Mihai Eminescu
Mihai Eminescu o Mihail Eminovici (15 de enero de 1850 - 15 de junio de 1889) fue un poeta del romántico tardío. Posiblemente es el poeta rumano más conocido a nivel mundial, siendo sus obras más conocidas Luceafărul (El lucero o La Estrella de la Mañana), Mai am un singur dor (Ya echo de menos tan solo una cosa más), y 5 Scrisori (Las Cinco Epístolas).
Era un miembro activo de la Sociedad Literaria "Junimea", siendo además afiliado al Partido Conservador de Rumanía y periodista en "Timpul" (el periódico oficial del Partido Conservador).
"Mihail" es una forma arcaica de Mihai, (Miguel en idioma español). Ambos se usaban en la época en la que vivió, y él usó los dos. De todas formas, en Rumanía se le conoce actualmente como Mihai Eminescu.
Su padre, Gheorghe Eminovici, era de Călineşti, por aquel entonces una aldea de la provincia austríaca de Bucovina, pero cruzó la frontera con Moldavia asentándose en el pueblo de Botoşani, y casándose con Raluca Iurăscu, descendiente de una antiquísima familia moldava de la aristocracia.
Vida
Nació en Ipoteşti, Botoşani, en la región rumana de Moldavia. Pasó su infancia en Ipoteşti, en el hogar familiar. Entre 1858 y 1866 asistió a la escuela en Cernăuţi, finalizando el 4º curso como 5º de su promoción, tras lo cual realizó dos años de educación secundaria.
La primera evidencia de Eminescu como escritor es de 1866, cuando tras la muerte de su profesor de rumano, sus compañeros y él publicaron un panfleto Lăcrămioarele invăţăceilor gimnaziaşti (Lágrimas de los estudiantes del Instituto) para el que escribió el poema La mormântul lui Aron Pumnul (A la tumba de Aron Pumnul(Puño)).
El 25 de febrero, su poema De-aş avea (Si Tuviera) fue publicado en la revista literaria Familia de Iosif Vulcan, que se publicaba en Pesta, tras lo cual comenzó una serie de publicaciones (algunas en alemán) en revistas. Debido al rechazo que tenía Iosif Vulcan al sufijo eslavo -ici, le cambió el nombre por Mihai Eminescu, que aparentaba ser más rumano.
Entre 1866 y 1869 viaja por la ruta Cernăuţi - Blaj - Sibiu - Giurgiu - Bucarest, ciudades de todas las regiones habitadas por los rumanos (como mayoría de población). Son, en realidad, años de conocimiento, a través del contacto directo, del pueblo rumano, de su idioma, (de las diferencias entre las distintas regiones) de sus costumbres y de los problemas reales. Tiene la intención de terminar sus estudios, pero no lo consigue. Llega a ser apuntador y copista de papeles en la compañía de teatro de Iorgu Caragiale y después en la de Mihai Pascaly. Gracias a la recomendación de éste último, es empleado como apuntador y copista en el Teatro Nacional, donde conoce a I.L.Caragiale. Sigue publicando en "Familia"; escribe poesías, dramas ("Mira"), fragmentos de novela ("Genio con el corazón desierto"), que se quedan solo en estado de manuscrito; traduce del alemán obras como "El arte de la representación dramática-desarrollado científicamente, de E.Th.Rötscher.
En 1869 echa las bases, junto con otros jóvenes, del círculo literario "Orientul" ("El Oriente"), que tenía como propósito, entre otras cosas, recoger cuentos y poesías populares y documentos concernientes a la historia y la literatura de Rumanía. Eminescu recibe como encargo la región de Moldavia. En el verano se encuentra de manera ocasional con su hermano Iorgu, oficial en el ejército rumano, que le pide reanudar las relaciones con su familia. Su padre le promete dinero para estudiar en Viena, donde habían llegado la mayoría de sus antiguos compañeros de Cernăuţi.
Años universitarios
En octubre de 1869 entra en la Facultad de Filosofía de Viena como estudiante extraordinario, es decir como simple oyente, faltándole el diploma de Bachillerato. Conoce a Ioan Slavici y a otros estudiantes rumanos de Transilvania y Bucovina y entra en una sociedad de estudiantes llamada "România junǎ" ("La joven Rumanía"). Los años de universidad fueron en realidad para Eminescu años de profundizar en las grandes obras de la cultura occidental (y algunas de la cultura oriental). Usará sus conocimientos en sus obras literarias y en su actividad periodística (trabajando también en una teoría para el desarrollo económico del nuevamente establecido estado rumano, teniendo en cuenta la identidad cultural del pueblo). A pesar de los consejos de sus amigos (el crítico literario Titu Maiorescu le había prometido un puesto de profesor de filosofía en la Universidad de Iaşi) y su familia, no quiere obtener ningún diploma, la explicación siendo quizás sus ideas influenciadas por el Romanticismo. Conoce a Veronica Micle, quien será su inspiración para sus poesías de amor; la correspondecia entre los dos indica que Eminescu estaba realmente enamorado de ella, pero sus decisiones en ésta relación dejan algunos signos de interrogación; de toda manera, nunca llegaron a vivir juntos.
Madurez
En 1874 Eminescu regresa a su país y vive en Iaşi hasta 1877. Trabaja como director de la Biblioteca Regional, revisor escolar para las provincias Iaşi y Vaslui o como redactor del periódico "Curierul de Iaşi". Sigue publicando en la revista "Convorbiri literare"(Conversaciónes Literarias). Empieza su amistad con Ion Creangă, conocido hoy como uno de los cuatro clásicos de la literatura rumana. Su situación material es inestable y tiene problemas familiares.
En 1877 se mueve a Bucarest, donde hasta 1883 es redactor, y después redactor-jefe del periódico "Timpul",(El Tiempo) el periódico oficial del Partido Conservador. Su actividad periodística es remarcable, pero la falta de apoyo debilita su salud física y psíquica. Es también el período de sus grandes poemas (la serie de las "Epístolas", "El Lucero"...). Una parte de sus poesías serán recogidas por Titu Maiorescu y publicadas en el volumen "Poezii"(Poesias) de 1884, el único volumen publicado durante la vida del autor.
En junio de 1883, extenuado, el poeta cae gravemente enfermo, siendo internado en el hospital del doctor Şuţu, y expuesto a un tratamiento a base de inyecciones con mercurio. También hay una versión según la cual el poeta cayó víctima de una conspiración política de los que habían sido acusados de corrupción en su periódico y de los que miraban con mal ojo su supuesta actividad en una sociedad secreta que luchaba para la liberación de Transilvania de la ocupación austro-húngara y para la unión de todos los rumanos en un solo Estado. Fue trasladado a un sanatorio de Viena, donde se interrumpió el tratamiento con mercurio y su estado mejoró, pero al regresar en Rumanía oscilará hasta el día de su muerte prematura. Muere en el 15 de junio de 1889 en la casa de salud del doctor Şuţu. La variante que parece más plausible es que Eminescu sufría de una enfermedad hereditaria llamada Trastorno Bipolar, que afectó también a dos de sus hermanos.
