miércoles, 18 de julio de 2012

7287.- ADHELY RIVERO


Adhely Rivero

ADHELY RIVERO, nació en Arismendi, Estado Barinas, Venezuela, en 1954. Poeta, editor y gerente cultural. Desde hace años está residenciado en Valencia. Es Licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Se desempeña como Jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, Coordinador del EIPUC: Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo y Director de la revista POESIA. Es Premio de Poesía Facultad de Ciencias de la Educación. Premio de Poesía “Cecilio Chio Zubillaga” de Carora, Premio Universidad de Carabobo, Premio Universidad Rómulo Gallegos, Premio Único de Poesía “40 Aniversario de la Reapertura de la Universidad de Carabobo”. Es autor de los Poemarios: 15 poemas, 1984; En sol de sed, 1990; Los poemas de Arismendi, 2006; Tierras de Gadín, 1999; Los poemas del viejo, 2002; Antología Poética, 2003; Medio Siglo, La Vida Entera, 2005.





Tengo pendiente mucha sequía
No soy un ángel
pero la sed de estos animales
la tengo por encargo de Dios.

LA CASA

Cuando salí del pueblo pensaba regresar
a comprar la casa de la esquina suroeste de la plaza,
cerca de un puerto solitario del río.
Cuando vuelvo no está en venta y entiendo el arraigo
de sus dueños.
A cada vuelta al pueblo visito la calle y bajo mi familia
a la costa a contemplar las aguas pardas bajar
eternamente.
Me enteré que vendieron la casa que me gusta,
cerca de la plaza y del río de mi infancia.
Continuaré a la espera con la oferta en el transito
del pueblo que crece y se desborda,
solicitándole a Dios la gracia
que no se me adelante un turco y la transforme en tienda.
Por las aguas del río pasan las boras
mientras espero el día.







EN EL CIELO DE BAGDAD

Para Caupolicán Ovalles
y Alí Al – Shalah

La luna en Irak no se puede ver
lastima la cara del nativo
que ha visto caer bombas todo el año.
De noche al lado de la luna llena
caen Racimos,
terminando por creer que una bomba se quedó
pegada en el firmamento.
Lo mismo ocurre con una sirena letal
que socava los refugios.
Ni los ángeles están seguros en el cielo.
El día que Caupolicán visitó Bagdad
les llevó el humor y perdieron la paciencia,
todos los basaban y él sospechaba y se reía.
Hoy nadie duda de la valentía de los hombres
y de los pájaros que se desgranan en el aire.
Cuando termine la pesadilla, dormirán eternamente
en las arenas del desierto
y podremos ver la luna llena en el cielo.






Ningún camino es eterno
cada invierno borra la conquista
el atajo
la trocha de llegar al mundo
Sobre esta inmensidad de agua bajo el cielo
de referencia






Toda la tierra tiene amo
Alambre
en la cintura
por donde rompe el viento.






A esta hora perniciosa
los cazadores
van fundando escondites
en la maleza
Se duermen de aburrimiento
cuando la luna llena los montes
de claridad
Mascando tabaco o chimó esperan
pasar los astros de la tomenta
El viento los recoge
en la tierra seca
y regresa con la cara cimbrada de carne
por la noche.








Una ventana
sobre mí
gira
al graznido del viento

Bebe
Una canción vieja
sombra de una mujer
en el vaho de la copa

Una ventana tiene la noche
viva
en la luz del espejo
y gira mi cuello
al filo....... arriba.
Ahora
llueve
y las gotas negras
los paraguas
pasan por las calles
Ahora puedo ver por la ventana
un edificio temblando en el agua
Un hombre saltando
Una mujer pintada
en la pared contra la lluvia

Temprano
veía esta nube en el cielo
Ahora yace desplomada
en el pavimento.

de MEDIO SIGLO, LA VIDA ENTERA Edic. Poesía, 2005, 
Universidad de Carabobo - Venezuela




LA SAZÓN DEL HUESO

Nada hay especial en las mujeres de la calle.
Nadie sabe sus compromisos ni su salud mental.
La propiedad de sus trajes, ligeros, sus zapatillas
de piel importada.
En la casa nos espera la conquista, la mesa
y la sazón del hueso.
Afuera somos intimidados por virus
en los cuerpos divinos.
En los ojos perfectos perdemos la mirada
y la cabeza.
Me cansa el jardín, la electricidad,
los mercados a la hora del sábado.
Las historias de las mujeres de la calle son
como el fútbol, aburridas,
siempre repiten las mismas jugadas.
O las carreras de caballos, sólo gana uno.
Aunque parezcamos un animal de zoológico
en la casa,
nada es comparable a la vida secreta,
sagrada, de los ciudadanos.

De Medio siglo, La vida entera (2005)






La vida austera

Tan austera esta vida
que la mesada redunda en especies.
Cuando llego a la calle y entro a la cuadra
de residencia de algún pariente me espera,
circunspecto en la sala, con su saco o una caja, pesados,
de olores agrios de estar a la intemperie.
Recibo la carta, la aprieto y siento el espesor de la mesada
y contesto todo está bien, no es mucho.
Qué importan las letras, el disentir o algún
razonamiento en el papel.
nada alcanza.
Cuídate en la calle, de noche, la gente.
Pronto te escribo, te envío queso y carne seca.
Y lo que me pides para conocer la ciudad.
Aquí la naturaleza es próspera y tolerante
con lo salvaje que somos.





1

Mi Madre me pide
que no vaya al monte
donde se pierde el ganado
Da valor el desvelo de todos
curando
cortando pasto
Me voy a meter en la sombra
de la luna
sin sueño        ni sed
sin fatiga
Bien sereno estaré ubicado
esperando si es gente o tigre


2

Vamos a venir de noche
a coger un tigre
Nos llevamos el cuero
las manos
para adornar la sala
Lo ubicamos entre los venados
que rumian la luz del día
en la cal de la pared
Será el mejor trofeo
ver la fiera
Inofensiva en la casa

[Tierras de Gadín,  1999]


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