domingo, 3 de octubre de 2010

RONALD BONILLA [1.369]


Ronald Bonilla Carvajal 

Ronald Bonilla, nacido en 1951, San José, Costa Rica. Estudios efectuados Bachiller en Letras y Artes, Conservatorio de Castella, énfasis artístico en teatro y creación literaria, estudios de filología (U.C.R.) Miembro del Círculo de Poetas Costarricenses desde 1965. 

Pertenencia al Movimiento de Perspectiva Trascendentalista, y uno de sus creadores en 1977. Fundador y coordinador del taller literario POEISIS, 2007.  Premios recibidos: Segundo Premio de Poesía, Facultad de Letras U.C.R. 1971 Premio Joven Creación de Poesía (E.C.R.) 1977. 

Premio Nacional de Poesía Aquileo Echeverria 2001. Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán 2001-2002, Panamá. Primer premio de Poesia Lisímaco Chavarría, Ciudad de San Ramón 2003. Tercer premio Literario Brunca, en tres oportunidades 2010, 2013, 2014 Universidad Nacional, REGIÓN BRUNCA. Obtiene el Premio Una Palabra con el  libro APUNTES PARA UN GRAFITI, Universidad Nacional. 

Poemarios publicados en formato de libro: VIENTO ADENTRO – Colección Líneas Grises, Círculo de Poetas Costarricenses, 1969. LAS MANOS DE AMAR, Editorial Costa Rica, 1971, CONSIGNAS EN LA PIEDRA, Editorial Territorio, 1974, SOÑAR DE FRENTE, 1978 (E.C.R.), UN DÍA CONTRA EL ASEDIO, Editorial Mesén, 1999, PORQUE EL TIEMPO NO TIENE SOMBRA, (E.C.R.) 1971, A INSTANCIAS DE TU PIEL, 2002, Editorial Géminis y Univ. Tecnológica de Panamá. LA CIEGA CERTEZA, Colección Perspectiva Trascendentalista 2005, DESPUÉS DE SOÑARTE, EUNED, 2006. SED DE OTRAS PIEDRAS EUNED, 2013.  APUNTES PARA UN GRAFITI, EUNA, 2014. De pronta publicación HOJA DE AFILIACIÓN Y OTROS CLICHÉS, EUNED. 2015

Textos publicados concernientes a otras áreas: Coautor del Manifiesto Trascendentalista y poesía de sus autores. (Ensayo y proclama sobre la poesía, al lado de los siguientes autores: Laureano Albán, Julieta Dobles y Carlos Fco. Monge)  También ha sido jurado de múltiples concursos literarios como el Premio Nacional Aquileo Echeverría en novela, cuento, poesía y libro no ubicable, Premio Una PALABRA en poesía, y Premio MAGÓN DE CULTURA. Poemas suyos han sido seleccionados en múltiples antologías y recopilaciones tanto nacionales como regionales. Y han sido objeto de estudio en varios libros críticos de la poesía costarricense. Poemas suyos aparecieron en la Revista Cultura de la EUNED, Nº 61, y en la Nº 63 un artículo del Dr. Carlos Villalobos sobre el libro SED DE OTRAS PIEDRAS. Poemas suyos han sido publicados en antologías y revistas en Panamá, Argentina, y muchos otros países de América y en España, en forma virtual y en impresos.Es columnista en el periódico La Prensa Libre donde da cuenta de aspectos del mundo literario costarricense. Tiene un libro inédito de ensayos sobre temas literarios.




APRENDICES DEL VERANO

Tú como yo
conoces tanto del invierno,
de ese perplejo llanto que la oscuridad
enciende en soledades
de papel y de lunas.

Y a ti y a mí alguna vez
nos proclamaron infinitos,
mientras cavaban en el pecho
inesperadas sepulturas
con piedras arrancadas al silencio.

Al igual que yo tú sabes,
herida de crepúsculos,
cuánto la sombra ha de extenderse
si no la enfrentas a tu luz,
a esa luz de parques aprehendidos
más allá de la memoria,
cuando todo se hace trizas.

Como yo, has torcido las esquinas
con algo más que el corazón y la palabra,
con este incomprensible sufrimiento
que desdibuja sin adiós las madrugadas.

También te han asistido los ángeles
soplando y resoplando en tus oídos
oraciones para vencer la desolación
y sus abruptos puños de tiniebla.

Aquí ambos, sin rozarnos,
apenas sospechando,
hemos aguardado la sangre de este encuentro.
Que nada nos desate
ahora, amor,
porque tanto tú como yo,
estamos aprendiendo
los intensos advenimientos
del último verano.