En "La vida de Mihai Eminescu", libro publicado en 1932, el crítico George Călinescu escribió estas palabras acerca de la muerte del poeta :
"Así pereció, en el octavo lustro de su vida el más grande poeta, que nació y nacerá alguna vez, quizás, la tierra rumana. Aguas secarán en su lecho, y sobre su lugar de entierro se levantará algún bosque o alguna fortaleza, estrellas desaparecerán en la lejanía, hasta que nuestra tierra recogerá todas sus savias y las levantará en el tubo delgado de otra azucena con la fortaleza de esos perfumes."
Ésta afirmación, como casi todo lo ligado a Eminescu, podría iniciar una polémica entre los literatos rumanos.
Su tumba se encuentra en el Cementerio de Bellu de Bucarest.
Obra
Eminescu es, indiscutiblemente, el más grande poeta rumano del siglo XIX y es considerado todavía el poeta nacional por la mayoría de los rumanos. Esta consideración no es debida necesariaramente al valor estético de sus poesías, (en el sentido que no todo el mundo tiene conocimientos de crítica literaria) sino más bien porque en sus meditaciones refleja las inquietudes más dignas del alma rumana. La obra de Eminescu ha sido traducida a más de 60 idiomas.
En la misma hay poca biografía, sin embargo se puede observar una evolución del pensamiento y de la expresión literaria. Las poesías de su adolescencia tienen en general como temática el patriotismo y el despertar de la conciencia nacional entre los rumanos, base para la lucha para la libertad frente al Imperio otomano y la unión de todos los rumanos en un solo estado. A éste período pertenecen poesías como "A la tumba de Aron Pumnul", "A Bucovina" y "Que deseo para ti, dulce Rumanía". En ellas habla del romanticismo de los paisajes de su país y del carácter fuerte del pueblo rumano, así como de la "llama cándida" de su alma.
Sin embargo, escribe también una poesía intitulada "La esperanza", donde medita sobre un tema que regresará de manera constante en su lírica después del contacto con la filosofía pesimista de Arthur Schopenhauer en sus años de estudiante. Una influencia especial tiene el concepto schopenhaueriano de primacía de la voluntad frente a la razón, lo que convierte a la vida en un juego absurdo para la afirmación del propio yo. También las ideas de Schopenhauer acerca de la estética y del genio influyeron en Eminescu, sin olvidar que la ética y el ascetismo son también recomandadas por Schopenhauer para escapar del absurdo existencial. Sin embargo, el individualismo extremo de Schopenhauer queda en cierto sentido mitigado por el amor fraternal (amor al prójimo), como característica del hombre superior de punto de vista espiritual, visión expresada en la poesía de Eminescu "Ángel y demonio" : (" ¿ Cómo entró él en ésta vida ? ¿ Cuánto amor de justicia y bien,/ Cuánta fraternidad sincera había traído consigo ?"). El crítico literario Tudor Vianu publicó en 1930 un estudio intitulado "Poezia lui Eminescu" ("La lírica de Eminescu"), en lo cual se concentra sobre la influencia de los autores clásicos, y de los autores alemanes en general, y Schopenhauer en especial, en la obra de Mihai Eminescu. Es, por supuesto, también el período de las primeras poesías de enamoramiento, aunque en éste tema será también influido por la opinión de Schopenhauer acerca de las mujeres.
A principios de 1869, mientras está aun en Bucarest, es publicada su poesía "Los jóvenes corruptos", una crítica amarga a la indiferencia de los jóvenes estudiantes de su generación hacia la cultura y hacia los grandes acontecimientos de su época. En estos años conoce el habla de las distintas regiones con mayoría de población rumana (Moldavia, Valaquia, Transilvania) e intentará crearse un estilo y obtener la perfección estética en la síntesis armoniosa de los distintos dialectos (que de toda manera tenían una semejanza remarcable, más grande por ejemplo que los dialectos del italiano). Por eso Nicolae Iorga, uno de los más grandes historiadores rumanos, llamará a Eminescu "el creador del idioma rumano moderno" y éste escribirá en "La segunda epístola" sobre la lucha de él y del los filólogos rumanos del siglo XIX para dar una forma oficial para "nuestra antigua y sabia lengua".
Entre 1869 y 1874 es el período más bohemio de la vida de Eminescu, dedicándose a la lectura y a los encuentros amorosos, si bien empieza a escribir artículos y atraer a su causa de libertad y unión nacional a los estudiantes rumanos de Viena y Berlín. Conoce a Veronica Micle, quien probablemente le servirá de inspiración en sus poesías de amor, donde hablará del anhelo por un amor ideal, un amor romántico entre un hombre superior con sed de lo absoluto y la nostalgia de los arquetipos divinos y una mujer "mortal", hermosa pero con sus límites de punto de vista espiritual. Así son, por ejemplo, las poesías "Venera y Madona" o la poesía de inspiración folclórica "Mirón y la hermosa sin cuerpo".
Hay también poesías de amor expresando una pasión tremenda y la desesperación romántica, como "Icono y marco", donde está expresada la incompatibilidad entre la vida poética de un hombre superior y las necesidades diarias; si bien esa vida es posible en solitario, el poeta no puede plantearse la unión de su vida con la mujer amada en esas condiciones. Éstas poesías se diferencian de las poesías con carácter filosófico, (aunque pueden contener también meditaciones) que contienen pensamientos claros expresados con pocas palabras y con elegancia de estilo. La flor representativa para la lírica de amor eminesciana es la tila, por lo cual Nichita Stănescu (poeta rumano del siglo XX, líder de la generación de los ´60 en la poesía rumana) afirmará la inquietud que lo invade cada vez que pasa por un tilo.
El tema de la Naturaleza aparece entrelazado con el de la infancia (expresándose entonces la nostalgia por la infancia en el seno de la Naturaleza, del bosque que rodeaba su pueblo natal) o separado, siendo entonces admirada la grandeza de la Naturaleza y mirado con ojo escéptico el intento del ser humano de dominarla. En "Revedere" ("Reencuentro") Eminescu opone la majestad de los ritmos repetitivos y aparentemente eternos de la Naturaleza a lo efímero de la vida humana, considerando al ser humano un ser "errante" en éste planeta. Otras fuentes de inspiración son el folclore rumano y el cristianismo ortodoxo, con poesías como "Dios y hombre" o "El rezo". La crítica social aparece salpicada en varias poesías, siendo influenciada por su visión pesimista de la existencia, que lo lleva a condenar la explotación. (pero desde el punto de vista de una concepción metafísica, no marxista; incluso en su poesía "Emperador y proletario" el poeta pasa a una meditación sobre el sentido de la existencia)
Entre 1876 y 1883 es el período que se puede llamar de madurez del escritor. Aparecen retomados los temas de los años anteriores, pero con mayor claridad de expresión y madurez filosófica, siendo representativas las cinco "Epístolas" y "El lucero", una obra proyectada desde su juventud en Viena.
