domingo, 3 de octubre de 2010

1374.- GABRIELA WIENER


Gabriela Wiener (Lima, Perú, 1975)
Periodista y poeta. Sus crónicas y reportajes pueden leerse en la revista peruana Etiqueta Negra, de la que es corresponsal en Barcelona. Además ha publicado en el Magazine de La Vanguardia, Suplemento Libros de El Periódico, Letras Libres, Lateral, Primera Línea, Club Cultura, Paula, Revista In de Lan (Chile), El Ajo, El Universal (México), Travesías (México), El Comercio (Perú), Semana (Colombia), entre otros. Se encargó de la sección de crónicas de la revista Lateral. Actualmente, tiene dos libros de crónicas en preparación. Es Licenciada en Lingüística y Literatura. Vive desde el 2003 en Barcelona, donde culminó una maestría en comunicaciones. Tiene un blog: http://www.gabrielawiener.clubcultura.com/.

En 2008 publicó Sexografías (Melusina), un libro de crónicas escritas al estilo gonzo. Ha publicado la plaquete de poesía "Cosas que deja la gente cuando se va". Mondadori publicó su segundo libro "Nueve lunas".



Hago una vida de puntillas

hago todo de puntillas
como un animal tímido
uno de esos que hacen ruido con las patas
pero ponen cara de tener miedo a todo
un venado o algo parecido
al que sus colegas en el bosque
le dicen: nos la estamos pasando
en grande, estás cansado o qué?
abro de puntillas la nevera
bebo coca cola de la botella
los vasos hacen demasiado ruido
eructo para adentro
me acaricio los pechos
bajo mi dulce pijama de chiflada
y me siento Philip Seymour Hoffman
El diablo sabe qué es esto
de susurrar al fantasma del columpio
de reír como Carson McCullers en las fotos
pero yo no apesto a alcohol
ni tengo blusas blancas
con cuellos bien planchados y gotitas de sangre
me siento ante esta misma pantalla
siempre busco lesbianas asiáticas
o besos larguísimos o tetas grandes bamboleándose
hoy descubrí que me gustaban los masajes
vi uno en que una vieja tailandesa
masajea en silencio a una rubia silenciosa de Private
Es por lo mismo
que me gusta hacerme la muerta
cuando tengo sexo
Siempre estoy de puntillas
como una mosca en la muñeca de mi hija








foto en blanco y negro

la niña que será mi madre
coge un rifle
y me apunta con cierta sonrisa

si esa niña fuera mi amiga
le pediría su arma de fuego
y ambas dispararíamos al aire
para alejar a los curiosos

del cielo caería un ganso dorado

conociendo a mi madre
lo llevaríamos en una camilla de guerra
corriendo sobre la hierba
de los panteones
poblados de involuntarias flores
y trataríamos de convencerlo de que está vivo

esto no se verá en la foto
pero hay un momento en que yo
le arranco un ala
la empuño corriendo en dirección del viento
y le muestro a mi madre
por primera vez
(algo que piensa que ella me enseñó a mí)
la equívoca intersección del vuelo y de la pérdida







la fuerza del cariño

hoy mamá vino a visitarme
estuvimos viendo “La fuerza de cariño”

en la película
una madre y su hija adulta toman té luego de un baño reconfortante
y conversan de sus vidas tendidas en una ancha cama

es gracioso
nosotras vemos la tele acostadas en mi cama matrimonial

pero no tomamos té

como una vaca y su ternero
sólo juntamos nuestras narices y nos damos leche

nos vamos antes de ver morir a la hija
mejor
sino hubiéramos llorado juntas
y es horrible llorar por ese tipo de cosas






Pequeña hermana

Cuando estés dormida yo apagaré la lámpara de hueso
Que separa nuestras camas
La noche será breve como un apagón
Porque he hablado con Dios
Con doctores del sueño
Y me lo han prometido
Yo también prometo
Ayudarte a contar las bombas en el cielo
Y a desanudar nuestros estómagos
De la boca del animal sobreprotector
Que copula en nuestras pesadillas

Vuela
Vete lejos del país de los miedos infantiles
A tu vuelta tendré puesta la mesa
Con platos de juguete
Que nunca se enfrían
Nuestra comida preferida
De geranios robados
Y esas flores rojas de tallos lechosos
Que pueden dejarte ciega

Tendré nuevos collares de cuentas de colores
Para las tardes en que venga a visitarnos la muerte
Pondremos una cuenta por cada arrepentimiento:
–Pude haber sido más tierna
Pude haber sido más fuerte
Pude haber sido más revolucionaria–
El collar del remordimiento será un collar de dientes de bebé

(Ahora me confesaré: he hecho el ridículo tantas veces
Con mi colección de rostros tenebrosos
He sido el esperpento de los apagones
La asesina de osos de peluche
Una adolescente drogadicta
Quizá mientras todos hacían otra cosa
Yo me quedé alimentando demasiado rato
A los cisnes decadentes de Huampaní
Y a uno en particular
Pero ya no tiene la menor importancia
Ya no dibujo casas con chimeneas, caminitos y una bandera del Perú)

