sábado, 13 de noviembre de 2010

1853.- ÓSCAR WONG


Óscar Wong. Chiapas, México,1948.

Poeta, narrador, ensayista, periodista y crítico literario. Estudió letras hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Corrector de estilo en la Unidad Editorial SAHOP (1975-79). Fue subsecretario de Cultura y Recreación del Gobierno de Chiapas (1982-84).
Ha colaborado en los suplementos Diorama de la Cultura, de Excélsior; Revista Mexicana de Cultura, de El Nacional; El Gallo Ilustrado, de El Día; y El Heraldo Cultural, así como de las revistas Diálogos, Plural y Cosmos y de los diarios Ovaciones, El Nacional y Excélsior. En el extranjero ha sido colaborador de Alero (Guatemala), Azor (Barcelona), Poesía Hispánica (Madrid), Arte Poético y Cauce (Perú), Árbol de Fuego (Caracas), Poesía en Venezuela y Espiral (Bogotá).
En 1983 realizó la antología Nueva poesía de Chiapas (1986).

OBRA :
Coautor del volumen de poesía Vuelta al camino (1983).
Ensayo: Eso que llamamos poesía (1974), La salvación y la ira (1986).
Poesía: Si te das al viento (1978), Fragmentaciones (1979), En un lugar del mundo (1981), He brotado raíces (1981), No creo que las rosas cambien (1986), Yo soy el mar (1986), Enrarecida luz (1988).
Fue becario del INBA-Fonapas (1978-79) y del Centro Mexicano de Escritores (1985-86).

PREMIOS:
Mención honorífica en el Certamen de Poesía Joven de México Francisco González de León (1977).
Mención honorífica en el Certamen Nacional de Poesía de Aguascalientes (1981).
Premio Puerto Vallarta y Premio Sahuayo (1986).
Premio de Poesía Ramón López Velarde (1988).



A PESAR DE LOS ESCOMBROS

A Penélope,
que teje y desteje los anhelos.


Del cristal
de la roca llagada por la esquirla
del seno derecho que amamanta
del izquierdo también
del niño aquel con el muñón sangrante
del rastro que se hereda y se trasplanta
vengo a instalar la parte que me toca
vengo a ungir la Luz, aire que mueve el girasol danzante,
tierna brizna que asoma –todavía- a pesar de los escombros.
vengo a clamar por el viento que agita las entrañas
y la armonía que nace a cada golpe de la aurora.


Pero viene el rumor, el polvo trepidando
en cada brazo.
Un gruñido me pone sobre aviso. Ahora lucho,
muerdo, grito. El mazo acaba con mi lanza,
rasgan mi yugular colmillos poderosos.
¡Aúlla, animal, aúlla!
Arroja tu violencia sobre mi hambre.
Que la muerte se instale en este movimiento
borrado por la Historia. Que la muerte repita
sus pisadas.

Te digo: soy tu manto, un pedazo de piel como al descuido,
un animal en tu costado.
Soy aquel protohombre husmeando tu cadera,
por eso gruño en cada beso que derramo.

Quiero decir, Amor, que el alba esparce su alegría.
Quiero gemir que soy este que soy.

Pero vienen mil gritos. Metales claman
rabiosos su venganza.
He llamado a los dioses día y noche.
Nadie escuchará mi voz, mi angustia cuando vea a mi pueblo
sepultado.
La locura vuelve a sonar en mis oídos.
Escucha al caballo encabritarse.
Mira la muerte que viene en sus entrañas.
(Paris, se agazapa el Imperio
en los muslos de tu Amada).

Vuelvo el rostro a la calle. Me miro reflejado
en el cristal.
De qué sirve el candor, de qué mis brazos, mis puños
que amenazan a la piedra.
¿A dónde, Amor, dirigiré mis pasos?
¿En qué recodo oscuro de la Historia
sepultamos la ternura?

La danza de la suerte ejecuta sus giros
en medio del quebranto. Las luces en la noche
presagian tempestades. Dónde aguardará
mi pueblo tu retorno, Oh Serpiente Escondida
entre la Pluma.
Pero llegan tamemes cargando oscuridad.
Ahora los dioses cabalgan hacia nosotros
Con el trueno que mata en cada mano.
Ni flechas ni lanzas de obsidiana pueden
Con la Tribu Divina. Moriremos.

Te digo, Amor, que estás en lo que toco.
Te sigo en cada movimiento.
Que tus cabellos sean alas de palomas,
velos de Dios que tremolan en medio del desastre.
Te amo, Amor, con todo el odio del siglo que me toca.

Es cierto: no preciso de mí, sino de ti. Por eso aguardo
tu sonrisa, tu voz que resuena como si fuera la primera Voz
sobre la Tierra. Tu voz, zureo de paloma.
Pido clemencia por cada niño que llora.
Yazgo en cada vertiente de ti. Sucumbo
cuando arrojas tus lazos sobre el mundo.
¿De que me sirve ser s no soy
cuando adviene este silencio?
¿De qué la Historia si volvemos
-vuelta y vuelta a la noria-
a instalarnos en lo absurdo?

Del cielo viene el odio en llamaradas.
Un tajo brutal cercena el movimiento.
¿A qué Hiroshima interrogamos?
¿En dónde, Nagasaki, escondimos la vergüenza?

Viene mi Padre con su voz entera a cobijarme.
Viene el candor en cada vientre que ahora crece:
El mundo nace en cada aurora.
Y me lleno de ti, sepulto la agonía.
Retomo la Luz. Abro mis manos para estrechar
la potestad y la ventura.
Sé que las Historia se transforma,
pero canto para decir tu nombre en medio del desastre.