AMAR TE DUELE

Amar te duele y te duelen también
mis afanes por coronarte de regocijos
a cada instante.
Y te duelen mis besos atrevidos
en la sala inclemente en que te amo,
y tu alma la concibo entonces
como bandera agujereada
por este amor que te subyuga,
que te saca del centro y te regresa
quizá a un pasado en que te amé
al borde de una muerte, un precipicio suicida,
una espada feroz contra mi pecho sangrante.
Tu lengua en mí
restaña todas las heridas,
también las que infringí
en el delirio de otras noches.

Pero ni mi boca, ni mi sed interminable
pueden vendarte
siquiera esas heridas
que pululan en frente de mis besos.

Amar te duele, y aunque grites
en el más abisal de los éxtasis mi nombre,
se cómo te duele esta palabra
que repites y repites para que suba
contigo al gozo y al dolor.

Mas déjame tratar de aliviarte
con un tiempo de pétalos sumisos,
y que extienda sobre la hierba
este corazón de palabras incendiadas
para que duermas al fin transfigurada en brisa,
satisfecha.

Pero amarme, amor,
aún te está doliendo todavía.




PULSACIONES

¿Acaso nos hicieron con esta misma sed
de incendios solos?
¿Y que fuese entonces la medida de tu boca
y sus pulsaciones igual a mis delirios,
completa de latidos circundando la noche?

¿O es que podemos prescindir
de ser uno sólo en este instante
que la eternidad nos regala, a raudales ?
¿Puedo acaso prescindir de la savia
que viaja a tus espasmos ?

Yo puedo prescindir de mi pasado,
no de tu abrazo ahora abanderándome,
cubriéndome de esta simple ternura
aún no vencida.

Hoy no puedo olvidar que digo:
Amo y te amo,
cuando el sol al desbordarse ahora me acorrala
y se deshace en lluvias:
Sí, lluevo con todo mi cuerpo ante tu cuerpo
centelleante de brisas.

No puedo creer que ya me amas y te amo,
con todas las ansias ilímites
y el perdón imposible
de esas otras palabras ya caídas,
que dije en días festivos,
festivos y terribles.





ESTA NOCHE IMPOSIBLE

Esta noche en que te sueño
voy a recordar cuando dormimos juntos,
tú envolviéndome el pecho en una cruzada
mayor que la ternura y sus signos extasiados.

Esta noche imposible de tanta lejanía
en que te tengo, mi pequeña,
letal por la distancia,
heliconia fecunda de mi sed,
boca cabal para mi llaga altiva.

Esta noche en que no muero tan sólo
porque aguardo tus entusiastas sábados
en el rincón de un delirio que no se vence
nunca, ni siempre, ni jamás, ni todavía.

Has vuelto a ser la muchacha que apenas rocé
a mis dieciocho.
La señora en sus veintisiete
que al fin me encuentra
para cuidarme ahora de tanta cicatriz
doblándote la edad.

Y yo he vuelto a ser ese muchacho
petulante que se juega la vida
en sus jornadas
para verte y amarte,
y llenarte de orgasmos insaciables.

Mañana no estaré en tu baño,
no seré anegado por tu espuma festiva,
y sin embargo,
siento todavía sobre mi pecho
tu beso y tu cabeza y una lágrima feroz
que reclama del tiempo
cuando no te sospechaba siquiera
traspasando mis orillas.




REVERSIÓN DE AMOR

Poder revertir esta historia:

ir hacia atrás por los sedimentos que el amor
incineró de prisa;
hacia atrás
que se deshaga nuestra alcoba
con un soplo a la inversa del destino,
y tu primer llanto cayendo sobre mis caricias
y las ventanas empañadas
por donde seguimos viajando
del auto a la rutina,
o a la desnudez de las noches
que ebrios transcurrimos
entre racimos extasiados.

Poder revertirlo todo,
revertir la vida.
Ser ahora el amante locuaz
de tus fines de semana,
en la mesa servida a la luz del vino tinto,
sin el estrés de los afanes
ni los participios vencidos.

Tú no me lo pediste quizá:
sólo diste el espacio
para que me asilara
en tu rincón de soledades.

Ahora estamos aprendiendo.
También los besos adheriéndose
presagian del corazón sólo los entusiasmos
y nunca su posible hartazgo.

El tiempo registra como un tenaz relojero
sus péndulos viajando por entre itinerarios,
no va hacia atrás sino por la pendiente,
hacia adelante.

