martes, 12 de julio de 2011
4153.- FLORENCIA ABBATE
FLORENCIA ABBATE
Nací en Buenos Aires el 24 diciembre de 1976. Publiqué: Puntos de Fuga (Tantalia, 1996), El, ella, ¿ella? -apuntes sobre transexualidad masculina- (Perfil, 1998), Los transparentes (Libros del Rojas, 2000), Deleuze para principiantes (Era Naciente, 2001), Shhh. lamentables documentos (Tantalia, 2001), Literatura latinoamericana para principiantes (Era Naciente, 2003), la novela El grito (Emecé, 2004), Las siete maravillas del mundo (Estrada, 2006) y la antología Una terraza propia (Norma, 2006).
Poemas:
LA RIVERA MUSICAL
poema
I
“islas, sólo islas,
con formas de vida más deseables”
susurraste
tendido en la mañana…
elegí una canción y pregunté
“¿reina de corazón o de diamante?”
me contestaste con un ideograma
dando vuelta el dado hacia el dos
jugamos un backgammon infinito
te lo dije
con palabras pulidas por la brisa
más quieta, entre trizas
de silencio…
recreo el momento y descubro
una flecha fatal entre la espuma
de repente el horizonte gira, se deshoja
el sol hasta quedar empañado
de sal y ceniza
nuestro espejo empalidece si espero
hasta llegar a otro puerto
somos la marea y el faro abandonado
por aves que emigran o cambian
su osamenta…
pero el vaivén de las olas nos mantiene
por arriba del tiempo
en uno de esos pétalos flotantes
mandala oscuro
nuestras pisadas en la arena
huellas que no pueden separarse
ni siquiera del viento.
II
ante un furtivo anuncio de verano
la luna insana
se oscurece y me empuja
a volver a buscar esa copa
que dura cada vez
una sola noche rara…
recorro hacia atrás el jardín,
nuestra única marca
es aquel pétalo blanco
sobre la hierba, y el cielo
que alcanza en ese punto
su máxima altura
caigo en espirales de recuerdos
como una piedra al río
y luego la corriente me regresa
a este cuerpo estremecido
por el vértigo de aquellas
amapolas al viento.
III
una mujer en el muelle
con los brazos abiertos
ante viajes inconclusos
mi alma precaria
que hoy no sabe
la música barroca
de dónde viene tanta soledad
“¿y qué son esos peces tirados
boqueando,
sobre la playa?”
bordeo la costa y su reflejo
parece espectral
temblor
de trazos de tiza
en el agua…
“son tus creencias y las mías
mira cómo suben
y qué lindo
cuando caen…”.
IV
merodeo alrededor de una foto
el cielo se curva y me suelta
sobre un cráter
ese mirador donde la luz estalla
y la luna nos envuelve en el abrazo
de un solo destello
a espaldas del mundo que nunca
gira menos miserablemente
y vuelvo a sentirme muy feliz incluso
si te amo a la distancia…
cuando no se distingue el horizonte
y te oigo a través caracoles
practico zambullidas por abajo
de las olas más brillantes
artilugio entre gaviotas volando
para encontrarse
garabateo las palabras mar y fuego
sobre el blanco de la hoja
hasta que ya no tenga punta el lápiz.
V
desde el río morado del recuerdo
brotan dos aves en fuga
hacia aquella playa desolada
donde perdura
un verano perfecto y su luz
impenetrable
busco el mar en secretas canciones
de un disco mal grabado
la caricia sonriente del solsticio
esa respiración bailada
entre mis labios
las estrellas saltan de su esfera
recreando la rompiente
con su música tan justa, que hablar
sería superfluo…
VI
ni el río disuelve la sal
ni el sol desaparece
pero este paisaje se abstiene
de consolar a los cuerpos
que perdimos
las letras, esquiva materia
crían misántropos
“daría mil mares a cambio
de un páramo”
resuena adentro de tronco hueco
el eco
de mi voz escarchada
por la remota y brusca lejanía
del mar en el recuerdo.
VII
entre rápidas gotas, la belleza
de esa luz indecisa
un secreto guardado en la uva
que me diste en la boca
nos despierta con una tormenta
en medio del jardín…
la cascada de tu risa prospera
en mi cuerpo y se dilata
hasta ser absorbida por la pena
a la hora del rocío…
“espinas en torno a una fuente
desconocida”, cada palabra
o pensamiento que se nos enrula
lejos de toda intención, indica
tal vez que deberíamos
sólo bailar.
VIII
la sonrisa pura del instante
y el lamento por su fugacidad
en lágrimas que ascienden
te busco entre miles de equipajes
flotando a la deriva
la inquietud del deseo acaricia
la profunda superficie
de otro oasis clausurado…
veo sal en los haces solares
el puerto que no fue y la bruma
entresueño sospechoso
la desconfianza
esparce impermanencia…
y amanezco rodeada de esquirlas
de estrellas de mar
ahora las olas arrojan reliquias
brilla su encanto suntuario
en la cresta, sin melancolía
difusas o nítidas, no saben
del amor sino lo que se ignora
y su filo soberano.
IX
mientras tu alma recorre la pared
a través de la hiedra
esta noche de otoño, mansa
flota como un alga y espera
ese vértigo fijo del sol
la cadencia de aquel atardecer
en variaciones de una filigrana
enigmas trasparentes
ajada pero sin sonar a roto
ninguna melodía más que esa
reaparece, por la isla de náufragos..
¿podemos aún ser la espuma
y darnos otro mundo a ritmo
de pulsaciones?
que los granos de arena nos dejen
con un instante, y otro, y otro
en la miel de un ahora propicio
y dulce cada vez.
X
elegía de dolidas notas breves
cuando vimos despuntar el alba
a través de tu ventana
la hierba consiente la fuga
y se abre a nuestros pasos
nos tomamos las manos un instante
aventurado, definitivo
ese eterno verano pendiendo
del hilo invisible
“el acto claro en el momento claro…”
no se sabrá como pasó
sólo un lirio en un jarrón de vidrio
a lo largo de la distraída ribera de enero
invariable desde entonces.
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