Jerónimo Pimentel (Lima, PERÚ 1978), ha publicado los poemarios Marineros y Boxeadores (Santo Oficio, 2003), Frágiles Trofeos -junto con el que se incluye el volumen firmado por Armando Chang Pequeños Poemas Para Caras Largas- (Álbum del Universo Bakterial, 2007) y La Muerte de un Burgués (Álbum del Universo Bakterial, 2010); además de la colección de prosas firmada por Matías P. Delgado La forma de los Hombres que Vendrán (Underwood, 2009).
POSTAL
La calle es el mapa,
La topografía por la que reptan mis costillas
Junto a estos ojos desmenuzados por una Junta
O Logia secreta en apoyo
A marineros en retiro. Existe, y se dedican
A mirar las caras más azules que permite una casa abandonada,
O lo que es mejor,
Un astillero encarcelado en las aristas filudas
De los parques de atracciones. Vamos,
A fin de cuentas todos somos
Especies en extinción
De algún miserable capaz de pagar
Por presenciar el rito de decantación
Al que nos sometemos los hombres.
Raro, pero las jaulas son las fortalezas
Que esconde ella tras su última confesión de culpa
O parte de abandono,
Del cual no logramos desasirnos
Hasta bien entrada la noche.
Cura de sueño o insomnio macerado,
Igual se cuartean nuestras pestañas
En los aplausos del gran público que te ve
Como una bestia a punto de desaparecer,
Rara avis que vomita dulzura y
Recibe admiración. ¿Pero quién la resiste?,
Si los médicos cortan nuestra médula
Para extraer una muestra que determine
Nuestra constitución monomaníaca
O templadamente esquizoide
Nos alimentan los niños y algunos pájaros se posan
En nuestros lomos
Para picotear la mugre que brota de nuestras espaldas
Y sanar así
Las heridas más íntimas
De nuestra anatomía poliédrica y fusiforme.
Ahí es cuando abrimos los ojos
Y quedamos registrados en haluros de plata,
Papel químico que dibuja con exactitud
El grado de tristeza en el que nos hallamos.
Y todo para luego ser
Postal para turistas, ilustración de manual
De caballería o página arrancada
De algún bestiario que esconde
La soledad.
KEVIN FELLEY VS. DERRICK GAINER
No sé qué duele más:
Mi ojo derecho hinchado como un globo aerostático
a punto de explotar.
Los tendones de mis bíceps astillados,
rojos, encendidos.
Mis pantorrillas deshechas,
Mi tórax hundido,
Mis muñecas quebradas,
O estos duros muslos obstinados en una lealtad
Que no correspondo.
Es cierto que no puedo ver.
Pero es cierto también que te veo aparecer
Como un pálido fantasma
Con cada golpe que recibo.
OTRAS CELEBRACIONES
La casa, la casa, la casa. ¿Cuántas formas de dejarla?
Aún recorro sus pasillos y huelo el alcohol
Medicinal, el sudor de museo austriaco detenido en el tiempo,
Incapaz de inventarse a sí misma en su risa de cafetín.
En esos pasillos la tierra daba vueltas como un cometa perdido;
Una cena inventada donde construimos edificios asombrosos.
Vaya mansiones, vaya oportunismo, vaya desdén.
Quien colecciona réplicas de muebles y recuerdos chinos
No puede mirar al cielo y suspirar como un rey cuyo sosiego
Sólo es interrumpido por la sombra de la horca. Así era este techo indeclinable,
Su vida impuesta en las cortinas roídas, las salas maravillosas
Y las grandes fiestas en las que perros jugaban con abejas.
Pero en sus armarios, en sus pasadizos secretos
-detrás de los cubiertos, en el borde filoso de finas copas-,
El olor a vermouth maceraba el marco que encuadraba nuestra familia.
Salíamos en lienzos, robustos y patéticos, con las espaldas firmes
Y los huesos levantados, escondiendo ropa interior barata,
Nuestra teórica promiscuidad.
Y luego de posar por horas, de mostrar galantes los aspavientos aprendidos
-diminutos labios de suficiencia inglesa-,
Corrimos por zaguanes inmensos a tocar desesperados las viejas armaduras,
Las lanzas medievales, los pianos sin cuerdas, una ascendencia fosilizada
En yeso y carmín. Más allá, zorros y lechuzas lanzaban su sabiduría salvaje
Y encontraban la legislación correcta, la puntuación idónea
De una catástrofe que sabe a fantasmas hambrientos. Nunca salimos.