No te dejes caer de mis abrazos,
sostente encima,
anclada a mis costillas,
a mi espalda,
entre mis piernas.
No te dejes caer
entre mis dardos aherrojados
con dolor sobre el abismo.
Yo ya rompí todas las cuerdas
del pasado anodino que cargaba.

Sólo déjame
- no revertir el tiempo
hacia atrás como reloj errátil -
sino revertir tus heridas
con el vendaje que mis labios
tienden sobre tu cuerpo,
amándote hasta que seamos
solamente el oleaje
de estos oráculos azules.



PEDALES DEL DESTINO

Yo también tuve un Pablo
temblando en los pedales asustados
de tanta bicicleta
haciéndose destino.

Yo también iluminé el pañuelo
con sus cristales resentidos,
y albergué los sueños de un químico o poeta,
de un pintor o comerciante
disparando metáforas, color y convicción.

Y lo vi crecer como crece tu Pablo,
mientras alguien pegaba su botón
en la camisa escolar de las mejengas.
Y ahora con sus ojos y sus ochos parpadeantes
y su baraja de monstruos indefensos,
debo jugar y establecer banderas
y ser tan amigos compartiendo
la cena de tus manos prodigiosas,
el rincón de tu cama hecha de brisas
y cuentos y dulzainas,
canciones que abrigaron los caminos,
la ternura inequívoca del bosque
al que entramos dando saltos de conejos inventados,
guarecidos de la lluvia de pronto
por un tronco vetusto y oportuno,
suavizados por tus brazos desde el musgo
que inventa tu sonrisa para el mundo.

Y tu Pablo, tan Pablo como el mío,
subiendo a mis laderas escarpadas
hallará los oasis
predispuestos del otoño,
y sus pupilas como hojas
navegando en la brisa,
para siempre abiertas, abiertas
como son los abrazos.



TRANSFIGURACIÓN EN ARCOIRIS

Verte desnuda es recordar la tierra. Federico García Lorca.


¡Cuánto de miel o de veneno
habremos de bebernos amarrados,
derribando las noches imposibles,
cabalgando alelados en la oscuridad
rutilante de la piel!

Sí, toda tú te abriste
como amapola solitaria.
Toda me levantaste de las ocres ruinas inventadas
para ser sepia en tu llanura,
para que fueras todo el color de mis cantos,
terracota lúcida, aceituna doblada
sobre el pistilo de mis orfandades,
rosicler el tobillo,
pardas lianas bajando a tus laderas,
botones engreídos, el café de tus pezones,
castaños fanales tus ojos
amando infatigables,
lapislázuli el cielo en tu risa, naranjal
del camino, azul transparencia:
soy tu lágrima nueva,
bermejo escondido bajo tus rizos negros,
ensoñación del pubis,
magenta tus labios mojados
por la brisa que sellará mi boca,
azahares tus dientes, lilas
las flores tras tus orejas de sándalo
esculpidas,
amarilla lámina de mis ansias
tu espalda cruzada por el verdor
de mis destellos,
malva tu lengua, fresa agridulce,
tierra para esta lluvia
a veces dolorosa,
nombre para este ciego violín de la alborada,
dorada cruz de tu pecho incendiando mi pecho,
llama violácea,
nombre de la luz para el buhonero del crepúsculo
que a veces soy con mi dulzaina,
mancha de mis amores…

¡Cuánto de miel o de veneno
habremos de sorber desde esta mesa
que se transfigura con los arcoiris!




CABEZA DE SED ES LA ALBORADA

A mi nieto que vendrá.
A Esteban y Sofía mirando el ultrasonido.

El Ícaro insondable que hace mutis de vuelo
ahora navega
con el ala incendiada de unos versos.

El Fénix restañando, revenar
para el amor que nos ungió de pronto,
celeridad del vértigo:
-no te derrames todavía del cáliz.

Bastión del prodigio, blasón del recuerdo,
llama para las cuerdas que nos izan,
pendiente para que nos deslicemos
hacia el júbilo.
Ven ya a pacer entre hortalizas. Bienvenido.

Afuera la garra inhóspita
no ha de rozarnos en esta esfera azul.
El árbol y su fronda de recios manatíes
también te aguarda,
y el pelícano insatisfecho
y su señal de curvilínea zaga
es apenas presencia lúdica de Dios,
de sus delfines, ángeles vibrando al unísono.
Pasos que vendrán, huellas inaudibles:
¿Oigo tocar tambores o es tu corazón?
Ahora estás recobrando este camino…
Nosotros el sentido que daremos a las flores.
¿Acaso nos oyes tropezar desde la niebla?
Pero si somos éstos cantando
con la geografía silente del verano.

