martes, 12 de julio de 2011
4152.- MARCELO LEITES
Marcelo Leites. Nació en Concordia, Entre Ríos, Argentina, en el año 1963.
Incursiona en la actividad teatral como intérprete y director (vocacional)
de numerosas obras escritas por dramaturgos como Priestley, Bernard-Luc,
García Lorca, Tennessee Williams.
Entre las obras de teatro se destacan: Una versión de Otelo, en la
que interpretó el papel protagónico, dirigida por el Profesor. Jorge
Rubens Ríos; y una versión de Hamlet, ambas obras de Shakespeare, que
adaptó y dirigió dentro del marco del Teatro estudiantil de la Escuela
media “Gerardo Yoya” de Concordia ; también se recuerda su rol como el Dr.
Götler, el alemán de Yo estuve aquí una vez, de Priestley, por el grupo
de teatro “Los nocherniegos” de la Escuela de Comercio, dirigido por
Giovanna Comani, en 1985.
Desde 1980, se dedica a la actividad poética. Participó en carácter
de invitado en diversos encuentros de poesía.
Libros publicados
Poesía
El margen de la aldea, en Editorial Río de los Pájaros de Concordia,
dirigida por el poeta Juan Meneguín, presentado ese mismo año en el
Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Concordia, por los poetas
Alejandro Bekes y Daniel Durand, 1992
Ruido de fondo, con prólogo de Leónidas Lamborghini, editado en la
colección de poesía “Trópico sur”, dirigida por el poeta Jorge
Montesino, en Asunción del Paraguay y presentado ese mismo año, en el
marco de Poetas de la Bahía; II Encuentro Internacional de Escritores de
Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina.
Tanque australiano, Editorial Gog y Magog, presentado en el teatro
“Espacio Callejón” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, junto a los
poetas que integraban la colección de diciembre de ese año: Guillermo
Neo, Vanina Colagiovani y Daniel Durand, entre otros, 2007
Antologías
Cuatro poetas entrerrianos, ensayo publicado en la antología “Primer
Encuentro Provincial: El escritor entrerriano, Ensayos”, por la
Editorial de la Universidad de Entre Ríos, EDUNER, 2004
Percepción de la música, ensayo, publicado en el libro Los caminos de la
utopía, compilado por el poeta Jorge Montesino y editado por FONDEC, en
Paraguay, 2005
Antología Colectiva de escritores reunidos en la edición del Taller
Literario Municipal Voces Nuevas, dirigido por Giovanna Commani y
Alejandro Bekes, Dirección de Cultura de Concordia, 1987
Premios y distinciones
Mención por su poema “Moebius”, en el “Segundo concurso regional de
poesías” de la Casa de la Cultura de Alvear, Corrientes.
Fue designado jurado en los Juegos Florales de poesía del Rowing Club” de Paraná del año 2007. Ha seleccionado y prologado la Antología de poesía entrerriana: “Las nuevas voces de Entre Ríos”, publicada por la página web http://www.poeticas.com.ar/Directorio/poetas.htm, en marzo de 2008 e integra además el Consejo Editorial de la Página web www.autoresdeconcordia.com.ar.
Actualmente colabora en el sitio de Selva Dipasquale. http://ustedleepoesia.blogspot.com/2008/06/investigacin-permanente-sobre-la.html.
Su mail personal es: leitesmargen@hotmail.com.
MOEBIUS
Y ahora el sonido de las olas llega
en forma de relente desde la árida
superficie de la roca en la que
se ignora si alguna vez hubo
un sonido de olas y una mujer
acostada sobre la arena insistente
zumba sin embargo como una mosca y trae
olor de té helado y dos labios
pegados a las tazas y líquido amarillo
que entra a la garganta lentamente
mientras la arena ya no es arena
y el sonido de las olas llega sólo
después en forma de relente
a otra playa a esta noche
y no se sabe si ocurrió algo
o si las olas son imaginarias a la distancia
donde una mujer todavía espera
acostada en la arena y la taza de té
sube amarillo hasta su garganta
y no hay nadie con ella salvo el sabor húmedo
que vuelve como una sombra que no termina
de sacarse, de encima y la roca deja lugar
al corazón del hombre del que se ignora todo
salvo que alguna vez estuvo no se sabe si estuvo
en una playa no se sabe si imaginaria
donde el sonido de las olas en forma de relente
llegaba después a su memoria
y la mujer en la arena se delineaba
en otro espacio donde el desierto
habrá tenido lugar
(De: Ruido de fondo)
A Osvaldo Budón
Adherencia pronunciada al objeto.
