luces, con toda su ausencia de grandes edificios y su banda sonora de perros y disparos al aire.
Aunque intente no puedo escapar de las gotitas de agua que restan de los paraguas y de mi vanidad sinvergüenza cuando me despeino. Fácilmente me distrae el sonido de un cortaúñas y cuento malos chistes que me hacen vivir de risa, pero por alguna extraña razón olvido constantemente la felicidad posible, porque reaparezco desde cualquier noche frente a ese astro y conversamos, culpables, lunares miserias.
Mi tardío aterrizaje a cualquier cosa que sea por orden de llegada me involucra a ser el primero en el orden de las salidas, y soy capaz de escribir horas y noches seguidas porque disfruto quitándome el frío.
Sin duda alguna soy como yo en el futuro, sólo que todavía me sirven los ojos para leer, para llorar. De modo que es tuya la eternidad que me queda.
Propiedad conmutativa
De aquí para adentro
la casa es mía
tengo luces, sombras
humanidad y lobos.
Creo en el llanto
soporto mis descuidos
y soy pleno devoto de algunas utopías.
Salgo en los días lluviosos
entro y me arde el sol en la memoria.
Quiero alcanzar los ochenta años
vivo
y tiendo a reír amargamente
si he llorado túneles.
De aquí para afuera
el mar es el cielo aterrizado
los caminos son el curso
del ejercicio y del descanso
andan las cosas cotidianas
como el subsuelo de la mente
y se apetecen las orillas
que no requieren gradas.
De ahí para adentro
mi casa también es tuya.
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