Barack Obama
Barack Hussein Obama (Honolulu, Hawái, 4 de agosto de 1961) es un político estadounidense que fue el 44º presidente de los Estados Unidos de América desde el 20 de enero de 2009 hasta el 20 de enero de 2017. Legislador afroamericano en el Senado de los Estados Unidos, tercero desde la era de reconstrucción. También fue el primer candidato afroamericano nominado a la presidencia por el Partido Demócrata y es el primero en ejercer el cargo presidencial.
Se graduó en la Universidad de Columbia y en la prestigiosa escuela de Derecho Harvard Law School, donde fue presidente de la revista Harvard Law Review. Posteriormente, trabajó como organizador comunitario y ejerció su carrera como abogado en derechos civiles, antes de ser elegido senador del estado de Illinois, desempeñando esa función desde 1997 a 2004. Fue profesor de Derecho constitucional en la facultad de Derecho de la Universidad de Chicago desde 1992 hasta 2004. En el año 2000 perdió la contienda electoral por un puesto en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, y tras su fracaso anterior, en enero de 2003 anunció su candidatura al Senado estadounidense. En marzo de 2004 venció en las elecciones primarias del partido demócrata, y en julio del mismo año pronunció el discurso de apertura de la Convención Nacional Demócrata, lo que impulsó su candidatura. Finalmente resultó elegido miembro del Senado en noviembre de 2004, con un 70 % de los votos a favor.
Como representante de la minoría demócrata en el 109.º Congreso, impulsó junto con otros senadores la ley para el control de armas convencionales y para promover una mayor rendición pública de cuentas en el uso de fondos federales. Realizó viajes oficiales a Europa Oriental, Oriente Medio y África. En el 110.º Congreso promovió la legislación relacionada con los grupos de presión y con el fraude electoral, el calentamiento global, el terrorismo nuclear y la atención del personal militar que regrese a Estados Unidos desde las misiones militares en Irak y Afganistán. Desde el anuncio de su campaña presidencial en febrero de 2007, Obama hizo hincapié en poner fin a la Guerra de Irak, el aumento de la independencia energética y la prestación de asistencia sanitaria universal como las grandes prioridades nacionales.
El 10 de febrero de 2007 anunció su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos y el 3 de junio de 2008 se convirtió en el candidato del Partido Demócrata. En las elecciones presidenciales del 4 de noviembre de 2008, se convirtió en presidente electo después de vencer al candidato presidencial republicano John McCain, tomando posesión de sus funciones como 44.º presidente el 20 de enero de 2009. El 9 de octubre de dicho año le fue concedido el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos diplomáticos en pro del desarme nuclear, la consecución de un proceso de paz en Oriente Medio y el fomento de la lucha contra el cambio climático.
Como Presidente, durante su mandato impulsó políticas económicas como la Ley de Reinversión y Recuperación de 2009 o la Ley de Creación de Empleo y Reautorización del Seguro de Desempleo de 2010. Otras iniciativas políticas domésticas han incluido las Leyes de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible o la Ley Dodd-Frank de reforma financiera y de protección de los consumidores, o la revocación de la política Don't ask, don't tell sobre homosexualidad en el Ejército, todas de 2010, así como la Ley de Control del Presupuesto de 2011.
En política internacional, acabó con la guerra de Irak, incrementó la presencia de tropas norteamericanas en Afganistán, firmó el nuevo tratado START III de control de armas con Rusia, ordenó la intervención militar estadounidense en el conflicto libio. El 1 de mayo de 2011 anunció a los medios de comunicación que un grupo de las fuerzas especiales de la Armada Estadounidense (miembros del DEVGRU de los Navy SEALS) había matado al terrorista Osama bin Laden en Pakistán.
El 4 de abril de 2011 anunció el inicio de su campaña de reelección presidencial para el 2012 y el 6 de noviembre fue reelegido para ejercer el cargo por un periodo de cuatro años más, tras vencer al candidato republicano Mitt Romney.