Miro los escombros. Tejo y destejo
el mar y la montaña. Soy este hombre con el fusil a cuestas
y la esperanza en cada mano circulando como un río.
Soy el cristal y el muñó. El aire girasol
que irrumpe en la mirada.






Piedra que germina

Después que me miraste,
qué gracia y hermosura en mí dejaste
SAN JUAN DE LA CRUZ

Como raudo rayo fecundado
el Amor desciende.

Con sus garras abre
surcos en la tierra.

Y crece el musgo,
el limo blanco, el árbol
venerado por la tribu.

Y la ternura crece
sobre el alba.

Y el corazón del día surge
como denso susurro
de la roca.
Y el océano inicia
impetuosa danza consagrada.
aquí el fulgor renace.

Si pusieras tus ojos en mis ojos.
Si pusieras tus labios en mis labios.
Si tu boca afuera abeja enardecida
O aguja voraz hurgando en la sangre.
Si te posaras, sedienta, entre mis piernas,
te amaría densa, torva, tiernamente,
como quien por primera vez asoma al mundo,
como quien por primera vez
desgarra una violeta.

Todas las cosas arden si te miro.
Todas las piedras germinan si te amo.

Como gorjeo intempestivo vienes
y tu presencia bebo cual arroyo
donde los ángeles se inclinan.

Como una lenta danza que seduce,
como rocío fértil en la arena,
como la castidad del santo que crepita
ante la suave perfección de la figura inmaculada
vienes.

Qué arduo trabajo el tuyo, Amada: ser hermosa.

El graznido del cuervo me estremece,
el vuelo del pegaso me seduce,
el gorjeo de tu voz me satisface.

Sin ti, abeja tierna, el Universo carece de sentido.

Como un patriarca fiero me conduzco,
como un profeta sabio te profano.

Amada Reina del Valle de Jovel,
La del Rostro Dulcísimo y Terrible,
Sé que vienes de donde crecen los manzanos
Y que en tus ojos anidan las colmenas.

Ay cuánta miel derramándose en el iris
Y cuánta perfección en tu figura.

Que el oro de mis besos te sostenga.
Que la roca de mi canto te consagre).


A TI NO TE DERRIBARÁ la muerte.
A ti jamás te tocará el olor maldito de la tumba
aunque las leyes de la flor, la insobornable
rueda del verano se deslice, y perturben
y acosen tu belleza.

Gacela, grulla o corza
como una madre tierna te cobijo,
pero tiemblo si un golpe lúgubre
de realidad te toca.

Conjuro la presencia de lo eterno.

Brillante lágrima de sol:
yo desperté a la serpiente,
yo vi temblar al unicornio,
yo desaté al dragón enfurecido.

Frágil, perturbado,
para cantar escucho el ritmo lento del silencio,
para amar me sumerjo en el vacío.

¿Quién dice que el terror calcina?

Desde la esfera más alta entrego
mi voz en el océano.

Y palpito
y me erizo
y me consagro
ciego.

Turbo la turbia tarde.

El corazón alberga rosas, muñones agrios,
amargas fauces que devoran.
También es puño enronquecido.

Pero me doy a ti cual caracol sediento.

Delirio, purificada brasa que palpita,
¿ante la Luz qué hacen los ciegos?

Me inclino, hierba endeble, si me miras.
Mi corazón naufraga en ola súbita.

Fulgor sonoro al mediodía eres,
arena humedecida la ternura.

México-Tenochtitlan, enero 5 de 1998.







Evocación de la doncella

El rostro dúctil de la niña,
la sonrisa etérea de la niña,
la cadera ansiosa de la niña,
el rotundo bramido de las piernas de la niña.

Retumba la ternura transparente en esta niña,
el Amor transfigura el semblante complacido de la niña,
la turbación retrocede ante el vigor minucioso de la niña.

Ahora tiemblan los labios de la niña,
voraz se turba el cuello de la niña,
se estremecen los pechos contundentes de la niña,
clandestinos naufragan los muslos de la niña
(y la fértil vulva de la niña me calcina).






Espuma virgen

Una mujer preguntará por mí,
su voz resonará en las piedras,
se volverá rescoldo, brisa,
alba danzarina.
Y el viento me traerá el rubor,
su condición de tulipán sonoro
y ante la espuma virgen
se inclinará el corazón enmudecido.

Bajo el suave aleteo incandescente
del mediodía que palpita
una mujer hermosa preguntará por mí.
Y yo seré la hierba agradecida.







Espuma melancólica

La mujer que espera bajo la lluvia,
la que siembra
pensamientos en la hoguera,
gime, se estremece.
Sus pechos, violentas rosas, braman.
Sus muslos se abren
con denso escalofrío.
Su voz, espuma melancólica,
entrega vaticinios
como una Luna Nueva que galopa.
La noche, complacida,
la corteja.
En la fronda los pájaros maduran.


(Del libro Razones de la voz, CNCA, Colec.
Práctica Mortal, Méx., 2002, 73 pp.)






Luna fértil

El mar, la dentellada oscura donde brama la serpiente,
el disco rojo que trasmina.
La Luna viene, fértil,
ilumina tu mirada de ámbar.

Esbelta y tierna me cobijas,
gardenia cándida
tu pupila resplandece.

Bebo tu amor en densos gajos,
insaciable bulle el alba en nuestros cuerpos.


(Del libro Razones de la voz, CNCA, Colec.
Práctica Mortal, Méx., 2002, 73 pp.)



"Fernando Sabido Sánchez agradece a Luis Alberto Vittor, Director Editorial y Fundador de la publicación argentina Analecta Literaria. Revista de Letras, Ideas, Artes y Ciencias[http://actaliteraria.blogspot.com/] la gentileza de permitirle republicar los poetas originalmente publicados en la revista en su blog Poetas para el siglo XXI."

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