Josep Janés
Josep Janés i Olivé (1913-1959), de cuya triste y prematura muerte por accidente hará el día 11 de marzo 50 años, fue también precoz poeta catalán. Al filo de dicho aniversario se publica ahora su obra reunida[1], en edición bilingüe, traducida al castellano como homenaje por el escritor Jesús Pardo. Sus dos libros fundamentales Tu (Tú) y Combat del somni (Combate del sueño) son frutos de adolescencia y juventud. Entregado luego a la edición, vuelve a la poesía para ilustrar unas imágenes de su amigo el pintor Grau Sala. Así nació Puntes seques en 1958. Muestras de su breve producción poética se incluyeron en la Antologia històrica de la Poesia catalana de Fernando Gutierrez (1947); en la de Antoni Comas i Bofill i Ferro, editada por Destino (1968) ; en la Antología poética de la lengua catalana (Puesta en versos castellanos), de Félix Ros (Editora Nacional, 1965) y en la italiana, editada por Mondadori, Poesia Catalana.
Josep Janés i Olivé fue un acontecimiento en la lírica barcelonesa de los años treinta. Por entonces, con más precisión de 1924 a 1936, en Cataluña, se vivió un segundo renacimiento, gracias a las consignas orsianas –las del noucentisme-. Una voluntad de poesía pura, abre el camino a un lirismo que verá el mundo, como dice J.V.Foix, “empañado por el aliento de un sueño”. Con dos poemas de su libro Tú, Josep Janés gana la Flor natural en los Juegos Florales del año 1934. El poeta tiene, entonces, dos claras preferencias: Josep Mª López Picó y Carles Riba. Dos preferencias y una afinidad: Pedro Salinas.
En el segundo libro de Janés, Combat del somni, dice José Cruset, “hay claridades de Petrarca, el Petrarca que canta a la amada muerta; hay también ecos y luces de Beatriz.” Frederic Mompou puso música a algunos de sus versos creando un bellísimo ciclo de canciones universalmente conocido. Los poemas son sonetos, casi todos de hermosos eneasílabos. Si Tu es poesía de amor, Combat del somni es poesía de amor y muerte, y se mueve en la desesperada búsqueda de lo perdurable.
En cuanto a Puntes seques, Grau Sala y Janés constituyen un binomio significativo de actitudes estéticas y vitales. Todos los grabados se reproducen impresos en el libro.
Josep Janés i Olivé (1913-1959)
Por Josefina Cornejo
Quizá fuera más apropiado buscar otro título para este trujamán, puesto que no hablaremos de un traductor, sino de un hombre de letras fiel a la larga tradición editorial en Cataluña en los años del franquismo. Le dedicamos un artículo a Josep Janés i Olivé (1913-1959) ya que, desde las numerosas colecciones que creó, exhibió su compromiso con el traductor e impulsó la traducción como vehículo de entrada de los grandes autores durante la posguerra, época castigada por el hambre, la represión y la escasa producción literaria en España.
Josep Janés fue poeta precoz. Su breve producción poética (Tu. Poemes d'adolescència, premiado con la Flor Natural de los Juegos Florales, y Combat del somni) constituyó un acontecimiento en la lírica barcelonesa en la década de 1930. No obstante, su decidido empeño en que el lector español accediera a todo cuanto concerniese a las inquietudes literarias que planeaban en los círculos intelectuales más allá de nuestras fronteras, arrinconó sus deseos de escribir y le convirtió en el primer gran editor tras la Guerra Civil. Llegar hasta aquí, empero, no resultó tarea sencilla: su ideología republicana y su pasado catalanista en los años previos a la dictadura marcaron su trayectoria en el mundo de los libros.