Presentamos en Círculo de Poesía dos poemas de Barack Obama que fueron publicados en el número Spring de 1981 de la revista Feast, una revista literaria de 51 páginas que se describía a sí misma como “una revista semestral de poesía y ficciones cortas de la comunidad del Occidental College.” La revista ya no se publica de acuerdo a un comunicado escolar. El crítico Harold Bloom ha escrito sobre el poema Pop: “no está mal, es un buen poema popular, con algo de pathos, humor y emoción. No es del todo distinto del Langston Hughes que imitaba a Carl Sandburg.” Mientras que de Subterráneo ha dicho lo siguiente: “Me dio la extraña sensación de que él estuviera leyendo los poemas de D. H. Lawrence; me recordó el poema Snake.” Las versiones al español son de Adalberto García López.
Pop
Sentado en su asiento, un asiento amplio y roto
Adentro, salpicado en cenizas,
Pop cambia de canal, toma otro
Trago de Seagrams, delicadamente, y se pregunta
Qué hacer conmigo, un joven hombre verde
Que no considera
La estafa del mundo, porque
Las cosas han sido sencillas para mí;
Miro fijamente su rostro, una mirada
Que se desvía de su frente;
Estoy seguro que no es consciente de sus
Oscuros ojos llorosos, perdiéndose
En diversas direcciones,
Ni sus lentos y no deseados tics,
Negados.
Escucho, cabeceo,
Escucho, abro, hasta que me sujeto de su descolorida
Playera gris, gritando,
Gritando en sus oídos en los que cuelgan
Pesados lóbulos, pero él sigue contando
Su chiste, entonces le pregunto porqué
Es tan infeliz, a lo que me respondió…
Pero ya no me importa, porque
Él tomo demasiado maldito tiempo y, desde
Debajo de mi asiento, saco el
Espejo que he estado guardando; estoy riéndome
A carcajadas, la sangre que va de su rostro
Al mío, mientras crece pequeña
Una mancha en mi cerebro, algo
Que pudo escurrirse, como una
Semilla de sandía entre
Dos dedos.
Pop toma otro trago, delicadamente,
Señala la misma mancha
Ambarina en sus pantalones que traigo puestos y
Me hace oler su olor, proveniente
De mí, cambia de canal, recita un viejo poema
Que escribió antes de que su madre muriera,
Se levanta, grita y me pide
Un abrazo mientras me encojo, mis
Brazos apenas rodean
Su grueso y aceitoso cuello, su ancha espalda; porque
Veo mi rostro reflejado
En los lentes oscuros de Pop
Y sé que también se está riendo.
Subterráneo
Bajo grutas de agua, cavernas
Llenas de simios
Que comen higos.
Estoy pisando los higos
Que los simios
Comen, crujen.
Los simios aúllan, descubren
Sus colmillos, bailan,
Caen en las
Aguas corredizas,
Mohosas, húmedas pieles
Que brillan en lo azul.
Pop
Sitting in his seat, a seat broad and broken
In, sprinkled with ashes,
Pop switches channels, takes another
Shot of Seagrams, neat, and asks
What to do with me, a green young man
Who fails to consider the
Flim and flam of the world, since
Things have been easy for me;
I stare hard at his face, a stare
That deflects off his brow;
I’m sure he’s unaware of his
Dark, watery eyes, that
Glance in different directions,
And his slow, unwelcome twitches,
Fail to pass.
I listen, nod,
Listen, open, till I cling to his pale,
Beige T-shirt, yelling,
Yelling in his ears, that hang
With heavy lobes, but he’s still telling
His joke, so I ask why
He’s so unhappy, to which he replies . . .
But I don’t care anymore, cause
He took too damn long, and from
Under my seat, I pull out the
Mirror I’ve been saving; I’m laughing,
Laughing loud, the blood rushing from his face
To mine, as he grows small,
A spot in my brain, something
That may be squeezed out, like a
Watermelon seed between
Two fingers.
