viernes, 22 de julio de 2011

4224.- MAURICIO GIL CANO


MAURICIO GIL CANO nació en Jerez de la Frontera en 1964. Licenciado en Historia de América por la Universidad de Sevilla, en la actualidad es director literario de EH Editores. Poeta y narrador, ha publicado Del soneto al cómic (El Puerto de Santa María, 1997), en colaboración con Dolors Alberola, el volumen de narrativa Cuentos con alcohol (Cádiz, 2002) y el poemario Declaración de un vencido (Jerez, 2006). Su texto A dos poetas suicidas fue incluido en la antología Café Central (Lima, 2000). Ha desarrollado una importante labor como periodista y columnista de diversos medios. Entre 1988 y 1990, dirigió el suplemento literario Azul en El Periódico del Guadalete. Colabora en prestigiosas revistas poéticas de ámbito nacional.
POÉTICA: Caen pétalos de sus labios, una floresta azul de palabras. Discurren y una música acompasa sus himnos, sus protestas y proclamas. La desolación silente de sus ojos es un río también donde transita el tiempo, aunque estanques mudos parezcan cuando los surca un signo, una mágica señal para explicar el mundo. Caen pétalos y hablan. Seducen cuando muestran el acabado sutil de cada trama, la connivencia trémula del dolor y la muerte en fiestas y placeres. Atraen como el abismo y ríen desde el espejo de su propia ignorancia, capaces y seguros de sí mismos. Frenéticos poetas, locos melancólicos, difuntos en medio de la vida y vivos frente al misterio, las flores del jardín de los dioses esparcís al viento.








Razones para una resurrección

Porque habito el olvido,
porque el tiempo me sangra en páginas desnudas,
porque el cielo sin nombre de los versos
ha rociado de sal estas heridas,
porque palpo el vacío que me acosa,
porque el sol de mi amor se desvaneció en sombra
y es inútil volver al mismo río,
porque he sentido el alma de las cosas
y ahora sólo padezco pesadillas,
porque vuelvo a sufrir en soledad,

abandonado en esta noche oscura,
me encarnaré en el dios de las espinas.








Cuando vuelvo

Cuando vuelvo a mirar
a la pared y grito
mi tristeza sonámbula,

una caricia ausente
parecida al recuerdo
me hace cerrar los ojos.

Una voz interior
me susurra la imagen
extraviada en el río

de cenizas y rostros
de la verdad no dicha.

Se apodera del sueño
del pasado una luz
que atraviesa los muros.

Recuperan sus cuerpos
obstinados fantasmas,
pues el tiempo diluye

la ficción de sus límites
en el rumor confuso de las ondas.

También soy una sombra
y mi esencia es el viento
que me lleva hacia nunca.

Cuando vuelvo a mirar
a la pared y grito.









Materia encendida.

Nunca pude vivir así,
erguido entre las torres del espanto,
urdiendo mi destreza por el borde
de los desfiladeros interiores,
amando a Dios al filo del abismo
mientras el cuerpo
sucumbe a las caricias de la hembra
y mi lengua penetra en el deseo,
se desliza por ciénagas candentes
y vengo, arrodillado, a
beber de ti y pregunto
si no es divino
el corporal instante de materia encendida,
pues aventa el espíritu
estas cordiales ansias,
devorarnos en el fragante lecho
y ardernos animales.




http://sindromepoesia2.blogspot.com/2008/03/blog-post_7334.html

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