Ernestina de Champourcin. Foto: Larry Manigno
(Vitoria, 1905-1999)
En la poesía de Ernestina de Champourcín hay una primera etapa que abarca los cuatro libros publicados con anterioridad a la guerra civil. Desde En silencio (1926) hasta Cántico inútil (1936), la autora evoluciona de unos orígenes tardorrománticos y modernistas a una poesía pura muy cercana al magisterio de Juan Ramón Jiménez (a evocar ese magisterio dedicará, años después, su libro La ardilla y la rosa).
La segunda etapa está separada de la anterior por un largo periodo de silencio. En su exilio mexicano, Ernestina de Champourcín ha de dedicarse profesionalmente a la traducción, y esa labor absorbente dificulta la creación poética. Con Presencia a oscuras (1952) inicia la autora un nuevo tiempo en su poesía. Al amor humano como tema central de sus versos le sucede ahora el amor divino. La inquietud religiosa protagoniza los libros El nombre que me diste... (1960), Cárcel de los sentidos (1964), Haikais espirituales (1967), Cartas cerradas (1968) y Poemas del ser y del estar (1972). Cuando este último libro se publicó, ya la autora residía en España, adonde había regresado definitivamente en 1972. El reencuentro con los lugares de su juventud da origen a una nueva etapa en su poesía, caracterizada por la evocación de tiempos y lugares. Los libros finales, a partir de Huyeron todas las islas (1988), son una recapitulación y un epílogo, una vuelta de tuerca en esta poesía que se quiere a la vez intimista y trascendente.
Obra poética
En silencio..., Madrid, Espasa-Calpe, 1926.
Ahora, Madrid, Imprenta Brass, 1928.
La voz en el viento, Madrid, Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, 1931.
Cántico inútil, Madrid, Aguilar, 1936.
Presencia a oscuras, Madrid, Rialp, 1952.
El nombre que me diste..., México, Finisterre, 1960.
Cárcel de los sentidos, México, Finisterre, 1964.
Hai-kais espirituales, México, Finisterre, 1967.
Cartas cerradas, México, Finisterre, 1968.
Poemas del ser y del estar, Madrid, Alfaguara, 1972.
Primer exilio, Madrid, Rialp, 1978.
Poemillas navideños, México, 1983.
La pared transparente, Madrid, Los Libros de Fausto, 1984.
Huyeron todas las islas, Madrid, Caballo Griego para la Poesía, 1988.
Antología poética (prólogo de Luzmaría Jiménez Faro), Madrid, Torremozas, 1988.
Ernestina de Champourcín, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1991.
Los encuentros frustrados, Málaga, El Manatí Dorado, 1991.
Poesía a través del tiempo, Barcelona, Anthropos, 1991.
Del vacío y sus dones, Madrid, Torremozas, 1993.
Presencia del pasado (1994-1995), Málaga, Poesía circulante, núm. 7, 1996.
Cántico inútil, Cartas cerradas, Primer exilio, Huyeron todas las islas, Málaga, Centro Cultural de la Generación del 27, 1997.
Bibliografía
Acillona, Mercedes, «Poesía mística y oracional en Ernestina de Champourcín», en Letras de Deusto núm. 48, Bilbao, septiembre-diciembre de 1990, págs. 103-118.
Arizmendi, Milagros, «Introducción» a su edición de Cántico inútil..., Málaga, Centro cultural de la Generación del 27, 1997.
Ascunce, José Ángel, «Prólogo», en Poesía a través del tiempo (1991), págs. IX-LXXXV.
——, «La poesía de Ernestina de Champourcín: entre lo lúdico y lo sagrado», y «Ernestina de Champourcín a través de sus palabras» [entrevista], en Ínsula, núm. 557, Madrid, mayo de 1993, págs. 19-21 y 22-24.
——, «Presencia y función de la greguería en la poesía de Ernestina de Champourcín», en Sancho el Sabio, núm. 6, 1996, págs. 237-256.
Barbero Reviejo, Trinidad, «Tiempo y memoria en la última poesía de Ernestina de Champourcín», en Romera Castillo, J. y F. Gutiérrez Carbajo (eds.), Poesía histórica y (auto)biográfica (1975-1990), Madrid, Visor Libros, 2000, págs. 155-165.
Ciplijauskaité, Biruté, «El yo invisible: Ernestina de Champourcín y las poéticas de la vanguardia», en Bazar. Revista de Literatura, Málaga, 1994, págs. 8-13.
Debicki, Andrew P., «Una dimensión olvidada en la poesía española de los '20 y '30: la lírica visionaria de Ernestina de Champourcín», en Ojáncano, núm. 1, 1988, págs. 4-60.
Espejo-Saavedra, Rafael, «Sentimiento amoroso y creación poética en Ernestina de Champourcín», en Revista/Review Interamericana, XII, Puerto Rico, abril de 1982, págs. 133-139.
Jiménez Faro, Luzmaría, «Ernestina de Champourcín: un personaje hacia la luz», prólogo a Antología poética (1988), págs. 9-17.
Zardoya, Concha, «La trayectoria poética de Ernestina de Champourcín», en Arriba Cultural, 2 de noviembre de 1978, págs. 20-21.
[La lluvia...]
La lluvia, desnudando apasionada y lenta
las enjoyadas sienes del árbol pensativo,
cala el suelo alfombrado y sus agujas leves
ahondan en la tierra los cristales del frío.
El alma es una sombra: la soledad de un velo
que esboza la irisada faceta de mis dudas.