Desde muy joven frecuentó los ambientes nacionalistas y se entregó a la difusión cultural. Fundó dos colecciones, Quaderns Literaris en 1934 y Biblioteca de la Rosa dels Vents en 1937, en las que publicó dos centenares de volúmenes. Combinaba en ellos su voluntad de recuperar la herencia literaria de Cataluña (con autores del siglo xix y principios del xx), incentivaba la traducción de clásicos universales al catalán (Jonahthan Swift, Joseph Conrad, Oscar Wilde, Mark Twain, Edgar Allan Poe, Laurence Sterne) y manifestaba su interés en la literatura francesa y rusa. Adscrito a la Consellería de Cultura de la Generalitat, durante la Guerra Civil editó el periódico L'amic del combatent, destinado a los soldados en el frente, y dirigió desde el primer número la revista de los Serveis de Cultura al Front, organización cultural perteneciente a las Milicias de la Cultura surgidas en la Segunda República. En 1939, ante la llegada de las tropas franquistas, inició un breve exilio en Francia, apenas unas semanas. A su regreso, fue detenido en San Sebastián acusado de «separatista» y de atentar contra la unidad de la patria. Un grupo de amigos artistas intercedió por él y pudo evitar una condena a muerte segura.
De regreso en Barcelona, Janés inició una nueva andadura profesional entre libros, no sin salvar ciertos obstáculos de las autoridades políticas. Sin poder firmar con su nombre por temor a represalias, a principios de la década de 1940 puso en marcha una editorial con la que reconquistar el esplendor alcanzado antes de la guerra. Comenzó editando en español los mismos volúmenes que antes había publicado en catalán, lengua prohibida durante el franquismo. Recurrió a la labor de los traductores a fin de recuperar para el acervo literario español a escritores surgidos en la primera línea de la actualidad en la Europa de entreguerras como Lajos Zilahy, Oswald Siebert, Aldous Huxley, Virginia Woolf, Maxence van der Meersch, Katherine Mansfield y André Gilde. Mostró especial preocupación por rescatar del olvido a autores alemanes como Hans Fallada y Ernst Wiechert. Ofreció a los lectores ediciones económicas de los premios Pulitzer y Goncourt e incluso se atrevió, en tiempos de simpatías germanófilas, a imprimir las memorias de Churchill y Eisenhower.
Muchos de los traductores en los que Josep Janés se apoyó habían sido hostigados por razones de ideología. Tal fue el caso de, por ejemplo, Ramón Palazón, Eduardo de Guzmán (que firmó muchas de sus traducciones con seudónimos para esquivar la represión del gobierno), la escritora y periodista María Luz Morales, el poeta Marià Manent y Juan González-Blanco de Luaces.
Falleció joven. Dejó un legado de más de mil seiscientos títulos. Afirmaba que no podía parar de publicar para no hundirse. Decía: «Voy en bicicleta y no puedo parar. Si paro, me caigo».
Poemas de
COMBAT DEL SOMNI
/ COMBATE DEL SUEÑO
1
Jo et pressentia com la mar
i com el vent, immensa, lliure,
alta, damunt de tot atzar
i tot destí. I en el meu viure,
com el respir. I ara que et tinc
veig com el somni et limitava.
Tu no ets un nom, ni un gest. No vinc
a tu com a l’imatge blava
d’un somni humà. Tu no ets la mar,
que és presonera dins de platges,
tu no ets el vent, pres en l’espai.
Tu no tens límits; no hi ha, encar,
mots per a dir-te, ni paisatges
per sê el teu món —ni hi seran mai.
Te presentía como el mar
y como el viento, inmensa, libre,
alta, soberbia a los azares
y a los hados. Y en mi vivir,
como el aliento. Ahora al tenerte…
¡como te limitaba el sueño!
No eres nombre o gesto. Y No voy
a ti como a la azul imagen
de un sueño humano. No eres mar
encarcelado entre las playas,
no eres el viento, en el espacio, preso.
Ilimitada. No hay palabras
para enunciarte, ni paisajes
para tu mundo. Ni ha de haberlos.
3
Voldria ser un infant nascut entre esbarzers,
esquerp a la cançó, rebel a la carícia;
per tot amor, el vent i el goig sense després,
per nord, tots els camins d’atzar i de mol.lície;
abandonar-me sol a rutes sense fi,
ben endurit el cor de ràbies ofegades;
amb un punyal d’orgull desafiâ el destí
i vèncê’l, en un gest de fúries desbridades.
O bé voldria ser sarcàstic als destins:
perdre’m en una mar ben verge de camins,
indòcil, i fugir d’esguards i de tenebres...
