Francisca Ossandón (Zapallar, 1926 – Santiago, 1996). Poeta Chilena. Autora de: “Humo lento”, (prologo de Carlos Rene Correa), Ediciones Renovación, Santiago de Chile España, 1954, “La mano abierta al rayo”, Ediciones del Grupo fuego de la poesía, Santiago de Chile, 1957, “El don obscuro”, Ediciones Lírica hispánica, Caracas, Venezuela, 1960, “Tiempo de estar”, Imprenta Arancibia Hmnos, Santiago de Chile, 1963, “Tiempo y destiempo”, Ed Uguina, Madrid, España, 1964, “Diálogo Incesante”, (prologo de Humberto Diaz Casanueva), Fondo de Cultura Económica, México, 1971, “Desatadas olas de mi mar”, Ediciones del Grupo fuego de la poesía, Santiago de Chile, 1983, “Fuegos de la memoria (Prologo de Edmundo Herrera), Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1988 Su obra se encuentra publicada en diversas antologías chilenas.
INQUIETANTE PACTO
Atrapado por lenguaje subterráneo,
Desdibujado ayer, ahora intenso,
Ese árbol me es afín.
Me bosqueja
Me proyecta.
En su memoria cuánto le roza
la corteza lo guarda en áspera
mudez.
Persigo su ritmo estático.
La otra dimensión.
Somos mezclas de savias distintas
Atados por magia vegetal.
El y yo peregrinos
plenos de luz secreta,
insensatos.
Un fuego avanza y viste de crepúsculos
su torre.
A su sombra mi follaje incesante.
Sus sueños y mis sueños
arborescentes ojos
en inquietante pacto.
Costra de mis labios
diálogo
sacramento oculto.
El y yo unidos
mas
desesperadamente ajenos.
Nunca sabre de los mundos que recrea
Al brotar incesante.
Entre sus ramas nidos insomnes
Allí el canto es movediza piel
ala silvestre.
Mi ramaje, espejo íntimo.
Siento mi nostalgia como un tacto
Palpo la suya en los verdes
más profundos.
Ahora sé
Mi tronco no lo hieren
pasados reflejos.
Lo escuda el brillo de una presencia
tierna.
Para el vértigo
la calma sellada del árbol vigilante.
ALÉGRASE LA MEMORIA
Alégrase la memoria
cuando ascienden sonidos silvestres
recorre piel y esencia
finamente
un licor inacabable
Partida en mil mitades la naranja.
Hallazgo efímero
Nos atraviesa y lleva
Desde donde somos
a otro orden
desconocido y veraz.
Destilan voces y extraños
Pensamientos.
Alégrase la memoria.
Aprisionado el instante
ya es sonrisa.
aura eternizada.
Enraizado en tibias rejas
que turban la razón
un talismán de piedra oscura
va por mi piel.
AMANECER EN NOCHE PODEROSA
Sombras inauditas
lleva cada hora en invisible fondo.
En despertar presente
alguien
es fecundado por alucinaciones.
Entonces rodean su garganta anillos
Y en los oídos
risas
pieles incandescentes
Testigos.
Sobre ramas atentas, audacias consumadas.
Pasos sin arraigo.
mi silencio a medias quebrado
por signos y sonidos.
Oh sangre del verano
que rebota y cimenta los huesos!
El aire inasible en el cuerpo
ronco
letal.
Comienza un descenso inacabable
en la misteriosa ciudad
que me va resbalando
hacia la nieve muerta.
Distraídos
los ciñe oxígenos de piedra.
Voces
Llaman al fuego errante.
La esperanza en holocausto
hacia arenas inmortales.
Mi esencia madura el vértigo.
Siempre ansia
eco.
Por siempre detenidos
absortos en su muerte
Sin voluntad
Petrificados creen
creen
y no aciertan a estar
seguros de si mismos.
Mañana alguien extenderá mis huellas
imantadas.
Entonces yo entraré
En un dia radiante dentro de la noche
poderosa.
Humo lento
Humo lento... Anochecer de lirios
y lechuzas blancas. Camino de tierra caracoleada.
El corazón sin designios, henchido de vagancia.
Humo lento... Lento desenvolverse de la vida.
Alejarse de trenes y barcos.
Perderse de cerros, en la niebla, temblando.
Humo lento... Lento morir de la sangre,
de los ríos, de las piedras, de las flores,
de las cosas pequeñas y grandes.
