José Luis Guijarro Ríos
Es natural de Madrid y residente en Las Palmas de Gran Canaria desde hace muchos años.
Ha publicado dos novelas: Madrid Underground y Asuntos Turbios y tiene en cartera: Madrid Underground II , Espérame en Gran Canaria y Gente Corriente. Escritor también de Relatos ha participado en varias Antologías Hace también sus pinitos en poesía.
Campanero
Campanero que repiquen
con fuerza tus tres campanas,
hoy la he mirado y me ha visto
cuando en la plaza paseaba.
Que en su boca una sonrisa
ha dibujado su cara,
y un espasmo de alegría
ha recorrido mi estampa.
Que sus ojos diamantinos
perlas en rostro engarzadas,
han brillado de ilusión
al sostener mi mirada.
Que su mano levemente
una seña me enviaba,
mientras con porte garboso
hacia la ermita cruzaba.
Que su cuerpo de amazona
espiga al viento lanzada,
suspiros de mil caricias
mi mente loca soñaba.
Que cuando dejo de verla
parece que el Sol se apaga,
que no hay verano ni invierno,
ni atardecer ni alborada.
Que no hay vida en este ser,
sin su presencia sultana.
¡Dále fuerte campanero,
que echen fuego tus campanas...!
A mis amantes encuadernados
Firmes y mudos, siempre erguidos
estáis en mis estantes ordenados,
nacisteis sin clamores ni gemidos,
de papel y cartón aglutinados.
Os contemplo lentamente, sin premura,
me sorprende la actitud y la firmeza,
¿cómo podéis mostrar tanta cordura
si albergáis tanto saber, tanta belleza...?
Nada pedís, solo el cuidado,
la atención, limpieza y cortesía,
y atender vuestro estilo de ordenados,
pues también la pulcritud es armonía.
Os seré fiel, os lo prometo,
no seréis de mis cuitas olvidados,
merecéis mi cariño y mi respeto.
El saber por vosotros otorgado,
os titula sin obstáculo ni veto,
ser amigos por siempre venerados.
Libros, amigos libros …….
Soñando
Yo solo quiero mirar
ese horizonte lejano,
cuando el Sol allá en lontano
va a esconderse tras el mar.
Quiero en mi mesa retén
de papel y pluma presto,
el alma flotando al viento
y unos versos de Rubén.
Cierro los ojos y sueño
rosas que surgen del mar,
rosas que quieren brotar
sin murallas y sin dueño.
Barcos que surcan el mar
de amor y pasión henchidos,
son mis amores perdidos
que nunca podré alcanzar.
Tal vez haya un más allá
que colme nuestros anhelos,
mientras en la tierra estemos
habremos pues de soñar.
Y una forma de soñar
sin pausa y pluma en mano,
es entre versos mirar
ese horizonte lejano,
donde el Sol allá en lontano
vierte su amor en el mar.
A la Peña de la Vieja
— ¿Por qué te llaman La Vieja
si joven tu estampa veo?
— Vieja soy por ser antigua.
Joven por amor sincero,
a este mar que me acaricia
bajo este confuso cielo,
Que aunque las nubes lo cubran
haciendo del amor juego,
con sus dardos me acaricia
el Sol celoso de vernos.
— Dicen te guardan gaviotas
durante tibios inviernos,
y trampolín de atrevidos
eres lo más de los tiempos.
— Soy del mar enamorada
descanso soy del viajero,
que tras brazadas de mar
trepa mis riscos con celo.
En mis rugosas laderas
miles de huellas conservo,
y la arena de esta playa
por traje de novia quiero.
— ¡No te vayas de esta rada,
Peña que todos queremos!
— ¡Nunca dejaré vacante
este trono bajo el cielo...!
— ¡Queda con Dios peña ilustre!
— ¡Qué Él te guarde marinero!
Bajo mi almohada
Tengo archivados mis sueños
plegados bajo mi almohada,
centinelas de recuerdos,
y caricias otorgadas.
Mis sueños son compañeros
de ilusiones consentidas,
en quiméricos encuentros,
de pasiones encendidas.
Sueños de amor compartidos
en románticas jornadas,
yacéis hoy mudos, dormidos,
bajo el dosel de mi almohada.
Al poeta de los sentidos
El Sacromonte y la Alambra
de lejos fueron testigos,
y bajo sones de zambra
cubrió el luto los olivos
El Guadalquivir detuvo
su cauce al sentirse herido,
llora la Torre del Oro,
gime el Cristo del Suplicio.
La Luna su fiel amiga
busca a Lorca entre los lirios,
y lanza dardos de plata
en pos de sus asesinos.
Los girasoles al Sol
no levantan la mirada,
tristes cuelgan sus cabezas
hacia la tierra manchada.
¡Y los gitanos, Dios mío
lloran que lloran sin danza...!
Ha muerto su payo amigo
el que con ellos danzaba.
Maldito sea el fusil
que la vida le segara
Malditos sean los hombres
cuando el odio les embarga
El alma de Federico
flota en los campos de España.
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