La obra de Eminescu marca un "antes" y un "después" en la lírica rumana, contribuyendo a una selección mejor de los jóvenes que querían afirmarse como poetas en la segunda mitad del siglo XIX y dejando un legado que todavía conmueve el alma de hombres, por lo demás muy distintos, de su querido pueblo.
En las obras de madurez destacan poesías de carácter filosófico, como :
"Fealdad y pobreza"
"El rezo de un dacio"
"Glossa"
"Oda en métrica antigua"
"A mis críticos"
las cinco "Epístolas"
"El Lucero", considerada su obra maestra, se trata de la condición del genio y la imposibilidad para él de llegar a la felicidad en el mundo terrestre.
Prosa:
Făt-Frumos din lacrimă (Príncipe Encantador, Concebido por las lágrimas)
Geniu pustiu (Genio con el corazón desierto)
Sărmanul Dionis (El pobre Dionis)
Cezara (Cesárea).
Amada, cada vez que yo pienso en nosotros
Amada, cada vez que yo pienso en nosotros,
un océano de hielo aparece ante mí:
sobre la blanca bóveda no hay ya ninguna estrella,
la luna es una mancha amarilla a lo lejos.
Sobre miles de témpanos que las olas se llevan,
un pájaro planea, las alas fatigadas,
mientras su compañera ha seguido adelante,
unida a la bandada que se pierde al poniente.
Hacia donde ella vuela mira desesperado.
Ya no siente ni pena ni alegría. ..Se muere,
soñando en un instante todo el tiempo pasado.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Más lejos uno de otro cada vez nos sentimos,
cada vez me hundo más en la sombra y el hielo,
mientras desapareces en la eterna mañana.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Atardecer en la colina
El cuerno quejoso suena en la colina,
suben los rebaños, brillan las estrellas,
las aguas responden, gimiendo en las fuentes;
bajo las acacias, querida, me esperas.
La luna atraviesa clara y santa el cielo,
tus ojos contemplan el raro follaje,
las estrellas húmedas nacen en lo alto,
tú estás de ansias llena y de amor tu seno.
Las nubes resbalan, sus rayos se estrían,
levantan las casas sus techos vetustos,
la roldana al viento chirría en el pozo,
el valle es de humo, las flautas murmuran.
Hombres fatigados, la hoz sobre el hombro,
vuelven de los campos; la toica* resuena,
la campana llena con su voz la noche,
y mi alma se quema de amor en tu fuego.
¡Ah!, pronto en el valle el pueblo se duerme,
¡ah!, pronto mis pasos hacia ti me llevan.
Cerca de la acacia pasaré la noche
e incansablemente te diré: te quiero.
Las cabezas juntas, una contra otra,
bajo la alta acacia nos adormiremos
¿Quien la vida entera no la entregaría
por una tan bella, tan dichosa noche?
* Toica es un trozo de madera o metal que se golpea para llamar a la oración
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Flor azul
"¿De nuevo hundido en los astros,
en las nubes, en los cielos?
Por lo menos, no me olvides,
alma y vida de mi vida.
En vano los arroyuelos
juntas en tu pensamiento
y las campiñas asirias
y la tenebrosa mar;
las pirámides vetustas
que alzan sus puntas al cielo.
¡Para qué buscar tan lejos
tu dicha, querido mío! "
Así mi niña me hablaba,
dulcemente acariciándome.
¡Ella tenía razón!
Yo reía, sin embargo.
"Vámonos al bosque verde,
donde las fuentes del valle
lloran y la roca puede
precipitarse al abismo.
Allí, en lo claro del bosque,
cerca del junco tranquilo,
bajo la serena bóveda
del moral nos sentaremos.
Y me contarás los cuentos
y me dirás las mentiras;
yo, con una margarita
comprobaré si me quieres.
Y bajo el calor del sol,
roja como una manzana,
tenderé mi cabellera
para cerrarte la boca.
Si tú acaso me besaras,
nunca nadie lo sabría,
pues debajo del sombrero,
¡eso a quién puede importarle!
Cuando a través de las ramas
salga la luna de estío,
tú me enlazarás del talle,
yo me prenderé a tu cuello.
Bajo el techo de las ramas,
al descender hacia el valle,
caminando cambiaremos
nuestros besos como flores.
Luego, al llegar a la puerta,
hablaremos en lo oscuro;
que nadie de esto se ocupe;
si te quiero, ¿a quién le importa? "
Un beso más... y se ha ido.
¡Yo quedo bajo la luna!
¡Qué hermosa es y qué loca
es mi azul, mi dulce flor!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Tú, maravilla, te fuiste,
y así murió nuestro amor .
¡Flor azul, oh flor azul!...
¡Qué triste que es este mundo!
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
La oración de un Dacio
Cuando aún no existían ni muertos ni inmortales
ni manantial había ni almendra de la luz,
ni nacido mañana, ni hoy ni luego ni siempre,
porque todas las cosas eran tan sólo una;
cuando la tierra, el cielo, el aire y este mundo
estaban en el número de lo que no existía,
entonces Tú eras solo, por eso me pregunto:
¿A qué Dios entregamos, humilde, el corazón?
Él sólo ya existía primero que otros dioses
y del profundo océano dio las fuerzas al rayo,
a los dioses el alma, a los hombres la dicha,
y es para los humanos manantial de salud.
¡Levantad vuestro coro! ¡Glorificadle en cantos
al que es fin de la muerte, resurrección y vida!
Para que la luz viera, Él me ha dado los ojos
y me ha llenado el alma de la suma piedad.
Puedo escuchar su paso entre el clamor del viento
y en una voz que canta reconocer su voz.
Mas siempre le mendigo algo de añadidura:
¡Que me permita entrar en el reposo eterno!
Que maldiga a quien piense tener piedad de mí,
que bendiga clemente a quien me está oprimiendo,
que escuche complacido a quien de mí se burle
y dé fuerzas al brazo que querría matarme,
permitiendo que triunfe sobre todos los otros
el malvado que quite hasta el pan de mi boca.
Rechazado por todos atravieso los años,
hasta que ya sin lágrimas vea secos mis ojos.
Cuando todos los hombres se yergan enemigos,
cuando yo no consiga casi reconocerme,
cuando los sufrimientos mi bondad petrifiquen
y llegue a maldecir la madre que he adorado,
cuando la ira cruel me parezca el amor...
el dolor olvidando, ya me podré morir.
Y si extranjero muero fuera de ley, entonces
este indigno cadáver tirad lo en la calleja,
y yo te ruego, Padre, desde el premio más alto
a quien mande a los perros rasgar mi corazón.