Humo-lento... Lento embriagarse de sol
en claros vinos transparentes.
Alguien incendia mis bosques
y las llamas increpan al cielo.
La vida se agita y hierve,
se quiebran los límites, se olvidan
deberes, mundos, soles y lunas.
Por doquier se esparcen cenizas.
No quiero ese humo espeso que ahoga
ni esas llamas audaces que devoran.
Sólo quiero el humo lento,
el tierno despertar hacia tí,
la canción que resuena, profundamente.
Alguien azuza el fuego,
en mis campos las viñas enloquecen
y dan vinos morados.
No quiero la embriaguez del arrojo.
Sólo ansío el humo lento,
la cuna de tus brazos
un lento velar al tiempo
con viajeras sombras de luna
y apagarme con ellas, suavemente,
amanecidas.
La pena del viento
Detenerse es morir
y el viento lo sabe.
Las nuevas lluvias y los fríos
dan alas al viento que las coge aprisa
En los ojos de las violetas
hay un perfume de melancolía.
Tus pesares en horas secretas
robo y apuro de golpe.
¿No sientes de tu puerta
los gatos negros en fuga?
Las nuevas lluvias y los fríos
ahuyentan las alondras.
Las golondrinas lejanas, olvidan.
Las palomas, junto a mí, revolotean.
En mi corazón se clavan ansias desconocidas.
Suspira cuando florece la reina de la noche.
Y a la luz de una luna desolada
mi Paz palidece.
Será tu cuerpo una desierta calle,
será mi cuerpo jardín entristecido.
Las nuevas lluvias y los fríos
traen del tiempo reminiscencias.
¿No sientes el badajo de los recuerdos
martillar en la campana de los años?
Tren la vida veloz y silencioso.
Mi tren repliégase en sí mismo.
Se detiene casi....
Mi pena, la pena del viento.
Y en el viento Dios habla.
Sinfonía Roja
Rojo el cielo como las rosas.
En el horizonte el sol
muere rojo y roja nace
la luna sobre montañas vivas.
Rojo el aire que respiro.
Por todo mi ser siento el fuego
de un creciente delirio.
Rojos los árboles y las flores
y los pastos y las piedras,
y el agua del canal que corre
enardecido reflejando el cielo.
Cielo rojo como rosa roja
la rosa de los cantares.
Mis cabellos sueltos,
batidos, aventados,
mis brazos extendidos,
mi vestidos rojos, rojos, rojos...
Y el color de la montaña
se acentúa,
arde la nieve, sangre,
sangre que vibra y engendra
despavorida el enjambre
de mis pensamientos.
Oh locura roja.
El corazón me arranco,
entre mis dedos lo aferro
y siento sus latidos,
como yunque y fragua,
y comparo el rojo de la nieve.
El Cristo
Tras tu mirada vengo, Cristo,
el de la cabeza inclinada
y humilde los ojos morenos.
El que de España vino
a habitar en esta tierra,
el que atravesó los mares
en velero a esclavo y remo
y fué llevado en carreta
que arrastraban bueyes lentos.
El que se detuvo de pronto
tenaz, fiero, en el Puerto
y,no hubo fuerza humana
que la carreta moviera,
para que el Cristo avanzara
y a reyes obedeciera.
Este mi hijo que viene...
nacerá entre las flores
de la ilusión y el verano.
(Tierno entre lo tierno,
dulce entre lo dulce,
tallo verde, espiga madura.)
Tendrá ojitos de almendra
y jugará con la luna,
el volantín del espacio.
Llevará tu nombre, Cristo,
el de la historia cierta c
omo oración en la noche.
Oh Tú Definitivo, cual
hondura del abismo,
espesura del bosque,
tormento de la sed,
universo del mar.
De la estrella más lejana,
lejanía y rojez
de la tarde más encendida.
Del más ardiente fuego,
furia y quemadura.
Potencia del viento,
audacia de mareas altas,
nostalgias de las estaciones...
Todo eso eres Tú. ¡Ay, inspírame, Señor!
Sobre la muerte que es vida ,
rebalsando estás amor.
Incendia mis bosques,
-Pulveriza mis rocas, encrespa mis valles,
comparte mi miedo...
¡Derrama tu esencia,
aroma mi entrara!
Y en ese loco torbellino,
sé Tú la fuerza,
sé Tú la calma. rostro
¡Quiero sellar en mi
el sentido de la eternidad!
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