Y así, encerrados en Palacio, nuestras alabanzas se derritieron
Como las figuras de cera de una pesadilla mutua.
Nadie nos visitó más. Y cuando la bulla de otras celebraciones
Irrumpía en nuestra morada, tú te agitabas y hacías de mi calma
Míseras monedas que insultaban a un Dios insobornable.
Sapos lamiéndose la nuca, un cuento de hadas sin final;
Dando brincos de júbilo y desoyendo advertencias paternas
Bajaste las escaleras como una princesa herida.
Una dama observando el poniente no suele tener frío.
Pero al caballero, acechando desde la cocina, sólo le queda
Echar cuenta del servicio, y luego del servicio vecino, y luego mirar.
La casa, la casa, la casa. ¿Cuántas formas de dejarla?
En esta novela sólo brillan estrellas molidas.
OTRAS COMPOSICIONES
Sé lo que debo escribir.
Como en el poema de Holan
El asesino arroja
Un martillo al pozo
Y la luna del Este
Empieza a sangrar.
No sé si podré
Usar esas palabras,
El olor de otras composiciones.
Pero sé que si nos ponemos
Uno al lado del otro
En medio de la ciudad,
Aparecerá una isla
Y más allá
Una cama construida
Con listones rotos
Flotando en una marea
Que anuncia pobres desembarcos.
¿Cómo se miden las distancias
Cuando el sol deja de lamer
Nuestras frentes
Y la insolación
Pas a ser interna?
Holan no habría permitido
Que la mudez se embellezca,
Ni habría perdonado
Una digresión que envuelva
Conventos agustinos.
Holan habría hablado
De la caspa de los árboles,
Y de lobos agazapados
En la ribera del río.
Habría hablado mientras caminaba
Como un viejo guardián de atalayas
Sobre muros donde el silencio es tan grave
Que apenas se siente,
Y los frutos ordinarios de la vida
No aspiran a ser más que paisaje,
Utilería, caminos.
CARTA A LOS APÓSTATAS
A nadie le importan las hormigas.
Uno las pisa, las quema, las ahoga, las asfixia,
Las encierra en vasos con arañas hambrientas,
Les pinta la cara con plumones fluorescentes,
Las entrega en ritos paganos a lagartijas,
Les corta las patas y las antenas,
Las rasca, aplasta, empuja, aleja,
Separa de su alimento para estudiar la angustia,
Separa de su hormiguero para verlas llorar.
Y siempre están ahí, las hormigas.
Siempre están ahí.
Por eso las diseccionamos vivas,
Extraemos de ellas su negro y diminuto corazón,
Y las arrojamos como un casquete vacío,
Una estructura seca,
Al basural inmenso en el que se queman
Las memorias de los hombres.
s.XIX
Water, water, everywhere
Nor any drop to drink.
-S.T.C.
Conozco la estrategia. Impedir que la imagen prosiga
Su cauce. Levantar diques para que la barcaza,
Abruptamente, se detenga obligada en una orilla exótica.
Y luego abrazar la pasión floral. El explorador recobrado
Huye del estruendo acuático, del tonel lanzado
Al vacío. Y el aventurero ha de escoger: el espiral,
La gran caída; o el espejismo, la ceremonia
de adaptación solar.
ORACIÓN FRENTE A UNA MUCHACHA DESNUDA
Mi única casa es la mujer que duerme conmigo. Mi casa
Es un gran sitio para construir.
Enemigos deambulan por el suelo;
Hombres revolotean a mi sombra.
Pero ellos se equivocan al compartir. Yo comparto un cielo estrellado,
la trastienda de una noche.
A los reptiles no los espanto yo.
Mi misión es ordenar los papeles que te albergan.
El horizonte abierto aleja a los buitres y sus picos caen al mar
como espadas derrotadas.
Porque tú eres mi mujer y mi única casa.
Mi casa es el paraíso.
El paraíso eres Tú, Señor.
LA FÁBULA DEL PADRE Y EL HIJO
El hijo abre la boca y de su boca
Palabras apenas descubiertas
Recorren los campos como la voz de una madre cariñosa
Al primer rayar del alba.
Lilas y hermelindas, azucenas y acacias, desperezadas
De la insípida noche, despliegan sus perfumes
Y sus perfumes
Desentumecen con suavidad la crispada rigidez de los juncos,
Ya tendidos al suelo como creyentes
Ante una cálida plegaria.
