Heather Ferguson es escritora y traductora y vive en Ottawa, Canadá. Su poesía ha aparecido en la revista virtual Ygdrasil (números especiales y antologías), y fue antologada en Symbiosis y Sounds New. Su poesía ha aparecido también en Alter Vox y Arc (Selección del Editor) y la presente traducción al español fue incluida en el Proyecto Adrienne, de intercambio de material relacionado con el exilio chileno entre las bibliotecas de Chile y Canadá. Es autora del libro A Mouse in a Top Hat.
Lapidario
Traducción: Jorge Etcheverry
1. Rubíes y diamantes
En medio del encanto del viejo mundo y los libros encuadernados en cuero, el oporto recibe la luz. Mis dedos se enrojecen a través de las estrías del cristal, mis manos se afanan transitorias. La borrachera retrasa un latido, se demora en una tenue acidez.
Mira las aguas color rubí tras el borde del vaso. Toda una casa de fieras; pero lo que mejor recuerdo es una manta raya, los murciélagos, sus alas poderosas, cazadores que se hacen y deshacen en mi mano. Chillidos invisibles; distancia medida por oído. La muerte, quizás, por un relámpago.
...pero los diamantes son distintos: caigo en fractales, adorando la dulce multiplicidad de la luz, los planos siempre cambiantes y los diseños que siempre vuelven a su inicio, segura de que nada ha cambiado.
3. Zafiros negros
El borde final del horizonte cuando se abalanza hacia la noche. Belladona y cicuta, oh, hermanas, os busco. Vestida de muerte en fondo plata, entro en el amor. Condensación sellada con fuego de ébano, escrita en el vacío ardiente. La fiebre vuelve como es debido.
Y la luna nueva bendice a mi anhelo imperceptiblemente.
8. Jade
En la noche el océano del jade es dúctil y flexible y supino, porque la noche es violenta. La furia nocturna busca una forma semipermanente, un registro de sus gritos que cambia con las fases de la luna. Líneas vacilantes de espuma se desplazan a través de las aguas. Las ballenas cantan en dialectos que evolucionan. Las casas del zodíaco retroceden.
Hay viajeros embarcándose a esta hora que nunca llegan a su destino. Algunos se pierden en el mar; otros encallan sus quillas en tiempos prehistóricos.
Hay mensajes en botellas que flotan durante siglos.
11. Lava
para Jon Simon
Yo llevo un collar encendido, ecos de disputa tribal. Vidrio Negro gotea de mis ojos. Hablo en lenguas, lucho contra el aire sulfúreo, las palabras revolotean livianas y confusas. Las hojas caídas forman una alta pila. Las hogueras se vuelven ceniza bajo un cielo nocturno.
Zambullo las manos en las brasas vivas. Me maravilla la frialdad de este fuego, el resplandor que se ilumina bajo mi aliento, el carmín que se extiende por mis muñecas.
La lava fluye por mis venas. Siento la corriente fundida que me llega al corazón. Me doy vuelta cara al frío viento otoñal, la avalancha de hojas escarlata.
19. Basalto negro
Agua negra al alba. La esfinge flota en un espejismo. El cielo intercede entre la tierra y la piedra. La gata reposa en una alberca de reflejos profundos. El alba mancha sus costados.
El cielo oscurece cuando se acerca el mediodía. El relámpago acuchilla un cielo sin nubes. La tierra gira lentamente al revés. La esfinge se estira, salta en los brazos de una luna creciente, ruge hacia el sol negro, le pega a las estrellas.
26. Cieno
Yo pongo capa tras capa, extiendo pensamiento filtrado. Los anillos de un árbol acumulan sus registros. El tiempo pulsa hacia afuera, adquiere sustancia.
Nacida en el río, me paso las manos por el pelo cuando termina la tarde en la pradera, ahogada de polvo. Yo acepto esta premonición nublada de la noche.
Esbozo una nota en mi diario. Mis ensueños se abren hacia afuera. Noto que pasan peces y pájaros por mi territorio: una mezcla bienvenida de voces extrañas. La cadencia lo es todo.
Los pájaros se zambullen en las aguas barrosas, peces voladores boquean en el aire. Mi pluma susurra como caña en la tarde tranquila.
31. Arcilla
El río da vueltas y construye sus riveras. Aves acuáticas tejen sus nidos. Los sauces se agachan sobre el arroyo, enlazan sus raíces en la arcilla.
Yo me siento a la vera del agua. Me desnudo la piel y nombro mi cuerpo: los hombros, el vientre, los muslos. Me echo arcilla encima, me pongo plumas en el pelo. Bautismo de tierra, invocación de vuelo. Me agacho sobre el agua. Mi reflejo se escurre.
El calor del cuerpo y el calor del sol. El molde se agrieta y se desprende. Mi cuerpo comienza a desmenuzarse. Me meto al agua, gris en gris. Descarga final de carne en la agitada corriente del arroyo.
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