JACQUES LOVICHI
Nacido en 1937 en Marsella vive cerca de esta ciudad y vuelve con regularidad a Zigliara, su pueblo del valle del Taravu, en el sur de Córcega, donde ha ambientado su novela Le Sultan des asphodèles (El sultán de los asfódelos, 1996). Según dice Robert Sabatier: «en Jacques Lovichi, los paisajes más que un decorado son el motor de unos segundos planos, el espejo de parajes interiores» (Histoire de la poésie française, “la poésie du XX e siècle”). Así pues, Córcega nutre parte importante de su obra.
Pese a otras tres novelas (Mangrove (1982), La Licorne et la Salamandra (1982), La Sorcière et le Magistrat (1999), tiene una intensa actividad crítica en varias revistas – en la actualidad L’Autre Sud de la que es Jefe de Redacción –, o en el marco de sus estudios sobre Germain Nouveau cuya obra a conseguido sacar a la luz y
revalorizar como precursora del surrealismo, se define antes de nada como poeta con una quincena de libros.
Joven, empieza a escribir poemarios como Poèmes sans importance (1959), Madrileñas (1960), Insurrections (1966), en donde manifiesta su interés por las vanguardias, antes de ganar fuerza y construir la obra recopilada en Les derniers retranchements, 1965-1995, bajo un título que apunta a lo que pueda ser una forma de testamento poético. Ha sido traducido al español, al inglés, al búlgaro, al rumano y al chino. Ha recibido el premio Artaud en 1987 y, en 2002, ha sido premiado por el conjunto de su obra con uno de los principales galardones de poesía francesa, el Mallarmé.
Brocelianda
Brec’helean la llaman los bretones.
para Eugène, Lucie, Michel y Nathalie
1. Grial
Se hace el silencio
así pues
sobre la bandeja de plata
sobre la lanza ensangrentada
se hace el silencio
así pues
sobre la copa preciosa
de refulgentes gemas
Una vez más
otra vez
de nuevo
la eterna pregunta
no será
pronunciada
se hace
el silencio
así pues
2. Mesa redonda
Compañeros
no hay aquí
otra cosa
que esperar
sino desgracias
y
derrotas
Compañeros
es necesario
vencer todos los peligros
Compañeros
entre sueños y sortilegios
hemos de abrir
el camino
y perder nuestro honor
y abandonar el valle sin ánimo de retorno
por todo esto
es por lo que somos
aquí
compañeros
à J.-L.- Aguié
3. Puente del secreto
Si atraviesas el puente
tú que te embriagas de amor
tú que excedes los límites
del ardor imposible
has de saber que no habrá
nada
que un día te libere
nadie
que te siga
y que lo peor
es cosa segura
4. Lanzarote
El espejo
inventa
la
vida
en el reino de lo ilusorio
todo es reflejo
todo es
mueca
una sombra se agita
en el cristal negro
no habrá nunca
nada más
como vértigo inmóvil del agua
el texto se abisma en sí mismo
más allá
del destello
del
espejo
5. Barenton
Como una tormenta del corazón y los sentidos
tres gotas de agua bastarán sobre la piedra
para liberar las fuerzas
negras
para liberar los prodigios
estallará sin turbar el silencio
sobre la superficie de brezo y juncos
la risa sanguinaria
de los dragones
invisibles
6. Viviana/Morgana
Repulsivamente tejes tu capullo
el hilo viscoso
liga un poco la vida
de cada día
y tus jugos disolventes
están obrando en la memoria
pero
iremos hasta tu guarida
para aplastar a la bestia
maligna
estamos cansados
y nuestros músculos ceden
somos viejos
y nuestros huesos se pudren
pero nos pondremos en marcha
para liberar el aliento
y nos pondremos en marcha
en marcha
en
marcha
7. Tumba de Merlín
Prisión de aire y de viento
en que el amor te retiene
bárbaro
encantamiento
por ti mismo querido
en esta noche del cuerpo
que no es sino helada
sino hielo
sino escarcha
martirio frío
sueño de la conciencia
para desarmar
las mandíbulas del cepo
habría
que abolir
la gran
ley
del mundo
tu agonía glacial se prolonga
pero no hay más que una salida
y es la muerte
Detrás, siempre está la muerte
(De Últimos rincones)
LIEUX COMMUNS
à Jean-Max Tixier,
mon frère
C’est pur orgueil qu’oser
couvrir la page blanche
de petits caractères
noirs
et d’accepter qu’on appelle poème
le résultat de ce pitoyable exercice.
C’est pire vanité
qu’oser le donner
à lire. Il faut payer une œuvre
véritable
de beaucoup d’immobilité et de
silence.
D’une extrême solitude
aussi.
Cela en valait-il
la peine ?
Il ne faut pas
danser pour les autres
il faut danser pour soi
espérant le partage.
Ce qui sur la page demeure
n’est que la cendre impondérable
d’un incendie
éteint.
D’avance
l’écriture
est un combat
perdu. Nous
anciens combattants
des vieilles guerres
attendons
patiemment
la dernière escarmouche
de
l’aube.
février 2007
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