Joan Perucho
Joan Perucho (Barcelona, 1920 - Barcelona, 30 de octubre de 2003), poeta, novelista, articulista y crítico de arte, fue uno de los escritores españoles más traducidos.1 Comenzó su labor como escritor en castellano, aunque el grueso de su obra la escribió en catalán.
Alternó la labor de escritor con la actividad profesional de juez. Era miembro de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona y Doctor Honoris Causa por la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona.
De él dijo Luis Alberto de Cuenca con motivo de la obtención del Premio Nacional de las Letras Españolas del año 2002:
Joan Perucho ha escrito de todo —libros de prosa, espléndidos poemas— y siempre lo ha hecho con esa especie de mezcla de erudición socarrona y de vértigo expresivo que caracteriza su escritura y que hace de él uno de los escritores más originales que tenemos ahora en la literatura española, comprendiendo en ese concepto todas las demás literaturas peninsulares.
En 1995 obtuvo el Premio Nacional de Literatura de la Generalidad de Cataluña.
Obras
Narrativa
Diana i la mar morta (1953)
Amb la tècnica de Lovecraft (1956)
Llibre de cavalleries (1957)
Les històries naturals (1960)
Galería de espejos sin fondo (1963)
Roses, diables i somriures (1965)
Nicéforas y el grifo (1968)
Aparicions i fantasmes (1968)
Botánica oculta o el falso Paracelso (1969)
Historias secretas de balnearios (1972)
Històries apòcrifes (1974)
Els balnearis (1975)
Monstruari fantàstic (1976)
Les aventures del cavaller Kosmas (1981, Premios Ramón LLull, Nacional de la Crítica en 1981 y Joan Crexells en 1982)
Museu d'ombres (1981)
Petit museu de monstres marins (1981)
Gàbia per a petits animals feliços (1982)
Discurs de l'Aquitània i altres refinades perversitats (1982)
Incredulitats i devocions (1983)
Pamela (1983)
Les delicies de l'oci (1984)
Los laberintos bizantinos o un viaje con espectros (1984)
Un viatge amb espectres (1984)
Dietario apócrifo de Octavio de Romeu (1985)
Obres completes (1985-1997)
La guerra de la Cotxinxina (1986)
Roses, diables i somriures (1986)
Minuta de mostruos (1987)
Los misterios de Barcelona (1988)
Els emperadors d'Abissínia (1989)
Detrás del espejo (1990)
El basilisc (1990)
Algú a la nit respira (1990)
Monstres i erudicions (1990)
Els fantasmes de la calaixera (1990)
Los jardines de la melancolía: Memorias. Pre-Textos. (1993).
El barò de Maldà i les bèsties de l'infern (1994)
Las sombras del mundo (1995)
Fabulaciones (1996)
Carmina o la gnosi angélica (2001)
La darrera mirada (2001)
Poesía
Sota la sang (1947)
Aurora per vosaltres (1951)
El medium (1954, Premio Ciutat de Barcelona, 1953)
El país de les meravelles (1956)
Antología poética (1970)
Poesía, 1947-1973 (1978)
Poesía 1947-1981 (bilingüe) (1982)
Quadern d'Albinyana (1983, Premio Cavall Verd)
Obras poética completa (1984)
Itineraris d'Orient (1985)
Els miralls (1986)
La medusa (1987)
El duque de Portland sale a la calle (1988)
Cendres i diamants (1989)
Inscripcions, làpides, esteles (1993)
Els dies de la Sicília i la Germànica (1994)
Un silencio olvidado: poesía (1943-1947) (1995)
Versos d'una tardor (1995)
El far (1997)
La mirada d'Antinea (1998)
Els morts (2000)
EL MÉDIUM
Se hunde en el mal con los ojos cerrados.
Viaja a la última estancia de lo que es luminoso
con un rictus beato y un respirar de pájaro.
Lucha con él, miradlo. La faz se le deforma.
Sale una voz turbando a los hermanos iniciados
en el culto a los que vienen con pies de cera postiza,
con duros dientes postizos, con macabra peluca
y fijos ojos de vidrio. Ah, hermano, eres Odette.
Odette que murió hace diecisiete años, enferma.
Se mueve lentamente el resplandor amarillo,
difuso y fluctuante. Se detiene o se inquieta
con súbito capricho y, a veces, el silencio
a la voz interrumpe o el respirar de los que están sentados.
Se precipita aquí, se precipita innoble
el viento de las palabras. Ahora encienden las luces
y algunos ríen nerviosos. En un rincón está el médium
con sus ojos opacos, extrañamente insanos.
Saluda silencioso y lívido. Allá por donde pasa
nota, mortuorio, el triste perfume de Odette.
De El médium (1954)
LAS FIGURAS DE CERA
Vindican un amor eterno e inmarchitable.
Detenidas en el tiempo, descienden a los parajes
que horrorizan a los humanos. Mas están ahí siempre
con sus estáticas sonrisas, seguras y anhelantes,
no como esta vida impura, que envejece y transforma.
«O mort, veiux capitaine, il est temps, levons l'ancre».