Y descubiertas, las luciérnagas, como niños asustados
Al primer oír de una tormenta, alzan vuelo y en el cielo
Escriben palabras que hablan de cómo se encariña el jugo de sandía
En la lengua de la madre
Cuando la sed despierta sola en las mañanas de verano.
Y la luna, agradecida, como un pordiosero
Al primer invitar de un mendrugo,
Desciende a la habitación del padre,
Lo despierta con claridad,
Le susurra las palabras con las que su hijo
Bendijo a las flores,
Y, conmovida,
Lo ve llorar.
MACEDONIA
¡Cuánto riesgo en tu belleza!
¡Cuántos barcos zarparían
Si Macedonia fuera Esparta
Y mis ansias de venganza
No quedaran sumergidas
En busca de sosiego?
Quemar palabras en vez de naves. Tal es la enseñanza.
Porque no hay quien cante mi ira.
Sólo un bardo,
por todo relato,
empezará a contar.
MELMOTH, THE WANDERER
Muéstramelo todo, dije, con respiración cansada, mientras una bandada
De murciélagos chillaba en cavernas cuyos ecos constituían el color
De mis sueños. Dime qué encontraré, de qué forma la historia
Será contada. ¿Acaso entre sombras un orador cubierto
Alzará candelabros al grito de “Sebastián Melmoth vuelve a casa”?
¿O será una voz, un murmullo patibular lo que asome por detrás,
Seduzca al Rey cansado e inicie el relato de sucesión?
No lo sé, contestaste, pero los ríos ya se desbocaron y llenaron con reptiles las fosas;
con hormigas, el tiempo.
Oh, piedra gastada, ¿dónde el sortilegio?
Vestí lo único que mi padre legó y fui tras sus pasos buscando palabras filosas
y un templo de invocación oculto en mis dedos.
Por un momento te vi sonreír a las gárgolas. Te vi firmar su alianza
Y dormir al calor de una deuda. Por un momento fue fácil convocar truenos
Y anegar fronteras con versos de Dios y retruécanos de sombras.
Las historias, dije, las historias, ¿cómo serán contadas? ¿Al amanecer,
Con la corte dispuesta? ¿Entre cuchillos turcos emponzoñados con baba de termitas?
¿Al finalizar la luz, cuando mis mueble se vuelvan cómplices de la fatalidad?
Aprendiz, escuché, será en el fondo,
Con palabras submarinas.
Una fiesta oceánica a la que tardarás en llegar.
ITACA-TANNHÄUSER
Strike through the mask!
-H.M.
Acepté para que nuestros nombres no se consuman,
Para que su germinación trunca no sea desecho sino proyección,
el único legado de esta guerra.
Un tesoro que sería retorno si Ítaca fuese un destino y no un rumbo,
si las noticias muriesen al primer respiro y no crujieran
Hasta convertirse en hojas muertas
(Dirás: nunca creí a París capaz de esto).
Acepté el pedido y en busca del perfecto comienzo hallé la perfecta forma
de no terminar.
Había prometido convertirlo todo en catedral pero tú vomitabas.
Y repetías: ‘Las habitaciones cambian pero no la disposición de los cuerpos.’
Yo borraba fronteras con entusiasmo griego. Las bolsas de mercado
adornaban el umbral junto a la basura.
Mejor ponerlo en pregunta:
¿El pío y la puta tienen cobijo en el mismo moridero?
Cuesta ver más allá de los categóricos que van tomando posesión del poema.
Suben a él y se apropian de los sentidos como las enredaderas
que camuflan las casas blancas.
¿Qué quedará sino mi escopeta cargada hundiéndose en el mar?
Que tropiece el tiempo con la memoria, decías.
Que caiga en picada, a la par de las lechuzas que sintiendo la felpa
estrujada entre garras van tras los ratones desahuciados por la noche.
Y siento de nuevo esa angustia apaciguada que permite a los infelices
dormir en plazas, abrazadas a las bancas, esperando el poco sol
que regala esta versión capital.
(El fascismo de la figura ofende. Dos sobrevivientes observan su entorno
como científicos estrellados en la selva.
Nadie sabe cómo pasar desapercibido. No hay por qué sentirse especial.)
Acepté para que nada de esto se pierda.
Para ser quien impida que el formol barra el almizcle y te lleve a ti también.