Ya puedes nacer entre nosotros.




de SED DE OTRAS PIEDRAS



TRAMPA AZUL

Sólo el cielo.
Sólo la lluvia.
Sólo las alas despuntando
en los alveolos rotos de la tarde.

Sólo un roce sesgado de tus labios
y el aluvión de tu mirada cómplice.
Sólo alas buscando
entre la noche tus delirios.

Sólo la piedra y sólo el manantial.
Esta hierba que nace de la piedra
entre el musgo fortuito que la inventa
cuando desaparece y aparece.
Sólo alas trizando en los espacios
la sutileza de batir asombros.

Sólo esta tierra sola,
tizne horizontal para este tránsito
de sólo el mar,
de sólo cicatrices.

Algo de amor así,
para que inventes esta albura.

Sólo la sangre y sólo el cuerpo.
Algo para que aspire al alma
lo ordinario del pétalo.

Tan sólo alas y contra alas.
Despliegue del recuerdo que te azora,
casi ángel al fin,
esclavo de la memoria posible.

Sólo el ansia de sólo
abrazarnos tan ciegos,
déspotas sumisos de la memoria perdida.
Sólo amamos...
Amparados a la piel que nos transpira y unge,
avatares desoídos por el mundo.

Sólo la palabra:
el poeta y su trampa,
para que tal vez  tropieces desde la noche
con esta soledad que compartimos.





COMO EN LOS TEMPORALES

Como llegan los temporales
anegando los patios, las ansias, los suburbios,
como bajan en mayos tan insólitos
los huracanes
a destechar las casas.
Como se posesiona el invierno en los tejados
con su pesado albor,
como el río inusitado te lanza
la cabeza bravía
y la poza de tantos niños
se llena con su oleaje trágico.

Como avanzan los extranjeros
con sus botas verdosas
chasqueando con los miedos del barro entre la gente;
como las hordas
del nuevo Armagedón.

Como el deshielo
que cambiará la faz del mundo,


como los pilotos suicidas
contra los edificios,
como los terremotos que enterraron
la escuela de los sueños,
como ferrocarriles
que se descarrilan despavoridos.

Así avanzó el amor
inundándolo todo,
corroyéndolo todo,
estremeciendo puertas,
destruyendo, posesionándose,
atemorizando las gotas del rocío,
las torpes bicicletas, los colchones,
descarrilándose en la noche,
temblando hasta rehacer la aurora
con las ramas caídas, aprisionando el canto
para que estalle por siempre
en los pétalos hirsutos
de esta mi última primavera
que despunta entre tus aluviones de ternura.

Porque eso eres...¡tan de pronto!





BUHARDILLA INTERIOR

Es delgada la luz
y entre la claraboya va dejando
sus dedos de silencio,
sus tímidos latidos
de roedor hambriento.

Aquí hay muchos instantes.
El flash dispara contra las sonrisas
y yo salgo de nuevo a tropezar
con otros locos.
Soy el gusano que se asoma
por su humilde orificio,
interpela al pasajero oculto de un tranvía,
pulula en el mercado
pidiendo sus víveres
con su situación
de amorfa clandestinidad.

Soy el mismo que se te manifiesta
orinando sobre los panfletos del partido,
avivando la fogata con viejos periódicos,
escuchando a Malher o a Queen
-cuestión de ánimo-,
ofreciéndote un café para empezar el dia a día
con su trajín descompuesto en la batalla.

Vamos – “salgamos dando tumbos”
de esta fiesta o de la propia sangre.
Dispón ya tu entusiasmo
para recibirme, reciclado
gracias a tu amor.

Ya no seré más quien pulsa botones
anodinos.
Quiero ser solo
el que vive contigo
hasta el amanecer.




De mi libro APUNTES PARA UN GRAFITI


LOS PUENTES DEL ANSIA

I

Este puente tendido de barcazas e hilachas,
estas caderas solas que me rozan la noche,
este beso empezado que quizá no nos muerde, 
esta tibia manzana, 
este alud del encuentro
que a veces malogramos, 
esta sed que nos cerca cuando ansiamos asirnos
y esta boca toda llena de luz que me entregas
y estas manos redondas que se vuelven planetas,
tus  ojos que preguntan por mis campanas mustias,
por el amor que se pierde o reencuentra,
que se dilata o empina, este puente tranquilo 
que no cede al embate de los locos torrentes,
son solo signos para que el amor no se caiga,
no se abrume, no se ahorque con sogas espurias,
son símbolos que tan solo encendemos 
con los leños del viento,
con la sed que nos insta
a cubrirnos de abrazos 
para que la mañana,
al final de la diáspora,
nos ame.
  


