René Guy-Cadou, (1920-1951)
Poeta, narrador y ensayista francés, nacido en Sainte-Reine-de-Bretagne (el departamento del Loira Atlántico) el 15 de febrero de 1920, y fallecido en Louisfert el 20 de marzo de 1951. A pesar de su breve existencia, dejó impresa una notable producción poética que, basada en el reflejo sencillo y natural de la realidad cotidiana, le sitúa entre las voces más originales y destacadas de la lírica francesa de mediados del siglo XX.
Pasó su infancia y parte de su juventud en Nantes, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. Alentado desde su adolescencia por un firme inclinación hacia la poesía, en 1936, cuando sólo contaba dieciséis años de edad, conoció a una de las personas que habrían de jugar un papel más destacado en su corta vida: el poeta Michel Manoll, quien le introdujo en los principales círculos literarios franceses y le presentó a otras grandes figuras de la lírica francesa contemporánea, como los grandes precursores del movimiento surrealista Max Jacob (1876-1944) y Pierre Reverdy (1889-1960).
Hombre de gran sencillez tanto en su creación literaria como en sus ideas y su forma de vida, René Guy Cadou rechazó, a pesar de estos espléndidos contactos con las cabezas cimeras del panorama literario del momento, la agitada vida cultural de París, en la que se sentía confuso y desubicado. Fue, por ello, feliz durante el cumplimiento de sus obligaciones militares en los Pirineos, y poco después durante su breve período de residencia en Auvergne, a pesar de que ya se cernían sobre sus pocos años grandes desgracias, como la muerte de su padre, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la constatación de su frágil salud.
En efecto, en junio de 1940, cuando acababa de publicar su tercer volumen poético, fue movilizado y destinado a la retaguardia, primero en Navarrenx y poco después en Oloron-Sainte-Marie, donde cayó gravemente enfermo y hubo de ser hospitalizado. Repuesto a finales de octubre de aquel mismo año, rechazó la posibilidad de volver a ese París de bullicios e intrigas en el que se asfixiaba y solicitó una plaza de maestro de escuela elemental en su querida comarca de Nantes, en la que ejerció la docencia en múltiples lugares hasta el fin de sus días (Bourgneuf, Saint-Aubin-les-Châteaux, Saint-Herblon, Clisson, Basse-Goulaine y Louisfert). En estas tierras, tuvo a su alcance todo lo que necesitaba para el enriquecimiento de su vida espiritual y, en consecuencia, de su producción poética, en la que cobra un singular protagonismo la esperanza en el ser humano cuando logra vivir del modo más puro y natural. Sus amigos solían ir a visitarlo a todos aquellos lugares en los que vivió a lo largo de su carrera docente, especialmente al último de ellos, Louisfert, que en palabras de Manoll quedó convertido, tras la prematura muerte de Cadou, en "Louisfert-en-Poèsie".
Sin duda alguna, el episodio más importante de la vida del poeta de Sainte-Reine-de-Bretagne fue el que dio comienzo el 17 de junio de 1943, cuando, en plena conflagración bélica internacional, conoció en Nantes a la joven Hélène Laurent, con la que habría de contraer matrimonio en 1946. Por aquel entonces, el poeta ya llevaba un año dando clases como simple maestro de escuela en su último destino laboral, en el que se mantuvo desde 1945 hasta 1950, convertido en un ciudadano más de la pequeña población de Louisfert y disfrutando de aquella vida sencilla y rutinaria que tanto le atraía. Pero no tuvo ocasión de disfrutar mucho tiempo de esta felicidad, pues a comienzos de 1950 le fue detectada una grave enfermedad que le obligó a someterse a numerosas operaciones quirúrgicas entre los meses de enero y mayo de dicho. Tras una aparente recuperación que no se prolongó más allá del verano de 1950, René Guy Cadou volvió a sufrir los efectos devastadores de dicha dolencia, que acabaron definitivamente con su vida en la noche del 20 al 21 de marzo del año siguiente, en la que se hallaba acompañado por su inseparable Hélène y por otro gran poeta de su tiempo, Jean Rousselot.
Obra
Autor de versos desde su adolescencia, René Guy Cadou formó parte del grupo de escritores congregado en torno a la Escuela Rochefort, fundada por Jean Bouhier e integrada por jóvenes poetas que clamaron por el amor a la vida, a la libertad y a la esperanza, en un momento en el que no había demasiadas razones para seguir confiando en el género humano. Sus precoces contactos con Manoll y otros poetas de notable prestigio en la Francia de la primera mitad del siglo XX le permitieron publicar sus primer poemario a la temprana edad de diecisiete años, cuando recopiló los versos que había escrito mientras era estudiante de bachillerato y los dio a la imprenta bajo el título de Brancardiers de l'aube (1937). Un año después, el precoz poeta de Sainte-Reine-de-Bretagne volvió a los anaqueles de las librerías con un nuevo volumen de versos, Forges du Venus (1938), al que luego vinieron a sumarse otras colecciones de poemas tan dignas de mención como Retour de flamme (1940), Années-Lumière (1940), Morte-Saison (1941), Bruits du coeur (1942), Amis les anges (1943), La vie rêvée (1944), Pleine poitrine (1946), Les visages de la solitude (1947), Lettre à Jules Supervielle (1947), 4 poèmes d'amour a Hélène (1948), Sait-Antoine et Cie (1948), Art Poétique (1949), La diable et son train (1949), Cornet d'adieu (1950) y Moineaux de l'an 1920 (1950). Tras su muerte, la excelente labor de recuperación de su obra llevada a cabo por sus amigos propició la aparición de otros poemarios póstumos como Avant-Printemps (1951), Les biens de ce monde (1951), Nocturne (1951), La joie que brille (1951), Poèmes choisis (1951), Hélène ou le régne végétal I (1952), Oiseaux (1952), Deux poèmes de novembre (1952), Hélène ou le régne végétal II (1953), Quatre poèmes de René Guy Cadou sur quatre portraits de Roger Toulouse (1953), Dans cette vie... (1955), Quatre poèmes (1955), Poésie la vie entière I (1961) y Le coeur définitif (1961).