El motor lanza sus últimos ronquidos y los monos corren en busca de maleza.
¿Para qué la taxidermia, la posición fetal en el camastro, si la perpetuación
es otra forma de inmovilidad?
No hay graznidos, las hojas han enmudecido y ya no cantan al devenir del viento.
¿Por quién callan, con qué propósito oculto contienen sus silbidos,
bajo qué condiciones congelan su savia?
La casa se mantiene pétrea a la espera del cometa.
Habrá que ofrendar las almas para que cabalguen en su lomo astronómico.
¿Basura cósmica o regalo sideral? Tannhäuser,
Her gateways smoke with fume of flowers and fire.
Acepté porque el paisaje cambia pero no la sensación:
Barcelona, Bretaña, El-Alamein (tú habrías dicho Les Bois de Boulgne;
yo te habría hecho callar).
Deberás esperar si pretendes ver la ciudad tomada.
Ellos arrasarán con lo poco que permanece. Seremos héroes aguardando un tren
rumbo a otro lugar.
(Je dis ailleurs tous les trois mots, vous n’avez pas remarqué.)
Y replicas. ‘La contaminación es otro modelo de libertad, acaso más arduo
que la distancia’.
Y Zenón: ‘la contemplación de tu flor es mi moral absoluta’.
Empezaste a correr.
Tus fardos sobre la tierra caen ridículos. Un cañón los apunta en el tablado.
Vítores de combate sumergen la escena en un naranja hondísimo.
El campesino atraviesa al húsar por la mitad.
Caen las enredaderas.
El sol estalla su blanco prístino sobre las palabras que matan el poema.
Y todo resucita.
Y vuelve a empezar.
Acepté porque la fricción en una cascada que vuelve a ser tormenta.
Cuando se difuminen gas y turba surgirá un verso que deshará
los nudos de la imagen.
Esa enmienda
(tan poco símbolo, un timón gira y gira y no va a ninguna parte),
Nos hará vernos sin pulsión, desprovistos de conducta,
Incapaces de recordar nada que no sea música,
y por toda fijación
Una voz invitará a vibrar
(luciérnagas, grita Arturo, luciérnagas).
Hagamos caso a lo que ilumina el desierto:
Sólo tu asombro permite la lluvia.
Si acaso se pudiera clasificar tendríamos no un vestido bordado,
sino un Libro de Insectos, y aquello que no fue rencor
Renacería para bañarnos. Esta tierra ha hecho todo lo posible por tragarnos.
¿Cómo le haremos pagar?
Acepté para que los sueños permanezcan quietos y no quede nada de ellos.
Acepté para que estén vacíos, empozados, y la única pregunta posible sea
cuán despacio podemos ir ahora.
Los niños prenden fuego al poema,
La obra inicia.
Este es un mundo perfecto.
Que mi voz no valga nada.
Que mis versos se hagan flor y su música sea
la fuerza que empuja el tallo
que honra tu casa.
Mi voz vertical en tu casa húmeda.
Que mi palabra se haga silencio en la noche
Y levante en gritos la mañana.
Que se haga filo en tu cuello y en el bosque sea luz.
Que te mienta y aún convoque tu fe en la voz
pero no en mi voz.
Amor,
De un falso profeta sólo falsos poemas.
PÁJARO LO HACE TODO BIEN
Pero si supieran las palabras
Que forman sus labios
Cuando los señores voltean
A comprar un diario
Y las amas de casa se agachan
Para encerar los pisos
Que rayamos.
Yo rompía puertas cuando nadie veía.
FÍSICA
Estoy sentado en una silla
pero técnicamente estoy sentado en el vacío.
Puedo ver el color. El color es el sol disolviéndose
en el marco de mi ventana, la ventana misma,
los edificios de fondo que permiten la puesta.
Es extraño, como si unos pocos hitos clavados en tierra
bastasen para dibujar la ruta y forrarla de asfalto.
Si cierro los ojos me invade una constelación:
negro sobre blanco, blanco ondeado, polvo espacial.
Si hubiera nacido menos erguido sería un poeta
de paisajes oscuros, invisibles, y podría describir con detalle
el sentimiento exacto que embarga a un hombre
cuando Dios tensa sus fibras en el aire.
¿Figura el abismo en una paleta?
Lo que veo es una fracción de lo que creo.
De lo que creo sólo veo octavos, y oigo un octavo más,
y siento un último octavo que me permite tentar
una imagen eléctrica.