II

Este puente, este terraplén, 
esta terracilla que pusimos sobre tejas y olvidos,
y el viento ululando en las noches
con su diatriba azul, con sus fantasmas, 
este sol saliendo a las seis
sobre la carpintera del mundo,
este andrajo del miedo asolando el afuera,
y nosotros, al fin silentes
orando porque la noche oculte su ribete de sangre,
porque se haga la luna con su ovillo del ansia
un acordeón insólito que visite la casa.

Nosotros ya un poco cansados, 
un poco asediados por las ruinas y el ocre,
un poco aturdidos por las viejas mareas
que al fin deciden volver a su siesta,
nosotros, digo, nosotros…, no lo olvides…,
dulzaina de redes que envolvieron al cielo,
ancla de mis pasos, frontera para el choque
de equinoccios lascivos, fuente de besos
que a morir se resisten, remo a remo
nos abrimos al ciego porvenir de las horas:
corazones pulsantes de la sed que se aviva. 
  

III

Y si después de cruzar tanto puente derruido,
de acariciar sus barandillas ficticias
o de nobles maderas o de rústica sed,
si después de sortear las tablas del vacío
y arribar a la orilla de estas noches,
si después de tanta palabra convocada
no quedaran gargantas, 
no hubiese corazones para vibrar al unísono,
no sería mejor que apagaran todo,
que pagaran las cuentas que debemos al mundo,
que desconectaran ya todos los artefactos,
digo… que apagaran todo y nonada,
como dijo el poeta peruano, 
“¡que se lo coman todo y qué más da…!”,
no dar más vueltas y vueltas al cercado del alma,
si después del encuentro solo fuéramos tedio…
no estaríamos cediendo nuestra sed al olvido.

Deja ya tanta inopia; es mejor esperarte,
escondido en la sombra
con el ansia misma del origen,
y  seguir desordenándote, amor, 
las lunas en la alcoba,
en la vorágine misma donde late el poema.




SALVACIÓN DE TUS MUSLOS

Casi nadie acoge desnuda a la palabra,
sombra del guijarro que a veces llueve
con la lámpara impropia.
Sí, casi nadie 
se desviste en la rapaz penumbra del olvido. 
Viene la cuerda tensa
y se desgarra en el viento la piel de la culebra.

Casi nadie te atropella y pasas...,
vendaval del alma que te sueña,
coloquio abierto a la oreja crispada
que en los muslos origina su orilla.

Casi nadie te pregunta por su muerte,
alhelíes despojados de su pozo recóndito.
Ya no más el abismo debería sangrarnos...
Ya no más... qué descuido en mis labios
si no besan tu sombra
a veces inmolada.

Casi nadie te tiene tan desnuda, palabra,
y se aperpleja cuando subes con todos tus cabellos
y me agredes de cielos inconclusos...

Casi nadie me extraña en esta tarde.
Solo zumba el silencio con las voces extrañas.
Solo tú te has enquistado
en el incógnito corazón 
que se ofrece contra el sol,
durmiente de mañanas.

Casi nadie me mira mas me miras,
mirada de todas las palabras
que son en mí vencidas por tus ansias.
Aquí se originan tus muslos a mi orilla,
salvados.





APUNTE PARA UN GRAFITI


I

Yo certifico que la realidad va por dentro,
como por los muros de mi ciudad
van tus ojos
empujando la tarde
hasta deshacer las aceras.


II  

COLOQUIO DE AUSENCIA SIN CERTIFICAR

Mas ya no certifico tu ausencia.
Porque al acostarme estás conmigo:
tú hueles en mi almohada
a los jardines, 
hueles en las fundas
a los ríos y sus piedras 
alargando las orillas.
Hueles en este balcón pequeño 
al aire de la luna 
que se mete toda por los huecos 
de mi ínfima saliva.
Y es tan fuerte tu pálpito que sangro
de saber que te fuiste por rendijas,
una tarde que ni siquiera pude acompañarte,
en un taxi, en un vuelo, en un horcón,
dejando en papelitos las instrucciones 
precisas de tu ausencia. 
Y saber que te tengo y no te tengo,
es importante porque estás conmigo,
con tu blusa, tu esperanto, tu locura
y ese silencio que nos huele a última metáfora.
Ánfora esperada, cuando llegues
sólo tienes que llenar los mismos aires.
El mismo jarrón de tu entusiasmo,
el silencio del beso que reúno.