Y si alguien me apedrea golpeándome el rostro,
¡dale la vida eterna, Señor, tenle piedad!
Sólo de esta manera, Padre, te daré gracias
por la dicha que tuve de vivir en el mundo.
Para pedirte bienes no doblé la rodilla,
para la maldición quisiera conmoverte
y sentir que a tu soplo mi aliento se evapora
y en la extinción eterna me diluyo sin rastro.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Melancolía
Es como si una puerta se abriera entre las nubes,
para que pase muerta la reina de la noche.
¡Oh, duerme, duerme en paz entre miles de antorchas,
bajo tu tumba azul y el sudario de plata,
en tu gran mausoleo, bóveda de los cielos,
tú, dulce y adorada soberana nocturna!
El mundo en su extensión yace bajo la escarcha,
que reviste de un velo de luz pueblos y campos;
el aire centellea y albos como la cal
brillan los edificios, las ruinas solitarias.
El cementerio, mudo, de cruces rotas, vela;
sobre una cruz, parada, hay, gris, una lechuza,
el campanario cruje, los pilares resuenan,
y el demonio, diáfano, atravesando el aire,
roza muy tenuemente el bronce con sus alas,
arrancando un gemido, una ola de dolor.
La iglesia desplomada
se mantiene piadosa y triste y muda y vieja,
y a través de sus vidrios rotos el viento silba;
se dijera un ensalmo del que se oyen palabras.
Dentro, sobre los muros antes llenos de iconos,
apenas los contornos de su sombra han quedado,
y como sacerdote, un grillo va tejiendo
su idea oscura mientras una polilla dobla.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Fue la fe quien pintó de iconos las iglesias,
ella quien a mi alma llenó de cuentos mágicos,
pero la tempestad y el vaivén de la vida
apenas me dejaron huellas tristes y sombras.
En vano busco hoy mi mundo en mi cerebro
porque herrumbroso y viejo sólo en él canta un grillo;
bate mi corazón debajo de mi mano
igual que una carcoma mordiendo un ataúd.
Cuando pienso en mi vida, la veo que resbala
lentamente contada por labios extranjeros,
como si no fue mía, como si no he existido.
¿Quién es este que cuenta de memoria mi vida
tan bien que hasta lo escucho y río del dolor
como si fuese ajeno?... Hace tiempo estoy muerto.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
¡Oh, madre!
¡Oh, madre, dulce madre, del fondo de los tiempos
siento que entre el murmullo de las hojas me llamas!
Sobre la cripta negra de la sagrada tumba,
se deshoja la acacia al soplo del otoño
y sus ramas agita, tu voz acompañando...
Ellas se mecerán y tú dormirás siempre.
Cuando muera, querida, no llores a mi lado;
pero al sagrado tilo arráncale una rama,
ponla en mi cabecera y entiérrala conmigo
y que sobre ella corra el llanto de tus ojos;
un día llegará a dar sombra a mi tumba...
La sombra crecerá y yo dormiré siempre.
Y si acaso ocurriese que muriéramos juntos,
que no nos lleven nunca al triste cementerio,
que caven nuestra tumba al borde de un arroyo,
que nos coloquen juntos en un mismo ataúd;
así te quedarás apoyada en mi hombro...
Siempre llorará el agua y dormiremos siempre.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Separación
¿Pedirte yo un recuerdo para que no te olvide?
Sólo a ti te quisiera, mas no te perteneces;
ni esa flor ya sin vida entre tu pelo rubio,
pues que sólo deseo que me eches al olvido.
¿De qué sirve sentir la dicha ya apagada,
que no se extingue y sigue igual eternamente?
El mismo río canta con diferentes ondas:
¿de qué puede servir la persistente pena
si a través de este mundo está escrito pasamos
cual sueño de una sombra y sombra de un ensueño?
¿Para qué preocuparte de mí más adelante?
¿Por qué contar los años que vuelan con los muertos?
Lo mismo da que muera hoy día que mañana,
ya que borrar deseo el rastro de mi paso,
ya que quiero que olvides nuestro sueño feliz.
No vuelvas, vida mía, a los años pasados,
en una sombra negra queda desvanecida,
como si jamás juntos hubiésemos estado,
como si aquellos años de amor se vaciasen.
¿De tanto haberte amado me podrás perdonar?
Déjame entre extranjeros la cara contra el muro,
que en mis ojos se hiele la luz de mis pupilas,
y así, cuando este barro a la tierra retorne,
¿quién sabrá ya quién soy, quién ya de dónde vengo?
y mis lamentaciones, atravesando el muro,
pedirán para mí el eterno reposo.
Sólo desearía que alguien cerca de mí
pronunciase tu nombre sobre mis ojos ciegos,
y después-si así quieren-que me echen al camino...
Más dicha yo tendré que la que tengo ahora.
Del horizonte llega la bandada de cuervos,
oscureciendo el cielo sobre mis turbios ojos;
que la tormenta estalle sobre el haz de la tierra,
mi barro al polvo vuelva, mi corazón, al viento...
Pero tú sigue en flor como luna de abril,
con tus ojos violeta, tu sonrisa de niña,
pues aunque seas joven siempre lo serás más,
pero no me recuerdes, pues de mí yo me olvido.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Sólo tengo un deseo
Sólo tengo un deseo:
que en la paz de la tarde
me permitáis morir
a la orilla del mar;
me sea dulce el sueño
y el bosque esté cercano,
que en la extensión del agua
reine un cielo sereno.
Oriflamas no quiero,
ni un lujoso ataúd,
hacedme sólo un lecho
con las jóvenes ramas.
Y nadie junto a mí
llore en mi cabecera,
nada más que el otoño
hable en las hojas secas.
Mientras corren las fuentes
cayendo rumorosas,
se deslice la luna
sobre los altos pinos.
Que las esquilas suenen
al viento de la tarde,
que sobre mí el sagrado
tilo vuelque sus ramas.
Como ya no andaré
nunca más errabundo,
tiernamente mi tumba
cubrirán los recuerdos.
Los astros, que se elevan -
de la enramada en sombra,
serán para mí amigos,
sonriendo de nuevo.
Gemirá apasionado
el canto del mar áspero...
y me volveré tierra
en mi honda soledad.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Venus y Madona
Ideal ido en la noche de un 11Jundo que ya no existe.
mundo que pensaba en cuentos y que hablaba en Poesía
¡oh te veo, pienso y oigo, joven y tierno mensaje
de un cielo con otros astros, paraísos y otros dioses!
Venus, blanco mármol cálido, ojo de piedra que brilla,
blandos brazos como un rey poeta hubiera soñado,
tú divinizaste un día la gracia de la mujer,
de la mujer que yo sigo viendo cada vez más bella.
