Juan Carlos Higa
Desaparecido el 17/3/77
Juan Carlos era de ascendencia japonesa. Nació del 26 de junio de 1947 en Argentina, tenía 29 años cuando fue secuestrado. Era estudiante de Letras, poeta, militante social y periodista. Tenía a su cargo la sección "Rincón para la gente que escribe" del periódico Akoku Hippo, de la colectividad japonesa. Colaboró en diversos medios de América Latina, entre ellos, la Revista Amaru. Entre 1970 y 1972 viajó por el interior del país con el objetivo de conocer la forma en que vivía el pueblo e investigar el origen de las culturas latinoamericanas. En mayo de 1975 fue detenido por una requisa militar, en Avellaneda, estuvo desaparecido dos días y luego fue derivado a la cárcel de Olmos hasta su sobreseimiento, dos meses después. A inicios del mes de mayo del 77 tramitó su carnet profesional de periodista, esperanzado en que le permitiera facilidades de desplazamiento. Pese a los impedimentos físicos provocados por una poliomielitis que tuvo en su infancia, Juan Carlos practicaba deportes, judo y natación. Amaba la poesía de César Vallejo y Nicolás Guillén. Era militante del PRT y pacifista.
El 17 de mayo de 1977 un grupo armado lo secuestró de su casa. Estuvo detenido en El Atlético, donde fue visto por Pablo Rieznik.
A ALFOSINA STORNI
Que lástima, Alfonsina
no haberte traído conmigo, en tus poesías,
tus palabras me hubieran
aliviado
y algún consuelo hubiera hallado mi alma.
Que lastima, Alfonsina
que tan lejos
estén nuestro tiempo si tan cerca
se tocan nuestra almas
yo también
quisiera dar mi amor al mundo
con total libertad de mi conciencia
sin que manos invisibles me modelen
al pensar el sentir y el movimiento
yo también quiero romper
con veinte siglos de ataduras
y de males
también yo quiero dar mi amor
al hombre , en un mundo total
de amores porpios
¿ Te das cuenta Alfonsina?
Tu pensar es mi pensar y es mi anhelo,
es la meta propuesta a mi destino
es ese amor en plenitud, sin ataduras
esa libertad interior con pluspotencia
Yo volaré y volarán conmigo
serán alas palomas mis palabras
serán alas palabras, espacio abierto
y corazón al cielo
Yo volaré y volarán conmigo
mis hermanos
todos conmigo, con el amor
que es fuerza
con la ternura que es paloma
y vuela
con este canto que es amor
y sueña
con este canto de amor
que es primavera
con este alto vuelo
que es presencia
que es sensación de espera
Para quedarme en todos
Si yo me llamara juan ternura
qué distinto sería todo...
dejaría de ser yo para ser todos
un gol de media cancha entre
los pibes
una ternura abierta entre palomas
un corazón al sol
y un algo indefinible
cubriendo la mañana.
Sin embargo, soy juan carlos apenas
y no me alcanza para quedarme
en todos.
“Con el sueño y el canto”, de Juan Carlos Higa, uno de los catorce desaparecidos de la colectividad japonesa de la Argentina, secuestrado a los 29 años y visto por última vez en el centro de detención clandestino “Club Atlético”. Los versos fueron escritos en diciembre de 1975 y dicen así:
Con el sueño y el canto
No importa que otros sean lastre
de mi vuelo,
o que sean perdigón o policía
mi vuelo volará con las palomas
y con las gaviotas y con todos los juanes y los pedros de mi pueblo.
Yo volaré y volarán conmigo
…Yo cantaré y cantarán conmigo
mis hermanos
y cantaremos más allá de los tiempos
donde ni la muerte pueda
con el sueño y el canto.
HUELLAS. JUAN CARLOS HIGA, PRESENTE
Cuando finalizó la presentación oficial del Movimiento No Matará, se descubrió la baldosa que recordará al poeta y periodista desaparecido Juan Carlos Higa. Ana su única hermana, habló del aquel hombre que eligió apropiarse del dolor de otros para aliviarlo desde el pensamiento y la palabra.