Ahora estoy aquí, yo soy la grande y tú la pequeña
Suenan todos nuestros discos uno tras otro
Y todas las canciones tristes son alegres
Más fuerte, más fuerte que este inmenso ruido de nuestras cabezas
Esta noche será breve y silenciosa
He hablado con los perros solitarios
Con las botellas rotas
He hablado con los terroristas
He vuelto a casa
Será como nuestro primer viaje en avión
Como una guerra de almohadas

Por eso vuela, rompe las nubes
Te veo esta noche como un pájaro fantástico
El de nuestra historia sin fin
Un enorme pájaro sonriente
Te veo como la primera vez que te vi
Reflejada al lado mío en un televisor
Blanco y negro
Apagado

Volveremos a comer melocotones blancos y pelados
En los patios de la clase media
Volverán nuestros juguetes tuertos y no nos reprocharán nada
Seremos las bailarinas paralíticas de nuestras cajas de música
Y esta vez nuestros pelos tendrán flores de verdad

No tengas miedo a las cosas que dan miedo
Ten miedo a lo que no da miedo
Piensa: la única oscuridad posible
Nos envuelve bajo la luz de nuestras frazadas perforadas
Ahí donde aprendimos a acuchillar sombras

Nuestros vestidos están esperándonos
Limpios y planchados sobre la cama
Tú bailas y yo te riego con la manguera
Sonríes dentro de mí
Como un sticker de estrella bajo el techo






mi primera casa

llegamos a la hendidura
que llamamos Casa
un escenario de material noble
yo abrí una maleta y extraje una piedra de océano
como un gigantesco diente
la coloqué en el baño
la vi crecer cada mañana
tú en cambio desempacaste un juego de manos que no conocía
eran de más de trescientos tipos de manos
una me tocó allí donde no había existido el frío
otra fue triste al acomodar algo que caída de mí
la última que recuerdo no tenía dedos

nos gustaba salir y ver el floripondio del jardín
su vida al margen del agua
pero sus flores tenían una manera de morir tan desagradable
húmedas como lenguas blanquecinas
algo debía estar secándose en el fondo
fue cuando me dio la vergüenza
esa lamentable parentela
mirar un nuevo mito derritiéndose en la sombra

a nadie le interesa eso
me dijiste
toma esta alambrada
aprende a leer sus púas indefensas
hay más dignidad en la pulcritud de estos lugares
donde te sientes vencida

Pero la tristeza no era más
esa vela oscura deslizándose en la mañana
como si nadie la llevara entre las manos

Al acostarte junto a mí ya estabas tan callado
para no despertar el corazón
yo hacía tanto ruido
y lo encerraba en una caja perforada con agujas punta roma
ese fue mi animalito
tan limeño
nada feroz
ni hambriento
ni cariñoso
mi caja voluntariosa y dócil que hablaba de tan pocas cosas

una mañana te vi abrazado a ésta
la arrullabas con tu mano sin dedos
entonces todo fue bruma
sólo esa mañana
me agaché para alcanzar la hendidura
que dejamos de llamar casa
nuestro gato entró con un pichón en la boca
que no pensaba devorar
para ese momento habíamos entendido poco del juego
pero mucho de la muerte
el mar de madrugada
expulsando sus peores peces sobre nosotros
cubriéndonos las orejas

hoy el pichón ha volado lejos del juego y yo del agua







barrio chino

una mujer contempla la calle como si mirara
el monte del esplendor

desde la antigüedad –según consigna la guía de viajes– se dice
que solo un camino conduce hacia huashan:
“la escalera de piedra es tan
angosta que permite subir cada
vez a una sola persona. Sus 37
gradas son difíciles de escalar
solamente el que no tema arriesgar
la vida y ose trepar podrá disfrutar
del paisaje de mayor belleza”

la mujer hace un hueco en su recargada agenda hacia la posteridad
y mira las crestas y extraños peñascos que la rodean.
sabe que hay peligro
pero que es demasiado occidental fijarse en esas cosas
es preferible comprarle al maestro Hong Guang Yogao
un paraguas rosado
mientras lo observa meditar acerca de la transitoriedad de la existencia
–cuando muera la mafia desaparecerá mi cuerpo y
venderá mi pasaporte a un hombre vivo
la frase –dicha en castellano– sumerge a la mujer en largas reflexiones

quisiera creer que nada es lo que aparenta ser
que una jarra de limonada estática no es un estático castillo de nubes
y no ver cada mañana esta intemperie

la mujer mira el rostro redondo
y resplandeciente de hong guang yogao
como si mirara hacia la cima del huashan
ha aprendido a callarse justo a tiempo
–quizá es casi todo lo que sabe hacer–
se siente irrompible bajo su nuevo paraguas
comienza a ascender






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