viernes, 7 de septiembre de 2012

7730.- HILDEBRANDO PÉREZ GRANDE



HILDEBRANDO PÉREZ GRANDE

Hildebrando Pérez Grande. Nació en Lima, Perú, en 1941. -Premio de Poesía Casa de las Américas, 1978, con su libro Aguardiente y otros cantares. Primera edición La Habana, Cuba, 1978. Segunda edición Lima, Perú, 1982. Tercera edición Grenoble, Francia, 1991. Bajo el título Aguardiente, for ever se publicará en abril la cuarta y definitiva edición. -Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, alemán,y portugués. -Profesor Principal de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú. -Actualmente es Director de la Escuela de Literatura de San Marcos. Co.Director del Taller de Poesía de San Marcos. Director Académico de la revista de Arte y Literatura MARTIN, que, a la fecha, se han editado Quince 15, números dedicados a poetas y narradores peruanos contemporáneos. El más reciente data de octubre de 2006, dedicado a Carlos Germán Belli. Cada ejemplar tiene 130 pp. Ha sido Director de la revista de poesía PIELAGO, 1960. Co-Director de la revista de poesía HIPOCRITA LECTOR, 1970. Sub-Director de la revista de Cultura PUENTE-NIPPI, 1980. Desde 1960 a la fecha, ha participado en coloquios, seminarios, encuentros literarios en diversos países de América del Sur y del Norte, y en Europa .Fue profesor invitado en Grenoble entre 1984-1987. Ha publicado poemas y artículos en diversa revistas de América y Europa. Como lo afirma Raúl Hernández Novás: “…Hallamos en los versos de Hildebrando Pérez la conciencia milenaria del hombre de los Andes, tal como ha vivido en las formas poéticas folklóricas: sentido de la tierra y del paisaje, sensibilidad que se expresaba a través de delicadas menciones a elementos de la naturaleza, honda solidaridad humana, comunal. Elementos naturales de tradición folklórica como la paloma, el agua, el trigo, las retamas,et., se integraban en fragmentos que no constituían un calco, sino una recreación de formas populares como el huayno...". "Hildebrando Pérez ya muestra una voz propia que se nutre, no de una sola tendencia determinada, sino de muchos afluentes...Uno de los valores fundamentales del poemario radica en la capacidad de imaginación. Hildebrando Pérez no es un conceptista, es un poeta que se expresa por imágenes, y estas se encuentran nítidamente recortadas. Sus imágenes no son símbolos convencionales que poco a poco van apagando su brillo, lexicalizándose; son referencias directas al mundo circundante...". 




Canción y muerte de Hildebrando

Cementerio de automóviles

Todo en él era viejo, salvo sus ojos.
Ernest Hemingway

Corrías cara al sol en las tardes claras de un loco
Verano, seduciendo a las muchachas
Con tu chasís reluciente y la potencia de tu HP.
Muchos miraban con envidia la forma como subías
Por las lomas más empinadas, fierro
A fondo. Y más aun cuando bajabas por laderas
Iluminadas por el carmín y la sonrisa de tu gitana en flor.
Eran los prodigiosos años sesenta. Los caminos
Inciertos los recorrías cantando only you. Pero
No siempre merecemos nuestros sueños: ahora
Se te cae el pelo, el aceite, los deseos. Eres
Una chatarra inútil y estás bajo de rating. Tan sólo
Añoras un espejo retrovisor para mirar
Tardíamente las maravillas insospechadas del universo.

Sin chasís, sin jazmín, sin lubricante
Acaricias tu vieja placa: PERU. Lima.






Mutatis mutandis

Un árbol derribado no es un árbol: es un río
que crece entre los hombres. Un río que crece
entre los hombres no es un río: es un sueño
que en los días de verano se desborda sobre tu tierra
seca. Y un sueño que en los días de verano
se desborda sobre tu tierra seca no es un sueño:
es la hoguera en la que por un tiempo
ha de temblar tu delicioso cuerpo. Pero la hoguera
en la que por un tiempo ha de temblar
tu delicioso cuerpo no es, como supones, una fuente:
es tan sólo un árbol, un río, un sueño que te dice
inútilmente que sí, que es mentira, que no lo volverá a hacer.







La nieve y el estambre        

Yo nunca he visto la nieve
        que arde bajo la luna
en las comarcas más oscuras de la tierra.
        Y si me preguntan
qué flores he recogido en esta primavera
        les diría -sin tristeza- que ninguna.
Yo nunca he visto la nieve
        ni te he llevado flores
en esta primavera,
        sin embargo cada tarde
                        cada noche
reconozco la sed interminable de tu vellocino
        y me convierto cada tarde
                                cada noche
en el estambre más rojo de la tierra.







Chanson de roland
         
A Francoise y Roland, mis pares.
                  
Bajo el cielo salvaje de Saint Martin d’Heres,
Reverberan los locos relámpagos de enero.
Como un ciego frente al espejo astillado de su vida,
Me acicalo para viajar a la pradera interminable.
Marcho sin ningún propósito de enmienda. Dejo
Un país donde las piedras hablan, los ríos
Danzan, las mujeres arden. Para otro será
Mi espada, mi vino, las palabras. Por el ecran
Gastado de mi corazón transcurren rostros fraternos,
Paisajes ariscos y el aroma inmortal de mi dama.
No puedo ya disimular mi agonía. Tal vez mañana
Un verso me redima. El silencio es mi lenguaje.






María fénix, tahona feliz, maría capulí

                                       A Edmond Raillard , traduciendo a Vallejo en
                                       Clermont-Ferrand

Déjame ser tu lazarillo para despeñarnos
por las orillas nocturnas del Isére. Déjame
ser la envidia de los pájaros aturdidos
por el rayo de tu belleza sideral. Como un perro
andaluz lamo el arroz sagrado de mi melancolía.
Y pulso
mi grave guitarra
tan sólo para espantar las moscas
que revolotean sobre mis escamas incoloras.
Mi soledad reclama el valium de tu cabellera
azabache. Mi soledad pregunta
por el yodo sutil de tu vestido estrujado
y por aquellos anteojos oscuros por donde se filtraba
la retama encendida de mi huayno fugaz.
Ya no sé dónde poner el cuchillo de mis noches
degolladas. ¡Para quién guardar la dorada saliva
de mi infancia! Duquesa mía. Turquesa mía. Tirana,
tocaré mi viejo tambor para enterrarte
bajo la ardiente nieve de Grenoble. Y te encerraré
cantando en una botella persa eternamente. 

Tu n’ as pas de Maries qui s’ en vont
me escribes, amigo Edmond, traduciendo
pálidamente tu hueso, tu gabán, tu luto perpendicular.
Ah, María Félix, tahona feliz, María Capulí.






La escritura sagrada           

Tú no eres más que un racimo de valses
Maravillosamente mundanos. Punto
Y raya. Un relámpago harapiento
De ademanes y remolinos y nomeolvides.
Siempre reverberas sobre la página en blanco
De tu amores perdidos como una lluvia
Inquietante de puñales peregrinos.

Yo no quiero la piel de tu escritura alabada
Por lechuzas incautas: no me atrae
Ni tu fama ni tus premios ni tu nada.

Yo quiero tu palabra. No te muerdas
La lengua. Inventa primaveras. Abre
Tus labios sagrados como si fuese un deseo
Impostergable. No te quedes sin municiones: 
Da curso a la lengua de tus antepasados, 
Al fuego de tus apetitos elementales.

Pide la palabra: es tu espejo. Tu aguardiente.
El barro triste de un corazón desangelado.
                No  silencio. 
                Viento entero.
                 No mudez.
                 Soplo eterno.



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