Pop takes another shot, neat,
Points out the same amber
Stain on his shorts that I’ve got on mine and
Makes me smell his smell, coming
From me; he switches channels, recites an old poem
He wrote before his mother died,
Stands, shouts, and asks
For a hug, as I shink, my
Arms barely reaching around
His thick, oily neck, and his broad back; ‘cause
I see my face, framed within
Pop’s black-framed glasses
And know he’s laughing too.
Underground
Under water grottos, caverns
Filled with apes
That eat figs.
Stepping on the figs
That the apes
Eat, they crunch.
The apes howl, bare
Their fangs, dance,
Tumble in the
Rushing water,
Musty, wet pelts
Glistening in the blue.
Obama: el presidente como poeta
Por ARIEL DORFMAN
La mayor revelación acerca de quién es Barack Obama me la ofreció Toni Morrison, la premio Nobel norteamericana, durante un almuerzo a principios de este año. Estábamos en medio de las feroces primarias entre Hillary y Obama, y Toni se había abstenido hasta ese momento de anunciar su adhesión al primer candidato de origen afroamericano con posibilidad real de ocupar la Casa Blanca. Ella era muy compinche y admiradora de Hillary y también de Bill Clinton, al que había llamado, en un controvertido artículo en el New Yorker de 1998, el "primer presidente negro" de Estados Unidos, pese a, advertía, "su piel blanca".
Mañana -me dijo Toni- voy a mandarle una carta abierta a Barack Obama, contándole que, por primera vez en mi vida, tengo la intención de apoyar públicamente a un candidato a la presidencia; le voy a apoyar a él. Y no es por su raza. Ésa jamás debería ser la razón para que votemos por una persona, ni tampoco para votar en contra. He hablado con Barack varias veces en las últimas semanas y siempre termina la conversación con la misma frase: "I'd like to have your endorsement. Me gustaría que me apoyaras en forma abierta". Y yo siempre me río y le digo que lo estoy pensando. Bueno, lo he pensado bastante y ahora estoy lista. Y Toni me miró a mí y también a Richard Ford, el gran novelista norteamericano, que almorzaba con nosotros ese mediodía.
Toni Morrison me dio la pista: el senador de Illinois es de la estirpe de Walt Whitman
El marasmo que deja Bush requiere alguien tan insólito como Barack Obama
-¿Y quieren saber por qué? Muy sencillo. Porque Barack Obama es un poeta.
Un poeta. En los meses que siguieron he retornado muchas veces a esa definición de Toni y la encuentro cada vez más sagaz. Ya había reparado yo -¿quién podría no hacerlo?- en la excepcional inteligencia de Obama y el uso sólido y sutil del inglés que despliega, especialmente cuando se compara con el desastre idiomático de Bush. Y nada de lo que ha sucedido a lo largo de este año electoral me ha hecho cambiar de parecer. Por el contrario, la jerigonza retórica de McCain y la masacre de la lengua de Shakespeare en la boca incoherente de Sarah Palin confirman cada día más la calidad lingüística de Obama, la certeza de que estamos ante un gran artífice de las palabras. Pero, ¿poeta?
Toni no hablaba tan sólo de alguien elocuente, de alguien que amaba las palabras, es decir, que las consideraba amigas íntimas y carnales, sino de algo más: un ser humano animado por una visión trascendental, a visionary, nos dijo Toni ese domingo a fines de enero, mientras atacábamos una buena merienda sureña acá en Carolina del Norte.
Confieso que me gustó, al principio, aquella dilucidación de Toni porque ayudaba aexplicar la ventaja que Obama fue paulatinamente forjando entre los votantes, su capacidad de convencer y de inspirar, la importancia de tener un candidato a la presidencia de Estados Unidos capaz de mover a multitudes y especialmente a los jóvenes en el país que le brindó a la humanidad un rapsoda como Walt Whitman y un primer magistrado como Abraham Lincoln.
