Lou Andreas-Salomé
Lou Andreas-Salomé (nacida Luíza Gustávovna Salomé (Луиза Густавовна Саломе)) (12 de febrero de 1861, en San Petersburgo, Rusia – 5 de febrero de 1937, en Gotinga, Alemania) fue una escritora rusa, con inclinaciones liberales.
Compartió los secretos más íntimos de filosofía con Nietzsche, pero luego gracias a su magnetismo y belleza encontró su camino junto a Paul Rée (amigo de Nietzsche). Fue una intelectual, autora de muchos libros, psicoanalista y compañía espiritual de artistas y escritores (hombres y algunas mujeres) de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Nació en San Petersburgo, hija de un general del ejército ruso judío y su esposa. Salomé fue la única mujer, junto con cinco hermanos. En busca de una educación más allá de la típica para una mujer en ese lugar y época, a sus diecisiete años, convenció al predicador alemán Hendrik Gillot, veinticinco años mayor que ella, de enseñarle teología, filosofía, religión y literatura francesa y alemana. Cuando Gillot se enamoró tanto de Salomé que planeó en divorciarse de su esposa y casarse con ella, Salomé y su madre viajaron a Zúrich para que ella pudiera ingresar en la universidad. El viaje también lo hicieron para beneficiar la salud física de Salomé; a ese tiempo, ella tosía sangre.
Paul Rée y Friedrich Nietzsche
Su madre la llevó a Roma, Italia, cuando ella tenía 21 años. En un salón literario de la ciudad, Salomé conoció a Paul Rée, un escritor y jugador compulsivo, a quien le propuso vivir en una comuna estudiantil. Después de dos meses, Salomé lo persuadió de aceptarla como compañera. El 13 de mayo de 1882, Salomé había hecho lo mismo con el amigo de Rée, Friedrich Nietzsche (Salomé escribió un controvertido estudio en 1894, Friedrich Nietzsche in seinen Werke, acerca de la personalidad y filosofía de Nietzsche). Los tres viajaron con la madre de Salomé a través de Italia, y decidieron que debían establecer su comuna “Winterplan”. Cuando llegaron a Leipzig, Alemania, en octubre, Salomé y Rée se separaron de Nietzsche, después de un problema entre Nietzsche y Salomé, en el cual Nietzsche, sorprendentemente, le propuso matrimonio a pesar de haberse configurado como un misógino redomado que odiaba al sexo femenino en general,nota 1 creyó haber econtrado en Lou a la única mujer que sería capaz de entenderlo. Ella no lo aceptó y a cambio propuso a ambos hombres enamorados unirse en una triada de producción y trabajo intelectual. Una foto en la que aparecen los tres, con Lou conduciendo el carro quiso ser una alegoría de este pacto. Según investigaciones de la historia del psicoanálisis, Nietzsche habría incluido en Zaratustra a propósito de este asunto (y precisamente de esta foto que causó gran escándalo) la frase «¿Vas a ver mujeres? No olvides el látigo»1
Salomé y Rée viajaron a Berlín y vivieron juntos hasta unos años antes de su matrimonio célibe con el profesor de lingüística Carl Friedrich Andreas. A pesar de su oposición al matrimonio y de sus relaciones abiertas con muchos otros hombres, Salomé y Andreas permanecieron casados desde 1887 hasta la muerte de Andreas en 1930.
Los problemas causados por la convivencia de Salomé con Andreas, hicieron que el endeudado Rée desapareciera de su vida, a pesar de la seguridad que ella le brindaba.
Obra y correspondencia
Sigmund Freud en 1905.
Fotografía de Rilke en 1900.
Salomé fue una escritora prolífica, y escribió varias novelas, obras y ensayos poco conocidas; fue también una creativa feminista. A través de su vida de casada, se comprometió en romances y/o intercambio de correspondencias con el periodista alemán Georg Lebedour, el poeta austro-húngaro Rainer Maria Rilke, y los psicoanalistas Sigmund Freud y Viktor Tausk, entre otros. Da cuenta de muchos de ellos en su libro Lebensrückblick.
Era de una modestia y una discreción poco comunes. Nunca hablaba de sus propias producciones poéticas y literarias. Era evidente que sabía dónde es preciso buscar los reales valores de la vida. Quien se le acercaba recibía la más intensa impresión de la autenticidad y la armonía de su ser, y también podía comprobar, para su asombro, que todas las debilidades femeninas y quizá la mayoría de las debilidades humanas le eran ajenas, o las había vencido en el curso de su vida.
Sigmund Freud, Lou Andreas-Salomé (1937). Febrero de 1937.2
Rainer Maria Rilke
Su relación con Rilke fue particularmente cercana. Salomé era quince años mayor. Se conocieron cuando él tenía veintiuno. Fueron amantes durante varios años y se escribieron hasta la muerte de Rilke; fue ella quien comenzó a llamarle Rainer, en lugar de René; le enseñó ruso, a leer a Lev Tolstói (a quien él conocería más tarde) y a Aleksandr Pushkin. Ella le presentó a importantes hombres y a muchas otras personas en el campo de las artes, y se mantuvo como su consejera, confidente y musa a través de toda su vida adulta.
Estudios literarios y fallecimiento
Los estudios analíticos y literarios de Salomé se volvieron muy de moda en Göttingen, el pueblo alemán en el cual vivió sus últimos años, el cual la Gestapo esperó hasta poco después de su muerte por uremia en 1937 para quemar su biblioteca. Se dice que Salomé resaltaba en sus últimos días “Realmente no he hecho más que trabajar durante toda mi vida, trabajar… por qué?”. Y en sus últimas horas, como si estuviera hablando con ella misma, se ha reportado que ella dijo “Si dejara que mis pensamientos vagaran, no encontraría ninguno. Lo mejor, después de todo, es la muerte”. (Peters, ‘My Sister, My Spouse’, p. 300). Escribió 15 novelas y otros documentales, como “Henrik Ibsens Frauengestalten” (1982), un estudio de las personalidades de las mujeres de Ibsen.
Obra basada en Lou Andreas-Salomé
Lou Salomé. Opera de Giuseppe Sinopoli, estrenada en 1981. Bayerischen Staatsoper München.
Al di la del bene e del male (Más allá del bien y del mal), film de Liliana Cavani, 1977, con Dominique Sanda.
Lou Salomé con Nietzsche y Paul Ree.
Aunque estés lejos, te contemplo.
Aunque estés lejos, te entregas a mí
En un presente que nada puede destruir.
Rodeas mi vida, eres mi paisaje.
Me envuelves una y otra vez con tu risueña grandeza.
El sol despunta sobre tus altas iglesias,
Asciende sobre tus orillas amplias, infinitas,
Ilumina tus bosques cada mañana.
Cuando vuelva a oscurecer,
El cielo de junio iluminará la noche;
Cuando llegue la madrugada, el agudo graznido
De las gaviotas atravesará la niebla que cubre tus olas…
¡Aunque no hubiera reposado en tus orillas,
No habría dejado de conocer tu grandeza,
Porque la marea de mis sueños
Me lleva hasta tus enormes soledades!
Tú, claro cielo sobre mi cabeza,
A ti quiero confiarme:
¡No permitas que el placer y el padecer
Me obstruyan aquí la visión!
Tú que te extiendes por encima de todo,
Por las llanuras y los vientos,
Muestrame el camino que tanto anhelo
Para volver a encontrarte.
Del placer no quiero su final
Ni el padecer rehúyo;
Sólo una cosa quiero: espacio y sólo espacio
Para arrodillarme debajo Tuyo.
(Del libro Mirada retrospectiva. Traducción: Alejandro Venegas)
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