Pero estos labios femeninos que suspiran inmóviles
no comunican lo siniestro de Carlota Corday
ni de la Belle Heaulmiére que amó al poeta.
Un grito, el parpadeo, el gesto suave de esta mano,
todo queda ahora inmutable en su apariencia más profunda.
El crimen es esto sangrante; el amor, esta amarillenta cera
De El médium (1954)
EPITAFIO PARA LA TUMBA DE LOS SOLDADOS
Han cuido. Aquí reposan
olvidados por todos.
La tierra mojada
guarda la huella de los pájaros.
Alguien, por la noche, respira.
Las yertas hojas baten la ventana
De El médium (1954)
VERSIÓN APÓCRIFA DE UN TEXTO
DE JACK EL DESTRIPADOR
Leía a Blake.
Lentas son las horas del día y de la noche.
Cuando el opaco mirar en el espejo allega
la huida inquietante
del aliento en la boca;
cuando procuro dormirme
en el grito de una muchacha
es que oigo el rumor de la ciudad maldita.
Las campanas otorgan
aquella paz estéril,
la ciega y blanda risa de la amancebada real,
el tragaluz en el rostro,
todos los fines de semana en las rocas de Brighton
así como el corazón bajo frágiles corsés.
La vida, el horror de la vida,
la nuca detestable,
cada una de las cosas que odio.
No podía estar seguro e indiferente.
Al otro lado, la ganancia cual meretriz afortunada.
Todos los vasos de inmundicia.
Esta atormentada perversión en mi frente.
«Llora a lo lejos
hasta que alguna te cobije,
ciega a menudo y curvada por los años, dolorosa, afligida
hasta que te gane una doncella».
Entonces, como Blake, como Job, consiguiendo
aquella silenciosa y dolorosa desnudez
me di cuenta de lo que esperaba.
De lo que alguien esperaba.
Los cuerpos de inmundicia, las aguas negras
del Támesis, el gusto fluvial del aire,
todo este gran furor
32 como un clamor en el cielo.
Recorro las extensas miradas de las mujeres
y sé lo que vale este momento fugaz.
Acariciadora marea. Plaza de Leicester. Olvido.
Suenan las trompetas del Juicio Final.
De El país de les meravelles (1956
ELEGÍA A LA TIERRA
Y A LOS MUERTOS DE GANDESA
Triste flor de diciembre
en el viento enraizada,
nutrida por la sangre de tantos muertos que en esta tierra crecieron
en hierbas de carrascal;
que en la casa paterna
y en las mismas lluvias del invierno
fueron huéspedes alegres;
aires grises, menudas flores del campo
que, como el aroma del tiempo,
perdieron las agrestes alegrías de la primavera.
Tristes alegrías que graciosamente fueron otorgadas algún día.
Miserable y seca tierra. Avaramente intentas
sobrevivir al polvo
de estos torrentes desolados
y a la infinita, melancolía del campesino que labra
bajo el grito del buitre.
Dura tierra que amó
en su agonía,
dura agonía mía
detenida en el pecho.
No, no hay simiente que pueda fertilizar la roca.
Nutrida por la sangre de estos muertos que florecieron
en ásperos tomillos,
no te acompaña ya sino el silencio,
la abandonada espera,
la inmensidad augusta y muda del firmamento.
De El país de les meravelles (1956
LA BALADA DEL SENA
Un rostro difuso transita bajo los puentes,
acecha quillas, la ceniza del alba,
vidas entrelazadas, lluviosas raíces,
mil deseos truncados cual reflejos
sobre el agua grasienta.
San Luis se reclina en la Sainte Chapelle.
Volando pasan los años.
Una mujer extraña se peina contra el muro
y una rosa florece en el ojo siniestro
del alado unicornio.
Vuelan los estandartes. En Saint Julien le Pauvre
dicen una misa perpetua por los ahogados nocturnos.
Siento ahora cómo sube la marea.
Cómo sube la marea.
Y los labios de París.
Algo fosforescente sobrenada en el agua.
Hay un restaurante chino en la calle Gregoire de Tours
De Darrers poemes (1956-1973)
LA MEDUSA
De las tres hermanas fui siempre la más bella.
Las terribles Gorgonas contra la luz del día
anhelaban la carroña, el eco solitario
de estos caminos perdiéndose en el polvo.
Una sonrisa glacial detenía su rostro.
Minerva transformó mi cabellera
en sierpes espantables
y rehuida fue mi mirada de piedra
pues de piedra convertía a los hombres
arrebatándoles sus sórdidas historias.
Supe, entonces, los secretos de la vida,
de esta vida despreciable y taciturna.
Me los quitó Perseo cortándome la cabeza,
el invisible Perseo, bajo su casco de plata
De La Medusa (1987)
EL BARÓN CORVO
Ha escogido el gris caviar del Irán
y un Alex-Corton muy frío,
pues no es la miseria la que juzga
sino la venganza contra el impudor,
la seguridad ofensiva del sacerdocio.
En la naturaleza hay falsedad
según el adverado criterio de San Agustín.
«Jesus Christ n'a point voulu
du temoignage des démons», confirmó Pascal.
Londres está lejos y Venecia es triste.