Pero es sólo ahora, ahora que parece que es casi seguro que Obama será, efectivamente, elegido presidente de esta República, cuando me he puesto a profundizar en las consecuencias de que un poeta pudiera dirigir los destinos del país más poderoso del mundo. Es sólo ahora cuando me he permitido especular, no acerca de cómo Obama ha de ganar las elecciones, sino acerca de cómo habrá de gobernar. Es sólo ahora, al contemplar la exacerbada crisis que el terremoto financiero ha ido dejando atrás, que comprendo tal vez la importancia histórica de que en este preciso momento catastrófico aparezca alguien que disponga de lo que Toni llamó ese día la "imaginación creativa".
Porque de lo que se trata es, justamente, de imaginar una alternativa a esto que llamamos realidad, esto que se nos insiste que es excesivamente complejo y vasto como para poder controlarlo. Vivimos en un mundo que se precipita hacia un desastre ecológico y moral, un mundo donde se nos viene encima un cataclismo alimenticio y energético como no hemos visto en siglos, un mundo de guerras incesantes y de un terrorismo tenaz, un mundo donde las armas nucleares van a proliferar como una plaga y donde las plagas van a proliferar como si fueran átomos y electrones desenfrenados, un mundo cada vez más interconectado y cada vez más indiferente al dolor ajeno. Lo más fácil, cuando hay tanta confusión aparentemente indomable, es guarecerse en respuestas y refugios del pasado que fortalezcan la identidad más tradicional, buscar en las más oscuras catacumbas del fundamentalismo las certidumbres que el presente empecinadamente nos niega.
En condiciones tan dramáticas, la existencia de una visión poética en un líder poderoso cobra su verdadera magnitud. Porque vislumbrar las palabras múltiples y claras con que lentamente vamos entendiendo lo que nos pasa hoy es indispensable para anticipar las soluciones para los difíciles años que se aproximan. Ya lo dijo Shelley antes de morir en el mar de su exilio italiano: los poetas son los "desconocidos legisladores de la humanidad", los que preparan con sus palabras el vocabulario en que se han de escribir las leyes más justas del mañana, los que nos señalan la urgencia de un futuro ineludiblemente diferente y definitivamente más bello.
Hay muchas posiciones que ha tomado Barack Obama con las que, por cierto, discrepo, y no me cabe duda de que durante su tenencia en la Casa Blanca, quedaré desilusionado en más de una ocasión. Pero la ilusión que no estoy dispuesto a abandonar es mi creencia en la necesidad de que este Presidente Poeta, en la coyuntura actual de su patria, va a tener que explicarles a los hombres y mujeres de Estados Unidos las dimensiones profundas y permanentes del trastorno al que se enfrentan y que no se resuelve con cambiar tan sólo un par de políticas; mi esperanza de que les lance el desafío de que no habrá tal cambio sin la participación masiva, diaria y ojalá clarividente del pueblo norteamericano, un pueblo que hasta ahora ha mostrado en forma mayoritaria una ignorancia virulenta y obstinada ante los problemas del planeta que habitamos y gozamos y sufrimos todos.
Pero es también el norteamericano un pueblo lleno de esperanzas, un pueblo que parece haber alcanzado por fin la madurez necesaria para reconocer que requiere de un ser insólito como Obama para salir del marasmo en que nos deja Bush; hombres y mujeres que intuyen tal vez que hace falta reinventar este país y sus sueños si han de sobrevivir a los grandes retos y combates que se avecinan.
Falta por ver si esos ciudadanos van a recibir y hacer suyas las palabras alucinadas y medidas y sabias que -es mi presagio- va a regalarles Barack Obama, falta por ver si vamos a merecerlas y acompañar esas palabras desde nuestra propia poesía cotidiana.