No hay puntos medios, sólo ceguera
más o menos desperdigada en el camino.
Pronto no habrá nada que podamos afirmar
y cualquier cosa que escojas será el centro del mundo.
No importará que le falte religión,
ni que sea una tontera atea más, de esas que el planeta
arroja, cada cierto tiempo, a los brazos de Caronte.
Cuando escojas habrás encontrado lo más importante:
una pista de despegue, un pétalo en la boca.
BUILT TO SPILL (PSICOSIS MÍSTICA) / TRAYECTO ABIERTO
me agrada mi voz cuando bajo por reducto
tal vez porque aún es posible observar la caída de una hoja
y adivinar que bajo el silencio (audífono) en el que me escondo
están las mismas casas y gente que he visto siempre sentada
en sus sillas durmiendo el día a la ventana
a diferencia del resto del siglo mis referentes
son postes inamovibles en una autopista de vértigo
no vengo ni provengo de ningún lugar
la única mudanza que tuve apenas me distanció unos metros
de mi genealogía se esconde en la historia de este país
como una hoja seca en las páginas de un anatomista
y a estas alturas tengo claro ya que hay marcas imposibles de borrar
cómo hablas
cómo quieres
de dónde eres
y con esos indicadores en la frente camino por el barrio guiado
por el instinto y pienso si ellos me recordarán o me podrán reconocer
o si aún es posible que alguien reconozca o recuerde
a un vecino cualquiera in the morning feeling halfright
today is flat beneath
the weight of next day
next day
next day
next day
next day
tardes de sábado por la tarde
cuando mi mente duda mi cuerpo avanza
por eso ladeo el malecón y camino por las calles
de una ciudad secreta con una pátina de tristeza en la piel
y una suerte carácter defecto ánimo o melancolía
se apodera de mí mientras creo ver lilas a mi alrededor
lilas que aparecen y desaparecen según quién las mire
lilas que la pasión no podrá secar y el jardinero dejará pasar
como flores muertas de una estación perecible lilas flotando
en un vuelo de señales cortas lilas cayendo de solares
que no sé cómo no estatizaron pero su vejez prematura
y la absoluta falta de cuidados me revelan los puntos y señales
de su historia: hay una eufonía irresistible en sus nombres
vidas tan evasivas que en el fondo son redundantes vidas
tan reaccionarias que es imposible no ser frente a ellos
liberal
o socialista
o anarquista
o ácrata
o también aquel cuyo oficio permite hacer lo que quieras
menos acabar
pero yo no lo haré pues tengo una historia
para ustedes
es la historia del chico que sale du su casa porque
está harto de sí mismo
es la historia del chico al que le prometieron que
una mujer un trabajo y una habitación bastarían para dar sentido a lo que
no lo tiene
es la historia del chico dominado por pensamientos
que se alejan a mil kilómetros por hora de su vida muerta en literatura
es la historia del chico que tomó las decisiones
equivocadas mientras un coro griego las cataba ciertas
es la historia del chico que nunca se rompió el brazo
ni perdió una pelea ni escandalizó a nadie ni fue detenido por la policía ni
amenazó de muerte a sus enemigos ni se atrevió a robar los libros que le
prometían el paraíso
es la historia del chico que hizo bien el trabajo cada
vez que se lo pidieron y enarboló luego su obediencia como una prueba de
subversión
es la historia del chico que nunca quiso reconocimiento
pero que todas las noches soñaba con un reguero de pólvora corriendo
desde su nuca
es la historia del chico que en el fondo los odia como
sólo se puede odiar desde un rincón a contraluz
es la historia del chico que llamó aeroplano al papel
y siguiendo ese hilo llegó a la conclusión de que todo sistema de signos
tiende a expresarse a sí mismo
es la historia del chico que ya no tiene nada que contar
entonces así
tan cerca del mar
dobla hacia la derecha a perderse por calles que le recuerdan una infancia
que leyó pero no vivió
>ocharán
>ferré
>iglesias
oh lo siento otra vez
el artista no hace sino espetar la historia
para decir luego que a pesar del tiempo
el bocado sabe igual
siempre igual
TODA CURA PARA TODO MAL
Un poema para despertar. Para sentir el aliento al lado. Para lavarse los dientes. Para pensarlo dos veces y echar a andar. Para no andar. Pompas de jabón en forma de protestas. Un poema de cinco minutos, como el agua caliente. Las frentes explotan mientras los nervios reclaman una metáfora, un poema afiatado en la paz social. Subversivo como una pistola de agua. Un poema para llegar al Centro. Para bajar del taxi y decirle al obrero: “hermano, yo soy tu hermano”. Un poema para escribir con el dedo grande en el aire. Para tirar la pancarta y anudar la corbata. Es decir, un poema para trabajar. Para abrir la puerta, eludir el reflejo del sol en los dientes y zumbar al monigote que día a día pide que lo zurren. Un poema ascensor que llegue al tercer piso. Un poema para la alfombra mugrienta, para el baño sin agua, para las puertas quebradas. Un poema que no sea sino el ruido que te rodea. Un poema que sepa decir NO. Un poema que dure 10 horas. Y de nuevo un poema ascensor. Que un verso conteste llamadas para sentir al sol quemando. Un poema que arme rompecabezas. Un poema para alzar los brazos y atrapar a la niña. Un poema para avanzar, mirar de lejos, caminar por Jirón Ucayali y resolver la defunción patria. Un poema que sirva de escudo nacional, de estación pontificia. No hay nada que celebrar. Un poema te acecha entre sombras. Un poema espera tu lengua.