INTERFASES

I

He dejado la luna en su lugar, 
trillada.
La he dejado a solas, contemplativa,
mancillada.
La he volteado para que al poniente
parezca el sol opuesto – amarillenta,
denostada.
La he tocado
y estaba sorprendida...
de nuevo virginal y amante
con su pelo hilvanando cercanías, 
con sus pechos abiertos,
con su sed de palabras,
con su estela fugaz
acuclillada, 
entera.



II

En fin, he dejado a la luna
yuxtaponerse horizontal
sobre la curva azul del lecho,
y he sido la eclosión de luz
que la penetra
para que siempre ilumine
con su sed de diosa insatisfecha.

La he levantado en vilo
sobre la circunferencia plena de su propia candidez,
la he succionado,
hasta ese hilo de sangre suspenso ha sido mío,
hasta esa gota de sudor ambarino
que viaja hasta el ombligo,
hasta la lágrima risueña del orgasmo.

La he colocado contra el filo
de la almohada aquella,
y me ha bebido la savia de un solo sorbo dulce,
deglutido el orgasmo de esta menguada soledad;
su cabello caía sobre la piel de la aurora
y era mía, mía
su postura de ángel
en perfecto equilibrio
entre la sombra y la luz.

Yo le izaba la falda
entre la tierra y el viento
y era mía, mía
esa gaza extendida:
un suspiro en la cumbre,
su suspiro en la noche.



HAY QUE NACER, NACER...

Hay que nacer de nuevo
para recoger el cielo de la fruta,
o su botón de sed o tu pezón enhiesto.

Hay que nacer, hay que nacer
para saber de la sustancia intangible del amor.
Hay que empujar a la matriz
para nacer al viento.

Hay que nacer, hay que nacer
como si volviésemos a naufragar entre la lágrima,
ya sin la carga del pasado
tornándose destino:
aquí de pronto, solo olvido te pertenece:
sal de tu sangre a recorrer el sendero.

Hay que morir, hay que morir.
Después tus palabras
inventadas un viernes a ciegas
contra el mundo.

Hay que morir, hay que nacer,
saber hacia dónde,
sed del murciélago invertido
se desdobla en la espalda;
te levantas de los últimos sillones,
te pones los zapatos,
te urden hilachas, la sonrisa,
ese decir te quiero
cuando la noche obliga.

Hay que nacer de todo y contra todo
y por todo y hacia el silencio póstumo
del que revierte en canciones el secreto:
todo está en tu frente como un ojo avizor
ante el abismo.

Yo seguiré cantando aunque estas huellas
de pronto se borren en invierno.

Hay que morir... morir... no ser,
escupir sin mancha,
socorrer sin nada a cambio,
oler la rosa equidistante que prepara tu abrazo,
bautizar los hijos quizá como conjuro.
Hay que dormir, dormir, soñar,
ser el anciano que está empezando a caminar,
con sus anteojos, sus muletas, 
su licorcito escondido, sus metáforas,
su cicuta perfecta, su camino de luces
para volver a nacer cuando recoja
las últimas cosechas del olvido.




ÚLTIMO DÍA DE MARZO

Debo hacer un instante,
debo trepar un árbol, volver a la caricia
que insospechada me entregas
detrás de una cornisa de ausencia
dilatada.

Sé que vienes de pronto con tu gracia,
“vicio divino” dijo un amigo;
un raro poema te convoca.

Ya no es más la cama sola:
¡Cómo la llenas toda!
Pero aún insólito, vacuo, doblaré las sábanas.
Sí,  debo cubrirte con los besos,
no dejar que el desamparo nos vuelva pedacitos
de la niebla,
¡que caigan solo estrellas del boquete
que la lluvia abrió para el milagro!

Ven, luciérnaga volátil, 
lu-cala de todos los instantes,
lubricia del camino,
la yema del abrazo,
adicción imperdonable. Ven,
que ya estás cerca,
como las buganvilias que trepan descuidadas
por la maraña del cielo que tejimos.
Lucero de Dios para mis equinoccios.
Lucámetro desmedido en todos mis relojes.
Alusión a tu nombre en todos mis hexámetros.
Ven ya, no te faltará mi beso,
pecado incontrolable…palabra desatada,
pretérito indefinido que tórnase presente.