Una gota.
Una sola gota cae sobre el tejado
oxidado y permeable.
Cae una gota
sobre la hierba sedienta,
baja por el tallo del tulipán
a la tierra.
Esa gota fue primero un sonido
insistente pero casi invisible
y cuando empezó a llover
un elemento indivisible
de la música.
(VI de Tanque Australiano)
Lo que dijo el viento
Las hilachas de luz describen
siluetas diminutas, desnudas.
Hileras verdes en galería
adelgazándose en las sombras.
La luna irradia mi cuerpo
¿Soy todavía?
¿Soy un río que viene y va
o sólo su reflejo?
Estallido de agua.
Nado contra la corriente
y mis brazos levantan vuelo.
Nadar es apropiarse del agua.
En la costa bailamos unidos
un ritual ebrio
cuyo ritmo hemos olvidado.
El aguaribay mueve sus ramas
y la lengua absorbe el centro
picante de los pimientos rojos.
El viento entre las ramas del aguaribay.
Arranco una rama
y la rugosidad de mis manos
cede a la savia de sus hojas.
Este olor a resina pegajosa me acompañará
en el viaje definitivo.
La superficie iluminada de la costa,
los biguaes y sus círculos sobre el río,
la insistencia del grito de las aves
y los dorados que saltan fuera del agua
deberían bastar a la hora de hacer un recuento.
Cuchilladas de sol en las nubes oscuras.
Las brasas oscilan tenues sobre los restos
del mediodía: el humo de la carne asada:
el pan y el vino y esa canción que quedó
flotando como una revelación
deberían bastarte, aunque más no fuera
como una lacerante maravilla.
¿Y la alegría de la mesa compartida?
¿Aún te dicen algo esas nubes?
Dibujan entre los huecos del cielo
los rostros que creías fieles
con una sonrisa lejana y suficiente.
¿Aún te dicen algo esas nubes
que se disgregaron en el aire?
Pasan
Pasan
Pasan como las plumas
tornasoladas del pavo real.
¿Te dicen algo, todavía?
Ah, la entropía del conocimiento.
Saber no nos salva:
Nos deja al borde
de nosotros mismos:
Los zumbidos de las moscas
nos atraparon como arañas en su tela.
Hemos llevado el universo a nuestra casa
y hemos cerrado la puerta.
Pequeños hombres grandes.
Pequeños monstruos maquillados
que acusan con el dedo de dios
y no dejan a nadie en paz.
No se puede tolerar a los intolerantes,
no, Oliverio, no hay que compadecerlos:
hay que ignorarlos.
¿Y la alegría de la mesa compartida?
Todavía el aire bombea tu corazón.
No has muerto en ninguna batalla,
y aunque tu papel en el universo
sea como el paso de una hormiga
sobre una brizna de hierba,
cada día renuevas el salto.
Debería, entonces, alcanzarte.
Ahora, en esta primavera de guerra,
los hijos toman aire de mis pulmones
y cantan una canción.
Estas voces enamoradas del mundo...
Habrá que seguir cantando
y las voces unidas en el canto
deberían, al fin, bastarnos.
Las luciérnagas no saben que iluminan la noche.
Suspendidos en el espacio, los amantes
quedan exhaustos como dos nadadores.
El mundo se cae a pedazos
y todavía estás ahí, del otro lado,
tendida, tendiéndome una mano.
(Incluido en Tanque Australiano – 2007)
Como se escribe un poema
Lo único válido es el rito lo único válido es el ritmo lo imprescindible
es el uso del lenguaje lo esencial es la forma en que decimos lo que
decimos lo necesario es la retórica y sus figuras lo inevitable es el
metro lo fundamental es el campo semántico o grafemático pero también la
música del verso o la forma que es el contenido o la ironía o la
parodia. Se reconoce a un poeta cuando canta como un lírico Se reconoce
a un poeta cuando cuenta alguna historia o inventa personajes. Lo mejor
es escribir poemas tamaño haikú lo mejor es escribir poemas tamaño
Odisea. Entonces habrá que desconfiar del lenguaje y volver otra vez a
la torre de marfil para dominar el lenguaje de la tribu y obtener el
poder del discurso que abre todas las puertas. Básicamente hay que
aglutinar todas las tradiciones forzosamente hay que romper la sintaxis
imperiosamente hay que eliminar las convenciones inexorablemente hay que
manejar la métrica regular. ¿Importa ser un poeta surrealista? ¿Importa
ser un poeta social? ¿Importa ser un poeta neorromántico o neobarroco?