[…]
En el verano del 82 los edificios se abrieron humildes,
silenciados por el calor. 44 familias sudaban mudas
escuchando murmullos que filtraban
delgadas paredes y frágiles ventanas
saludándose unas a otras en el idioma secreto
de las cortinas. Los vecinos inclinan sus manos,
reverencias que los colegas reservan para las últimas tardes
de diciembre; viento pacífico, noche descansa y tropical,
invade pronto la espalda del viejo gigante.
Las puertas se abren solas en el verano del Niño.
Los motores se alejan, estallan olas del futuro,
van y vienen como moscas poseídas por la fiebre estacional.
Sebastián y yo las miramos perplejos y preguntamos
si el próximo enero también estarán ahí, las moscas,
pero ella calla y el poeta, echado sobre el sillón,
viendo por televisión un mundo que ha jurado destruir,
nos ofrece su cuerpo como almohada y ahí dormimos los dos
pequeños aún para disfrutar el abrazo paterno.
La escena prevalece pero el adulto sospecha:
¿qué has hecho, madre, para que la infancia
sea este único recuerdo?
SAGRADOS CORAZONES
Todos los zapatos corriendo hacia alguien que no eres tú.
Una ceremonia por el día de la madre sin madre.
Un diente de leche en el puño de Ignacio.
Matemáticas asfixiadas en la saliva.
La chica a la que nunca hablarás.
La sintaxis muerta detrás de los lentes empañados.
Y las niñas feas, siempre feas.
La algarabía rutinaria en el despertar del timbre.
Los panes aplastados y jugos calentándose en castillos de plástico naranja.
Recuerda despedirte cuando no te quieres despedir.
El eterno martillar del taller de carpintería.
Las carpetas grabadas con nombres de hoteles imposibles.
Recuerda memorizar una canción, aprender el credo.
El silencio de los curas y su esforzarse por hacer un lugar normal
de un lugar normal.
Los árboles sin nombre, los pájaros desconocidos.
Fantasmas cabalgando en el segundo piso.
Y recuerda a quienes no recuerdas.
A Lobatón, a Travis, a López y a Perales.
Aprende a enfadarte, a mentir sonriendo.
Aprende que en una sonrisa sólo se esconde una sonrisa.
Recuerda ir a casa cuando haya que hacerlo.
Recuerda que el tiempo es un señor que vende helados.
Un señor que no cambia cuando todo cambia.
Y que el tiempo es también un niño recitando a Darío
ante un auditorio repleto.
(Y su sudor, y el sudor de todos lo que en vida
han leído a Darío ante salas llenas).
Aprende a bailar, a besar, a no aprender.
Aprende a asustarte.
Recuerda el temblor a la una y cuarto como un rumor contenido.
Recuerda el concierto de pájaros detrás de la cancha de fútbol.
La sed cinco minutos antes del recreo.
El sonido de las gotas desintegrándose en el techo.
El reinado del overol,
El despotismo de las escuadras,
La complicidad de las acuarelas,
La rebelión del borrador azul.
Pero recuerda, sobre todo, ese zumbido.
Recuerda, sobre todo, esa mirada.
Y piensa.