Rafael, entre los sueños de su noche constelada,
alma ebria de esplendores y de eternas primaveras,
te vio y soñó en paraísos y embalsamados jardines,
te vio reinando sobre ellos, soberana de los ángeles.
Y sobre el lienzo desnudo creó a la Virgen Divina
con su diadema de estrellas, su sonrisa virginal,
pálido rostro cercado de rayos rubios, angélica
imagen, pues la mujer es figura de los ángeles.
Así yo, hundido en la noche de mi vida de poeta,
te he visto, mujer estéril, mujer sin llama ni fuego,
he transformado en ángel, dulce como un día claro
oscura vida a nuestra dicha concede.
Yo he visto tu rostro lívido por una embriaguez malsana,
tus labios amoratados por los mordiscos del vicio
y eché en ti, cruel, el velo blanco de la poesía
y presté a tu palidez el rayo de la inocencia.
Te di las pálidas luces que cercan mágicamente
la frente del ángel-genio y del ángel poesía.
De un demonio hice una santa, de una carcajada, música,
y de tus miradas sucias la mirada de la aurora.
Mas hoy, cruel, cayó el velo. Desembriagada de sueños,
mi frente se aclara bajo tus labios fríos, helados
y te contemplo, demonio, y mi amor, ceniza yerta,
me enseña a considerarte con un profundo desprecio.
Ya me apareces como una bacante que hubiera hurtado
de la frente de una virgen el mirto de su martirio,
de una virgen con el alma santa como una plegaria
mientras tiene el coraz6n lleno de espasmo y locura.
Y así como Rafael creó a la Virgen Divina,
con su diadema de estrellas, su sonrisa virginal,
yo hice para mí una diosa de una mujer ya marchita,
de corazón frío, estéril, de alma llena de veneno,
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Lloras, niña? ¿ Una mirada humedecida de llanto
pretende romper de nuevo un corazón dolorido?
A tus pies caigo y suplico a tus ojos, mar profundo,
y les imploro perdón, mientras te beso la mano.
Enjuga tus ojos, calla. La acusación fue cruel,
fue cruel, injusta, dura, sin causa ni fundamento.
¡Alma!, aunque fueses demonio, eres santa por amor,
y yo adoro a este demonio rubio de los ojos grandes.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Yo quisiera dormirme
(Variante)
Yo quisiera dormirme,
perdido en la noche.
Condúceme en silencio
al borde del mar.
No quiero ataúd rico,
luces ni oriflamas,
trénzame sólo un lecho
de jóvenes ramos.
Que el sueño me sea dulce
y el bosque cercano,
que brille un cielo limpio
en las hondas aguas.
Que del dolor brotando
suban a la orilla,
que a las rocas se abracen
sus brazos de olas.
Se levantan y caen
murmurando siempre,
mientras sobre los pinos
resbala la luna.
Que nadie junto a mí
llore en mi almohada,
que la muerte haga hablar
las hojas resecas.
Que el todopoderoso
en el viento pase,
que en mí el sagrado tilo
sacuda su flor.
Y como no andaré
nunca más errante,
caerán sobre mí
los tiernos recuerdos
que no sabrán que miro
la inquietud del mundo
mientras que las lianas
mi soledad cubren.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
Ed. Seix Barral S.A. 1973
Traducción de Dana Giurcă y José Manuel Lucía Megías, publicada en Cuadernos del matemático, 28
(2002), pp. 28-31.
Inger de pază / Ángel de la guarda (1871)
Când sufletu-mi noaptea veghia în estaze,
Vedeam ca în vis pe-al meu înger de pază,
Încins cu o haină de umbre şi raze,
C’asupră-mi c’un zâmbet aripile-a ‘ntins;
Dar cum te văzui într’o palidă haină,
Copilă cuprinsă de dor şi de taină,
Fugi acel înger de ochiu-ţi învins.
Eşti demon, copilă, că numai c’o zare
Din genele-ţi lunge, din ochiul tău mare
Făcuşi pe-al meu înger cu spaimă să sboare,
El, veghea mea sfântă, amicul fidel?
Ori poate!... O, ‘nchide lungi genele tale,
Să pot recunoaşte trăsurile-ţi pale,
Căci tu - tu eşti el.
Inger de pază / Ángel de la guarda (1871)
Cuando de noche mi alma velaba extasiada,
como en sueños, veía a mi ángel de la guarda,
envuelto en una capa de sombras y de rayos,
tendiendo hacia mí sus alas sonriente;
pero en cuanto te vi con tu pálida capa,
niña llena de añoranza y misterio,
aquel ángel huyó vencido por tus ojos.
¿Eres demonio, niña, pues sólo con una mirada
de tus largas pestañas, de tus ojos tan grandes,
hiciste que espantado mi ángel volara,
él, que era mi santa vigilia, mi amigo fiel?
O quizás!.... Oh, baja tus largas pestañas
para que pueda reconocer tus pálidos rasgos,
pues tú, tú eres él.
Mortua est! (1871)
Făclie de veghe pe umezi morminte,
Un sunet de clopot în orele sfinte,
Un vis ce îşi moaie aripa ‘n amar,
Astfel ai trecut de al lumii otar.
Trecut-ai când ceru-i câmpie senină,
Cu râuri de lapte şi flori de lumină,
Când norii cei negri par sombre palate,
De luna regină pe rând vizitate.
Te văd ca o umbră de-argint strălucită,
Cu-aripi ridicate la ceruri pornită,
Suind, palid suflet, a norilor schele,
Prin ploaia de raze, ninsoare de stele.
O rază te ‘nalţă, un cântec te duce
Cu braţele albe pe piept puse cruce,
Când torsul s’aude l’al vrăjilor caier
Argint e pe ape şi aur în aer.
Văd sufletu-ţi candid prin spaţiu cum trece;
Privesc apoi lutul rămas... alb şi rece,
Cu haina lui lungă culcat în sicriu,
Privesc la surâsu-ţi rămas încă viu -
Şi ‘ntreb al meu suflet rănit de ‘ndoială,
De ce-ai murit, înger cu faţa cea pală?
Au nu ai fost jună, n’ai fost tu frumoasă?
Te-ai dus spre a stinge o stea radioasă?
Dar poate acolo să fie castele
Cu arcuri de aur zidite din stele,
Cu râuri de foc şi cu poduri de-argint,
Cu ţărmuri de smirnă, cu flori care cânt;
Să treci tu prin ele, o sfântă regină,
Cu păr lung de raze, cu ochi de lumină,
În haină albastră stropită cu aur,
Pe fruntea ta pală cunună de laur.
O, moartea e-un chaos, o mare de stele,
Când viaţa-i o baltă de vise rebele;
O, moartea-i un secol cu sori înflorit,
Când viaţa-i un basmu pustiu şi urît. -
Dar poate... o ! capu-mi pustiu cu furtune,
Gândirile-mi rele sugrum’ cele bune...
Când sorii se sting şi când stelele pică,
Îmi vine a crede că toate-s nimică.