¿Es mejor ser un poeta postmoderno y eximio en el verso libre o un poeta
clásico y eximio en el verso de arte mayor? ¿Es mejor ser un poeta
laureado o no buscar reconocimientos salvo la escritura misma; vale más
manejar diferentes registros, texturas, sonoridades o conocer muy poco
salvo lo que único quiere decir? ¿Vale más hacer un registro de los
movimientos más sutiles del hombre o transcribir los elementos
cotidianos aún los más insignificantes. ¿Importa ser un poeta que
renueva la tradición? ¿Importa ser un poeta que conoce todas las
estéticas? ¿Importa ser un poeta que escribe para nadie, para
alguien, para todos? Importa, tal vez, ser un poeta que escriba un poema
que funcione como el día y la noche antes que cualquier teoría. Escribir
sin más y de una vez por todas. Escribir aunque te salga espuma y
ponerle el cuerpo a una obra y dejar tus huellas manchadas de días en el
papel en blanco.
Ella
Señaló con su dedo
el aire entre el vidrio y el cielo:
“Es un hilito la luna que entra por la ventana”
decía y me enseñaba a respirar
la luz que se reflejaba en su cuerpo.
“De a poquito vamos a arreglar el jardín”
y la enredadera de la parra nos envolvía
haciendo su declaración de fe.
El silencio de las ramas
no quebraba nuestras voces
y casi no había palabras
sólo el sol sobre el rocío
y el frío que se perdía
en el abrazo largo de la mañana.
Boutade
Hablar del aire en el silencio
del campo ya gastado
y con la mirada oblicua sobre la tierra.
Con la espalda sobre las cosas
apostar al vacío de cada palabra.
Indiferentemente
dibujar un hombre ante su tumba
y como epígrafe un rasgo de época:
No sufrió, fue un poeta moderno.
Vi
Las huellas del Renault en la arena continúan su trayecto hasta la
orilla del arroyo donde hay un toallón naranja y una bikini a merced del
oleaje, se continúan en las huellas de unos pies y ya en el agua se
pierden en las piernas que aparecen y desaparecen de la superficie, en
su cuerpo que nada mariposa y exhibe su destreza desnuda. Cuando vuelve
a la costa deja ver su rostro maravillosamente joven sin saber que
alguien la observa detrás de una roca. En la trama posible hay diversas
huellas para seguir, huellas demasiado transitadas por los
automovilistas que casi siempre siguen los mismos caminos, pero la
escena en sí es lo que vale, ahora que su novedad e importancia
disminuyeron. De todos modos ella presiente algo y camina ondulante
hasta la orilla. Las líneas de su cuerpo son una ofrenda al sol
poniente que compite con sus pezones turgentes y relumbra en vano, oro
bruñido, en otros ojos alucinados ahora por esas manos deslizándose
sobre sus hombros, sobre sus turbulentos pechos, sobre sus caderas,
sobre su piel bronceada; alucinado, sí, por esas manos que siguen el
juego de las gotas de agua que tocan su pubis, mojada ahora, sí, mojada
y absolutamente consciente. Cuando te das cuenta hacia dónde va, tenés
que seguirla aunque a una velocidad muy inferior, sobre todo porque las
huellas que dejás en la arena no coinciden con las de ella y si
intentaras luego de considerar qué maravillas prometen su desnudez
cómplice, el agua como un fluido atravesando su sexo y la visión del
mundo satisfecha, si lo intentaras, decía, si quisieras trasponer sus
huellas y hacerlas coincidir con las tuyas luego de un esfuerzo
desmesurado y justo cuando ella empezara a suspirar apenada y satisfecha
a la vez luego de volver sobre sus huellas, si de verdad lo
lograras...entonces las huellas de la historia dejarían de tener
sentido. Las cosas se pierden de vista y lo mejor es ser olvidados
pronto.
Una mujer desnuda
con el pelo mojado
y un toallón naranja
yéndose en su Renault
mientras la luz
declina.
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