VARIACIONES ALREDEDOR DE JÁPETO, LA LUNA MÁS RARA DE SATURNO,
Y UN SECRETO JAMÁS CONTADO DE CARLO COLLODI
No es nada extraño. Cojo el tiempo y lo estiro o aplasto o agrando y también lo ingiero con ese hambre propio de niño que adelanta el reloj para apurar los eventos del día. ¿Qué debo hacer frente a la desolación? ¿Qué esperar a la sombra de un cedro? No es nada extraño. Cojo el tiempo, le hago el amor y lo beso con el aliento lastrado del muerto en vida. ¿Lo conoces? ¿Tú también pusiste un espejo en la boca del difunto para delatar al compañero? Ahora que voy recién llego. Ahora que inicio en verdad acabo. Y me voy. Me voy con el tiempo hecho doblez, el doblez plegaria, y la plegaria invocación, el lento susurro de un animal compuesto de estrellas. Un animal que sueña un sueño de madera y silba una letra italiana y amanece como los pájaros cuando el sol deja de ser sol y pasa a ser el nacimiento de todas las cosas. ¿Jápeto, qué Dios de la vida muerta bendecirá a tu muñeco huérfano? No es nada extraño, es una canción vieja. La escuchábamos cuando la única forma de encontrar a un igual era oírse hablar a uno mismo. Y la voz contestaba: no se trata de quién eres sino de cómo te acercas. No se trata de que digas las cosas correctas, sólo importa viajar a la velocidad adecuada. No recordamos los que quisiéramos sino lo que se nos susurra. Como en la fábula, sólo que a la voz hay que cambiarla por fe, amor o ayuda o quizá no haya que cambiarla por nada y debamos asumir simplemente que está fuera de nosotros. No es nada extraño, es el mundo que fluye cuando escuchas la marea. Para entonces. Para pensar en ella a la sombra de un árbol. Más tarde podrás decir que lo has hecho: es tan placentero desperdiciar todo aquello que resto anhela. Vuelve así al fin de la tarde con el torpe paso de atlas fatigado que los niños señalan riendo con burla. Ajusta la expresión, peina el viento la pluma al vuelo de tu sombrero alpino, y poco a poco, como la madera de cerezo cuando el hacha cobra la inclinación correcta, descubre el valor de la cristalería rota: todo va mal, como deben ir las fábulas cuando los héroes deciden olvidar. Luego el mundo se ensanchará en la boca del pez y tragados por el azur nos deslizaremos por el túnel bañados en seda de luz marina. Entre cuadernas y vestigios de santos esculpidos callaremos sofocados por tinieblas digestivas, noche que gobierna la carne hasta que el aura amanece. Éste es el secreto, padre, somos infieles pero nada nos atrae más que Dios. Disfruta ahora tu sueño en lengua hebrea.
HOMENAJE A EIELSON DEDICADO A KISNER
si me detengo a pensarlo
si cierro los ojos como un pájaro recién nacido
si me concentro como el pez inmóvil antes de atacar
si controlo mi respiración y me calmo y empiezo a distinguir
el ritmo de mis latidos, la música de mi percusión interna
si tomo conciencia de lo que mi cerebro hace inconsciente
si dejo de ser hombre para ser energía y dejo de ser energía turbia
para ser un flujo afinado, con propósito y dirección
si abro los poros de mi piel y con cuidado detengo mi proceso
perceptivo, y en vez de sentir sucesivamente frío y calor
me fundo con la temperatura media del universo
si dejo que mis uñas crezcan y mi pelo se desordene y mi falo se yerga
y mis vellos se anuden y mi olor pase a ser un olor primitivo
que no despierta deseo ni náusea
si en verdad comprendo que tal es la revelación
si todo ocurre en el orden propuesto
si me favorece una conjura astral
si por un accidente afortunado lo consigo
entonces el tiempo se detendrá
y la vida será por fin un cuadro congelado
disolviéndose en lo que ha sido, tendiendo a lo que será
y aunque en un instante todo vuelva a ser normal
-el viejo mundo de preguntas y respuestas-
ambos sabremos que nuestra convicción es más fuerte que su convención
que la salida no es una puerta de escape
sino la persistencia con la que buscamos el portento en lo ordinario
nuestro grado de alineación con lo fantástico
el oficio que nos arroja a lo sobrenatural
la posibilidad de cerrar los párpados y saborear el momento soñado
el momento que ahora,
tan cuidadosamente,
te regalo.
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