Antes de que sea demasiado tarde.
Ariel Dorfman es escritor chileno. Su último libro es Otros septiembres.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de octubre de 2008
http://elpais.com/diario/2008/10/26/opinion/1224972004_850215.html
En esta nueva entrega de nuestra sección, Poesía, fama y poder, presentamos: “Así es como se ve un feminista”, de nuestro más reciente colaborador, Barack Obama (1961). En este artículo nos recuerda: “Esto es de lo que se trata el feminismo del siglo veintiuno: la idea de que cuando todos somos iguales, todos somos más libres (…) Este otoño comenzará una elección histórica. Doscientos cuarenta años después de la fundación de nuestra nación, y casi un siglo después de que las mujeres finalmente ganaron el derecho al voto, por primera vez en la historia, una mujer es nominada para la presidencia. Sin importar tus preferencias políticas, este es un momento histórico para Estados Unidos”. La traducción del inglés es de Andrea Rivas.
“Así es como se ve un feminista”
Por: Barack Obama
Hay muchos aspectos difíciles de ser presidente. Pero también hay algunas ventajas. Conocer personas extraordinarias a través del país. Ejercer una función donde puedes hacer una diferencia en la vida de nuestra nación. Air Force One.
Pero quizá el más grande e inesperado regalo de este trabajo ha sido vivir en la trastienda. Durante muchos años mi vida fue consumida por largos trayectos ―desde mi casa en Chicago hasta Springfield, Illinois, como senador de estado, y luego hasta Washington, D.C., como senador de los Estados Unidos. A menudo, esto significaba que tenía que trabajar incluso más duro para ser la clase de esposo y padre que quería ser.
Pero durante los últimos siete años y medio, el trayecto ha sido reducido a 45 segundos ―el tiempo que toma caminar desde mi sala hasta la Oficina Oval. Como resultado, he sido capaz de pasar mucho más tiempo mirando a mis hijas crecer y convertirse en inteligentes, graciosas, amables y maravillosas jóvenes.
Esto tampoco es siempre fácil ―mirarlas prepararse para dejar el nido. Pero una cosa que me hace sentir optimista respecto a ellas es que estamos en un tiempo extraordinario para ser una mujer. El progreso que hemos hecho durante los pasados 100 años, 50 años, y sí, incluso durante los últimos ocho años ha hecho la vida significativamente mejor para mis hijas de lo que fue para mis abuelas. Y digo esto no solo como presidente, sino también como feminista.
En lo que llevo de vida hemos pasado de un mercado laboral, que básicamente confinaba a las mujeres a un puñado de posiciones a menudo mal pagadas, a un momento en el que las mujeres no solo significan aproximadamente la mitad de la fuerza laboral sino que son líderes en todos los sectores, desde los deportes hasta el espacio, desde Hollywood hasta la Suprema Corte. He sido testigo de cómo las mujeres han ganado la libertad de tomar decisiones sobre cómo vivirán sus vidas ―sobre sus cuerpos, sus educaciones, sus carreras, sus finanzas. Se han ido los días en que se necesitaba un esposo para obtener una tarjeta de crédito. De hecho, más mujeres que nunca, casadas o solteras, son económicamente independientes.
Así que no debemos restar importancia sobre lo lejos que hemos llegado. Esto significaría una injusticia para todos aquellos que han pasado sus vidas luchando por la justicia. Al mismo tiempo, aún hay mucho trabajo que tenemos que hacer para mejorar las perspectivas de las mujeres y jóvenes aquí y alrededor del mundo. Yo seguiré trabajando en buenas políticas ―desde igualdad de pagos por el mismo trabajo hasta proteger los derechos reproductivos― hay algunos cambios que no tienen nada que ver con la aprobación de nuevas leyes.
De hecho, el cambio más importante es, seguramente, el más difícil de todos ―cambiarnos a nosotros mismos.