Deixâ una verge trista en cada port del món,
llençar tots els records dintre del mar pregon
i obrir de bat a bat, al somni, les palpebres...
Quisiera ser un niño nacido entre zarzales
arisco a la canción, rebelde a la caricia;
por todo amor, el viento y el gozo sin después;
por norte, toda senda de amor y de molicie;
abandonarme solo por rutas infinitas,
curtido el corazón por contenidas rabias;
desafiar el sino con la daga de orgullo,
vencerlo con un gesto de desbridada furia.
O quisiera ante el destino ser sarcástico,
perderme por un mar intacto de caminos,
indócil, de miradas huir y de tinieblas…
Dejar en cada puerto una doncella triste,
mis recuerdos tirar al fondo de los mares,
abrir de par en par los párpados al sueño…
5
Ara no sé si et veig, encar.
Els ulls et miren, i voldria
que aixó fos veure’t. Si sabia
que et veig i et sé, com fóra avar
de poder dir que cap mirall
del món, ni l’aigua més serena
no et saben dir; que sols alena
un pit que estimi el que el cristall
no veu ni diu! Si fos així!
Que tu només fossis en mi!
Lluny dels meus ulls, tan limitada,
tan reduïda a gest, a esguard,
a imatge, a veu, que jo fos part
de tu, vivent per ma mirada.
Frederic Monpou y Josep Janés
Ahora no sé si aún te veo.
Mis ojos mírante, y querría
que esto ver fuese. Si supiera
verte y saberte, cuán avaro
sería de decir que en el orbe
espejo alguno te expresara,
la más clara agua; ¡sólo alienta
un pecho que lo que el cristal
ni ve ni oye ama! ¡Así fuera!
¡Que únicamente en mi estuvieses!
¡Mínima, lejos de mis ojos!
¡Tan mínima a mirada y gestos,
a imagen, voz, que fuese yo
parte de ti, viva en mis ojos!
6
Aquesta nit un mateix vent
i una mateixa vela encesa
devien dû el teu pensament
i el meu per mars on la tendresa
es torna música i cristall.
El bes se’ns feia transparència
—si tu eres l’aigua, jo el mirall—
com si abracéssim una absència.
El nostre cel fóra, potser,
un somni etern, així, de besos
fets melodia, i un no ser
de cossos junts i d’ulls encesos
amb flames blanques, i un sospir
d’acariciar sedes de llir?
Fue esta noche: un mismo viento,
prendido en una misma vela.
¿Llevaban nuestro pensamiento
por mares donde la ternura
se vuelve música y cristal?
Diáfano el beso se tornaba
—si agua tú eres, yo soy espejo—
como al abrazo de una ausencia.
¿Acaso nuestro cielo fuera
un sueño eterno, así, de besos
hechos música, y un no ser
de cuerpos juntos, ígneos ojos
en blanco fuego, y un anhelo
de acariciar sedas de lirio?
In memoriam
Damunt de tu, només les flors.
Eren com una ofrena blanca:
la llum que daven al teu cos
mai més seria de la branca;
tota una vida de perfum
amb el seu bes t’era donada.
Tu resplendies de la llum
per l’esguard clos atresorada.
Si hagués pogut ésser sospir
de flor! Donar-me, com un llir,
a tu, perque la meva vida
s’anés marcint sobre el teu pit.
I no saber mai més la nit,
que al teu costat fóra esvaïda.
Sólo las flores sobre ti.
Eran como una ofrenda blanca:
la luz que daban a tu cuerpo
a la rama no volvería;
Toda una vida de perfume
con el beso te ha sido dada.
Resplandecías de la luz
que tus ojos atesoraban.
¡Si yo un suspiro de flor fuera!
me entregaría como lirio
a ti, a fin de que mi vida
en tu pecho se marchitara.
E ignorar por siempre la noche,
que junto a ti se desvairía.
JOSEP JANÉS, POESÍA, 1934-1959,Traducción del catalán de Jesús Pardo, introducciones, Jesús Pardo y Clara Janés, epílogo José Cruset, con reproducción de unas puntas secas de Grau-Sala, Huerga y Fierro Editores, Madrid, 2008
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