martes, 14 de septiembre de 2010

1065.- DUMITRU M. ION



Dumitru Ion nació en la aldea Bratesti, Curtea de Arges, Rumania, en 1947. Es poeta, ensayista, dramaturgo, crítico de teatro y cine, crítico literario, autor de prosa para niños y jóvenes, traductor y editor. Es el director de un Festival Internacional de Poesía en su país. Entre sus libros de poesía, se encuentran: Espoleta (1966); Balcánicos (1970); Color y fragancia –Melancolías- (1973); Las cazas (1981) y Evangelio según Ioan Metáfora (1997). En prosa: La semana que no traiga viernes (1970); La caza de tigres (1976); El babilonio (1981); y El diablo en San Esteban (1998). Ha sido miembro de la Unión de Escritores de Rumania, desde 1966. Ha obtenido becas de viaje y estudios en EEUU, Alemania, Italia, Macedonia, Grecia, Turquía y Egipto, entre otros países. En 1991, creó la Editorial Oriente-Occidente, de la que es director y donde publica especialmente libros de poesía.




Poemas de Dumitru M. Ion


De El Evangelio según Ioan Metáfora


I. El espectáculo

(Habla el Escriba)

Pasen, pasen en los coches del cielo,
Estrellas, queridas volatineras
Alzadas en el circo
Del lunático lanzador de cuchillos.
Yo soy el nuevo maestro
De vuestra tropa heráldica:
Voy a crear
Una función de gala.

Pasen, pasen en los coches del cielo:
Viajaréis con la velocidad de las tinieblas
Sobre las espadas moriscas
Ahora y para siempre jamás paralelos
Del amor y del odio.

Pasen, pasen en los coches del cielo
Bebéis como en la infancia
La leche materna de la Vía Láctea
Mirando cómo despliegan el vuelo en derredor
De la preñez de la sombra
Bandadas de cisnes negros
Viajando hacia los fríos ecuadores.

Pasen, pasen en los coches del cielo:
Vais a ver los brazos de la fingida Venus
Venida desde Milo
Ya desde illo tempore
Al camino de su amado
Ofreciendo en la bandeja de la tierra
La cabeza del santo Io el Nuevo.

Pasen, pasen en los coches del cielo:
Probaréis inmaculadas vestiduras
Tejidas en los talleres del paraíso
En la aérea lana de oro.
En las labores del Infierno
Está bordado sólo el monograma
Heliocéntrica rosa
Que expresa la ceguera de sí mismo.

Pasen, pasen en los coches del cielo:
En la inocente cal tendida sobre el muro
Veréis la horrible película
De la Aurora.
Traspasaréis el limes de las sombras
En aquel país bárbaro llamado Luz
En aquella ficción
Surgida en los paisajes de la mente.

Fatal será vuestro espectáculo.










Los caminos de la euritmia

(Habla Ioan)

En las cámaras azules del Alto País
Huestes de ángeles hacen la limpieza al alba
Por la ventana del séptimo piso arrojan
Tiernos rayos:
En su sonido,
Aromas de pequeños clarines
Y asustados címbalos.

Desde la espuma herida
En mi mente subes
Tú, Venus Iudeopterix,
Con la anémona florida
Entre los muslos de hierro.

Las torcidas líneas de tus muslos
Son mucho más hermosas
Que las rectas líneas
Del camino sin pecados
Que conduce al cielo.

Inventas un ritmo voluptuoso:
Tus ojos - dos golfos
Donde juegan los delfines,
Tu boca – el voluptuoso coral
Que me llama al fracaso:

Tomas con una mano
La leche caliente de la luz,
Con la otra rompes una miga
Con levadura de nube,
Cribas el polvo de la harina
En el ritmo del destino-
Los mezclas y los amasas por mucho tiempo
Con el pie asientas la maza
y después la fermentas
Y cuando crece
Como el cuerpo de un niño
Arrojas la viva simiente
En la boca del horno.

Pero allá, allá en la bandeja
Ves otra cosa dorándose
Al fuego lento
Del crepúsculo
¡Oh, Venus Iudeopterix,
Qué blanco pan comeremos los dos
Por los caminos de la Euritmia!








Sophrosyne

(Habla el Escriba)

Estoy con los Señores de la Luz a la mesa
Y conspiramos –
Con las cartas hacia arriba:
¡Qué deleitoso tejer
Como en el bosque de los suntuosos días
Deshaciendo el fruto llamado
Sophrosyne.

Existe, sí, una hermandad de cruz
Entre mis plumas de escriba
Y sus alas
Como códices viejos
Llevados a cuestas y hojeados por el viento –
Quizás por esto tenga ganas
De atar más firme en el papel
El limbo de la santa palabra
Sophrosyne.

En mi costado se alegra
El puño de la espada –
En mi cuerpo, seguro presiente
Las futuras huellas de sangre
Y los osarios de luz.
Le acaricio y le riño; sus ojos,
Dos rubíes reñidos,
Centellean tranquilos cuando murmuro:
Sophrosyne.

Estoy con los Señores de la Luz a la mesa
Y conspiramos
Para elegir príncipe a Drácula
Para los tres tronos
Eterno Heliand.
¡Oh, cuánto pan se partirá para nosotros
Y cuánto vino para nosotros correrá
Para el perdón del pecado
Sophrosyne.

Un polvo vespertino traspasa los cristales –
Los Señores de la Luz se levantan suspirando
A la señal de los cielos.
Moviendo sin fuerza
Sus agotadas alas
Me toman desde la mesa
Hacia las tierras divinas.
Lloras por ellos en el caracol de tu cuarto
Perla mía:
Sophrosyne.

Tras su huella, la tierra se construye
Frente a la lechosa página
Me quedo para confabular más adelante
Con Sfinxul y Babele.


Versiones al español por Alberto Acosta Pérez
y Virgilio López Lemus



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