Se poate ca bolta de sus să se spargă,
Să cadă nimicul cu noaptea lui largă,
Să văd cerul negru că lumile-şi cerne
Ca prăzi trecătoare a morţii eterne...
Ş’atunci de-a fi astfel... atunci în vecie
Suflarea ta caldă ea n’o să învie,
Atunci graiu-ţi dulce în veci este mut...
Atunci acest înger n-a fost decât lut.
Şi totuşi, ţărână frumoasă şi moartă,
De racla ta razim eu harfa mea spartă.
Şi moartea ta n’o plâng, ci mai fericesc
O rază fugită din chaos lumesc.
Ş-apoi... cine ştie de este mai bine
A fi sau a nu fi... dar ştie oricine
Că ceea ce nu e, nu simte dureri,
Şi multe dureri-s, puţine plăceri.
A fi? Nebunie şi tristă şi goală;
Urechea te minte şi ochiul te ‘nşală ;
Ce-un secol ne zice, ceilalţi o deszic.
Decât un vis sarbăd, mai bine nimic.
Văd vise ‘ntrupate gonind după vise,
Pân’ dau în morminte ce-aşteaptă deschise,
Şi nu ştiu gândirea-mi în ce să o stâng :
Să râd ca nebunii? Să-i blestem? Să-i plâng?
La ce?... Oare totul nu e nebunie?
Au moartea ta, înger, de ce fu să fie?
Au e sens în lume? Tu chip zâmbitor,
Trăit-ai anume ca astfel să mori?
De e sens într-asta, e-ntors şi ateu,
Pe palida-ţi frunte nu-i scris Dumnezeu.
Mortua est! (1871)
Antorcha que vela por húmedas tumbas,
un sonido de campana en la hora sagrada,
un sueño que moja sus alas en la amargura,
así has cruzado del mundo sus fronteras.
Has cruzado cuando el cielo es campo sereno,
con ríos de leche, con flores de luz,
cuando las nubes negras parecen sombríos palacios
que la luna, la reina, por turnos visita.
Te veo como una sombra de plata que brilla,
que se encamina con sus alas alzadas al cielo,
subiendo, pálida alma, los peldaños de las nubes,
entre lluvia de rayos, entre nieve de estrellas.
Un rayo te alza, un canto te lleva
con los blancos brazos en cruz sobre el pecho;
cuando se oye hilar en la rueca de los hechizos,
hay plata en las aguas y en el aire oro.
Veo cómo pasa tu alma cándida por el espacio;
miro luego la arcilla que queda... blanca y fría,
con su largo vestido tendida en el ataúd,
miro tu sonrisa que aún permanece viva -
y pregunto a mi alma herida por las dudas,
¿por qué te has muerto, ángel de pálido rostro?
¿acaso no eras tú joven, no eras tú hermosa?
¿acaso te has ido a extinguir una estrella radiante?
Pero quizás allá arriba haya castillos
con arcos de oro hechos de estrellas,
con ríos de fuego y con puentes de plata,
con orillas de mirra, con flores que cantan;
pasa por todos ellos, ¡oh, tú santa reina!,
con largos cabellos de rayos, con ojos de luz,
con vestido azul salpicado de oro;
en tu pálida frente, una corona de laurel.
¡Oh, la muerte es un caos, un mar de estrellas,
mientras la vida, una charca de sueños rebeldes!
¡Oh, la muerte es un siglo de soles florecido,
mientras la vida, un cuento vacío y hueco!
Pero quizás... ¡oh! mi cabeza vacío con tormentas,
mis malos pensamientos ahogan los buenos...
Cuando el sol se apaga y caen las estrellas,
entonces se me ocurre creer que todo es nada.
Es posible que la bóveda de lo alto se rompa,
que se caiga la nada con su larga noche,
que vea al negro cielo cribar sus mundos
como presas efímeras de la muerte eterna...
entonces, si fuera así... entonces en la eternidad
tu aliento cálido no gozará de la resurrección,
entonces tu dulce voz se queda muda para siempre…
entonces este ángel no ha sido más que arcilla.
Y sin embargo, arcilla hermosa y muerta,
sobre tu ataúd recuesto yo mi arpa rota.
Y no lloro tu muerte, sino que más bien me alegra
que un rayo se haya escapado del caos terrenal.
Y además... quién sabe si es mejor
ser o no ser... pero sí sabe cualquiera
que lo que no existe, no padece dolor,
y que son muchos los dolores, los placeres pocos.
¿Ser? Locura a la vez triste y vana;
el oído te miente, el ojo te engaña;
lo que un siglo nos dice, los otros lo desmienten.
Antes que un sueño vano, más vale la nada.
Veo sueños ya cumplidos persiguiendo sueños,
hasta caer en tumbas que esperan abiertas,
y no sé en cómo apagar mis pensamientos:
¿Y si río como los locos? ¿y si los maldigo o los lloro?
¿Y para qué?... ¿Acaso no es el todo locura?
¿Por qué tu muerte, mi ángel, tuvo que ser?
¿Acaso hay sentido en el mundo? Y tú, rostro sonriente,
¿sólo has vivido para así poder morir?
Si existe algún sentido, es retorcido y ateo,
pues en tu pálida frente no está escrito Dios.
Noaptea... / Por la noche... (15 de junio de 1871)
Noaptea potolit şi vânăt arde focul în cămin;
Dintr-un colţ pe-o sofă roşă eu în faţa lui privesc,
Pân' ce mintea îmi adoarme, pân' ce genele-mi clipesc;
Lumânarea-i stinsă-n casă... somnu-i cald, molatic, lin.
Atunci tu prin întuneric te apropii surânzândă,
Albă ca zăpada iernii, dulce ca o zi de vară;
Pe genunchi îmi şezi, iubito, braţele-ţi îmi înconjoară
Gâtul... iar tu cu iubire priveşti faţa mea pălindă.
Cu-ale tale braţe albe, moi, rătunde, parfumate,
Tu grumazul îmi înlănţui, pe-al meu piept capul ţi-l culci;
Ş-apoi ca din vis trezită, cu mânuţe albe, dulci,
De pe fruntea mea cea tristă tu dai viţele-ntr-o parte.
Netezeşti încet şi leneş fruntea mea cea liniştită
Şi gândind că dorm, şireato, apeşi gura ta de foc
Pe-ai mei ochi închişi ca somnul şi pe frunte-mi în mijloc
Şi surâzi, cum râde visul într-o inimă-ndrăgită.
O! desmiardă, pân' ce fruntea-mi este netedă şi lină,
O! desmiardă, pân-eşti jună ca lumina cea din soare,
Pân-eşti clară ca o rouă, pân-eşti dulce ca o floare,
Pân' nu-i faţa mea zbârcită, pân' nu-i inima bătrână.