                                                     
IMPASSE

Tómate un tiempo, un brandy,
mira por la ventana cómo pasa el hastío,
o al camionero o a la sirvienta del vecino.
Aquí están los libros, Hesíodo contando
sus días como si no sangraran, 
el Quijote va por el suelo impulsado
por las aspas portentosas de su incesante enemigo,
Vallejo viene con sus monstruos
a invitarte a la cicuta del destino.
Acaso Eurípides, el irónico Aristófanes
y Anacreonte, el hedonista, en honor
a sus bélicos dioses reflexionan,
toman vino y se enardecen desde las palabras 
que quizá sean incineradas entre los muros.

Muchos de fiesta y otros son consumidos
por un barro, un cataclismo, un sunami furioso
que no ha de cesar hasta purgarnos.
Déjame aquí, 
en esta pausa, 
en este lapso contra la sangre corrosiva:
el que quiso poder quiere más guerras.

Yo sólo quiero tu ternura
ovillándose a este redil de piel, 
y tus ojos de nuevo a mis costados, 
mujer que a veces eres
la que está conmigo y no perdura.

Compulsiva, lasciva, lejanísima,
dime cuándo regresas del pasado:
devastemos juntos los pétalos 
dispersos en el tálamo 
indivisible de esta noche.

Vuelvo al silencio, 
a este que solo anuda las corcheas
para seguir sus tropeles, sus mitos,
y las pequeñas devastaciones de la gente
anónima.

¿Dónde estás, mujer abstracta,
Safo de todas mis quimeras,
formada por retazos que la noche
no podrá completar en esta pausa?




DERROTERO DE ESTRELLAS

Tú sabes muy bien
de qué están hechas las distancias,
cómo se forjaron los riscos
ante la resistencia 
de los abismos y las mareas.

Tú sabes también
cómo se labra la sed del no tiempo
en la estructura silenciosa de nuestras venas.
Que hay un regocijo recóndito
que asoma a las ventanas superpuestas
del olvido, y son rostros y rostros
preguntando por la gracia primigenia.

Tú lo sabes, Señor:
estar hecho de arcillas o maíces
o soplos o palabras,
sigue siendo un doloroso derrotero
de estrellas en retorno.

Por eso, si lo sabes,
no escondas la testuz
debajo de los cierzos y las llamas,
no nos abandones, Señor,
en el naufragio de la desmemoria.

Devuélvenos la ruta al corazón,
danos la paciencia de la iguana
imperturbable,
el disfrute del agua y de la arena,
el ronquido selvático del lince,
la lucidez del primate cuyos ojos nos recuerdan
que somos ese ángel 
destinado de la aurora,
ese dios cuyo ombligo se deshace en el aire.




HOLLÍN ABANDONADO

Quizá seamos el hollín abandonado
bajo la vieja chimenea
o la luz desperdigada que nos lanza el sol,
como una esencia que olvidamos.
Y la sentencia sea tan solo 
peripecia baladí,
aunque nos den el patíbulo dentado 
en esta vida del quizá,
y nos receten el dolor de muela 
y la estocada final en una misa.

Quizá tú sabes del recorrido de una bala
a mansalva en las costillas,
del embarazo que logra un acto de violencia
entre la noche y la risa de un niño,
postergado.

Todo lo que reprochas del olvido
te pertenece. 
Pero es necesario el sufrimiento,
el desborde de los cataclismos 
que te empujan al desierto,
al túmulo de muertos, al desechado traspatio
de todo lo inservible que antes fue tu casa.

Solo pon tu corazón de frente:
ven a recordar cómo volver a la semilla.
Quizá has de conocer sin tribunales
que te espera al fondo tu propia sed
de Dios en la fatiga,
con las cosas sencillas que ayer amaste
y que con natural disposición
dejaste que pasaran.




De mi libro HOJA DE AFILIACIÓN Y OTROS CLICHÉS


SER INFINITIVO

Ver, oír, palpar, quizá sangrar.
Reír, llorar, adelgazarse, quizá volver.
Dormir, soñar y peinarme, quizá envejecer.
Volverse uno de espaldas,
trancar la soledad con más de ti.
Esperar, auscultar, quizá cantar,
entorpecer la voluntad, acarrear la fe,
manejar el estrés, 
desintoxicarme de ciudad.
Acaso ser el soberano de los azules imposibles.
Caer y doblegar la ansiedad y levantarse,
Poner los nudillos en el rostro de alguien
o besar y besar 
hasta que se te suban los espasmos.
Amanecer, anochecer, ser uno más:
un camino difícil de sesgar.
Ser tan solo infeliz o reír a carcajadas,
granjearse la amistad de los ausentes,
arremolinarse, conceder, ser
ese desconocido, un extranjero pobre,
un Caín arrepentido, un guerrero miedoso,
un sabio desmemoriado, un comediante inocuo,
el trágico burlado, la servidumbre entera
de una mansión ya desolada,
uno más del ejército de los desempleados,
ser o no ser, sino estadística,
actor a la deriva, poeta inédito,
ratón de biblioteca,
voyeurista empedernido
o travesti pudoroso.