¿El horizonte gris es acaso la escena
donde surge a diario la belleza desnuda?
Aguaje de luceros, diamantes de rocío.
Brilla el arco sin forma de una vaga esperanza.
El pastor de la espuma conduce su rebaño
hacia el perfil de concha que dibuja la playa.
[Hoja blanca de hoy...]
Hoja blanca de hoy, de siempre, de mañana.
Frutal de cada día, semilla fecundada
por un rayo de luz o una gota de agua.
La vida fluye abajo, arrastrándose vana.
Encima de mi frente, los divinos fantasmas
del sueño verdadero, los éxtasis del alma...
cicatrices de oro, que mi pluma va abriendo
sobre la hoja blanca.
[Ahora]
Creación
Dibujé una rosa nueva
en el papel de tu alma.
¡Cómo temblaste al sentir
el roce de mis papeles
sobre la hoja arrugada!
Muy despacio, fríamente,
incrustando en carne viva
el punzón de una mirada,
aboceté la estructura
de mis sueños en la página
que intentabas arrancar.
¡Rosa pura, forma anclada,
en la ribera flexible,
sin contornos, de tu alma!
Sonetos
I
Tu presencia me ciñe duramente
y el grito de mi vida encarcelada
sucumbe ya, rendido a la celada
que tus labios abrieron en mi frente.
Detén mi paso incierto. Mansamente
callará en ti mi voz desorientada.
Para ser tuya volveré a la nada.
¡Mi pulso en carne viva te presiente!
Que el silencio me anude a tu sendero.
Más que el llano sin límites, prefiero
el cauce luminoso de tu huella.
Cerraré con tu sombra la salida;
pero en mi mano, por tu boca ungida,
podrás beber aún la última estrella.
II
(Insomnio)
Surge mi mano de la trama oscura
que afelpa, silenciosa, los desvelos.
Fuga hacia ti. Navegan nuestros cielos
con rumbo a su recíproca ternura.
Caminos de tu acento. Senda pura
que aquieta suavemente mis anhelos.
Despojando la sombra de sus velos
llego al refugio que en tu voz perdura.
¡Cómo se adhieren a mi palma abierta
los ecos de ti mismo! Ya despierta,
ingrávida y ferviente, la caricia
de mi mano, que roza tu palabra,
mientras la noche con ausencias labra
el prodigio de un sueño que se inicia.
III
Búscame en ti. La flecha de mi vida
ha clavado sus rumbos en tu pecho
y esquivo entre tus brazos el acecho
de las cien rutas que mi paso olvida.
Despójame del ansia desmedida
que abrasaba mi espíritu en barbecho.
El roce de tus manos ha deshecho
la audacia de mi frente envanecida.
Navegaré en tus pulsos. Dicha inerte
del silencio total. Ávida muerte
donde renacen, tuyos, mis sentidos.
Ahoga entre tus labios mi tristeza,
y esta inquietud punzante que ya empieza
a taladrar mi sien con sus latidos.
[La voz en el viento]
Vida-Amor
Cuando todas las piedras del mundo se hagan polvo,
cuando todos los gritos naveguen al silencio
y en las rutas dormidas camine, solo, Dios;
cuando las manos sean nostalgias de la rosa,
cuando el cielo ya huérfano de sienes en delirio
desangre en cada estrella su noche torturada,
yo acercaré a tus labios mis labios inmortales
y beberás en mí tu propia eternidad.
¡Soy la raíz primera de todos los amores!
Mi vida es el aliento supremo de la Vida.
Nada logra su ser, sin el zumo que fluye
por mis venas exhaustas.
Cuando crispe tus pasos la angustia del vacío
y lloren en tus ojos los ojos que nublaste,
cuando selle tu boca un grumo de ceniza,
recuerda que, teniéndome, tú nunca morirás.
No tiembles ya, si sientes que surge de lo oscuro
esa Voz que dispersa el eco de las voces.
¡Soy tu cáliz de vida! Apúralo hasta el fondo
y anúlame en la gloria de haberte rescatado.
Soledad
Todos van, todos saben...
Sólo yo no sé nada.
Sólo yo me he quedado
abstraída y lejana,
soñando realidades,
recogiendo distancias.
Cada pájaro sabe
qué sombra da su rama,
cada huella conoce
el pie que la señala.
No hay sendero sin pasos
ni jazmines sin tapia...
¡Sólo yo me he quedado
en la brisa enredada!
Sólo yo he perdido
en un vuelo sin alas
por poblar soledades
que en el cielo lloraban.
Sólo yo no alcancé
lo que todos alcanzaban
por mecer un lucero
a quien nadie besaba.
[Cántico inútil]
Encuentros y paisajes
I
(Roma)
Verja con rosa y Virgen.
Al alcance de todos,
todas las rosas juntas.
II
(México)
El altar viajero. Imagen y retratos.
Bajan. Suben. Y tú, Señora, sonriente,
nos amparas a todos.
III
(Plaza de San Pedro)
Agua y piedra en un todo. Concentración nocturna
de rumor y silencio. ¿Y esa ventana insomne?...
Estrella con estrella.
XXVI
Ese rumor del mar es fuga de silencios.
La plenitud sería callarse para siempre.
XXVII
Espuma: flor del agua.
No te quedes prendida a lo que huye siempre.
XXXII
(El surtidor)
¡Que no vuelva a caer!
¡Que se quede en el cielo!
[Hai-kais espirituales]
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