Noaptea... / Por la noche... (15 de junio de 1871)
Por la noche, perezoso y cárdeno, arde el fuego en la chimenea;
desde un rincón en un sofá rojo yo lo miro de frente,
hasta que mi mente se duerme, hasta que mis pestañas se bajan;
la vela está apagada en la casa... el sueño es cálido, lento, suave.
Entonces tú te acercas por la oscuridad, sonriente,
blanca como la nieve invernal, dulce como un día de verano:
te sientas en mis rodillas, querida, tus brazos rodean
mi cuello... y tú con amor miras mi rostro que palidece.
Con tus brazos blancos, delicados, redondos, perfumados,
tú encadenas mi cuello, sobre mi pecho apoyas tu cabeza;
y como salida de un sueño, con manos blancas, dulces,
tú vas apartando los mechones de mi triste frente.
Alisas, despacio y perezosamente, mi frente tranquila
y, pensando que estoy dormido, astuta, posas tu boca de fuego,
como el sueño, sobre mis ojos cerrados y en medio de mi frente
y sonríes, como se ríen los sueños en un corazón amado.
Oh! Acaríciame, hasta que mi frente vuelva a ser lisa y suave,
Oh! acaríciame, hasta que vuelvas a ser joven como la luz del sol,
hasta que seas clara como el rocío, dulce como una flor,
hasta que mi rostro no esté arrugado, mi corazón ya no sea viejo.
.
Traducción de Dana Giurcă y José Manuel Lucía Megías, publicada en Cuadernos del matemático, 28
(2002), pp. 28-31.
Inger de pază / Ángel de la guarda (1871)
Când sufletu-mi noaptea veghia în estaze,
Vedeam ca în vis pe-al meu înger de pază,
Încins cu o haină de umbre şi raze,
C’asupră-mi c’un zâmbet aripile-a ‘ntins;
Dar cum te văzui într’o palidă haină,
Copilă cuprinsă de dor şi de taină,
Fugi acel înger de ochiu-ţi învins.
Eşti demon, copilă, că numai c’o zare
Din genele-ţi lunge, din ochiul tău mare
Făcuşi pe-al meu înger cu spaimă să sboare,
El, veghea mea sfântă, amicul fidel?
Ori poate!... O, ‘nchide lungi genele tale,
Să pot recunoaşte trăsurile-ţi pale,
Căci tu - tu eşti el.
Inger de pază / Ángel de la guarda (1871)
Cuando de noche mi alma velaba extasiada,
como en sueños, veía a mi ángel de la guarda,
envuelto en una capa de sombras y de rayos,
tendiendo hacia mí sus alas sonriente;
pero en cuanto te vi con tu pálida capa,
niña llena de añoranza y misterio,
aquel ángel huyó vencido por tus ojos.
¿Eres demonio, niña, pues sólo con una mirada
de tus largas pestañas, de tus ojos tan grandes,
hiciste que espantado mi ángel volara,
él, que era mi santa vigilia, mi amigo fiel?
O quizás!.... Oh, baja tus largas pestañas
para que pueda reconocer tus pálidos rasgos,
pues tú, tú eres él.
Mortua est! (1871)
Făclie de veghe pe umezi morminte,
Un sunet de clopot în orele sfinte,
Un vis ce îşi moaie aripa ‘n amar,
Astfel ai trecut de al lumii otar.
Trecut-ai când ceru-i câmpie senină,
Cu râuri de lapte şi flori de lumină,
Când norii cei negri par sombre palate,
De luna regină pe rând vizitate.
Te văd ca o umbră de-argint strălucită,
Cu-aripi ridicate la ceruri pornită,
Suind, palid suflet, a norilor schele,
Prin ploaia de raze, ninsoare de stele.
O rază te ‘nalţă, un cântec te duce
Cu braţele albe pe piept puse cruce,
Când torsul s’aude l’al vrăjilor caier
Argint e pe ape şi aur în aer.
Văd sufletu-ţi candid prin spaţiu cum trece;
Privesc apoi lutul rămas... alb şi rece,
Cu haina lui lungă culcat în sicriu,
Privesc la surâsu-ţi rămas încă viu -
Şi ‘ntreb al meu suflet rănit de ‘ndoială,
De ce-ai murit, înger cu faţa cea pală?
Au nu ai fost jună, n’ai fost tu frumoasă?
Te-ai dus spre a stinge o stea radioasă?
Dar poate acolo să fie castele
Cu arcuri de aur zidite din stele,
Cu râuri de foc şi cu poduri de-argint,
Cu ţărmuri de smirnă, cu flori care cânt;
Să treci tu prin ele, o sfântă regină,
Cu păr lung de raze, cu ochi de lumină,
În haină albastră stropită cu aur,
Pe fruntea ta pală cunună de laur.
O, moartea e-un chaos, o mare de stele,
Când viaţa-i o baltă de vise rebele;
O, moartea-i un secol cu sori înflorit,
Când viaţa-i un basmu pustiu şi urît. -
Dar poate... o ! capu-mi pustiu cu furtune,
Gândirile-mi rele sugrum’ cele bune...
Când sorii se sting şi când stelele pică,
Îmi vine a crede că toate-s nimică.
Se poate ca bolta de sus să se spargă,
Să cadă nimicul cu noaptea lui largă,
Să văd cerul negru că lumile-şi cerne
Ca prăzi trecătoare a morţii eterne...
Ş’atunci de-a fi astfel... atunci în vecie
Suflarea ta caldă ea n’o să învie,
Atunci graiu-ţi dulce în veci este mut...
Atunci acest înger n-a fost decât lut.
Şi totuşi, ţărână frumoasă şi moartă,
De racla ta razim eu harfa mea spartă.
Şi moartea ta n’o plâng, ci mai fericesc
O rază fugită din chaos lumesc.
Ş-apoi... cine ştie de este mai bine
A fi sau a nu fi... dar ştie oricine
Că ceea ce nu e, nu simte dureri,
Şi multe dureri-s, puţine plăceri.
A fi? Nebunie şi tristă şi goală;
Urechea te minte şi ochiul te ‘nşală ;
Ce-un secol ne zice, ceilalţi o deszic.
Decât un vis sarbăd, mai bine nimic.
Văd vise ‘ntrupate gonind după vise,
Pân’ dau în morminte ce-aşteaptă deschise,
Şi nu ştiu gândirea-mi în ce să o stâng :
Să râd ca nebunii? Să-i blestem? Să-i plâng?
La ce?... Oare totul nu e nebunie?
Au moartea ta, înger, de ce fu să fie?
Au e sens în lume? Tu chip zâmbitor,
Trăit-ai anume ca astfel să mori?
De e sens într-asta, e-ntors şi ateu,
Pe palida-ţi frunte nu-i scris Dumnezeu.
Mortua est! (1871)
Antorcha que vela por húmedas tumbas,
un sonido de campana en la hora sagrada,
un sueño que moja sus alas en la amargura,
así has cruzado del mundo sus fronteras.