Esto es algo de lo que hablé extensamente en junio, durante la primera cumbre de United State of Women en la Casa Blanca. Tan lejos como hemos llegado, frecuentemente seguimos encasillados en estereotipos sobre cómo los hombres y mujeres deben comportarse. Una de mis heroínas es la Congresista Shirley Chisholm, quien fue la primera afroamericana en postularse en un partido para una nominación presidencial. Ella dijo una vez “Los estereotipos emocionales, sexuales y psicológicos de las mujeres comienzan cuando el doctor dice “es una niña’”. Nosotros sabemos cómo estos estereotipos afectan la forma en que las niñas se ven a sí mismas desde una edad muy temprana, haciéndolas sentir que si no se ven o actúan de cierto modo, son de algún modo menos valiosas. De hecho, los estereotipos de género nos afectan a todos, sin importar nuestro género, nuestra identidad de género o nuestra orientación sexual.
Ahora, las personas más importantes en mi vida han sido siempre mujeres. Crecí con una mamá soltera, quien pasaba mucho tiempo de su carrera empoderando mujeres en países en desarrollo. Vi cómo mi abuela, quien ayudó a criarme, hizo su camino trabajando en un banco sólo para toparse con barreras instituidas. He visto cómo Michelle ha equilibrado las demandas de una carrera ajetreada y la crianza de una familia. Como muchas madres trabajadoras, ella se preocupaba por las expectativas y juicios de cómo debería manejar las concesiones, sabiendo que muy pocas personas cuestionarían mis decisiones. Y la realidad es que cuando nuestras hijas eran pequeñas, yo constantemente estaba lejos de casa sirviendo en la legislatura del estado mientras hacía malabares para cumplir con mis responsabilidades de enseñar como profesor de leyes. Puedo mirar atrás y ver que, mientras yo ayudaba, era usualmente bajo mis términos y mis horarios. La carga cayó desproporcional e injustamente en Michelle.
Así que me gusta pensar que he estado muy al tanto de los retos únicos que las mujeres enfrentan ―esto es lo que ha moldeado mi propio feminismo. Pero también tengo que admitir que cuando eres padre de dos hijas, te vuelves incluso más consciente de cómo los estereotipos de género impregnan nuestra sociedad. Puedes ver las sutiles y no-tan-sutiles señas que son transmitidas a través de la cultura. Sientes la enorme presión bajo la que están las jóvenes de verse y comportarse, e incluso pensar de cierta manera.
Y estos mismos estereotipos afectaron mi propia conciencia cuando joven. Ya que crecí sin padre, pasé un largo tiempo intentando descubrir quién era yo, cómo me percibía el mundo, y qué clase de hombre quería ser. Es fácil absorber todo tipo de mensajes de la sociedad sobre masculinidad y comenzar a creer que hay una forma correcta y una forma incorrecta de ser hombre. Pero mientras me volvía mayor, me di cuenta de que mis ideas sobre ser un chico cool o un chico rudo no representaban lo que yo era. Eran una manifestación de mi juventud y de mis inseguridades. La vida se volvió mucho más fácil cuando empecé a ser simplemente yo mismo.
Así que necesitamos romper con estas limitaciones. Necesitamos seguir cambiando la actitud que cría a nuestras hijas para ser recatadas y a nuestros hijos para ser asertivos, que critica a nuestras hijas por hablar y a nuestros hijos por derramar una lágrima. Necesitamos seguir cambiando la actitud que castiga a las mujeres por su sexualidad y premia a los hombres por la suya.
Necesitamos seguir cambiando la actitud que permite el acoso rutinario a las mujeres, ya sea que vayan caminando por las calles o que se atrevan a navegar en la web. Necesitamos seguir cambiando la actitud que enseña a los hombres a sentirse amenazados por la presencia y el éxito de una mujer.