“Mama siempre lo esperó” dice esta mujer de 70 años. Su relato tiene silencios que la pena del recuerdo impone, pero es más fuerte la necesidad de contar y resaltar lo que guarda el corazón, porque se corre el riesgo de que los más jóvenes de la familia no se enteren de que entre ellos estuvo Juan Carlos con sus ideales y sus sueños.
Desde Adrogué llegaron los Higa a Parque Patricios cuando Juan Carlos, el menor de los 6 hermanos, tenía 5 años. La casa era de las típicas “chorizo” en la calle Agaces. Eran cuatro familias las que compartían ese gran patio, un cuarto para cada una, pero los Higa ocupaban dos. En el país moría Eva Perón y este pequeño NikKei (descendiente de japoneses) no tardaría en involucrarse en el momento histórico que le tocó vivir.
“Hizo la primaria en una escuela de la calle Uspallata y cursó la secundaria en el Normal Nº 2 Mariano Acosta, hasta que supo que no podría ser docente, la poliomielitis había dejado sus secuelas y según la ley que regía en ese momento no podía desarrollar su vocación por tener una pierna mas corta.
Finalmente sigue una carrera de letras e incursiona en el periodismo. Hace de la palabra su expresión y forma de vida. Fue periodista del diario más importante de la comunidad japonesa en Argentina, La Plata Hochi, editado en español y en japonés. También trabajó en el periódico” Akoku Nippo”. Colaboró en diversos medios de América Latina, entre ellos, la Revista Amaru. Entre 1970 y 1972 recorrió el país, no como turista, sino como aprendiz y testigo de diferentes culturas. “El amaba esta tierra” recuerda Ana.
¿Cuándo unió su actividad literaria a la política?
“Nunca lo supimos exactamente. El era sensible a la necesidad, al dolor de otros. En sus poemas volcaba estos sentimientos. Cuando comenzaron los tiempos muy difíciles, mi madre le ofreció viajar a Japón, el no quiso. Algunos compañeros ya no estaban pero eligió resistir acá, quedarse y trabajar por su país que estaba siendo lastimado”
¿Tuvo indicios de lo que podía suceder?
Ana piensa y elige recordar solo las horas que antecedieron al hecho que marco y fracturó a su familia para siempre. “Yo ya no vivía con mi familia cuando se lo llevaron, mi hermana María Antonia contó que un Falcón verde estuvo estacionado casi dos días antes. Ese 17 de mayo 8 personas con uniforme militar entraron en mi casa, ataron a mi mamá que ya estaba ciega y a otra hermana. Las encerraron en una habitación para quedarse con Juan Carlos que lo habían traído de la calle. Revolvieron y tiraron todo.
Yo llegué al otro día, era un caos. Habían robado, estaba todo tirado en el piso todavía, vaciaron y ensuciaron la heladera y hasta habían defecado en el piso. Nunca mas supimos de Juan Carlos, mi mama empezó a enfermarse cada vez más pero quería seguir viva porque lo esperaba, decía que algún día iba a regresar. Mi hermana María Antonia fue la que más anduvo por todos lados, recorrió cuanta oficina e institución había. Ella se unió a la marcha de las madres y pudo reunir 14 familias de la colectividad japonesa que tenían familiares desaparecidos. La embajada de Japon en ese momento no escucho nuestros reclamos.
Se supo también que el periódico donde había trabajado Juan Carlos Akoku Nippo se negó a publicar cualquier noticia referida a la desaparición de las personas. Marìa Antonia falleció en 2001, sin poder ver la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que se aplicaron en 1987, donde se impidió el enjuiciamiento de los culpables de asesinar y desaparecer a los opositores a la dictadura.
Hoy la situación cambió acompañando el mismo proceso de justicia que el pueblo argentino supo ganarse a fuerza de fe y de movilización. El 22 de marzo de 2010, fue un día histórico para los familiares de los desaparecidos “Nikkei”, por primera vez, el gobierno japonés acogió y patrocinó un evento en relación a ellos, cuyo nombre fue “No desaparece quien deja huella” y era inaugurado ese día.
“Me siento muy agradecida al Centro Cristiano Nueva Vida por tener este gesto de colocar su nombre en la baldosa en la puerta de lo que fue nuestra casa y al Movimiento No Mataras por hacerlo parte de su identidad” Dice Ana y reconoce que es la encargada de portar esta historia que es la de muchos pero también la de su propia vida.
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