Miguel Ángel León Govea
(1985. Colima, Colima, México). Estudia la maestría en Literatura Hispanoamericana. Ha publicado A dios se le hizo tarde (Universidad de Colima, 2009) y Verbi Gratia (SCC, 2011). Participó en la XXV edición del Festival Internacional de la Poesía, en Tres Ríos, Quebec, Canadá, en el Festival de poesía joven Colima 2008; en la presentación de poesía escénica Alumbrado público: doce poetas en escena, presentado en el Teatro Hidalgo de la ciudad de Colima. Fue integrante del curso intensivo de metáfora, organizado por la poeta Dora Moro. Ha participado y organizado diversas lecturas de poemas.
El jaguar
El jaguar duerme. Sus ojos pueden ser la montaña; las palabras, su respiración. Él mismo es su sombra, y él mismo no sabe de su existencia.
Dicen que a quien escucha su rugido se le paraliza el corazón: El jaguar es el perfecto cazador de instantes.
Poseedor de una luz imposible, encuentra su reflejo en el alma de mujeres y hombres, y no huye, pero los deja ir sin que lo sepan.
Miro al jaguar esta tarde y no le temo.
Escucho su rugido y no invade mi silencio.
Es de barro,
está sobre mi mesa.
Todo acá es lluvia
e inicio de soles
que se consumen
en el intento.
Todo es agua
y ríos que nacen
sobre la corriente
-a contracorriente-
pan mojado
las goteras
sus grietas
por donde la lluvia
entra en busca de una casa.
Es la luz la que hace
la claridad del agua
y aquí está claro
que no vendrá el día
a secar los sillones
la cocina
a mi cuerpo
Sólo acá es lluvia
y la alegría
y la tristeza
En la calle
el cielo está en escombros.
Para los que buscan a un tal Pedro Páramo
A mi amigo Álvaro Arribas Miguélez
I
Pedro.
Mira tus calles
Miel de sol derramada
Mira el tizne en parvadas que avecina el cerro.
Mujer de luna media, tus días son.
Y no te das cuenta, Pedro no te acuerdas, páramo
no te alcanza
Si tu piel es igual a tu tierra:
Todos cruzamos los brazos el día de nuestro entierro.
II
Dos cuatro tres… …y el más lejano.
Cada sendero un paso
y cada paso certero entierro..
Vine a Comala incierto,
vine y no me dijeron.
El miedo anduvo en burro.
Llegó a este pueblo.
III
(Habla el padre Rentería en Comala)
Cristo:
Con tus brazos abiertos
¿Qué nos obliga a cruzar los nuestros?
ES ÚNICA LA DIFICULTAD DEL DESIERTO
Y no es la sed,
ni el sol
ni la tristeza.
Es el tiempo.
Y la poesía saldrá a la calle
(poesía ergo sum)
a decirse vestida de silencios cotidianos,
de miseria y de opulencia,
de tren, zapato y bicicleta;
desvestida en la mujer que espera un hijo,
travestida en un informe pericial,
divertida en el beso de la última adolescencia.
Y la poesía será la callehabitación
cuando el asesinato del día nos vuelva humanos.
Dirá tu nombre en otro mar lejano.
Dejará de gravedad herido al astronauta
y a toda aquella ave citadina
que da de comer a los ancianos la alegría.
La poesía saldrá a la calle
Oh, sí,
desnuda la palabra,
revolucionaria en todos los idiomas,
pura en su sagrada soledad de sordos,
saldrá a la calle porque en casa
duda de su propia existencia
y a los libros se les acumula el polvo.
Para comprender el silencio
Para comprender el silencio
hay que escuchar la espuma de mar:
una voz lejana y profunda,
naufragios y las sirenas necesarias,
pero efímera en su infinitud.
Hay que mirar la sal,
el residuo:
el término preciso
al que aspira
la palabra.
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