Callar, decir la misa,
volver a piropearte,
bajar por tus cabellos,
morir en la palmera,
desafiar en fin la gravedad, ser ese grave,
ese sombrero,
ese oscuro que no sabe adónde irá,
quizá la luz que transgrediste
para unirme con la sed de tus dos labios.
Mírame, ríñeme,
no me deseches. Se oclusiva
y verosímil, esperándome.
No exhibas la tristeza sino la transparencia,
la del vino, la del cielo,
la llave que nos lleva a la lujuria.
Amar, amar...quizá sangrar.




CONTRAEJEMPLOS

“Confianza en el anteojo y no en el ojo,
En la escalera nunca en el peldaño”
C. Vallejo.
Homenaje

Confianza en el reloj
mas no en el tiempo,
en la jauría pero no en las fauces.
Confianza en las solapas, los botones,
no en la sorda palabra de los viejos.
Confianza en tantos eufemismos como vidas,
pero no en los opacos adjetivos.
No tengas miedo a la palabra miedo,
tan sólo al que la dice solitario.
Confianza en el sermón
no en el milagro,
ni en el cura que duda del milagro.
Ten fe en los ascensores infalibles
y no en sus ocupantes matutinos
y abstractos para siempre.
Confianza en los aretes,
en el lápiz labial, en el ombligo,
mas no en el corazón que se te entrega.
En fin, confianza en la gramilla iluminada,
no en el rebote loco de la bola,
confianza en la gabacha,
no en el señor que duda de tus ojos.

Ten fe en lo que ha pasado y no miraste,
no sólo en tu mirada.
No te opongas ya más,
debes creer globalizadamente
en los pro y los contra del discurso,
y no en tu desayuno disminuido.
Olvida tus preguntas de poeta,
Y ten fe en la herejía pero nunca
En el juez invisible que te juzga.
Aprende de ese niño mentiroso
que te amonesta ahora.
Ten fe en tu mordisco cruel a la galleta,
mas no en el panadero que la incendia.
Confianza en este traje negro
pero no en las tijeras serviles de los sastres.
No creas sonámbulo en los catecismos.
Confianza en este mapa,
no en la vieja proclama de mármol de la patria,
en la cebolla ciega no en la lágrima,
en la soga sin aire,
no en la sonrisa triste del ahorcado.
Acude siempre puntual a las citas
Que te niega el amor.

Confianza en el espejo,
no en la imagen que vuelve del revés.
Confianza en la camisa de tu padre,
no en tu padre dormido para siempre. 
Y sobre todo,
no te fíes de ti si estás desnudo,
no te tomes en serio los poemas
cuando aprenden a hablar y te reclaman
y te piden la vida.
Te la piden.




MANIFIESTO

Poetas de cabecera, colegiémonos.
No vaya a ser que las musas
hartas ya de tanta aureola,
un día decidan ser deicidas,
arrojarnos con pocos trapos a la calle,
quizá un invierno de torrentes graves.

Poetas de cabecera,
llenemos esta boleta de inscripción
al sindicato,
no vaya a ser que un día
los maridos celosos nos prohíban
y proscriban los libros malditos que erigimos
en medio de una noche de vinos y de lunas.

Poetas de cabecera, unámonos,
No vaya a ser que esta receta azul
de los remedios
no encuentre papel de oficio que la ampare,
ni la pantalla blanquecina en que ahora se sirve,
quizá con alguna soledad que refrendar
a diario
y un éxtasis letal que suscribir
ante el olvido.







4 comentarios:

  1. Poesía de la mejor. Orgullosa de este poeta costarricense, trascendental, profundo, humano y lleno de ludizmo. Te felicito Ronald.

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  2. Exquisita Poesía, Ronald:

    Apasionado, romántico y dionisíaco en tus versos enamorados.

    Profundo y certero en los otros poemas.

    Abrazos fraternos
    y
    Enhorabuena
    Ana

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  3. Gracias, Ana, por pasar y dejar tu mensaje de apoyo. abrazos.

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