Fue, principalmente, después de su muerte cuando el nombre y la obra poética de René Guy Cadou empezaron a sonar con fuerza en todos los foros y cenáculos literarios franceses, en una asombrosa recuperación de un legado reciente que no ha tenido parangón en las Letras galas contemporáneas. Periódicos, revistas, salas de conferencias y aulas universitarias comenzaron a plagarse de artículos, ponencias y disertaciones sobre la poesía del escritor recién desaparecido, que alcanzó de golpe una celebridad que nunca había gozado en vida. Frente a las inquietudes sociales, intelectuales y existenciales de la mayor parte de los poetas franceses de la época, René Guy Cadou se presentaba ante el sorprendido lector como un autor preocupado por los problemas sencillos de la vida cotidiana de los modestos trabajadores y los humildes campesinos que poblaban su entorno inmediato, y huía de cualquier vocación de transcendencia (y, desde luego, de las grandes polémicas políticas religiosas que mantenían enzarzados a casi todos los poetas de su generación) para entonar un canto libre y gozoso a la naturaleza y al hombre que comulga con sus normas (de hecho, una parte de la crítica especializada ha subrayado la importancia que cobra en sus versos todo lo relacionado con el reino vegetal). Con la misma ausencia de retórica artificiosa que caracteriza sus versos, Cadou definió llanamente la poesía como "un milagro de humildad" y "ese impulso que nos transporta hacia las cosas usuales", y vio al poeta como un ser de la Naturaleza que "se encuentra situado en el centro del poema, de la misma manera que la araña en el centro de la tela".
En su faceta de prosista, René Guy Cadou fue autor de la novela titulada La maison d'Esté (1955) -publicada póstumamente, gracias a la indagación de sus amigos en los numerosos papeles inéditos que había dejado el poeta-; de los ensayos críticos Guillaume Apollinaire (1948) y Esthétique de Max Jacob (1956); y de otras obras como Porte d'Ecume (1941) y Lilas du soir (1942). Los numerosos escritores que rodearon siempre al malogrado autor de Sainte-Reine-de-Bretagne también se encargaron de dar a la imprenta una de sus obras más reveladoras en lo que a su visión del mundo y sus concepciones poéticas se refiere; se trata de Usage interne (1951), una valiosa colección de anotaciones acerca de la poesía.
Quien entra por azar en la casa de un poeta
Quien entra por azar en la casa de un poeta
No sabe que los muebles se apoderan de él
Que cada nudo de la madera encierra
Más gritos de pájaros que el corazón del bosque
Y basta que en la tarde sobre un rincón brillante
Una lámpara pose su cuello de mujer
Para liberar de pronto mil enjambres de abeja
Y el olor a pan fresco de cerezos floridos
Pues tal es la alegría de esa soledad
Que una caricia cualquiera de una mano
Devuelve a los muebles pesados y taciturnos
La levedad de un árbol en la mañana
[Traducción de Jorge Teillier]
Celui qui entre par hasard dans la demeure d'un poète
Celui qui entre par hasard dans la demeure d'un poète
Ne sait pas que les meubles ont pouvoir sur lui
Que chaque noeud du bois renferme davantage
De cris d'oiseaux' que tout le coeur de la forêt
Il suffit qu'une lampe pose son cou de femme
A la tombée du soir contre un angle verni
Pour délivrer soudain mille peuples d'abeilles
Et 1'odeur de pain frais des cerisiers fleuris
Car tel est le bonheur de cette solitude
Qu'une caresse toute plate de la main
Redonne à ces grands meubles noirs et taciturnes
La légèreté d'un arbre dans le matin.
Carta a mis amigos muertos
Ustedes estaban conmigo: eran
Un espejo entre mis manos
Mas el vago y huidizo sol de junio
Hace desaparecer vuestros rostros.
Sin duda, les debería escribir cada día
Y hacer llegar a ustedes mis páginas
En nombre de los pájaros y las nubes
Pero nadie obtendría ganancia alguna
Sin embargo continuaré escribiéndoles.
El mes de agosto desaparecerá
A pesar de los helechos y las flores
Mientras la traducción de diversas cosas
me hace proseguir
En la lengua azul que ustedes conocen.
Ahora temo la llegada del otoño
Y las conversaciones de invierno sin ustedes
¿Vendrá alguien a buscarme?
¿Algún perdido y entrañable amigo?
Vengan pronto, los esperaré
Con todas las palabras de antaño
Siento frío
Y ya tengo dos agujeros negros en las alas.
Le vent déplace sur la dune
Des sacs de pollen, un miel frais
Les mouettes tombent
Aux battements isocèles de leurs rames
Detachée la tunique du jour
Et je suis le premier levé
Des écureuils à la lisière
Aiguisent les dents de l’amour
Quittez vos échoppes végétales
Jolies filles
Je vous apporte mon cœur
Comme une pomme de pin.
(de Forges du vent, 1938)
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