El oro de Bizancio se fatiga en San Marcos;
pero murió en una triste pensión de familia
con el egoísmo del pez fuera del agua
escribiendo libros de decadente obscenidad.
De La Medusa (1987)
MIENTRAS VIVA
Descubrí el álbum de fotografías.
Allí estaba intimidado, con gorra
y traje de cheviot, y la sonrisa
de sor San Miguel, dando la mano
a mis padres: Habían los ojos
de mi hermana, el automóvil
ante el viaducto de Vallcarca,
el «foulard» de seda de Italia,
todo (como el colegio) tras el olvido
rescatado de no sé dónde, pues hace un momento
no estaba. Habitaba la nada
existiendo dentro de mí, recordando
lo que pasó y vuelvo a ver
como en «la recherche du temps perdu» como Swann
teniendo una parte de mí perdida
en el fondo de calles, mansiones, pasillos,
figuras tal espectros vivientes
andando mientras viva y recuerde,
alimentándose de mí, seguras, hasta mi muerte.
De La Medusa (1987)
EPITALAMIO
En algún lugar, la he visto algunas veces
cual pájaro de plata sobre el césped brillante.
De Walter de la Mare un poema parecía.
Los colores cotidianos allí saltan alegres
las confituras perfumando toda la casa;
las hierbas, las mañanas.
La besé en la fuente, el rostro junto al agua.
Los corazones resonaban alegres
tal una campana sumergida.
De La Medusa (1987)
LISBOA
Al salir del restaurante Tavares
encontré el espectro de Pombal en la puerta;
después, en la librería anticuaria
O Mundo do Libro, en Trinidade, 12,
compré «Dichos y hechos de Felipe II»
mientras hablaba de plantas con el propietario.
Exploré nuevamente la rua Garret
y con un taxi me fui al Museo
para ponerme delante de los monstruos de Hyeronimus Bosch
y pasearme, después, por las Janelas Verdes.
En la Baixa encontré la sombra desmejorada
de Ángel Crespo delante del cristal de un escaparate.
Me abrazó, diciéndome «esta ciudad se eleva
con majestuosa y sencilla gracia rutilante
muy acorde con los azules cambiantes del cielo».
Después, desapareció. Volví triste al hotel.
Por la ventana contemplaba el paisaje urbano
de esta Lisboa íntima, repleta de «saudade y fado».
El «paxarinho da ribeira» voló hacia el mar silencioso
y vi como todo se transformaba en un cuadro de Paul Klee.
De Els jardins botànics (1996)
Inscripcions, làpides, esteles
UN POETA XINÈS REMERCIA ELS SEUS DEIXEBLES
He escoltat els meus versos
en veus inconegudes.
Eren les vostres veus
prop d'un mirall de plata.
Retornen rosa, lotus,
anemone i clepsidra.
Floriran a la sang,
refloriran de sobte.
Estic content i canto,
feliç, a la vesprada.
Ara he vist la guineu
en el mirall de plata.
Recordaré aquests versos
quan mori a punt d'alba.
Certament, al meu cor
no hi nia la tristesa.
DAVANT LA BOIRA OPACA DEL MAR BÀLTIC
A l'ombra del meu cor fermenta el que detesto: les frases delicades, la remor de la seda, l'or i la sang eixuta. Ho diré a Elsinor on, tocant a la mar, sonaren les paraules de Hamlet, el poeta. Sabem que tot és res i que no hi ha esperança, llevat que Déu ens miri. S'ha alçat un vent somort ara, davant dels ulls, i ha tancat la finestra.
EL MISTERI
Va venir i em digué les paraules.
Eren unes paraules que he oblidat
de la mateixa manera que vaig oblidar
el seu rostre de pedra.
Ara recordo aquestes coses,
però no en trobaré el sentit.
El misteri perdura per sempre
i això em fa la vida suportable.
APOCALIPSI
Els ossos, en el fang, han bastit els palaus
i ara la sang crepita a la nit vers l'aurora.
Tot és possible en aquestes solitàries estances.
El vent estendrà les cendres impalpables
caiguts ja els cortinatges d'or i de domàs.
Els assassins s'acosten amb llurs heralds de fum
i les llargues trompetes de la mort proclamada.
Altres poemes
PRIMERA LLETRA ESCRITA AL CAPVESPRE
Petites prades sota un cel intacte i rutilant
solcat per globus de colors, paraules d'or massís,
sospirs de fronda exhausta, imatges de gent difunta
que es perderen per sempre en aquest aire immòbil.
No, no ha estat així tota la vida, perquè, llavors,
freqüentment distant i molt discreta, la dama
de color de turquesa feia ganxet, arrecerada,
i Lluís, el meu cosí, vestit de mariner, corria
darrera la bicicleta del meu somni, i queia molt sovint.
Això era vers l'any mil nou-cents trenta, l'aroma
de les coses era una altra, i una taronja tenia
el gust de sol. Sé perfectament el que equival a un home.
Però recordo el passeig que anava al misteriós país,
les malalties, la joia, el tresor amagat, la ploma groga,
els plors, l'aire innocent del meu fabulós, ignot,
remot, i per sempre perdut, país de les meravelles.
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