miércoles, 18 de julio de 2012

7285.- ERNESTO ROMÁN-OROZCO


ERNESTO ROMÁN-OROZCO
Cabimas, Estado Zulia, 1962. República Bolivariana de Venezuela. Ha publicado: Los zapatos descalzos (Edic. ICAM, Barinas 1995). Las piedras inconclusas (Edic. Mucuglifo, Mérida 2001). La costumbre de ser sombra (El Árbol Editores, San Cristóbal 2003). Los hemisferios distantes del silencio (Ediciones Cada día un libro, CONAC, 2005). Las casas líquidas (Ateneo de Skuke, Estado Trujillo, 2006). Las casas líquidas (Edic. La mano junto al muro, Universidad Central de Venezuela, Núcleo Maracay, Estado Aragua, 2006) y Artesa del tiempo Selección poética 2000-2008 (Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2008) . Su obra poética ha merecido los siguientes galardones: Mención Honorífica del Concurso de Poesía del Instituto Universitario de la Frontera, San Cristóbal, Estado Táchira 1991. Premio Regional de Poesía de la Dirección de Cultura y Bellas Artes, Gobernación del Estado Táchira, San Cristóbal 1993. Premio Nacional de Literatura, Mención Poesía, Universidad Central del Venezuela, Estado Aragua 2001, Primera Mención Honorífica en Poesía en la III Bienal Nacional de Literatura Antonio Arráiz, Barquisimeto, Estado Lara 2002. Mención Única de Poesía en la VI Bienal Nacional de Escritura Ramón Palomares, Ateneo de Skuke, Estado Trujillo 2005, y Mención Honorífica IV Bienal Nacional de Literatura Antonio Arráiz, Barquisimeto, Estado Lara 2005. Premio Nacional de Poesía Héctor Roviro Ruiz, Alcaldía del Municipio Andrés Bello, 2007, estado Mérida, y Premio Nacional de Literatura, Mención Poesía, Revista Solar, 2007, Gobernación del estado Mérida. En la actualidad vive en San Cristóbal, estado Táchira, República Bolivariana de Venezuela, donde se desempeña como Coordinador de Literatura del Ateneo del Táchira. Es director y fundador de El Árbol Editores.




un golpe
de nubes a los truenos
y un árbol
cae de espaldas a tus pies
pero tomas el camino
de los hombres más aves
de los linos más ebrios
y te veo venir silbando
borrando tus huellas
con un ramo de helechos
(de Las piedras inconclusas)
por el tambor iniciático
del águila que vuela
en la tranquilidad de los abuelos
y la fuerza equitativa
de las moscas
quede esta casa
cerrada hacia la sombra
de una mujer
elegantemente desnuda

(de La costumbre de ser sombra)





si digo luz
te apagas
y tengo que dejar la casa
muy dentro
de tu cuerpo
sin embargo
me nubla la idea
de verte
alquilando los pájaros
que hubo
entre nosotros
y por eso brindo

(de Las casas líquidas)






pregunto por la vejez del tiempo
por la breve eternidad
que tiene el mar
para desamarrarse los cordones
de los barcos
o sentir miedo de partirse
como el suelo
cuando lo besa el Papa




lo grande
advierte lo pequeño
resulta inédito despertar
en la estatura del olvido
intentar no ser mago
ponernos solos
y encerrarnos en un caracol





abandono
mi cuerpo sobre la silla

quede mi boca
entonces
al borde de este vaso

el cielo
a la sombra del ciprés





oigo cantos gregorianos
en las piedras
de mi orín
plañideras vestidas
de aguas negras
con las uñas de los pies
oxidadas por el hongo

se persignan






un hombre reza
las ronchas crudas de su boca
sabe que debajo de las mesas
siempre es de madrugada
observa cómo el día se mece en dios
cuando tiembla la tierra
en estos vasos de cristal de sábila





pongo
un cerro a mi espalda
para torcer el sol
en los espejos

persigno esta melancolía
quebrada contra el negro mate
de mi voz tan gruesa
como un árbol

o el olvido






llegan días
vueltos cruces de cenizas
en la frente

es tiempo en que la brisa
cuelga voces extrañas
detrás de las puertas

tiempo del mendigo alucinante
que se poda las barbas
con un escorpión






destajo
los confines intrincados de la lucidez

pienso
en tu libro de sedas
delirantes

enciendo
tabacos antiguos del viento






recorro
ocasos con un cuervo al hombro

anuncio
en rauda voz a mis difuntos
desde un villorrio de escapularios
mal tejidos
cuyos ecos residen
en quejidos de clavos oxidados en las sillas






si vuelvo
envuelto en telas
de báratro
es porque me traigo
de una oreja

es porque en ti
me pierdo
entre esos cedros
moldeados
por las sombras







mis dientes
rastrillan la candela

el dios disímil de lo blanco
hierve sus senos
en plenitud
de esas guitarras
llenas de crepúsculos

se abren entonces
los tres primeros besos
de tu blusa






son burbujas
de fuego
en la punta de tu lengua

viajo desde tu mente
hacia el mar
sobre un trueno
añejado en los robles
de un cristo
de anís estrellado








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