Has cruzado cuando el cielo es campo sereno,
con ríos de leche, con flores de luz,
cuando las nubes negras parecen sombríos palacios
que la luna, la reina, por turnos visita.
Te veo como una sombra de plata que brilla,
que se encamina con sus alas alzadas al cielo,
subiendo, pálida alma, los peldaños de las nubes,
entre lluvia de rayos, entre nieve de estrellas.
Un rayo te alza, un canto te lleva
con los blancos brazos en cruz sobre el pecho;
cuando se oye hilar en la rueca de los hechizos,
hay plata en las aguas y en el aire oro.
Veo cómo pasa tu alma cándida por el espacio;
miro luego la arcilla que queda... blanca y fría,
con su largo vestido tendida en el ataúd,
miro tu sonrisa que aún permanece viva -
y pregunto a mi alma herida por las dudas,
¿por qué te has muerto, ángel de pálido rostro?
¿acaso no eras tú joven, no eras tú hermosa?
¿acaso te has ido a extinguir una estrella radiante?
Pero quizás allá arriba haya castillos
con arcos de oro hechos de estrellas,
con ríos de fuego y con puentes de plata,
con orillas de mirra, con flores que cantan;
pasa por todos ellos, ¡oh, tú santa reina!,
con largos cabellos de rayos, con ojos de luz,
con vestido azul salpicado de oro;
en tu pálida frente, una corona de laurel.
¡Oh, la muerte es un caos, un mar de estrellas,
mientras la vida, una charca de sueños rebeldes!
¡Oh, la muerte es un siglo de soles florecido,
mientras la vida, un cuento vacío y hueco!
Pero quizás... ¡oh! mi cabeza vacío con tormentas,
mis malos pensamientos ahogan los buenos...
Cuando el sol se apaga y caen las estrellas,
entonces se me ocurre creer que todo es nada.
Es posible que la bóveda de lo alto se rompa,
que se caiga la nada con su larga noche,
que vea al negro cielo cribar sus mundos
como presas efímeras de la muerte eterna...
entonces, si fuera así... entonces en la eternidad
tu aliento cálido no gozará de la resurrección,
entonces tu dulce voz se queda muda para siempre…
entonces este ángel no ha sido más que arcilla.
Y sin embargo, arcilla hermosa y muerta,
sobre tu ataúd recuesto yo mi arpa rota.
Y no lloro tu muerte, sino que más bien me alegra
que un rayo se haya escapado del caos terrenal.
Y además... quién sabe si es mejor
ser o no ser... pero sí sabe cualquiera
que lo que no existe, no padece dolor,
y que son muchos los dolores, los placeres pocos.
¿Ser? Locura a la vez triste y vana;
el oído te miente, el ojo te engaña;
lo que un siglo nos dice, los otros lo desmienten.
Antes que un sueño vano, más vale la nada.
Veo sueños ya cumplidos persiguiendo sueños,
hasta caer en tumbas que esperan abiertas,
y no sé en cómo apagar mis pensamientos:
¿Y si río como los locos? ¿y si los maldigo o los lloro?
¿Y para qué?... ¿Acaso no es el todo locura?
¿Por qué tu muerte, mi ángel, tuvo que ser?
¿Acaso hay sentido en el mundo? Y tú, rostro sonriente,
¿sólo has vivido para así poder morir?
Si existe algún sentido, es retorcido y ateo,
pues en tu pálida frente no está escrito Dios.
Noaptea... / Por la noche... (15 de junio de 1871)
Noaptea potolit şi vânăt arde focul în cămin;
Dintr-un colţ pe-o sofă roşă eu în faţa lui privesc,
Pân' ce mintea îmi adoarme, pân' ce genele-mi clipesc;
Lumânarea-i stinsă-n casă... somnu-i cald, molatic, lin.
Atunci tu prin întuneric te apropii surânzândă,
Albă ca zăpada iernii, dulce ca o zi de vară;
Pe genunchi îmi şezi, iubito, braţele-ţi îmi înconjoară
Gâtul... iar tu cu iubire priveşti faţa mea pălindă.
Cu-ale tale braţe albe, moi, rătunde, parfumate,
Tu grumazul îmi înlănţui, pe-al meu piept capul ţi-l culci;
Ş-apoi ca din vis trezită, cu mânuţe albe, dulci,
De pe fruntea mea cea tristă tu dai viţele-ntr-o parte.
Netezeşti încet şi leneş fruntea mea cea liniştită
Şi gândind că dorm, şireato, apeşi gura ta de foc
Pe-ai mei ochi închişi ca somnul şi pe frunte-mi în mijloc
Şi surâzi, cum râde visul într-o inimă-ndrăgită.
O! desmiardă, pân' ce fruntea-mi este netedă şi lină,
O! desmiardă, pân-eşti jună ca lumina cea din soare,
Pân-eşti clară ca o rouă, pân-eşti dulce ca o floare,
Pân' nu-i faţa mea zbârcită, pân' nu-i inima bătrână.
Noaptea... / Por la noche... (15 de junio de 1871)
Por la noche, perezoso y cárdeno, arde el fuego en la chimenea;
desde un rincón en un sofá rojo yo lo miro de frente,
hasta que mi mente se duerme, hasta que mis pestañas se bajan;
la vela está apagada en la casa... el sueño es cálido, lento, suave.
Entonces tú te acercas por la oscuridad, sonriente,
blanca como la nieve invernal, dulce como un día de verano:
te sientas en mis rodillas, querida, tus brazos rodean
mi cuello... y tú con amor miras mi rostro que palidece.
Con tus brazos blancos, delicados, redondos, perfumados,
tú encadenas mi cuello, sobre mi pecho apoyas tu cabeza;
y como salida de un sueño, con manos blancas, dulces,
tú vas apartando los mechones de mi triste frente.
Alisas, despacio y perezosamente, mi frente tranquila
y, pensando que estoy dormido, astuta, posas tu boca de fuego,
como el sueño, sobre mis ojos cerrados y en medio de mi frente
y sonríes, como se ríen los sueños en un corazón amado.
Oh! Acaríciame, hasta que mi frente vuelva a ser lisa y suave,
Oh! acaríciame, hasta que vuelvas a ser joven como la luz del sol,
hasta que seas clara como el rocío, dulce como una flor,
hasta que mi rostro no esté arrugado, mi corazón ya no sea viejo.
.
La gran pena para el mundo entero,es que Eminescu es un poeta intraductible.Jamas sera apreciado a su justo valor por quien no domina el idioma rumano,por que al traducir sus versos en otros idiomas sus poemas pierden tanto su rima perfecta como la sutil mezcla entre conceptos filosoficos y el misticismo,las tradiciones,las creencias del pueblo rumano. Se pueden traducir las ideas de sus poemas,pero no su esencia,ni su forma.
ResponderEliminar