Diana Álvarez
(La Palma) es autora de tres libros de poemas publicados por Amazon: Phaesporia o la cazadora de palabras, Las naranjas también toman café y Redeconstrucción (publicados todos en 2012) y “Nanas de la muñeca de papel” (Editorial Excodra, 2014)
Además ha escrito los siguientes poemarios (inéditos): La disyuntiva de los amantes, La musa sumergida y Más allá del Paralelo.
Su página web: www.diana-alco.com
Se puede vivir en estado
de naufragio. Siendo
agua el agua nos cobija.
Restos flotan sin barco
y sólo nos faltan vectores.
Para ser restos de nuestros restos
y sumar agua al agua.
Para ser náufragos que sacian
la sed de oscilación.
Combustión atípica
Un tacón caído en combate,
las manos astillando
el calor que desvanece
la indiferencia de la rutina.
Sopa de puñal para cenar
y sábana enjugada
en la cama de guerra.
Él partió.
Ella ya
llevaba partida varias
miradas muertas
y botellas vacías.
Un tacón roto y un puñal
en la sopa.
El fuego se aplaca
con tierra.
(De Más Allá del Paralelo)
Poemas extraídos del libro "Disyuntiva de los amantes"
EL DEMIURGO
Me he simplificado en una luz de aurora
y un fragmento de piel estremecida.
ELEÁTICA
Cuando mis manos no son sólo mías
y el tacto del mundo nos pertenece.
EKPIROSIS
Nos destruímos
el uno en el otro
para renacer despedidas
y muros despojados
Para destruir destrucción
para construir nada
y sed.
SILENCIO
El silencio es un mensaje
en pie
sobre una fosa de cadáveres
SCHRÖDINGER
Fui muerta en tu abrazo,
mientras me renacías en las palmas,
de tus manos
y recorrías líneas certeras.
Fui muerta en ese instante de lluvia
entre letras de verso
en el beso dilatado.
Fui muerta y renacida
en la crisálida de tu latido
en las palabras eternas
de tu silencio.
Ahora sólo vivo o muero
posos de piel enajenada
perdidos en la lluvia incesante.
Madrugada
Mecida la madrugada,
velo un sueño
que se acerca y no me pertenece.
Se posa en mi almohada
y tiembla con el tacto
del pensamiento.
El sueño arrebatado besa
mis sienes, trémulos
sus labios, murmullo
de aguas cálidas.
En sus brazos de penumbra,
me sumerjo descalza
y ciega.
Desde Fuera
Como si salirse de dentro fuera exhalar
un hálito de lluvia
y observara una máquina
que late, anda, se viste
con el disfraz de los días
aciagos, como la condena
solitaria del recibimiento
ante un espejo fragmentado.
Dulce en la boca, masticando
horas, la desidia
del olvido, la inconstancia
del abrazo.
Un diapasón anhela y rechaza,
borra y renueva,
implacable el robo
de las palabras en la boca.
Encuentros
Él camina sobre sus pies
y ella,
ella pasea la ausencia.
Del sendero desvelado,
del tramo recorrido,
la hierba seca entre las rocas,
el trozo de lluvia, el anhelo.
Lleva el pelo anegado de voz
y aroma de aurora, lasa
en el escote una letra,
desplegada la mirada.
Él recoge arenas
de sus pies descalzos.
Ella reza flores
guillotinadas.
La lluvia brotó de la tierra
como un verso domesticado.
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