martes, 5 de julio de 2011

4083.- JOAN DE LA VEGA


Joan de la Vega (Santa Coloma de Gramanet, 1975) dirige la editorial La Garúa Libros desde 2004. Es autor de Inti-huatana (Barcelona, Seuba Ediciones, 2002), Ladino (Gijón, Trea, 2006) y Trilces Trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador (Barcelona, La Garúa, 2006) y "La montaña efímera" (Paralelo Sur Ediciones, 2011).

Su obra ha sido recogida en Campo abierto. Antología del poema en prosa en España 1990-2005 (Barcelona, DVD Ediciones, 2005). Ha publicado poemas en las revistas Alhucema, Turia, Vulcane, Letra Internacional y Nayagua, entre otras.








El ajenjo (1876)
Edgar Degas

A solas
esquivo rostros indiferentes,
disfraces de harapo
que carecen de premura
y humildad.
Abstraído
beso entre suspiros
aires secundarios,
hago callar las estatuas
de cristal.
Me embriago de arcanas
ausencias
y mascadas gotas
de melancolía.
Dejo las riendas en manos
de ácaros que limpian
ceniceros,
la podredumbre del lugar.
El hedor del tabaco me dice
qué no recuerdo de ayer.
Sobre la mesa el vaso
acaba siendo
desterrado
compañero de fatigas.








Joven campesina tomando café (1881)
Camille Pissarro

Existen olores,
viejas fragancias
que sobreponen
rumores videntes,
el peso de la nostalgia.
El día es más sencillo
de tarde en tarde
bajo cuatro paredes
y una ventana.
Sentado
y sin hacer nada,
amo la soledad
que me ofrecen los pájaros
escapando con su dulce sueño
de libertad.
Juventud sirviente
que observa el sabor
de la vida pasar
bajo cuatro paredes
y una ventana.








Noche estrellada (1888)
Vincent Van Gogh

Noche estrellada,
abismal noche.
Por el firmamento
se extienden tus alas
calcinadas, abres
remolinos ciegos.
Noche erizada,
oída noche.
Tuya es la oscuridad,
de vuelta al mundo
de los ceros.
Noche infinita,
implacable noche.
Emplazado en tus sombras
rindo la voz a un sueño
más allá del tiempo.
En tus bosques arden
narcisos, huracanes
de miedo.
Como un cuervo gigante
azoras girasoles ciegos.









El grito (1893)
Edward Munch

Donde hubo sol
hubo música familiar,
generosos miradores
sazonando al vuelo
los cinco sentidos.
Pero esta tarde de mayo
mi voz
ha colisionado con el mundo.
Aúlla la ciudad, gime
pavoroso el crepúsculo.
Todo mi amor
que gravita en mis manos
vegeta en la angustia
de este horizonte que miro,
que no es mar pausado
sino preludio absoluto sin ti.
Nadie escucha el grito
que emite un cadáver
viviente.
Nadie oye el sollozo
de la noche
cuando amanece
sin sangre
y verduga.
Nadie es ya nadie
en mi voz sin mundo.








La durmiente (1897)
Renoir

Allá en lo más alto,
donde el sueño respira
y se esfuma toda oscuridad,
una tarde plácida
nos derriba.
Hunde su maxilar
desnudo
en sábanas profundas,
en cada página inédita
de tu piel.
Ensimisma en secreto,
martillea en silencio,
suspira cómplice.
Júbilo y bondad
atrapados al vuelo
en un juego de sombras.



[http://lasrazonesdelaviador.blogspot.com/2009/12/
joan-de-la-vega-5-poemas-sobre-pintura.html]








1

Como sílabas son las notas de este río sin nombre,
como palabras dictadas por una lengua extinguida.

Un pájaro desierto sobrevuela el curso del agua quebrando el valle sin nombres. A un lado pacen ordenadas las artigas. Enfrente, la tersura infranqueable del bosque. Al fondo del corredor flota una cima inmóvil.

Aún creo en los valles como madres con voz de estío.

Valle incandescente donde fluctúan los sueños sin retorno.

2

Piedras silbantes que han enmudecido –o desgajado– sus nombres.
Cantos rodados que encienden un lenguaje inasible, a golpes.

Una ráfaga condescendiente limpia los márgenes del río, aventa las gramíneas caldeando su luz sin nombre. Todas las flores aquí rebosan, se inclinan sobre una tierra inminente. En la ladera, un álamo pugna por hacerse un lugar entre la espesura de los abetales, firmes en su dominio.

Aún creo en los agostos reverdecidos sin nieves.

Paisaje al vuelo donde se desmenuza el prodigio de la fugacidad.

8

Hitos como excrementos que bifurcan el camino.
Mojón dislocado por la mano sin hombre.

Un árbol caído desnuda, exhibe sus anillos al sol mutando la sombra. La luz, en sus tardes, descompone restos de vértebras roídos por los sedimentos y la hiedra que aflora entre los canchales. Huesos y neveros insepultos, sin oído y sin nombre, a pleno sol, como instrumentos de descomposición.

Aún creo en la simiente de la plenitud, solaz y desmemoriada.
Aún creo en la distracción del escarabajo y el hormiguero.

Insectos como acertijos que murmuran hambre.

ESTANY DE L’ISLA, 2.367M

Ves las cumbres
amanecer
sobre la corteza
terrestre.
Pides
misericordia
al silencio.
Extraña sensación
saber
que algún día
serás sólo
entre sus grietas
pura canción
de amor
petrificada.

http://www.dvdediciones.com/cronicas_joandelavega.html



No hay comentarios:

Publicar un comentario