Necesitamos seguir cambiando la actitud que felicita a los hombres por cambiar un pañal, estigmatiza a los padres de tiempo completo y penaliza a las madres trabajadoras. Necesitamos seguir cambiando la actitud que valora ser confiado, competitivo y ambicioso en tu lugar de trabajo ―a menos que seas una mujer. Entonces estás siendo demasiado mandona, y de pronto las mismas cualidades que pensaste que eran necesarias para el éxito terminan cayendo sobre tu espalda.
Necesitamos seguir cambiando una cultura que destella una luz particularmente sin perdones sobre las mujeres y jóvenes de color. Michelle ha hablado constantemente sobre esto. Incluso luego de conseguir un triunfo con todos sus derechos, sigue teniendo dudas; tiene que preocuparse por si miraba hacia el lugar correcto o si actuaba de manera correcta ―si es que estaba siendo demasiado asertiva o demasiado “enojona”.
Como padre, ayudar a tus hijos a levantarse por sobre estas restricciones es un constante proceso de aprendizaje. Michelle y yo hemos criado a nuestras hijas para hablar cuando ven un doble estándar o cuando se sienten juzgadas injustamente por su género o raza ―o cuando notan que esto le pasa a alguien más. Es importante que ellas vean modelos de roles, afuera en el mundo, que escalen a los más altos niveles de cualquier campo que ellas elijan. Y sí, es importante que su papá sea un feminista, porque ahora eso es lo que ellas esperarán del todos los hombres.
Es absolutamente responsabilidad de los hombres combatir también al sexismo. Y como esposos y padres y novios, necesitamos trabajar más duro y ser deliberados al crear relaciones verdaderamente igualitarias.
Las buenas noticias es que a cualquier lugar al que vaya a través del país y del mundo, veo gente echando hacia atrás las presuposiciones sobre roles de género. Desde hombres jóvenes que se han unido a nuestra campaña It’s On Us para terminar con los ataques sexuales en los campus, hasta las mujeres jóvenes que se han convertido en las primeras Rangers femeninas del ejército en la historia de nuestra nación, su generación se rehúsa a ser confinada a las viejas formas de pensar. Y ustedes nos están ayudando, a todos nosotros, a entender que forzar a las personas a adherirse a anticuadas, rígidas nociones de identidad no es bueno para nadie ―hombres, mujeres, homosexuales, heterosexuales, transgénero, o cualquier otro. Estos estereotipos limitan nuestra habilidad de ser simplemente nosotros mismos.
Este otoño comenzará una elección histórica. Doscientos cuarenta años después de la fundación de nuestra nación, y casi un siglo después de que las mujeres finalmente ganaron el derecho al voto, por primera vez en la historia, una mujer es nominada para la presidencia. Sin importar tus preferencias políticas, este es un momento histórico para Estados Unidos. Y es solo un ejemplo más de cuán lejos han llegado las mujeres en la larga jornada hacia la igualdad.
Quiero que todas nuestras hijas e hijos vean que ésta es también su herencia. Quiero que sepan que nunca ha sido solo sobre los Benjamins; es sobre las Tubmans también[1]. Y quiero ayudarlos a hacer su parte para asegurar que América es el lugar donde todas y cada una de las niñas puede hacer de su vida lo que quiera.
Esto es de lo que se trata el feminismo del siglo veintiuno: la idea de que cuando todos somos iguales, todos somos más libres.
Tomado del inglés de la revista Glamour: http://www.glamour.com/story/glamour-exclusive-president-barack-obama-says-this-is-what-a-feminist-looks-like
Traducido por: Andrea Rivas
Nota de la traductora
[1] Harriet Tubman y Benjamin Mays, líderes en las luchas históricas de los afroamericanos en Estados Unidos. Harriet Tubman (1822-1913) durante el periodo abolicionista y Benjamin (1894.1984) en el Movimiento Afroamericano por los Derechos Civiles en Estados Unidos.
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